lunes, 30 de julio de 2012

Dos fuentes temblorosas



Domingo, 29 de Julio de 2012


Esta semana vuelvo al campo acompañado (y además bien acompañado). 
Hablé ayer con Juanjo y me dijo que fuéramos a la fuente de Orrocegui. 
Hace tiempo que bajaba un hilillo de agua y quiere ver si ya se ha secado. 
Son las 08,00 horas. Magán marca 17º y la farmacia 16º. Aunque está de  cierzo, el día viene bueno para andar. 
En lugar de subir por los jardines, les propongo que vayamos por los pinos de Ereta. Desde su altura es bonito ver la ciudad todavía dormida. El silencio solamente se rompe por los golpes de la pelota al chocar con las palas. En el frontón un grupo de amigos se juntan todos los domingos a echar unos partidos a pala corta y, después de la ducha, almuerzan en un bar cercano. 




Son las 08,35 horas. Estamos en la Fuente del Rey. Su caudal no es ni sombra de lo que fue. Al verano pasado le sucedió un invierno seco y esta primavera no ha sido lluviosa. El viernes por la tarde se puso de tormenta y... recogí 1 litro. 

"Al otro lado la vía, 
está la fuente del Rey.
Bien se lo saben las mozas,
que empiezan a merecer"
(Pedro Mari Flamarique)(Cajón de sastre tafallés).

Por debajo del túnel de la autopista salimos a La Navilla. Las viñas lucen largas hileras de cepas con las hojas verdes. En las piezas, han retirado las pacas de paja y los rastrojos esperan pacientemente las lluvias de otoño para ser trabajados. Los endrinos muestran sus frutos, morados y sanos. A las moras, verdes y prietas, les faltan un par de "aguas" para cambiar su color y ofrecer su fruto dulce y auténtico.




Sin darnos cuenta hemos entrado en Valdelobos. Unos avellanos ocultan el seco barranco, mientras recordamos la discusión de D. Angel Morrás con "El Aguau" en estos parajes. (ver En la presa del molino. 20 de Junio de 2010)
Llegamos al puente de la autopista y seguimos de frente. El camino desciende hasta llegar a un rincón precioso en donde unos cipreses dan una nota amable al paisaje. 
El camino asciende junto a encinos y chaparros hasta bajar donde se encuentra la fuente. 






09,25 horas. Fuente de Orrocegui. El barranco que desciende desde San Lorenzo es el de Urrizagui, por eso no nos extrañaría que a esta fuente se le llamara de las dos maneras. 
El caudal de su caño es preocupante. Nunca la habíamos visto tan pobre. Hemos conocido años de sequía y esta fuente no fallaba nunca. Si está así, es que la situación es más grave de lo que nos parece. 
Tomamos, junto a la fuente, el primer camino a la izda. Asciende suavemente. En una finca cerrada, dos mastines nos reciben a gritos. Tampoco es para tanto, pensamos.






En un cuarto de hora estamos en el Caserío de San Lorenzo. Damos una vuelta alrededor de los edificios y descendemos hacia el encinar para almorzar.






10,00 horas. A la sombra de los encinos paramos a reponer fuerzas. El cierzo ha parado. El silencio se puede cortar. La paz invade este pequeño valle que se acurruca al abrigo de Guerinda y del Monte del Conde. En invierno, en este mismo lugar, las nubes bajan desde el alto pintando el paisaje de oscuridad y frío. 
El camino asciende hasta llegar a Valgorra. Algunos tramos tienen buena pendiente, lo que obliga a cortar las conversaciones. 



Por fin llegamos arriba. El molino "Clotilde" está al frente de su pequeño ejército apostado en los Altos de Guindilla. Por el camino que desciende desde el Caserío de Pozuelo nos encaminamos a Valgorra. 
"En 9 de Septiembre de 1756, Bartolomé de Ysaba, guarda del término de Balgorra manifiesta que hoy, este día, entre ocho y nueve de la mañana cogió a Agustín de Urtasun por otro nombre Hijo de la Titiana, cogiendo uvas en la viña de Don Jospeh Cortés, camino de Pozuelo" (Fernando Maiora)(Tafalla del reino de Navarra).

Junto a la caseta del fraile la fuente de Valgorra está seca y un poco más abajo la de la teja también. 
Antes de llegar al cruce de caminos tomamos uno que va en dirección E. 
Inma y Rosa no conocen la caseta de Tintán y queremos enseñársela. 



11,00 horas. Caseta de Tintán. "Viva la lealtad al oficio", pone en el cabezal.
Volvemos sobre nuestros pasos y descendemos por el camino que lleva de nuevo a la Fuente del Rey. 
Al llegar a la rotonda de la estatua del rey, nos vamos hacia el Cidacos. Volvemos, buscando la sombra, por el "paseo marítimo".






Poco antes de llegar a las piscinas, Juanjo me enseña un abejaruco que revolotea velozmente por encima del río. Anida en los agujeros de la descarnada pared de enfrente. Para él, me dice, es el pájaro mas bonito que hay por aquí. 
Son las 11,30 horas. Llegamos a la Presa de la Estación. En las piscinas la gente disfruta del agua. En el campo los manantiales hace tiempo que han dado la voz de alarma. No queremos ni pensar en otro invierno como el anterior. 



  

martes, 24 de julio de 2012

Las cinco presas del Cidacos




Domingo, 22 de Julio de 2012
Hoy salgo al campo solo. Mis acompañantes, por unas u otras razones, no pueden venir, así que como suele decirse "el buey suelto, bien se lame".
Cuando uno no sabe bien a dónde ir, puede ir a cualquier sitio porque, aunque parezca una fantasmada para los que no son de Tafalla, nuestro término tiene "recursos ilimitados".
Nuestro humilde y entrañable Cidacos tiene cinco presas que han servido, y sirven, para disfrutar de una huerta que es la envidia de los forasteros. 
De N. a S. son éstas las presas: La de Azpilicueta (conocida popularmente por la de Pericueta); la del Cascajar (que es la de Recarte); la de Ereta (a la que todos llamamos la de la Estación); la de San Andrés (más conocida por la de Los Frailes) y la de Almoravit (a la que los hortelanos llaman la de los Martes porque ese día, desde la Edad Media, estaba permitido regar a los de Tafalla). A visitar estas cinco presas me voy a dedicar esta mañana. 
Son las 08,00 horas. Magán marca 18º y la farmacia 17º. Está de cierzo. En el cielo, los cirros se alargan hasta tocar el horizonte. El día está estupendo para andar. 

Llego a la rotonda del 1043 y, por la acera del campo de fútbol, cruzo la carretera para llegar a la Presa de los Frailes. 


Son las 08,10 minutos. El agua está remansada. El cauce, limpio y amplio, me trae recuerdos de aquellas aguas negras que producían un hedor insoportable. Antes de hacer la depuradora de Olite, los colectores de Tafalla desaguaban en las Adoberías. En los meses de invierno, la presa saltaba y los pueblos que se encuentran aguas abajo tenían que apechugar con nuestros "recados"; sin embargo, cuando llegaba el verano, el Cidacos como ahora languidecía, pero la población seguía abriendo el grifo y tirando de la cadena. 
Por un momento dudo si cruzar el río por el borde de la presa o bajar por la carretera. Me decido por esto último. 
En dirección S., entre las dos rotondas, voy por la orilla del Quiñón. Algún día me meteré por sus caminos hasta llegar a la orilla del río y poder hablar un rato con los hortelanos. 


El barranco del Abaco, seco y lleno de vegetación, ofrece un aire de modernidad con su paredes rectas de cemento. 
Al pasar el puente de la autopista, tomo el primer camino a la izda. y me adentro en Gerón. San Gregorio, desde lo alto del cabezo parece mantener , por encima de la autopista, una animada conversación con las Cuadras de Garro, interrumpida frecuentemente por el ruido de los camiones. 
Continúo por el amplio camino. A mi dcha. la fábrica de Luzuriaga y a la izda. el campo en rastrojo. 
Al llegar a la primera curva dejo el camino y por la orilla de la pieza encuentro la senda que baja al río. 

Son las 08,45 horas. Estoy en la Presa de Almoravit. Había pensado volverme desde aquí y cruzar el río por la pasarela, pero ahora prefiero pasar al otro lado y caminar un rato por las cercanías de los Pozos del Escal. 
Han puesto maíz y los aspersores riegan sin parar. El cierzo juguetea con el agua y en el camino se van dibujando formas redondas como si fueran las sombras de las nubes.
Camino en dirección N. y llego a la Recueja. Mientras avanzo voy mirando en el interior de los huertos por si se encuentra el amigo Juan Mari. Tenemos un almuerzo pendiente para antes de Fiestas, que lo celebraremos en memoria del Malvado Chanforrín. 
Como no lo veo, continúo mi camino. 
Para evitar dar una vuelta grande atravieso un rastrojo y salgo al camino que va entre el río y los huertos de Larrain. Enseguida llego a la plaza de toros y por la acera de estación del ferrocarril llego nuevamente al río.





Presa de la Estación. Son las 09,25 horas. El nivel del agua está bajo. El Pozo Redondo es un pequeño charco rodeado de vegetación. El Cidacos es un superviviente de los veranos secos y calurosos. Por encima de la presa lo cruzo y continúo hasta la plaza de José Menéndez. 


"LA GRAN RIADA. El día 23 de Septiembre de 1943, una tormenta de agua se abatió sobre la ciudad y toda la cuenca del Cidacos. Fue algo terrible: cayeron mares de agua sobre Tafalla, la Valdorba, Olite, San Martín de Unx... El río Cidacos fue incapaz de avenar aquella tromba de agua que se le vino encima y se desbordó en varios tramos, tanto él como sus afluentes, barrancos, acequias del regadío, el alcantarillado... ¡todo!. La Avenida de D. Severino, la Plaza de Cortés y las calles de la Estación y del Lavadero eran auténticos ríos. Tal fue el ímpetu de la corriente que arrancó los pretiles del puente de la estación, arrastrándolos más de 100 metros, aguas abajo. 
Todos los locales comerciales de la parte baja de la ciudad resultaron inundados por el agua y el barro, las pérdidas fueron de siniestro total. La huerta anegada en su totalidad y las tapias destruidas por la corriente. 
El amigo Jesús Cárcar (Zaragoza) lo dejó escrito en sus "Memorias". Él vivía en una planta baja en la calle del Lavadero y en su casa el agua subió metro y medio. Tanto él como su familia tuvieron que saltar una tapia para pasar a la casa de Ruiz (el Lechero). Zaragoza nos cuenta que su propia vida corrió peligro cuando, al intentar saltar la tapia quedó enganchado en una escarpia que sobresalía de la pared y que su abuelo Toribio se sacó el hombro al caer... A Jesús ya le había afectado la riada del año 1935, cuando siendo un nene de un año la Guardia Civil lo rescató junto a su madre de aquella misma planta baja. Quizá, por eso, por estar su vida en peligro en las dos ocasiones, después se decidiera a vivir en la Peña. 
No hubo desgracias personales, pero las pérdidas fueron enormes y el pueblo quedó sumido en la miseria. La ruina fue total. 
Se dijo que de Madrid salía un tren con alimentos y ropas, que todavía está por llegar. Las ayudas prometidas por la Diputación también se quedaron en promesas. Mas nuestra Ciudad, sola, con su tenacidad y muchísimo trabajo saldría adelante y superaría esta durísima prueba. "Tafalla es mucha Tafalla".
Al día siguiente, pasada aquella horrible noche, las aguas del Cidacos volvieron a su cauce y tres días más tarde el río volvió a secarse. Ironías de nuestro "Cidaquicos". (Juan Carlos Lorente Martinena)(Tafalla siglo XX. Primera mitad)


Por el "paseo marítimo" me encuentro con algún conocido que ha sacado a pasear al perro. En el pequeño parque, junto a la escuela infantil, dos sudorosos corredores hacen sus últimos estiramientos antes de irse a la ducha. 
Cruzo la carretera y por la calle Baja Navarra me voy a Recarte. 





09,45 horas. Por la presa no baja agua. Cruzo el río y en una mesa de la orilla, a la sombra de los plátanos, hago la parada del almuerzo. El cierzo se enfila en el cauce y me obliga a ponerme la chaqueta. Juan Martín Recalde y su mujer también cruzan el río para ir a su huerto del Congosto. Hablamos un rato. En un gesto de civismo que les honra, se agachan junto al caño de la fuente y retiran la basura que otros han tirado. 
Termino el almuerzo y me adentro en el Congosto. Algunos huertos los conozco. El camino muere en la tapia del huerto de Zabaleta. Por su parte  izda. serpentea una estrecha senda que me lleva hasta la bajada a la presa de Pericueta. 






Son las 10,00 horas. Como es natural en esta época, la presa no salta. El agua llega hasta el borde. 











Este lugar tiene un halo casi misterioso. Si dejas volar la imaginación te puedes encontrar en un riachuelo tropical. La estrechez del cauce y la vegetación exuberante son el decorado de esta fantasía. 
Una garza que estaba tranquilamente picoteando en los charcos se asusta y levanta aparatosamente el vuelo. Sorprendido, vuelvo a la realidad de nuestro Cidacos.
Cruzo la presa y, orillando unos huertos, salgo al camino viejo de Pueyo. Vuelvo para casa. 




Al llegar de nuevo a la Presa de Recarte me detengo para hacer una foto. En el otro lado, un pescador sentado en su silla me saluda. Me dice que sólo ha pescado tres barbos. Dos los ha tirado al agua y el otro, el mayor, lo tiene metido en una bolsa de plástico para enseñárselo a su mujer, porque si aparece en casa de vacío igual se piensa que se ha pasado la mañana en el bar. 
A las 10,30 horas entro en el pueblo. 
El río me ha transmitido sensaciones distintas a cualquier otro domingo. Merece la pena dar una vuelta por las orillas del Cidacos. 


lunes, 16 de julio de 2012

Del pozo Zacanatero a Gregorio el Grande



Domingo 15 de Julio de 2012


Desde finales de Enero no habíamos estado en El Saso, así que le debíamos una visita a este término. Le dije a Juanjo que podíamos dar una vuelta por los caseríos y aceptó. 
A las 08,00 horas salimos en el coche hacia la Chiquitina. Magán marca 18º y la farmacia 16º. Sopla el cierzo y el cielo tiene algunas nubes. El día viene bueno para andar. 
En el Plano no vemos a nadie. Hasta el 15 de Agosto no abren la media veda de la codorniz y la tórtola. Los cazadores en un mes se harán los dueños de todo esto.




Son las 08,20 horas. Aparcamos en el Caserío de la Chiquitina. La era ha cambiado su fisonomía. En las piezas de alrededor se está poniendo el regadío y utilizan esta explanada para acopio de materiales.  
En el desolado del Saso el cierzo sopla con más fuerza que en el pueblo. 
Tomamos el camino en dirección S. En 20 minutos estamos en la Balsa de Justo. En lugar de tomar el camino que asciende a Gregorico continuamos por el de la izda. y nos vamos a hacerle una visita a nuestro querido Pozo Zacanatero. 
Enseguida encontramos otro camino que muere en una pieza. Lo seguimos y subimos al cogote donde se encuentra el pozo. 


El terreno es de los más pobres del Saso. Solamente el esparto ha conseguido habitarlo. Las matas abundan. A la izda. de este espartal se halla el pozo. 




Son las 08,55 horas. Está protegido por unas piedras, a modo de tapa. 
El terreno está duro y seco. Cuando lo encontramos la primera vez, nos metimos en un barrizal. 



Descubrimos el depósito. Está seco. Ya hemos comentado alguna vez que tiene pinta de ser un aljibe. 
Volvemos sobre nuestros pasos para llegar, de nuevo, a la Balsa de Justo. Desde ahí continuamos por el camino que asciende hasta llegar, a las 09,10 horas, al Caserío de Gregorico. 


"Para todos sale el sol". En el cobertizo que está en la era paramos a almorzar. Las placas de Valeriano Iriso y la de los Gregoricos nos hablan de afanes e ilusiones. Vidas que discurrieron en México y en Tafalla. Trabajos y familias. Alegrías y penas. Vidas de hombres fuertes que afrontaron el tiempo que les tocó vivir con valentía y dignidad. 
"Sueños del Saso. A principios de siglo, el sueño de cualquier labrador era emigrar a América  y hacer fortuna. Durante sus largas jornadas, muchos de Tafalla, Olite y Miranda, que trabajaban en El Saso tafallés, en los caminos mil veces recorridos, iban dejando grabados, dibujos, inscripciones de este sueño en las paredes de los caseríos hoy deshabitados. Hay un dibujo en el caserío de Gregorico de un barco transatlántico, del pastor Valeriano Iriso, imagen del sueño de un viaje a un mundo lleno de oportunidades. Muchos cruzaron el charco, algunos se quedaron, y otros volvieron". (Arantxa Marco Hernando)(Los Gregoricos. Raíces tafallesas y genealogía de los Zaratieguis).
Sentados en el cobertizo divisamos todo El Saso. Los campos ya han sido cosechados. Los rastrojos son alfombras marrones que se extienden hasta casi la ladera del Plano donde un lozano maizal recibe, agradecido, el riego de los aspersores. En las piezas próximas también regarán pronto. Siempre he dicho que al Saso hay que venir a mitades de marzo porque parece la Ulzama, pero a partir de ahora se podrá venir en Julio y también el paisaje será verde. 

Del caserío sale un camino en dirección O. Lo seguimos porque vamos a Gregorio el Grande. En la hondonada, aprovechando las barrancadas, hicieron hace años una repoblación de tamarices. Son pequeños y sufridos. 
Al llegar a una curva nos encontramos con el Corral del Zorrico. Son las 09,50 horas. Vacío y en desuso está acusando los rigores de la intemperie y el abandono. 

Una esquina de la casa está empezando a derrumbarse. Nos acercamos con precaución. Todavía recuerdo la primera que estuvimos aquí el Templao y yo. Nos acercamos confiadamente y del interior salió corriendo un zorro que nos dio un susto de muerte. 
Por el amplio camino seguimos hacia el O. En la soledad de este páramo divisamos el Caserío de Gregorio el Grande. A mitad de recorrido miramos hacia el N. y disfrutamos de las cimas cercanas. Con el dedo, como si se tratara de una postal panorámica, vamos poniendo nombre de dcha. a izda. a los montes: Guerinda, San Pelayo, La peña de Izaga, la Higa, la Peña de Unzué y Alaiz. 




10,00 horas. En el caserío han sacado el ganado y no se ve a nadie por los alrededores. La balsa tiene algo de agua. La sequía es grande, aunque las lluvias tardías de primavera aliviaron un poco el campo.



Subimos al pequeño cerro que está encima del pozo y disfrutamos de nuevo del paisaje. Tenemos cercana la parte de Candaraiz que hace muga con Larraga. Reconocemos el Caserío de Sánchez y el de Eulalio, el corral de la Escolara y el portillo que permite al paseante adentrarse en otra zona maravillosa de Tafalla: Valditrés, Tamarices, la cantera de Ros y Beratxa. 
Volvemos por el mismo camino hacia el Zorrico y antes de llegar a Gregorico tomamos un camino que sale a la izda. Muere en una pieza ya cosechada que atravesamos y bajamos hasta el Barranco del Saso.
"Cerretes de margas, muy erosionados, emergen en los grandes llanos aluviales, formados por depósitos de tierras arrastradas por los barrancos, secos gran parte del año, cuyas salidas hacia el Arga marcan los niveles más bajos del término municipal, en la muga de Miranda (336 mts. en el barranco del Saso". (José Mª Jimeno Jurio)(Toponimia Histórico-Etnográfica de Tafalla)




Salimos a una pieza en la que están poniendo el riego. En un camino que han habilitado para llevar los materiales, hacemos una breve parada. Inma nos canta una jota vieja que le escuchaba a su padre. 
Qué triste se ha vuelto El Saso 
sin carreteros ni mulas. 
No hay jotas en los caminos,
alegrando la llanura.

A las 11,10 horas llegamos a la Chiquitina. 
Cuando salimos a la crta. de Miranda paramos en la fuente de Resano. Su caño echa una considerable cantidad de agua.  Volvemos para casa. 

martes, 3 de julio de 2012

La choza del Modesto


Domingo, 1 de Julio de 2012
Hace quince días que no salgo al campo y necesito dar una vuelta. La mañana viene fresca. El cielo, encapotado, me obliga a echar el paraguas a la mochila. Magán marca 16º y la farmacia 15º. Está de cierzo y, a pesar de todo, me decido a salir con el pantalón corto. 
Le llamé a Juanjo y le dije que me apetecía subir hasta la Piedralosa. Desde Noviembre, cuando hicimos la quinta etapa de la Vuelta a las Mugas, no hemos estado por allí. 
Son las 08,00 horas. Los noctámbulos de la Semana de la Juventud todavía se dejan ver por la calle. En la Plaza de Cortés algunos gamberrean esperando los taxis que no llegan. Por encima de la presa de la Estación, los pinos de Ereta comparan el verdor de sus hojas con el color del lecho del Cidacos. 
Bajamos por el camino de Larrain. Las elevadas tapias impiden ver los huertos. Al final del camino torcemos a la izda y, junto a la autopista, llegamos a la vía del tren.
Una senda escondida junto a un pequeño cañaveral nos permite cruzar al camino que baja a la Recueja. Juanjo y Rosa me sorprenden diciendo que es la primera vez que pasan por aquí. 
Dejando la Recueja a la dcha. nos encaminamos hacia los pinos de la Choza del Modesto. Siguiendo este camino llegaremos al portillo de Valmayor con Solcanto. 
Cuando vamos hacia la mitad del recorrido, le pregunto a Juanjo si conoce la choza y me dice que no. 
Nos adentramos por el pinar y, cuando estamos en la perpendicular del caserío de Valmayor, la encontramos. 





Son las 08,50 horas. Es un agujero excavado en el suelo. Dentro queda una vieja silla y algo de basura. 







En una de sus paredes hay unos agujeros que servirían de ventilación cuando se hiciese fuego en el interior. 





Cuando éramos chavales íbamos mucho a jugar por allí. Nos intrigaba la figura de Modesto; personaje desconocido, al que nos lo imaginábamos rudo y desastrado, pero con una habilidad sin igual para poner cepos y lazos, consiguiendo de esa forma el sustento necesario. 
"Algunos amantes de lo clásico de Tafalla piensan solicitar al Ayuntamiento  la restauración de la célebre Choza de Modesto. Creemos que las pretensiones no se llevarán a cabo, pues a este tenor  pronto declararían monumento nacional al árbol del Gitano"(El Tafallesico Ilustrado)(Fiestas de 1913).
Salimos del pinar al camino y nos encontramos con Jesús Baztán. Como su padre trabajó muchos años en el vivero forestal, le pregunto si le oyó contar alguna historia del Modesto. Nos dice que no, a pesar de que solían hacer muchos trabajos en ese pinar, sobre todo quitando bolsas de orugas. 
En el portillo nos despedimos de Jesús. Él se va hacia la Falconera. Comenzamos a subir y en un abrigo, dando cara a Olite, nos sentamos a almorzar. Son las 09,25 horas. El cierzo sopla fuerte. Las cebadas ya están cosechadas y al trigo le meterán el corte esta semana. 
Unos pocos metros más arriba tomamos la senda que nos lleva a Valmediano. 





Son las 09,50 horas. Estamos en Valmediano (Montmediano). La ciercera es de las buenas. Juanjo nos dice que este punto será el que mejor vista panorámica tenga de Tafalla. A mí me gusta también mucho Buskil, pero este sitio tiene algo especial. Son dos paisajes parecidos, pero diferentes. Una moto, ruidosa, nos sorprende por el E. El motorista se detiene y charlamos un rato. Viene de Olite y quiere subir hasta Valgorra para bajar de nuevo a su pueblo. Nosotros tenemos la virtud de llevarnos bien con todos: Moteros, cazadores, guardas, labradores, pastores,...
Descendemos hacia el barranco que hay que pasar para llegar a Piedralosa. Los coscojos y las ilagas me arañan las piernas con furia. Me defiendo a bastonazos, pero estoy en minoría. 
El barranco está seco. Por una especie de vado nos decidimos a cruzarlo. Cuando estoy subiendo el último ribazo, doy un mal paso y caigo de espaldas entre los carrizos. No me hago nada pero mis acompañantes, apurados, piensan que me he roto la crisma. Me levanto como si nada. El carrizal es como una colchoneta. 



Orillando una viña llegamos a la base del cerro. La roca, imponente, nos espera pacientemente. - ¡Qué pasa tíos! - parece decirnos- "aunque seco ha sido un invierno muy largo y no os habéis acordado de hacerme una visitica".
A las 10,20 horas llegamos a la roca. Cuando terminamos la vuelta a las mugas, hablamos entre nosotros sobre cuál había sido el paraje que más nos había gustado. Fueron seis etapas dando vuelta a todo el perímetro de Tafalla. 





Conocimos la frondosidad del Monte, la desolación del Saso, la exuberancia del Plano y los cultivos de Valmayor y Valgorra, pero la parte que más gratamente recordábamos era ésta de Piedralosa. 
Hace muga con Tafalla, Olite y San Martín. No es difícil llegar a ella. Está un poco escondida pero, cuando la descubres, la ves desde muchos sitios. 
Bajamos hacia Valmayor. El Prado tiene extensas piezas de cereal. En una esquina una cosechadora da vueltas a la pieza levantando una polvareda de tierra y paja. En Solcanto y Valmediano han puesto maíz y los aspersores trabajan a destajo, en cambio en Valmayor todo es trigo y cebada. 
Siguiendo por ese camino nos acercamos, sin prisa, al caserío de Fernández.




Son las 10,20 horas. Los ventiladores de la granja trabajan a toda velocidad. 



En la balsa el cierzo levanta un pequeño oleaje. El día sigue desapacible.

"Unos veterinarios exigentes en 1892: Los veterinarios T. López y L. Pérez, pasando a reconocer en el Prado de Valmayor un toro que fue retirado de la Plaza la tarde del 17, toro Lechuguino, tuerto del derecho, con un esguince en la articulación femoral, produciéndole cojera muy intensa. Con un principio de mielitis aguda, que hace imposible SER APTO para el objeto que iba a ser destinado" (José Mª Urroz y Pedro Mª Flamarique)(En le centenario de la Plaza de Toros de Tafalla).


Continuamos por el camino que sale a la carretera de San Martín, pero nos adentramos en la última viña para salir, por debajo del puente de la autopista, a Las Pozas. 







Pasamos junto al olivar de Azcona y recordamos la anécdota que cuenta el Templao: Cuando era chaval, estaba de botones en el Banco y le llevo a D. José Mª Azcona unos papeles que le debía entregar en mano. Le dijeron que estaba comiendo y le pasaron al comedor. El Templao se imaginaba que D. José Mª comería, a diario, manjares exquisitos e incluso exóticos. Cuál fue su sorpresa al ver que estaba disfrutando de un plato de habas hasta el borde. Seguro que estaban compuestas con el aceite de estos olivos. 
Por cierto; el Templao a partir de aquel día pensó que las habas tenían que ser algo sublime porque si las comía D. José Mª...
A las 11,45 horas entramos en el pueblo. Nos acercamos a ver la presa. Está baja y sucia. Junto al pozo redondo han dejado tirada la cucaña que utilizaron ayer los jóvenes en su fiesta. 
El día no se ha arreglado pero nosotros venimos como nuevos.