martes, 20 de febrero de 2018

El encanto de Piedralosa






Domingo, 18 de febrero de 2018


Hace más de dos años que no hemos estado en Piedralosa. La última visita la hicimos con el grupo Scout Ibaialde para enseñarles a los críos, y también a los padres, ese lugar con encanto en la muga con San Martín de Unx. 

Son las 08,00 horas. La mañana está fría. El termómetro marca 3º y el cielo está casi despejado. Un suave cierzo invita a salir abrigados. 

En febrero, un rato al sol y otro al brasero. 

El Cidacos lleva agua. Las melenas de carrizos impiden que la veamos. 



Por debajo de la vía salimos al camino del Escal y entramos en las Pozas.
El campo verdea, mientras el olivar de Azcona luce limpio y arreglado. 

8 de mayo de 1691. También los oliveros están quejosos. En un memorial exponen que hay una gran cosecha de olivas "por las muchas plantaciones de olivos que se han hecho de veinte a treinta años a esta parte". Empero, no hay más que un solo molino de agua "el cual aún en los años abundantes de lluvias no es bastante para darles expediente al tiempo y sazón que ellos necesitan y en los secos, por falta de agua, queda el citado molino totalmente inmóvil" y tienen que ir a moler a otros pueblos. Este año ha llegado a tanto el daño que "se hallan más de mil y quinientos robos de olivas sin tener dónde beneficiarlas". Solicitan a la villa que construya otro molino o bien les autorice a construirlo por su cuenta. (J.M. Esparza)(Historia de Tafalla - Tomo I)


Por debajo de la autopista entramos en el Pontarrón.
Valmayor se ha puesto sus mejores galas para recibir a la cercana primavera. 


Las verdes extensiones de cereal se interrumpen con las viñas emparradas repletas de pulgares cicatrizantes. 
Caminamos junto a la autopista y al llegar a los pinos de la Cantera de Santa Marina, torcemos a la izda. para continuar hacia el E. 
Nos desviamos un momento para buscar en el pinar la Choza de Modesto. 
08,50 horas. La cueva, en la ladera que da vista a Solcanto, resiste el paso del tiempo. 


Arboles caídos, ramas y algo de basura dificultan el paso. 


La entrada al habitáculo se ve entorpecida por los arbustos que la rodean. 
No le vendría nada de mal un adecentamiento e, incluso, una rehablitación básica para conservar la única cueva que ha sido habitada alguna vez en Tafalla. 


Volvemos al camino y llegamos al cruce entre Valmayor, Valmediano y Solcanto. 
Subimos por suave pendiente. 
La vista desde aquí es magnífica. 


En el cielo, entre Guerinda y San Martín una nube en forma de hongo, como si fuera un globo aerostático, se asoma en esta mañana radiante.



Un camino viejo a la izda., que desemboca en una pieza, nos lleva orillándola hasta una estrecha senda entre chaparros que nos acerca al vértice geodésico. 
09,20 horas. Montmediano (473 m).



Hacemos una breve parada para contemplar el paisaje. Tafalla, Olite, Ujué ... Un lugar estratégico para la defensa desde la edad de bronce. 
Continuamos por la senda en dirección O. 
En un carasol, al abrigo del cierzo, paramos a echar un bocado. 
Disfrutamos del silencio y de la soledad del campo. Al S. las nubes tapan el Moncayo. El campo desborda de vida. 
Seguimos descendiendo por el sendero. 
Poco antes de llegar al barranco, el humilde pozo resiste las inclemencias del tiempo.



Y el no menos humilde pozal de zinc sobrevive agazapado entre las pardas hierbas. 



En el barranco, el rumor del agua es incesante. 
Zarzales y carrizos compiten por dominar el terreno. 
Aparentemente parece que nos tendremos que dar la vuelta, pero conocemos el paso. 



Una pequeña pasarela metálica posibilita llegar al otro lado. 
Orillamos una pieza. El suelo está incómodo. La han maquinado a conciencia y los grandes tormos hacen dificultosa la marcha. 
Se agradece la salida al camino. 


Comenzamos a subir por la ladera. La roca nos espera. 
10,15 horas. Piedralosa. 



Como siempre, la mole nos impresiona. Apoyar la espalda en uno de sus lados y admirar la Falconera desde esta atalaya es un lujo. 
Bajamos por la vertiente opuesta a la de la subida y salimos a la viña de los Ayerras. Las cepas están podadas y preparadas para producir una buena cosecha de Merlot. 
Un camino viejo, casi perdido junto a una gran pajera, nos lleva al camino principal que pasa por el Caserío de Valmayor. 
Los perros enloquecen con nuestra presencia. 



Se revuelven y ladran tensando las cadenas en un intento, afortunadamente fallido, de saltar sobre nosotros. 



En la balsa, un par de pescadores nos dicen que han ido a pasar la mañana. Con este frío, los peces se meten al fondo y es difícil que salgan a la superficie a pesar de la tentación del abundante cebo. 
Entre viñas y cereal salimos a la carretera de San Martín y entramos en el pueblo. 
La mañana engaña. Luce el sol pero el viento frío hace que la temperatura sea de invierno. A mediados de febrero, en Tafalla, no podemos pretender otra cosa.


En este enlace se puede ver el recorrido de hoy







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