jueves, 19 de marzo de 2009

Javierada 2009











El sábado 14 de Marzo nos fuimos a Javier andando.
Ya sé que es salirse del término de Tafalla, pero... qué le vamos a hacer, son tantos años yendo a la cuna del Santo, treinta y dos, que es más que una tradición.
Salimos a las 5 de la mañana del puente de la estación. Todavía nos encontramos con algún noctámbulo que esta apurando la noche. Para nosotros es un madrugón.

Este año ha habido novedades. Una incorporación y una recuperación.
Viene por primera vez José Mari Velasco y se reincorpora después de dos años de ausencia, Javier Aoiz. Javier cumplió en Diciembre 80 años. Sí, has leido bien, 80 años, y ha hecho una javierada como un chaval.
Los otros tres que completamos el grupo somos: José Mari Marco, Pedro Arregui y un servidor.

La mañana es una maravilla. 11º grados marcan los termómetros. El día viene bueno, despejado. Sopla un cierzo suave, como una brisa que ayuda a la caminata.

A la salida, como todos los años, nos encontramos con Luis Lesaga, Cuqui Navascués, Javier Salinas y dos hijos suyos que también hacen la marcha.

A las 6,50 llegamos a San Martín. En la pared de la iglesia de Nª Sra. del Pópulo, en los bancos de piedra damos cuenta del primer bocadillo, que acompañamos con un rosado fresco que levanta el ánimo.

A partir de San Martín comienzan a incorporarse caminantes de Azagra, Lodosa, etc. que se acercan hasta allí en autobus o coches particulares. La carretera se anima.

Son las 7,10. Es hora de encarar el alto de Lerga. Amanece. La cuesta arriba y las curvas se hacen pesadas. En un portillo vemos el molino de Olleta. Buena señal, ya estamos casi arriba.

Son las 8. Tenemos abajo Lerga, mas allá Eslava. Encima suyo Santa Agata. Al fondo Peña. Todo está en su sitio.

Bajamos el puerto y entre bromas y conversaciones, casi sin enterarnos, llegamos a Lerga. No paramos. Seguimos a buen paso buscando Eslava.

A Eslava le han hecho también una variante que evita el paso de tantos coches por su estrecho centro. Más de una vez nos hemos llevado un susto. Nosotros entramos al pueblo. Son las 9,20. En el hogar del jubilado, los del pueblo atienden la barra. Hay mesas y sillas. Y mucha gente almorzando.

Cogemos mesa y empezamos. Bocadillo, vino y hasta café. Saludos a los conocidos

A las 10 nos vamos.

Nada más salir del pueblo tomamos el camino de la izquierda que nos acortará algún kilómetro y nos evitará durante un buen rato los molestos vehículos de la carretera.

No todos los años podemos coger este camino. Cuando llueve o ha llovido mucho los días anteriores a la Javierada, está bastante impracticable y no merece la pena ponerte hasta los tobillos de barro.

Este paraje es muy agradable. Discurre entre olivos y viñas. No se oye nada y los pies agradecen el suelo de tierra después de tanto asfalto.

Este año, por primera vez, nos equivocamos, casi al final, en un cruce. En lugar de seguir de frente, giramos a la izquierda, hacia el pueblo de Ayesa. Atravesando un olivar buscamos la carretera que baja del pueblo y remontamos el camino auténtico hasta llegar al puente del río Armillo.

De ese punto volvimos a tomar otro atajo que saca directamente a la entrada del acceso por carretera a Aibar.

A Aibar también le han hecho variante. Algunos peregrinos siguen por ella. Nosotros, fieles a nuestra costumbre, nos dirigimos al bar El Perrillas y allí nos refrescamos un poco. Viene bien esa parada.

Son las 12 del mediodía. En el bar hay bastante gente. Casi siempre coincidimos con Goyo y compañía que vienen por la Vizcaya. Unos han salido desde Mendívil y otros desde el alto de Ezprogui. Por Moriones llegan al mismo punto que nosotros.

Diez minutos más tarde nos ponemos en marcha. Hay que recorrer los últimos 7 kms. hasta Sangüesa. Las piernas ya pesan. Llevamos muchas horas andando, pero todos vamos bien. Alguien comenta que es posible que tenga alguna ampolla o rozadura. Todo se queda en eso. No es necesario visitar a la Cruz Roja.
Llegamos a Sangüesa. Es la 13,20. Paramos en el puente para reagruparnos y ... para hacernos la "foto oficial" de la Javierada. Todos los años en el mismo lugar y con el mismo fondo. Al repasarlas durante el año vemos cómo va cambiando la fisonomía de las personas. Los años no pasan en balde.

Atravesamos el puente. El Aragón baja magnífico. Nos da envidia. La verdad es que huele a la papelera, pero nos da envidia.

Por la calle donde está el Bar Landa nos dirigimos al bar donde comeremos.

Pasamos por delante de la fachada de Las Navas. La miramos con nostalgia. Son tantos años comiendo allí... Pero a sus dueños también les llegó la edad de la jubilación y hace 2 años que cerraron.

Seguimos calle adelante. Admiramos la imponente Casa de Cultura y nos acercamos hasta la tahona que está junto a la zona deportiva.

Allí nos esperan ya comiendo, Maricruz y Lucía, Silvia e Inma.

Pedimos cervezas, vino, gaseosa. Nos cambiamos de camiseta. Nos sentamos con ellas y comemos nuestros bocadillos.

El local es estupendo. Limpio y cómodo. Está prácticamente vacío. Hablamos. Compartimos comida. Hacemos balance del día. Tomamos café y copa. Pagamos, nos despedimos hasta el año que viene y nos vamos hacia la salida a Javier para incorporarnos al Via Crucis.

Los 8 kms. que separan Sangüesa de Javier pesan, pero se hacen con ganas. Estamos a punto de llegar a nuestro objetivo. La marcha no es lenta por eso estaremos en la explanada del castillo a las 16,40.

La asistencia es masiva. Hay de todo. Personas mayores, jóvenes, niños, religiosas, cruces, pancartas. Los de Estella llevan en andas una réplica de la virgen del Puy. Hay mucha gente. El periódico dirá al día siguiente que se contabilizan 21.000 personas. 200 autobuses y 2.500 coches.

La misa comienza a las 17 horas y dura más de una hora. Estar de pie en la plaza después del palizón de kms. se hace muy duro. Algunos nos sentamos en el duro suelo que nos sabe a sofá.

A las 18,30 tenemos que bajar a los autobuses. Se levanta un cierzo frío, fuerte, helador. Nos pilla de improviso. Hay que abrigarse rápido.

Volvemos en los autobuses que pone el grupo Scout Ibaialde de Tafalla.

¡Esto es un lujo! comentamos, mientras nos acomodamos en nuestros asientos y nos dejamos vencer por el sopor y la comodidad.

Para las 20 horas estamos en Tafalla.

Hemos ido y hemos vuelto sin percances. Estamos muy contentos. Nos despedimos y nos deseamos poder volver juntos el año que viene.