domingo, 17 de abril de 2011

Por los altos de La Sarda



Siempre que he subido a Beratxa, he pensado en ir algún día a los altos de La Sarda, conocer la repoblación que hay en el cerro, al N. del caserío y dar una vuelta por allí. Hoy es el día que me he decidido a hacerlo.

Ayer no pude hablar con el Templao, pero me han dicho que, entre semana, lo vieron andar por los alrededores de la Cuesta del Melón. Eso es muy buena señal. La romería a Ujué está cerca y se está poniendo a punto.

Son las 08,00 horas. El día viene buenísimo. Magán marca 11º y la farmacia 9º. Apenas sopla el viento. Le explico a mi mujer adónde voy a ir y quiere acompañarme. Le gusta andar y el campo casi tanto como a mí.




En diez minutos estamos aparcando en la entrada del caserío de La Sarda. No hay nadie. El pozo, del que hace muchos años se podía beber agua, está tapiado; hacen bien, cualquiera puede caer dentro y tener un disgusto. Salimos dirección N. y llegamos al Corral de La Sarda. El tejado está arreglado. Lo tienen vacío, pero el edificio está bien conservado. Curioseamos un poco por sus alrededores.

6/02/1909. Son las siete de la mañana. Jornaleros sin identificar dan fuego en el caserío de La Sarda, propiedad de Genaro Pérez Moso. Arden pajares, cuadras y graneros. La presión sobre los corraliceros sigue, a pesar de los indicios de solución. Durante este año Ramón del Valle Inclán visita Tafalla, interesado en conocer los paisajes de las guerras carlistas y hablar con los viejos veteranos sobre las campañas bélicas, que luego plasmará a su manera en Voces de Gesta. También este año es la construcción del órgano de San Pedro. (J.M. Esparza Zabalegui)(Historia de Tafalla. Tomo II)






Comenzamos a caminar hacia la derecha. Subimos un pequeño "cogote", en el que hay unas rocas de tamaño considerable. Desde esta altura vemos que, si continuamos en la misma dirección saldremos a un camino agrícola, que junto a un barranco lleno de carrizos, asciende hacia los molinos de un pequeño parque eólico que han instalado allí.





08,40 horas. Llegamos a ese camino. Comenzamos a subir suavemente. A la izda. hay una preciosa repoblación de cipreses y otras coníferas que rompen la monotonía de los pinares que nos rodean. El silencio solamente es interrumpido por las aspas del molino más cercano a nosotros. Al llegar a la penúltima curva, dos hermosas perdices salen asustadas hacia el interior del pinar. Nos han oído llegar y, como dicen los que saben de esto, han llamado nuestra atención para que las sigamos y dejemos en paz el nido.





A las 08,50 horas llegamos arriba. Estamos en el Portillo de Eleuterio. Es un cruce de caminos. Mueve un poco más de aire. Nos sabe a brisa refrescante. Tenemos enfrente Artajona. La iglesia de San Saturnino y el conjunto amurallado del Cerco protegen desde su altura el núcleo urbano, que se apiña al mas puro estilo medieval.



Desde donde estamos giramos a hacia la izda. y llegamos al último molino. El camino se acaba y subimos monte a través. Enseguida vemos un camino que va dirección O. y lo seguimos. Entramos en una zona fantástica. El arbolado está más tupido. La senda es sombría y fresca. Casi estamos llaneando por los altos de encima del caserío. Encontramos en varias piedras, flechas pintadas en la dirección de la que venimos. Están descoloridas. No sabemos por qué las han pintado, pero pronto lo vamos a descubrir.

Continuamos caminando y nos encontramos con tres artajoneses que vienen hacia nosotros en bicicletas de montaña. Nos paramos a hablar. Uno de ellos nos cuenta que fue él quien pintó las marcas hace años. Se ha dedicado a hacer circuitos para caminar y para bici por todo el término de Artajona. Ahora, nos dice, con los gps, han perdido utilidad esas marcas. Nos recomienda que visitemos Wikiloc para descargarnos los tracks de los recorridos que ha colgado. Hay varios: En los dólmenes, en los alrededores del Buskil, ... Hay que pinchar aquí para consultar sus itinerarios. Son muy interesantes.





Nos despedimos y seguimos nuestra ruta. Cuando advertimos que el camino comienza a descender, paramos y compruebo mi gps; estamos en la cima del lugar, a 498 mts. de altitud. Son las 09,20 horas y ha llegado el momento de parar a echar un bocado. En un carasol, al abrigo del aire, en dirección SO. nos sentamos y contemplamos, con asombro, lo que tenemos delante. A la izda. la Torre de Beratxa, detrás Moncayuelo y su parque eólico, en línea recta la Lagunilla de Cascarruejos, que ya ha comenzado a llenarse, y formando una especie de media luna, Miranda de Arga, a lo lejos Lerín, Berbinzana y Larraga con la silueta de Montejurra de fondo. Poco más se le puede pedir a este lugar.



Comenzamos a bajar. Salimos del pinar. Ahora son todo matas de romeros, tomillos y algún enebro. Llegamos a la muga. Son las 09,50 horas. Es una piedra mayor que los otros hitos. Tiene tablillas a su alrededor, lo que nos hace suponer que estamos en las tres mugas: Artajona, Larraga y Tafalla. "Muga de Artajona. En 1797 la componían un total de 123 mojones de piedra, distribuidos entre la divisoria del Pueyo-Tafalla-Artajona, en el Monte, y la de Artajona-Tafalla-Larraga, en La Sarda" (J.M. Jimeno Jurío)(Toponimia Histórico-etnográfica de Tafalla).

El camino se pierde. Comenzamos a bajar monte a través. Es un tramo corto pero abrupto. Por fin salimos a terreno más suave.





Dejamos a nuestras espaldas el Portillo de la Cañada y por un suelo de hierba nos volvemos a introducir, nuevamente, en el pinar. La monotonía del verdor se rompe con las ilagas que con sus flores amarillas, hacen que este rincón tenga una belleza austera, sencilla y pura.

Otra vez estamos en el interior del pinar, El camino, que en realidad es un pequeño barranco, nos va acercando al caserío. Cuando la senda comienza a ser más escarpada subimos a una pieza sembrada y orillándola salimos a una isleta que nos aproximará a otra pieza mayor, que también nos obligará a orillarla, porque el cereal ya está en caña, hasta que salimos a terreno lleco.





Son las 10,30 horas. Vemos la silueta del caserío de La Sarda. En cinco minutos, por su trasera, llegamos al coche.

Hoy hemos caminado menos que cualquier día, pero ha merecido la pena conocer esta parte del término.

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domingo, 10 de abril de 2011

En el despoblado de Iriberri



El día 23 de Enero un buen amigo me regaló el libro "Excursiones por los pueblos perdidos de Navarra" escrito por Juan Mari Feliú. Está bien editado, es ameno y práctico. De la Valdorba tiene dos recorridos: A San Pelayo desde Amunarrizqueta y en el Señorío de Iriberri, que es donde nos vamos hoy. Me hizo mucha ilusión porque, además del regalo en sí, tuve la suerte de tratar a Juanmari en muchas ocasiones cuando fue presidente de la Federación Navarra de Montaña y yo estaba en la Asamblea en representación de la S.M. Alaitz.

Ayer le llamé al Templao y no lo pillé en casa. Pili, su hija, me dijo que había salido tarde a andar. Se encuentra bien y está decidido a hacer la romería a Ujué. Seguro que la hace porque lo conozco bien y sé que a tozudo le ganan pocos.

Son las 08,00 horas. Después de una semana casi veraniega, el tiempo ha cambiado radicalmente. La temperatura es buena. Magán marca 15º y la farmacia 13º, pero el cielo está nublado y el cierzo se deja notar. Mi mujer se ha animado a acompañarme. Salimos en coche hasta Iriberri. Tenemos 26 kms. por delante. Separando Garinoain de Barasoain está el cruce de Leoz. Nos dirigimos hacia la ermita de Catalain. Las cebadas se han vestido con un verde claro que contrasta con el oscuro de las encinas. Los robles están echando sus brotes que pronto se convertirán en una plenitud de hojas.

Pasamos el cruce de Orisoain y en la cerrada curva de Artariain un muchacho que ha salido a correr, viene de frente y nos obliga a orillarnos porque él no se aparta. Carretera adelante de Amunarrizqueta, comienzan unas suaves rampas que nos acercan al cementerio de Iracheta.

"Bordeando el Cemborain, que no es río si en Leoz no nieva, la carretera nos lleva hacia arriba. Era el usual treyecto de la Leozarra, que salía de Tafalla a las cinco de la tarde y llegaba a las ocho. Que obligaba a sacar el paraguas dentro, porque llovía "de temporal". Y que sabía mucho de corderos limpios, huevos y gallinas, en días de mercado tafallés" (P.M. Flamarique)(La Valdorba de arriba a abajo) Un poco más adelante llegamos a la puerta del Señorío de Iriberri. Son las 08,30 horas. Aparcamos fuera. Flanqueamos la verja de hierro que cierra el acceso. Se puede entrar. No vemos carteles que lo prohíban. Por un pequeño puente de hormigón, cruzamos el río Cemborain.




En cinco minutos estamos en las ruinas del Señorío. La portada es bonita.




En el interior la maleza se ha adueñado de casi todo el espacio.




Los edificios cercanos están todos en la más absoluta ruina. "Situado en un altozano sobre el río Leoz se asienta Hiriberri. Contaba en 1913 con 4 edificios y 14 habitantes, entre los que destacaba el palacio de cabo de armería y la adosada ermita de la Natividad. Deshabitado en 1960, la Institución Príncipe de Viana inició una serie de obras de rehabilitación de este palacio en 1974, abandonadas en 1983. A principios del siglo XX el palacio se encontraba flanqueado de cuatro torres, con escudos heráldicos y detalles defensivos, como saeteras y almenas. Varias bordas y la casa del guarda, ubicadas en la entrada del señorío están también arruinadas."(Juan Maria Feliu Dord)(Excursiones por los pueblos perdidos de Navarra)




Comenzamos a ascender por el camino principal que está cerrado por una langa. Hemos venido solamente a dar una vuelta. En esta zona hay tres cimas difíciles de encontrar: Txapardía con 889 mts. de altitud, Santa Agata con 948 mts. y Basagatz con 989 mts. y para liar un poco más a los que no conocemos este lugar, al conjunto de cerros y vaguadas se le conoce como Los Altos de la Marquesa.




Casi todo el monte está repoblado de pinos laricio. Los bojes y los enebros, a duras penas se abren paso entre tanto arbolado. De vez en cuando vemos algún roble que parece querer pasar desapercibido ante la mayoría, agobiante, de las coníferas.





En el camino hay hileras de procesionaria de varios metros de longitud. Los pinos están atacados con dureza y parece, al menos a primera vista, que no se hace ningún trabajo de limpieza.

El camino sigue ascendiendo. Sin darnos cuenta ganamos una altura considerable.




A nuestra dcha. descubrimos el pueblo de Iracheta que, desde aquí, parece acurrucado en la falda del monte, abrigándose del cierzo que sopla con fuerza. Se escapa alguna gota. En los montes de Leoz las nubes están bajas y seguro que ya sueltan agua.

A las 09,10 horas llegamos a un cruce de caminos. Saco el libro de Feliú. Si tomamos el de la izda. descenderemos un tramo para luego ascender a Santa Agata.




A pesar de que hay un pequeño montón de piedras que señalan el camino del centro, decidimos tomar el de la dcha. que nos llevará, en suave ascenso, hasta dar vista a Uzquita. Llevamos un rato andando y decidimos volver. No damos vista al pueblo y nos vamos a alejar demasiado.

Llegamos al cruce de antes. Tomamos el camino de frente y torcemos a la izda. Queremos saber a dónde lleva. Este camino está mas cerrado que el otro, pero se puede andar bien por él. Cuando comienza a descender vemos, a lo lejos, el pueblo de Leoz. La perspectiva desde aquí es curiosa. Para ir a Leoz tendríamos que descender. Cuando se va por la carretera siempre hay que subir.

Son las 10,20 horas. Decidimos echar un bocado. El día empeora por momentos. Estamos en un abrigo y sentados, pero las nubes cada vez son más negras y más veloces.

Hay que regresar. Nos hemos echo idea de este paraje. Buscaremos más información y otro día volveremos para subir a las tres cimas que he mencionado.

Por el mismo camino que hemos subido, bajamos. Se siguen escapando algunas gotas, pero sin llegar a llover. Llegamos de nuevo al Señorío. Lo volvemos a contemplar con admiración y tristeza.

A las 11,25 horas nos montamos en el coche y regresamos a Tafalla. Cuando cruzamos el puente a la altura de Orisoain, el móvil, en la mochila, comienza a dar avisos de llamadas perdidas. En la Valdorba serrana, en esta fría mañana de Abril no hay cobertura, ni ganas de rehabilitar Iriberri. El cielo está plomizo y en los pueblos la gente se ha quedado en sus casas.

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domingo, 3 de abril de 2011

Un paseo por Candaraiz


Hacía tiempo que quería darme una vuelta por los caseríos de Candaraiz. Lo intentamos el año pasado pero, andando desde casa, hay mucha distancia para hacerlo en una mañana. Por eso, me voy en coche hasta el Caserío de Cortés y me quito los 6 kms. de ida y los otros 6 de vuelta. El fin justifica los medios.

Ayer le llamé al Templao y llegaba en ese momento de dar su paseo matutino. Esta semana, me dijo, ha comenzado a andar hora y media porque se está probando para ir a Ujué. Se encuentra bien, aunque va con precaución pues tiene miedo a los mareos. Le dije que estoy seguro de que hará la romería y que con sus ochenta y dos años será la envidia de todos. También le propuse que a partir de ese domingo salgamos nuevamente juntos al campo. Me contestó un escueto: "Ya veremos".

Son las 08,00 horas. Magán marca 13º y la farmacia 12º. El cielo está nublado. No llueve. Inma no puede venir, así que me voy solo. En diez minutos estoy aparcando en el Caserío de Cortés. Antes de llegar, en una pieza enorme, los aspersores riegan sin descanso una plantación de habas. El agua pulverizada muestra una imagen insólita en Don Galindo.




Comienzo a caminar. Bajo hasta la carretera de Miranda y la cruzo de frente. Me dirijo a una abejera antigua. Una joya del pasado.




Está, como es natural, abandonada. Son las 08,25 horas. Es una hermosa construcción.




En su interior aún se conservan algunos de los cestos de cañas en los que las abejas sujetan los panales. Sigo hacia la izda. y atravieso un cercado en el que han hecho una repoblación de pinos y encinas que tardarán unos años en crecer. Al otro lado de la cerca está el Centro de Transferencia de Residuos de la Zona Media.




Siguiendo el cercado de la instalación me adentro dirección N. por el cauce seco del barranco de Romerales. Penetro en esa zona mágica.




Los cogotes de tierra están poblados de pinos y de romero en flor. Nuestros antepasados no tuvieron que discurrir mucho para nombrar a este término así.




08,40 horas. Llego a la balsa. Está llena de agua. El espectáculo serena el alma. Agua, cereal, pinos y romeros ofrecen una combinación armónica que me obliga a detenerme. De vez en cuando, rompe el silencio algún graznido, haciendo notar que el paisaje no es un lienzo, que está vivo.



En Octubre pudimos caminar por ella. Era un campo de salitre.

Tomo el camino que asciende entre pinos en dirección E. Voy a Tamarices. Atravieso una tramo totalmente de caliza. El suelo es tan blanco que si no fuera por los romeros en flor, parecería que estoy en medio de una nevada. El camino comienza a descender. El suelo se vuelve más oscuro. Al fondo se adivina la Cantera de Ros.




Poco antes de llegar al cruce de caminos me encuentro una sorpresa. No sé qué es; víbora o culebra. Está tendida en medio del camino y ni se inmuta ante mi presencia. Con la punta del bastón la toco para ver si está muerta y se revuelve con rapidez. Le digo que tranquila; que somos amigos... o por lo menos conocidos. La dejo con su siesta, pero miro un par de veces para atrás mientras me alejo, no sea que esté cabreada y venga a traición.





09,00 horas. Llego al cruce de Tamarices, casi enfrente de la Cantera de Ros. Tuerzo a la izda. En lo alto se ven los tejados de la Escolara y de Eulalio. El día está muy bueno para andar. No hay sol, pero tampoco amenaza lluvia. Comienzo a subir por el camino. A mi dcha. discurre el barranco de Tamarices. Por el portillo que separa los dos caseríos, desembocará en el barranco de Candaraiz.





09,10 horas. Corral de la Escolara. Casi no me paro. Desciendo por la orilla del barranco y lo cruzo.




En diez minutos estoy en el Caserío de Eulalio. Está abierto y abandonado. Las palomas al notar mi presencia, salen asustadas. Con precaución me asomo a alguna de las desvencijadas ventanas. No sería la primera vez que saltara algún zorro, sintiéndose acorralado. Ya me he llevado más de un susto por eso. Doy una vuelta por el exterior de los edificios. Muchos llaman a este caserío el de Candaraiz. Es el que estaba pintando en un mural en la antigua sociedad gastronómica Candaraiz, en la calle de la Feria.




"Pedrera de Candaraiz: "Araiz" expresa su condición de "Peña del valle"; sus canteras de roca arenisca fueron explotadas desde antiguo, singularmente a lo largo del siglo XV. Por los años 1424 fueron extraídas y labradas allí millares de piedras sillares para los palacios reales. El célebre mazonero o escultor Jehan Lome trabajó personalmente la piedra para los "retraytes", pilares y arcos de la fuente. Queriendo construir una presa para el regadío en 1426, el alcalde de Miranda de Arga solicitó permiso al concejo tafallés, y éste lo concedió bajo ciertas condiciones, para extraer piedra de la pedrera de Candaraiz" (J.M. Jimeno Jurio)(Toponimia histórico-etnográfica de Tafalla)

Comienzo a descender hacia la carretera de Miranda. Cruzándola, un poco a la dcha. está el Caserío de Sánchez. Tomo el camino que me lleva a él. Son las 09,40 horas. Llego. Es la primera vez que estoy aquí. Hay un edificio nuevo y otro, de piedra, más antiguo.
En este último hay dos inquilinos que me miran con curiosidad. Son dos burros. Les hablo y les silbo. No tienen temor pero, en sus ojos, se adivina la pregunta ¿y tú, quién eres?. Al lado de la casa hay un montón de pacas de paja. Utilizo una de ellas a modo de mesa. Con los catalejos reconozco, enfrente, al S. el Caserío de Gregorio el grande. Iré después de almorzar. Saco el bocadillo y la cantimplora. Hoy traigo un menú de lo más original. Me he puesto en el pan un trozo de sobrasada que nos ha traído una compañera de mi mujer, que es de Lerín y vive en Alemania. Su suegra, que es de Mallorca, la hace de forma artesanal. En lo más recóndito de Candaraiz, sabe a gloria. A esto sí que se le puede llamar un almuerzo "globalizado". Antes de marcharme, me despido de los burros y ellos menean las orejas. Desciendo y, antes de empalmar con el camino del otro caserío, una furgoneta blanca viene velozmente hacia donde estoy. Pienso que se pararán a preguntarme que estaba haciendo ahí. Al llegar a mi altura, sin pararse, me saludan y suben al caserío. En cinco minutos veo que se van.
Entre campos sembrados llego al Caserío de Agustín o de Gregorio el grande. Son las 10,10 horas.
Por este lado se llega primero a la balsa y a su pozo, que es un primor. He estado aquí montones de veces y no puedo dejar de admirar su construcción. Cuando pensábamos que el TAV iba a pasar por aquí, hicimos gestiones en el Ayuntamiento para, antes de que entrasen las excavadoras, desmontarlo piedra a piedra y colocarlo en alguna rotonda de la ciudad. Hay que conservarlo como sea. Afortunadamente no pasará el TAV y éste es el mejor lugar para él. Las ovejas están en el serenado. No está el pastor. Dos perricos atados a la pajera me ladran sin cesar. Les explico, sin éxito, que soy amigo o, por lo menos, conocido de las culebras, los burros; también de las ovejas y de los corderos y que si quieren también lo soy de ellos. No les gustan mis argumentos y siguen ladrando. Me marcho. "En un caserío cercano vivía otro joven con su mismo nombre, Gregorio Marco Sola. Con el humor que caracteriza a la sabiduría popular, se distinguió al otro Gregorio, de mayor altura, con el apodo de Gregorio "el Grande", mientras a nuestro Gregorio, por su baja estatura, le correspondió el diminutivo de "Gregorico". Los caseríos respectivos adoptaron también estos sobrenombres: Gregorico y Gregorio el Grande. Nuestro Gregorico aseguraba que se había quedado pequeño porque había nacido en el año de la "Seca". (Arantxa Marco Hernando)(Los Gregoricos. Raices tafallesas y genealogía de los Zaratiegui)
Hay varios caminos; algunos nuevos por los riegos. De aquí podría ir al Corral del Zorrico y luego al Caserío de Gregorico. También, por la Chiquitina, podría llegar a Cabriteras y luego al Plano, pero... como el coche está en el Caserío de Cortés, tengo que ir allí. Por el camino de Lazarau camino en dirección O. Los sembrados alternan con las viñas. Los postes del riego proliferan en esta zona. Estoy solo en medio del campo. Sigo por este camino arreglado hasta llegar a la altura del caserío. Bajaré a él orillando una pieza. En la hondonada una pequeña balsa recoge las aguas que bajan del Plano cuando llueve. La casa de atrás tiene una expresión graciosa. La fachada parece que saluda sonriente, con sus dos ventanicas y la puerta. Son las 11,00 horas. Me monto en el coche y regreso. Mientras conduzco pienso que el paseo de hoy será uno de los mejores que he hecho nunca. Me hubiera gustado compartirlo con la gente que aprecio.
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