domingo, 25 de septiembre de 2011

La vuelta a las mugas (II)




La mañana ha salido buena para andar. Magán marca 16º y la farmacia 14º. En el cielo no hay ni una nube. Tampoco anda aire. Ahora se está bien, pero vamos a pasar calor. Hoy vamos a hacer la segunda etapa de la vuelta a las mugas. Nicolás y Tomás la dieron en cinco etapas. Nosotros calculamos que nos saldrán seis o siete. Da igual. Lo importante es que vamos a ir por lugares por los que no pasaríamos nunca; además, Inma y Rosa van muy a gusto por estos "andurriales". Así que todos contentos.








Son las 08,00 horas. Salimos en coche desde la casa de Rosa y Juanjo. Lo dejaremos en el alto de Artajona y bajaremos hasta la carretera de Larraga. El domingo pasado dejé en suspenso hasta dónde llegaríamos porque tenía dudas de si podríamos llegar hasta Candaraiz. Es mucho trayecto. Nos quedaremos en La Sarda y un hijo vendrá a buscarnos con el coche y recogeremos el de Juanjo.

A las 08,20 horas. comenzamos a andar siguiendo las tablillas de la muga. Estamos a 538 mts. de altitud y aunque parezca que todo va a ser bajar tenemos que subir unos pocos metros en el Alto de la Lobera.

El campo está trabajado en esta zona. Si hubiera llovido no podríamos caminar por las piezas.

Poco antes de llegar arriba vemos a nuestra dcha. el canal que entra por debajo del monte para salir en Tafalla en el túnel de La Lobera. Aunque nos desviemos de nuestra ruta, bajamos a ver la entrada. ¡Ya que estamos aquí!.








Son las 09,00 horas. La entrada del túnel esta protegida con una reja y se oye el rumor del agua como si hubiera una caída en el interior.

Volvemos sobre nuestros pasos para retomar la muga.

En pocos minutos estamos arriba del Alto de La Lobera. Mi gps marca 563 mts.





Al bajar encontramos una antigua abejera. Está completamente tapada pero tiene alrededor unos cuantos ventureros muy curiosos.

"Relieve accidentado en el que destaca el Alto de la Lobera (576 mts). Estuvo poblado por bosques de robles y encinas, del que perduran ejemplares residuales y "molsos" entre fincas cultivadas de cereal. Lo cruza por la banda N. el camino viejo de Artajona, que cambia de vertiente en el Portillo de la Lobera, donde está el mojón nº 54 del amugamiento de 1797" (J.M. Jimeno Jurío) (Toponimia Histórico-Etnográfica de Tafalla)

La muga continúa por un pinar cerrado y hostil. Salimos a una pieza y la orillamos, pero eso nos supone alejarnos hacia Artajona. Cuando terminan los pinos volvemos a divisar las tablillas y nos vamos para allí.

El calor comienza a apretar. 09,45 horas. Buscamos la sombra para echar el bocata. Al NO- Artajona luce como una corona el Cerco y San Saturnino. A cierta distancia, Mendigorría, no queriendo ser menos, enseña Andelos y les dice a sus vecinos que serán del medioevo, pero que ellos son romanos. Donde no llega el canal el campo se muere de sed. Los pinos, duros y austeros, conservan su verdor aprovechando hasta la última gota de las escasas tormentas de este verano.

Nos encaminamos hacia los molinos que han puesto en término de Artajona. Antes de llegar al último, pasamos a la vertiente de Tafalla. Una senda sombría y fresca va paralela a la muga. El piso es agradable. En Abril, Inma y yo descubrimos este paseo y merece la pena volver por aquí.

Son las 11,10 horas. Seguimos caminando en dirección O. y salimos a terreno despejado. Nos paramos a ver el paisaje. La Lagunilla de Cascarruejos tiene algo de agua. El pinar de Tamarices se extiende suavemente a su izda. Distinguimos también el Caserío de Sánchez en Candaraiz. Larraga y Berbinzana nos vigilan preguntándose quiénes serán esos cuatro intrusos que merodean por su término.





Llegamos al último mojón en el alto. Desde ahí comenzamos a descender, con precauciones, por una ladera descarnada hasta alcanzar terreno llano. El suelo es mullido, con hierba abundante. Es la Cañada de Tauste que sirve también de barranco. Amplio y despejado, en su lecho abundan los juncos y carrizos de pequeño tamaño.



En la hilera de las mugas encontramos una pequeña señal que nos intriga: El camino de la Veracruz. Suponemos que pertenecerá a Artajona.


En la orilla de la cañada el suelo es pobre. El esparto, abundante, es lo único que prospera.



Son las 12,15 horas. A nuestra dcha., encima de la cañada, se encuentra el mojón de las tres mugas: Artajona, Larraga y Tafalla. La piedra es magnífica. Juanjo bromea saltando de Larraga a Tafalla y de Tafalla a Artajona.


Mientras tanto contemplamos los pinares, el cerro por el que hemos bajado, los espartos y enebros, y nos sentimos unos privilegiados de estar en este vértice único del término.

Hablo con mi hijo Pablo y quedamos en el Caserío de la Sarda para que nos recoja con el coche.

"Estos terrenos, situados en los términos de El Saso, La Sarda y Candaraiz fueron donados al pueblo de Tafalla por el rey Carlos II El Malo, de Navarra, el año 1367 por los muchos y buenos servicios que los tafalleses habían hecho durante las guerras y en los trabajos de su propiedad real. Este rey, Carlos II, que ha pasado a la historia con el sobrenombre de El Malo, fue muy bueno para Tafalla". (J.C. Lorente Martinena) (Tafalla siglo XX. Segunda mitad).

Por el camino-cañada-barranco, a las 12,30 horas llegamos a la carretera de Larraga. Hemos completado la segunda etapa de las mugas.

Nos acercamos al caserío. Inés Ibáñez nos recibe con una sonrisa. Entramos en la casa y nos ofrece una jarra de agua con hielos que nos sabe a gloria. Nos enseña la casa. Es un lugar estupendo. Limpio y arreglado, han hecho un trabajo de rehabilitación maravilloso.

Volvemos para casa. La próxima etapa será, como mínimo, desde La Sarda hasta la carretera de Miranda.

domingo, 18 de septiembre de 2011

La Vuelta a las Mugas (I)






El tiempo ha refrescado. Ya se sabe, en cuanto llegan las fiestas de Olite hace frío. El día ha amanecido muy nublado, pero no quiere llover. Hoy vamos a hacer la primera etapa de la "vuelta a las mugas". Hace más de veinticinco años acompañé a Nicolás Ciérvide y al Templao a recorrer todo el perímetro del término. Como se calcula que tiene algo más de 42 kms., Nicolasín que fue el promotor de la idea, planteó la caminata para tres jornadas. Yo hice con ellos solamente la primera y la tercera porque mis compromisos montañeros de aquellos años me impidieron ir a la segunda. En Noviembre de 1996, junto a su consuegro Tomás, Nicolás volvió a dar la vuelta a las mugas; esta vez lo hicieron en cinco mañanas. Con las notas que me pasó Tomás, nosotros queremos, en este otoño-invierno, tener un recuerdo de mi buen amigo Nicolás Ciérvide Martinena, haciendo sus cinco etapas.


El lunes pasado hablé con El Templao. Me preguntó por la caminata nocturna del domingo a Ujué. Le hubiera gustado venir pero tiene obligaciones familiares que atender y no fue posible.



Son las 08,00 horas. Magán marca 17º y la farmacia 15º. El cielo está tan amenazante que echamos el paraguas y un chubasquero por si acaso.



Caminando por las calles del casco viejo salimos la puente de la Panueva. La mañana es casi fría. Una nubada que viene desde el Buskil deja caer una fina lluvia. Falsa alarma. Las gotas no llegan al suelo.







Pasamos por Macocha "la pequeña". El lecho del río parece un camino tortuoso. Se ha secado.
Avanzamos en dirección N. Rebasamos la finca de Benigno y en una curva encontramos las tablillas de la muga. Son las 08,35 horas.









Tomamos un camino que sube a la izda. No vamos a ir de tablilla en tablilla como un tiralíneas. En donde podamos caminar por los rastrojos y caminos lo haremos; sin perder de vista la muga, pero si enredarnos entre coscojos y zarzas. En esta época el campo está en las mejores condiciones para andar. Seco y duro, algunas piezas han sido trabajadas aprovechando las últimas aguas.









Las quitameriendas ya han salido, señal inequívoca de próximo cambio de estación. Comenzamos a descender y salimos al camino de Valdetina.
La muga discurre por la orilla izda. Nos dirigimos en dirección N. hasta donde, inevitablemente tendrá que girar hacia el O.
Por medio de una pieza en rastrojo, como si fuera la autopista, un coche llegamos a nuestra altura. Se detiene y nos paramos a hablar. El ocupante es Paco, un antiguo compañero de trabajo que tiene un finca al otro lado del barranco. Le contamos nuestros planes y nos aconseja que no nos metamos por el monte siguiendo las tablillas; él suele cazar por ahí y dice que no pasan ni los perros. Es mejor seguir un poco más adelante y por el monte más limpio empezar a subir. En los campos de arriba volveremos a encontrar la muga. Le hacemos caso.









Subimos despacio. La amenaza de lluvia ha pasado a pesar de que el viento no es cierzo sino que viene del NO. En los Altos de Guindilla y encima de Valgorra hay una cortina de agua. Se adivina que llueve con ganas pero el temporal no quiere bajar a las tierras llanas.










Llegamos a una pieza con bancales de plantas aromáticas. Están sin flor. En el término de Pueyo han proliferado mucho estas plantaciones. Seguimos caminando.










Pasamos por un pequeño pinar y vamos descubriendo las antiguas piedras que marcaban las mugas junto a las modernas tablillas. Por fin salimos al descampado y atravesamos una pieza de grandes dimensiones que la recordamos en primavera con sus verdes y altas cebadas.













Siguiendo la muga, a las 10,25 horas, llegamos al Buskil. No hay nadie. Al abrigo del viento nos sentamos a reponer fuerzas. Miramos hacia el O. En Lóquiz y Andía está lloviendo. Juanjo se sube a vértice geodésico y nos dice que la balsa de Lucas sigue seca. Desde hace más de un mes está así. En San Pelayo y Guerinda siguen entrando algaradas de agua.




"El topónimo (Monte Alto) designó una superficie mucho mayor. Sus límites constan en solicitud de préstamo de mil ducados hechos por la Villa en 1540, hipotecando "una deesa, monte y bedado que la dicha villa tiene y posee, llamado El Monte, ques monte grande, con su arbolado de robles y enzinos, el qual dicho monte afruenta de la una parte con el término y monte de Artaxona, y de la otra parte con término y mugas del Pueyo, y de las otras dos partes con términos de la dicha villa de Taffalla, términos llamados Valdetina, Garbiçu, Salobrar, La Quitana y Valdiferrer" (J.M. Jimeno Jurío) (Toponimia Histórico-Etnográfica de Tafalla).










En el punto en el que nos encontramos, estaremos mas o menos en la muga de Pueyo-Artajona-Tafalla. Comenzamos a descender por el Sendero Local que, a pesar del abandono, conserva algunas marcas. Es un descenso agradable entre encinas y robles. Salimos al camino que sube del Caserío del Monte.













Detrás de los pinos de repoblación, junto a las tablillas, asciende una marcada senda que nos va a permitir avanzar bastante por lo que pensamos que será la zona más abrupta del término. Esta senda enlaza varias palomeras que están situadas estratégicamente en lo más alto de la zona. Al llegar al último balcón, el monte se cierra. Conseguimos divisar abajo, en la orilla de una pieza, otra vez la muga. Entre los pinos el camino no es fácil. Hay que bajar por las terrazas de la repoblación pero conseguimos llegar a campo abierto que está casi todo maquinado. Es incómodo para andar pero, de algo tenía que servir la sequía, si fuera con barro sería imposible avanzar. Cruzando una última pieza en rastrojo llegamos a la carretera de Artajona.










Son las 12,20 horas. Hemos terminado la primera etapa. El día ha cambiado completamente. El viento sopla con fuerza pero se han abierto grandes claros y luce el sol.

Volvemos andando. Cuando llegamos al camino del Caserío de Camón, tomamos el camino en dirección al Corral de los Toros. La balsa del Monte tiene agua. Es la única que hemos visto así. Todas las demás se han secado. A las 12,50 horas llegamos al Corral. seguimos descendiendo hasta que cruzamos el canal. Al otro lado de la carretera las viñas esperan pacientes las máquinas que las vendimien. En algunos pueblos de alrededor casi han terminado. En Tafalla se ha cortado la uva blanca y alguna otra variedad, pero la vendimia de verdad todavía no ha comenzado.








"Resultaba un espectáculo durante la vendimia el acarreo de las uvas en las comportas hasta la Cooperativa y ver a los chavales que se dedicaban a "pescar" racimos de uva cuando los carros pasaban bajo el puente de la Cuatropea echando garfios atados con cuerdas. Después de la vendimia se iba a las viñas a racimar. Eran años de penuria que había que aprovecharlo todo. También había "muetes" que iban a las vías del tren a recoger la carbonilla a medio consumir que tiraban las máquinas de vapor y que luego se aprovechaban para los braseros de las casas. (J.C. Lorente Martinena)(Tafalla siglo XX-Primera mitad).


Por la carretera nos acercamos poco a poco al pueblo. A las 13,45 horas pasamos junto a la estela de Juan Sagardoy. Diez minutos más tarde entramos en Tafalla.


Hemos andado por lugares que no transitamos nunca. Ha merecido la pena la excursión. La segunda etapa de Nicolás y Tomás fue del Alto de Artajona hasta. Allí que iremos.








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domingo, 4 de septiembre de 2011

De Valdelobos a la Solanoa




Aprovechando la gran sequía que padecemos, hemos pensado ir a hacer un recorrido por las fuentes del N. de Tafalla. Nos interesa conocer su estado. No visitaremos Valdetina porque nos alargaría la excursión y nos han dicho que ya está seca.

El viernes cayó una buena borrasca. 20 lts. recogió Juanjo. No va solucionar nada, pero sirve de alivio a la oliva y a los árboles del campo.

Son las 08,00 horas. El día está despejado. Magán marca 18º y la farmacia 16º. Cuando llegan Rosa y Juanjo, salimos y nos adentramos en el Hortanco para ver la evolución de las obras del Espacio Escénico.






La mole de hormigón sigue adelante. Por la estrecha callejuela de las Adoberías, salimos al Cidacos y por el "paseo marítimo" llegamos hasta la placeta de D. José Menéndez. Antes nos detenemos un momento encima del Pozo Redondo.




La presa está seca y el pozo languidece a la espera de fuertes borrascas. Les cuento a mis acompañantes que existía una pequeña fuente en la orilla del pozo. Tenía caño de hierro y cuando en los veranos de los años 60 cortaban el agua cada dos por tres, las madres nos mandaban a la chavalería del barrio con pozales y botellas hasta allí. "No te entretengas, que me hace falta para poner la comida"-era la cantinela que oíamos siempre. Lo que no sabían en casa era que muchas veces había cola porque todos estábamos igual.

"En realidad fueron dos los años que se padeció sequía: el 1944 y el 49. Dicen que los males nunca llegan solos... En ambas ocasiones se agotaron las reservas de agua y se arruinaron las cosechas. El suministro de agua potable se vio mermado y se cortaba el agua por la noche y durante varias horas en el día. Por aquellos años solamente se disponía de los manantiales del Carrascal. Los hortelanos tenían que ingeniárselas para regar las verduras y acudían con los carros y comportas al Pozo Redondo; con la ayuda de una motobomba se sacaba el agua, en las comportas la trasladaban a los huertos y con el rugiador se podía echar un poco de agua a la verdura. Se secó completamente la Fuente del Rey". (J.C. Lorente Martinena)(Tafalla, siglo XX. Primera mitad).








Con todas estas paradas a las 08,30 horas llegamos a la Fuente del Rey. Baja agua. No es el caudal de costumbre, pero "mantiene el tipo". Cruzamos por debajo de la autopista y torcemos dirección N. Por La Navilla nos dirigimos a Valdelobos. Un poco antes de llegar al puente que cruza la autopista, escondida entre unos avellanos, alguien ha puesto varios tubos que recogen el agua que baja por el pequeño barranco. Hay que meterse entre los árboles para poder ver esto. No hay ni gota de agua. El barranco no ha movido. Seguimos nuestro camino. Miramos a nuestra dcha. y recordamos la vuelta que nos dimos Juanjo y yo hace unos meses por la falda N. de los Altos de Guindilla. Por el camino se ven restos de charcos y algunas escorrentías. El agua cayó con fuerza. No anda aire, pero la mañana está, todavía, agradable para andar.

El camino desciende un poco para torcer a la dcha. e iniciar una suave pendiente. Nuevamente descendemos hasta llegar al cruce que sube hasta el Caserío de San Lorenzo.








09,20 horas. Llegamos a Orrocegui. Esta fuente, si lo hubiera, ganaría el premio a la regularidad. Siempre echa el mismo caudal de agua. Como se suele decir, es la más "fina" del contorno. Echamos un par de tragos con ganas. El agua es limpia y fresca.

Descendemos por el camino que va en dirección a Pueyo. Poco a poco, por debajo de la autopista, cruzamos la carretera junto a El Maño.








En la carretera hacemos una breve parada junto a un antiguo mojón de piedra que marca la distancia desde ahí a Pamplona: 5 leguas.






09,40 horas. Estamos en Siete Fuentes. Un hilillo de agua cae como un sollozo en añoranza de tiempos de esplendor. Nos dicen que, al otro lado de la carretera, el tubo se llena de zaborras y si no se limpia, no puede llegar todo el agua que llegaba. Es el momento de reponer fuerzas. Hoy tenemos sardinas con tomate. Entran bien a estas horas. El pan recién comprado, se abre tierno y esponjoso empapándose con el aceite y el tomate. Algún vecino, desde su coche, mira curioso los bocadillos tratando de adivinar qué produce nuestra cara de satisfacción.

Terminada la faena nos encaminamos hacia Arambero.






A las 10,10 horas llegamos allí. Da pena ver la fuente. Está casi seca. Un débil chorro sale del caño, resistiéndose a morir en este despiadado verano. Jamás la habíamos visto así.






Con tristeza seguimos nuestro camino. Continuamos en dirección O. pero no queremos llegar a Valdetina. En el cruce de caminos de Sanikozula torcemos a la izda. Vamos a subir a La Solanoa, donde han plantado tres enormes molinos, y desde allí bajaremos a la fuente de Turrustaldia.




Hace calor. La cuesta se hace pesada. El piso es bueno, arreglado para los vehículos de mantenimiento. Llegamos al último molino. El casco urbano de Tafalla se extiende desde la falda de Santa Lucía. A nuestros pies, los campos de labor dan paso a los huertos de Congosto y Galindarte. El Cidacos juega con ellos haciendo requiebros, mientras se esconde en las frondosas olmeras de sus orillas. Dos plátanos de buen porte nos engañan haciéndonos creer que aquello es Turrustaldia. Comenzamos a bajar. No hay camino y hay que aprovechar un pequeño barranco que se abre paso en la maraña de enebros, ilagas, zarzas y chaparros. Tiene "mal andar" que se dice en el campo; le echamos ganas y con cuidado salimos a un barbecho. Los tormos menudos y secos nos parecen una autopista.

Por un par de piezas en rastrojo llegamos a los árboles y, como había asegurado Juanjo, aquello no es Turrustaldia. Estamos en Landerri. Su padre tiene un pequeño huerto en una ladera próxima y no tenía ninguna duda.






Un vecino de Pueyo baja de su campo a hablar con nosotros. Le decimos que venimos de La Solanoa. Tiene una altitud de 595 mts. Hablamos de la sequía. Hemos visto muchos robles con las hojas secas, como en invierno. Los árboles se defienden así de la sequía y, aunque son fuertes, sufren mucho y la primavera que viene veremos cuántos estragos ha hecho la falta de agua de este año. Nos despedimos.






Por el camino que desciende llegamos al de Macocha. Al llegar a la finca de Benigno Berrio decidimos enseñarles a Inma y Rosa la presa de Pericueta. Llegamos al cañaveral y por las escalericas bajamos.




La presa no salta. Hacia el N. hay un remanso de agua magnífico, pero hacia el S. el cauce está prácticamente seco.






Un hortelano que está allí nos dice que los 20 litros del viernes han venido bien. No han solucionado nada, pero han aumentado algo el nivel del río. Y para las plantas ha sido un pequeño alivio.

Son las 12,10 horas. Cruzamos la pequeña presa y subimos a la otra orilla. Vamos a volver por Congosto. Es un término que apenas andamos porque se sale de nuestras rutas. Casi se puede decir que lo descubrimos.

"Desde las presas y bocales iba el agua por canales y acequias a "casetas", "torretas" y partideros, distribuyéndose por los campos a través de una tupida red de "cequias" y vasos capilares, convirtiendo en feraz regadío las tierras del Congosto, la Panueva, la Cortina, el Hortanco, la Torreta, la Recueja, el Quiñón, la Nava, Barranquiel y Valmayor. La feracidad del regadío local llamó la atención de los viajeros que seguían la ruta de Olite a Pamplona, o viceversa, y supuso desde muy antiguo uno de los pilares fundamentales de subsistencia para la población". (J.M. Jimeno Jurío)(Toponimia Histórico-Etnográfica de Tafalla).

Saltando acequias y alguna valla; atravesando algún huerto lleco, salimos al camino. Cuando llegamos al "tajo" que ha hecho el canal, bajamos a Rekarte.






Queremos visitar la fuente. Es distinta. No tiene gracia alguna. Pensamos que tampoco costaba tanto haber guardado las piedras de la vieja y haberla reconstruído lo más fielmente posible. Los presupuestos de estas obras son de millones y millones de euros y cuando hay algo para conservar, se hace una chapuza para salir del paso y todos tan contentos.

Cruzamos el río para subir hasta el instituto. En los pivotes que sirven de paso han puesto unos mástiles con un agujero arriba como para pasar una sierga a modo de barandado. Cuando haya una riada y bajen los troncos, veloces desde la presa, veremos hierros retorcidos y la sierga arrancada. Lo que no veremos es al que ha tenido la infeliz idea. Nadie habrá tomado la decisión de hacer eso.

12,45 horas. Entramos en el pueblo. Estamos cansados, hemos caminado casi 18 kms. Nuestro objetivo era visitar las fuentes y casi lo hemos cumplido. También ha merecido la pena cruzar Pericueta y entrar en Congosto.

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