





Recorridos por el término de Tafalla y alrededores.
Después de echar un trago y conversar con unos vecinos de Falces que venían con sus garrafas para cocinar y beber, continuamos adelante por el primer camino a la derecha y, siguiendo dirección norte, llegamos a la estación de Garinoain y, un poco más adelante, al puente que cruza el Cidacos. Cruzamos la N-121 y subimos a Garinoain. 10,10 horas.
Por la carretera que divide Garinoain y Barasoain y que lleva por Catalain a Leoz, bajamos y cruzamos el puente de la autopista. Tomamos la carretera de la izquierda porque nos dirigimos a Solchaga. Poco antes de llegar al pueblo, a la derecha, a pie de carretera, se encuentra el Trujal Rupestre. Es una construcción en la que merece la pena detenerse y admirar los restos arqueológicos que han salido a la luz.
11,00 horas. Llegamos al cruce de la carretera que lleva a Olóriz. No subimos a Solchaga, por lo que torcemos a la izda por esta carretera. En lugar de tomar una pista a la derecha que rodea la Ermita de Arrazubi, seguimos carretera adelante hasta llegar al cruce con la de Unzué. 11,20 horas. El calor empieza a notarse. No anda aire y lo curioso es que los molinos de Alaiz se mueven encarados hacia Sangüesa, mientras que los de Valdizarbe lo hacen en dirección norte.
y a nuestra izda. la Laguna, con su caserío y, más adelante, la "montaña" que se ha formado en el vertedero, sobre la que planean media docena de buitres que, al oirnos llegar, han levantado el vuelo de los arbustos vecinos.
A las 9,00 horas llegamos a la balsa de Romerales. Como hay que descender hasta ella, la vista desde lo alto merece la pena. A estas alturas del año tiene mucha agua. La hemos conocido completamente seca y... ¡blanca! del salitre que contiene. Por esto y, a primera vista, se ve que no hay existencia de vida y, sin embargo, los cerros de alrededor rebosan de matas de romero, chaparros y pinos.
Las orillas de la balsa, blancas de salitre, están llenas de huellas de animales. José Luis y Juanjo reconocen las de los jabalíes. Dicen que de varios. Yo, como siempre, hago lo que puedo con mi cámara.
Aquí, buscando una sombra, echamos nuestro tentempié.
Jimeno Jurío dice: Configurado por una sucesión de cerros yermos, de apariencia intrincada, aunque siguen dirección SE-NO. Cultivos de cereal en hondonadas. Debe el nombre a la abundancia de romero. Fue una zona de pastoreo y abejares, pobre en agua, recogida en "la Lagunilla" y, para servicio del ganado, en una balsa al N. de la carretera de Miranda (Km. 4). Corral de Goyena y ruinas de otros. Abejera tradicional frente al caserío de Pérez. Lo cruza el camino viejo de Miranda, que continuaba por Piedrafita y Lazarau. En 1986 fue habilitado en Romerales el "Vertedero controlado de basuras" de la Ciudad.
Hasta aquí lo dice el erudito. Nosotros, mientras almorzamos, no podemos dejar de contemplar tanta belleza.
Hay que visitar Romerales con su balsa. Si lo tienes, con el libro "Tafalla siete paisajes". Perderse entre sus cerros. Tumbarse en la hierba. Impregnarse del aroma de romero y admirar su floración a comienzos de la primavera.
Planea sobre toda la zona un macropolígono, muy ecológico él, pero que va a destrozar todo aquello. Dice Miguel Delibes en Un mundo que agoniza: La máquina ha calentado el estómago del hombre, pero ha enfriado su corazón.
Nos vamos. Cruzamos una pieza en rastrojo y, por el camino viejo de Miranda, salimos a la carretera. Son las 9,25 horas. Y el calor ya aprieta. Por la carretera volvemos hacia Tafalla y antes de llegar a la fuente de Resano tomamos, a la dcha., el camino de la Celada. 9,55 horas: Camino de la Celada. Término rico en viñas y olivos. Cuántas veces habremos subido al Plano por el camino de Falces y bajado por la Cuesta del Melón o por el camino de la Celada.
Salimos al camino de Falces y para las 10.30 horas llegamos a Tafalla.