lunes, 29 de abril de 2013

Un artículo de Los Doce en la prensa de 1990




Este artículo lo publicaron en el nº 259 de la revista La Voz de la Merindad del 15 de Abril de 2013.


En el año 1990 Carmelo Armendáriz era el corresponsal del desaparecido periódico Navarra Hoy. Me pidió que escribiera un artículo sobre el viaje a Ujué de Los Doce. Carmelo quería que sus lectores lo conociesen contado por alguien “desde dentro”. Me insistió y terminó convenciéndome, porque mi primera reacción fue la de negarme. Escribir en un medio de difusión provincial me parecía una responsabilidad excesiva para un esporádico colaborador de la antigua revista Merindad.
Al final, el 1 de Mayo de 1990, el artículo salió publicado.

         


La Hermandad del Apostolado y Esclavos de Nuestra Señora la Real de Ujué, conocida popularmente en Tafalla por Los Doce, inició su andadura allá por el año 1607, es decir, que con sus 383 años a cuestas es una de las entidades más veteranas de nuestra ciudad. En sus cuatro Libros de Actas que abarcan desde 1794 hasta nuestros días, el primero desgraciadamente desaparecido, puede apreciarse parte de nuestra pequeña historia local, así como las diferentes mentalidades de cada época.
         Dando las 12 de la noche del 30 de Abril, precedidos por el Capellán y en fila de a uno, en orden de antigüedad, Los Doce, entunicados y con capillo, abandonan el templo de Santa María para, en lo que conocemos como el barrio de la Estación, escuchar una pequeña plática y recibir la despedida de los tafalleses que no quieren perderse ese entrañable momento. Y comienza el viaje hasta Ujué. Con un farol en la mano izquierda y un báculo en la derecha. En silencio.
En ese silencio íntimo y necesario que ofrece una noche de primavera como quizá no la ofrezca ninguna otra.
Y así ha sido desde el siglo XVII, salvo contadas excepciones, como en 1809 o 1835 en que no pudieron salir por causas de la guerra, ó en 1873 -1875 por motivos políticos, ó de 1932 a 1936 en que se salía y se volvía a San José de paisano, también por las circunstancias políticas de aquellos momentos.







         Dos son las paradas que se hacen antes de llegar a la Cruz del Saludo. La primera en el puente de Femate y la segunda en el puente del cruce de Lerga. En ellas se aprovecha para cambiar las velas o beber agua, a la vez que se rompe el silencio.
         Hoy han cambiado las cosas. Dos o tres hermanos que no van andando, acompañan a los romeros con sus coches, además de una ambulancia de la Cruz Roja. Atrás quedan los tiempos en que algún hermano iba con el carro y el burro y llevaba los enseres de los caminantes, además del almuerzo de la vuelta.
         La bajada de la Cruz hasta la basílica es rápida. El frío suele ser acompañante habitual y el cierzo sopla año tras año. Al filo de las 4 el capellán celebra la misa ayudado por algunos hermanos y de allí se pasa al mesón de la Juli para tomar sus roscos y el café con leche que sirve de descanso y hace recuperar las fuerzas. No faltan el moscatel y el anís, el “aguaente”, y ¿por qué no? el primer repaso a los pies por si acaso.
         Alrededor de las 6 de la mañana se hace la despedida a la Virgen. Emotiva como todas las despedidas e íntima como todas las cosas de Los Doce. En los rostros se refleja la emoción y en los ojos se adivinan las lágrimas. Contaba un hermano ya fallecido que todos los años al despedirse le decía a la Virgen: “El año que viene otra vez ¿eh? No la fastidiemos”.
         La vuelta es distendida. Ya no se va en fila sino en grupo y se aprovecha para rezar el rosario, los padrenuestros por los hermanos vivos y, todavía da tiempo, para el comentario o la conversación.
         Pasados San Martín de Unx y la cuesta de la casilla, aún se mira con nostalgia el caserío de Femate donde almorzaron tantas generaciones de la Hermandad. Pero sólo es un momento porque un poco más allá, en plena Carravieja, se inauguró en 1981 un pequeño refugio abierto a todos, en el que siempre hay alguien dispuesto a preparar un calderete para el almuerzo.
         Con el crucifijo que porta el capellán, adornado con espigas y flores silvestres, los cuerpos cansados por el esfuerzo y el sueño, se hace la visita a la ermita de San José, donde se canta una vez más el Regina Coeli Letare, compuesto por el que fuera también de Los Doce, Felipe Gorriti.








         La entrada en Tafalla se hace a las doce en punto del mediodía. La gente espera en la calle la llegada de los entunicados. Otra vez en fila y en silencio. Las calles del casco antiguo conocen bien sus pasos y el ruido de sus báculos. Las campanas de Santa María repican alegres y los hermanos ya mayores que no pueden ir por sus años o por salud, esperan expectantes en el altar mayor la llegada de los peregrinos.
         Con unas breves palabras del capellán a todos los presentes, el canto de las letrillas tradicionales y el reparto del pan bendecido, termina la romería de la Hermandad de Los Doce, acto central de esta institución que, además, mantiene otras actividades durante el año, siempre relacionadas con su fe y con la Virgen de Ujué. 

lunes, 22 de abril de 2013

Valdetina y Turrustaldia





Domingo, 21 de Abril de 2013

Valdetina y Turrustaldia son dos fuentes de Pueyo a las que solemos ir con frecuencia. Las hemos conocido con caudales imponentes, como ahora, y secas como este año pasado y algunos otros. 
Hace mucho que no vamos a hacerles una visita y tengo ganas de disfrutar de ellas tras este otoño-invierno tan lluvioso.
Son las 08,00 horas. Magán marca 7º y la farmacia 5º. El cielo está prácticamente despejado. Salimos abrigados porque el cierzo, aunque suave, viene frío. El descenso del termómetro se ha hecho notar. 
Por el casco antiguo tafallés, salimos a las Siete Calles y subimos hasta el antiguo matadero municipal. 
Tomamos un camino que parece abandonado para llegar, por detrás del Instituto, a Recarte. 
Junto al edificio nuevo han puesto una verja que hace imposible seguir; tenemos que volver sobre nuestros pasos. 
Por una senda, sobre el cerro donde existió un antiguo horno de tejas, salimos a la antigua fábrica de El Caserío.





08,30 horas. En la presa de Recarte el agua corre veloz. En el remanso, acaricia las orillas como si fuera un gesto de despedida. Entramos en un tiempo de estiaje y el río, a pesar de lo que ahora vemos, volverá a su imagen del verano.
Al llegar al chaflán de la finca de Zubiri, tomamos el camino de la izda. Vamos en dirección N. con el sonido bullicioso del barranco de Valdetina a nuestra dcha. 
Pasamos junto al cruce que sube a la Gariposa; no lo tomamos. 




09,00 horas. Más adelante, otra bifurcación a la izda. nos adentra entre encinas hacia un campo abierto. En el borde de una gran pieza en barbecho, nos paramos un momento. Tenemos a nuestra izda., tapada por la vegetación, la Gariposa. 
El terreno está rodeado de encinas y robles. Estos han echado la hoja y su verde vivo y fresco nos permite distinguir, en la lejanía, los robles de las encinas, cuya hoja perenne aparece más oscurecida. 
Bajamos de nuevo al camino principal. Las cepas, inclinadas sobre los alambres, se han coronado de hojas verdes y tiernas.



Junto al camino que baja de Pueyo hacia la fuente, una enorme extensión de colza destaca sobre el verde de los campos. 
Por sendero estrecho, salimos a la balsa y a la fuente.






09,30 horas. Fuente de Valdetina. De sus dos caños no puede salir más agua. Hacemos la medición del caudal: 47 litros por minuto.




Han limpiado la balsa. Este precioso rincón es un lugar que hay que conocer y visitar. En sus mesas, debajo de los plátanos, almorzamos contemplando las aguas limpias y tranquilas. 
Nos asomamos al barranco que baja del Monte. Trae mucha agua.
Volvemos por el camino por el que hemos venido.
De vez en cuando nos encontramos con paseantes que se dirigen a la fuente. Enfrente del letrero "Baldetina-Tafalla", sale un camino que va por debajo de la Solanoa y sus tres imponentes molinos. Lo seguimos para ir a Turrustaldia. 




10,30 horas. En la orilla dcha. hay una pequeña cruz de piedra que recuerda a Eulogio Olcoz fallecido en 1878. El lugar está cuidado y limpio.
El camino, serpenteando, comienza a descender. Detrás de una curva reconocemos el plátano de buen porte que da sombra a la fuente. Hacia allí nos dirigimos. 






En diez minutos llegamos a la Fuente de Turrustaldia. Da gusto verla. De su caño en forma de gancho sale un agua fresca y limpia que invita a echar un trago. Medimos el caudal: 23 litros por minuto. Junto al abrevadero, una piedra de molino hace de mesa. Del desagüe, el agua salta  con fuerza al barranco imaginando las peripecias que le esperan hasta llegar al Cidacos, donde podrá divertirse con las carpas y barbos.  
Junto a olivos, viñas y plantas aromáticas, el camino desciende suavemente buscando el de Macocha. 
Las intensas lluvias han hecho mella en las laderas del pinar y del río. En algún punto hay incluso peligro. 
Abajo, el Cidacos se esconde entre la vegetación y sale de nuevo mostrando orgulloso su cauce. 
"10 de Julio de 1886. La tempestad del día 7 arrojó en alguno términos en Peralta un fuerte aguacero que produjo daños de consideración en los campos. Y no son estos y los del Carrascal, de que ayer hablamos, los únicos en que la tormenta ha dejado sentir sus desastrosos efectos. En Tafalla, Artajona y otros puntos no cayó piedra, pero la lluvia fue tan abundante que el agua arrasó los campos arrastrando mieses segadas y destruyendo las plantas en extensos trozos de terreno. El desbordamiento del Cidacos inundó las huertas de Tafalla, donde el agua aisló algunas casas, sin que por fortuna haya que lamentar desgracias personales". (Lau-buru. Diario de Pamplona)

El día invita a salir a pasear. Con algunos conocidos nos paramos a hablar un rato.




11,30 horas. Presa de Pericueta. La hemos visto este verano tan desolada y seca que no podemos pasar de largo sin hacerle una visita. Entre huertos nos asomamos a la orilla del río. La presa intenta retener el agua, pero esta le pasa veloz por encima, ignorándola. 
Pasamos junto al Molino de Macocha. En su campo los plásticos negros protegen de la luz a los espárragos. Algunos hacen fuerza intentando salir.
Estamos otra vez junta a la presa de Recarte. Por la Panueva entramos en el pueblo. En los Jardines los bancos están vacíos. El día solo está bueno para andar. 

En este enlace se puede ver el recorrido de hoy. 



  

lunes, 15 de abril de 2013

Entre Tamarices y Beratxa




Domingo, 14 de Abril de 2013


El sábado pasé por la carretera de Estella y me deslumbró el campo en la zona de La Sarda y Beratxa, así que le dije a Inma ¡ya sé dónde vamos a ir mañana! Daremos una vuelta por Tamarices y si podemos, llegaremos a la lagunilla de Cascarruejos. 
Son las 08,00 horas. Magán marca 13º y la farmacia 11º. El día está completamente despajado y el bochorno fresco invita a andar por el campo. 
A las 08,15 horas aparcamos el coche en Valditrés y salimos en dirección S.O. 
El Prado de Rentería se desliza hacia nosotros como la lengua, verde, de un volcán. Los pinos de la ladera de Beratxa están en flor; si los golpeas con el bastón, protestan exhalando el polvo amarillo del polen. En las acequias se oye el rumor del agua
Caminamos en dirección a Candaraiz. 




08,30 horas. A la altura de la Cantera de Ros o de Malamadera el camino se bifurca. Tenemos que tomar el de la dcha. De la balsa, alimentada por la fuente de Valditrés, sale un buen caudal de agua. Hace un mes estuvimos por aquí y ya la vimos de esta manera. 
Pegando un salto pasamos al otro lado. 
El camino serpentea entre piezas de cebada. Los romeros y la ilagas se han vestido de primavera. En los cantillos las flores amarillas se hacen sitio empujando a las flores blanquecinas de los romeros. Su color es intenso pero efímero y quieren lucirlo a toda costa. 





Algunos tramos están con agua y barro, pero los sorteamos sin dificultad. 
A las 08,40 horas pasamos al lado de una pieza que tiene un "cogote" peculiar. Alguna vez nos hemos adentrado por ahí, en rastrojo, y hemos llegado hasta la lagunilla. 
Hoy vamos a continuar el camino que, poco a poco, asciende hasta llegar a un llano. Estamos en la muga con Candaraiz. 
Nos detenemos un momento para disfrutar del paisaje.
A nuestra izda. está el Corral de la Escolara. Al fondo el final del Plano. A la dcha. Moncayuelo y el Moncayo, nevado, encima; y frente a nosotros, el Caserío de Candaraiz. No hay palabras para describir lo que sentimos. 
Continuamos el camino que gira a la dcha. Si siguiéramos un poco más adelante, empalmaríamos con la Cañada y llegaríamos a Cascarruejos. 
Decidimos seguir el camino que llevamos y ver dónde termina. 
Muere en una pieza, alta, rodeada de pinos.



Un balcón de la paloma pone el contrapunto a este lugar casi intacto. 





09,35 horas. Es la hora de almorzar. Encontramos una piedra para sentarnos y disfrutamos de la vista y del bocadillo. 
Junto a nosotros un abejorro absorbe con avidez el néctar de los romeros. Revolotea de una flor a otra ebrio de tanta abundancia. 
No hace mucho que limpiaron el pinar. Entre los árboles se puede bajar cómodamente porque no hay maleza ni ramas bajas. 
El suelo es una gruesa alfombra de musgo fresco. Todavía se ven algunas setas, arrugadas, que han sobrevivido al invierno protegidas por la espesura de las copas de los pinos.




09,50 horas. Llegamos junto al cogote que hemos visto una hora antes.
Por la última terraza del pinar caminamos en dirección N. Vamos a salir a la carretera de Estella.





Pasamos junto a los dos tamarices solitarios.
Hacemos un intento de cruzar la pieza para evitar salir a la carretera. 
Es totalmente imposible. Todo el terreno es una badina, así que seguimos por la senda dura y seca del pinar hasta que llegamos al asfalto. 
Un numeroso grupo de cicloturistas pasa en dirección a Estella. Un ciclista nos saluda. No lo reconocemos. 
Por la orilla nos acercamos hasta la entrada del camino que sube a la torre. 
Salimos a una pieza que asciende y en su orillo también pisamos barro.
"Año 1873. Los Carlistas iban ganando partidarios en Tafalla, que se llenaba de tropas. Entonces se hizo el Fuerte de Santa Lucía y la Torre de Beratxa, que subsiste, y se estableció ente ambas construcciones un telégrafo óptico. Los Carlistas habían volado el puente del ferrocarril en Pueyo y continuamente salían las partidas a la carretera y a la línea del tren en Carrascal. No circulaban los trenes de aquí a San Sebastián y Tafalla se convirtió en Cuartel General de las tropas del Gobierno. Había mucho movimiento, circulaba el dinero, se abrieron cafés nuevos y algunas fondas y comercios, estableciéndose varios zaragozanos" (D. Angel Morrás)(Escenas de la vida tafallesa). 





La torre poco a poco se va dejando ver. Estamos en los pinos y, a modo de saludo, acariciamos sus paredes. Son las 10,30 horas. Estamos solos.
Paramos un momento a descansar y echar un trago de la cantimplora. Resulta milagroso que esta construcción se mantenga todavía en pie.  
Entre ilagas y romeros iniciamos el descenso. La primavera ha llegado.
En el montículo de Beratxa no hay una planta que no lo pregone. 
Entramos de nuevo en el pinar. Los pinos, celosos de tanta flor y tanto color, no dejan que las plantas vivan debajo de ellos. 
La pendiente cada vez se hace mas pronunciada hasta que llegamos al pequeño prado que se forma entre Valditrés y Porputiain. 
A las 11,00 horas nos montamos en el coche y volvemos para casa. 


En este enlace se puede ver el recorrido de hoy

http://es.wikiloc.com/wikiloc/spatialArtifacts.do?event=setCurrentSpatialArtifact&id=4303488




lunes, 8 de abril de 2013

En el pinar de Valmayor



Domingo, 7 de Abril de 2013


Después de estas mini vacaciones de la Pascua, volvemos al campo. Hace tiempo que no subo a la Piedralosa y tengo ganas de dar una vuelta por allí.
El día está bueno para andar. Ayer por la mañana los tejados estaban blancos. La nieve en Abril siempre sorprende. Incluso en un año como este. 
Son las 08,00 horas. Magán marca 5º y la farmacia 4º. Anda cierzo. Hace frío, pero el cielo está pintado de un azul blanquecino que invita a la caminata. Salimos Inma y yo.
Por las escaleras de la Casa del Conde llegamos a Plaza Cortés y nos vamos a ver la presa.




El río baja sereno. La presa salta sin ruido como si fuera algo que hace todos los días. En su borde, un grueso tronco se ha quedado varado. Algún golpe de agua que venga esta primavera lluviosa, lo arrastrará corriente abajo. En el primer trimestre del año pasado recogí 54 litros de lluvia. En el mismo trimestre de este año han sido 319 litros. 
Por debajo de la vía salimos a la Avda. de Nuestra Sra. de Ujué. Cruzamos la carretera e iniciamos el camino del Eskal. Estamos en el campo.
El piso, aunque es bueno, está plagado de charcos. En los campos y viñas el agua sigue estancada.



08,45 horas. Estamos junto al antiguo Vivero Forestal. Tomamos el camino de la izda. que nos introduce en el Prado de Solcanto. 
El camino, arreglado para el nuevo regadío, es magnífico. 





Mientras lo seguimos, llevando a nuestra izda. los pinos de la Choza del Modesto, comentamos que hace unos años nos hubiéramos tenido que dar la vuelta. Cuando llovía tanto como este invierno, el Prado se convertía en una especie de marisma que lo inundaba todo. En la parte más honda del terreno, el agua podía alcanzar los treinta centímetros. 

09,00 horas. Llegamos al Portillo de Valmayor. Los campos en el fondo del valle tienen un intenso color verde. En la ladera de la Carravieja, el Refugio de Los Doce destaca por su blancura. 
Seguimos por el camino que asciende. La corta pendiente nos permite ver enseguida Olite. El Castillo y la torre de San Pedro descuellan entre las casas bajas de su casco urbano.


A la izda. el vértice geodésico de Valmediano otea el horizonte alargando su vista hasta las nevadas laderas del Moncayo. 
El camino desciende rodeando Montmediano hasta que muere en una pieza.
Por la parte que vemos menos húmeda, salimos de nuevo al monte y comenzamos a descender por una senda estrecha. En el cerro que tenemos casi de frente distinguimos la Piedralosa.
Llegamos a la orilla del barranco. Cuando lo cruzamos en nuestra vuelta a las mugas, estábamos atravesando un periodo preocupante de sequía. Ahora nos resulta imposible pasar al otro lado. 
Por la orilla vamos buscando algún paso pero el caudal del agua es grande. 



En medio del sembrado el cadáver de un zorro nos hace detenernos. El animal lleva bastante tiempo muerto. 
Por fin salimos a un camino ancho. Ya hemos abandonado la idea de subir a Piedralosa. Lo dejaremos para cuando haya menos agua o nos acerquemos por otro lado. 
Son las 10,00. Hora de almorzar. Protegiéndonos del cierzo detrás de un hidrante, saboreamos el bocadillo mientras escuchamos el correr del agua. En el cresterío de la Carravieja los molinos mueven veloces sus aspas. 
Salimos en dirección O. siguiendo el camino bueno. 





También termina en una pieza. Conocemos el lugar. Orillando el sembrado se llega a un almendrolar que, rodeado de pinos, es un lugar idílico. 
En los Pinos de Valmayor están haciendo limpieza. Las huellas de los vehículos pesados han abierto una franja ancha por la que sacan los troncos y el ramaje. Seguimos este trazado. 
El paseo es agradable. La limpieza ha hecho su efecto y se puede avanzar sin dificultad. Ascendemos lentamente en este pequeño bosque de pinos. Al llegar a lo más alto consulto el altímetro: 458 mts. Estamos 37 mts. por encima del pueblo. 
El camino que han abierto las máquinas comienza a descender hasta que nos saca, de nuevo, un poco más arriba del Portillo de Valmayor. 
Bajamos a Valmayor buscando el camino que nos llevará al caserío.

"Poco a poco se fueron calmando las pasiones y ya el año 1870 se volvió a celebrar la romería a Ujué que no hay que decir que se suspendió en 1869 pues tocaba el 2 de Mayo.
Las fiestas de Agosto se celebraron normalmente con tres días de capeas y unos señoritos torearon un novillo que fue estoqueado por Manuel Zala, que era panadero.
Este año, cuando el Ayuntamiento acababa de subir a las vísperas de San Sebastián con bandera y música, cayó una gran pedregada.
A fines de Septiembre hubo en España levantamientos republicanos. En Tafalla se paralizaron las obras que se hacían en la calle de la Estación.
Los días festivos salían los voluntarios en formación y hacían el ejercicio en el prado de Valmayor y a las once volvían precedidos de la charanga y oían misa en la iglesia de Capuchinos, como se llamaba entonces a la de los Escolapios" (D. Angel Morrás)(Escenas de la vida tafallesa)  

En la acequia de la izda. un agua limpia y brillante corre juguetona buscando el barranco. Junto al cauce, las matas de arañones son pompones blancos.






10,55 horas. Llegamos al Caserío de Fernández o de Valmayor. Un perro blanco atado con una cadena nos recibe a ladridos.  La parra que se agarra a la galería comienza a abrir sus pámpanos. Los olmos, enormes y sabios, esperan que entre, de verdad, la primavera para sestear tranquilos mientras la naturaleza se despierta. 






En la balsa hay dos pescadores. El agua llega hasta el borde. El cierzo agita la superficie y las pequeñas olas golpean sin fuerza la pared de piedra sobre la que nos encontramos. 
Por el camino que sube, llegamos al Pontarrón y salimos a la carretera de San Martín. En su montículo, la ermita de San José resiste los empujes del viento.   En la ciudad el sol juega con los tejados escondiéndose a veces tras las escasas nubes. En la orilla de la carretera, el solitario eucalipto ve pasar un colorido grupo de cicloturistas. 
Por debajo de la vía llegamos a la Plaza de Toros. 

En este enlace se puede ver el recorrido de hoy