lunes, 10 de octubre de 2016

Bajo el sol de La Navilla



Domingo, 9 de octubre de 2016


Un cambio de planes de última hora me lleva a La Navilla y Valgorra. Tenía pensado haber dado una vuelta por la Valdorba pero... otra vez será. 
La mañana viene buena para andar. El cielo limpio y el cierzo casi frío harán agradable la caminata. 
Son las 08,00 horas. Magán marca 12º y la farmacia.... -38º (habían anunciado bajada de las temperaturas, pero tanto...).

En octubre de la sombre huye; pero si sale el sol, cuida de la insolación. 

Hoy camino solo, lo que me va a permitir mucha libertad de movimientos.
Cruzo la vía por debajo del túnel junto a la Plaza de Toros y me dirijo hacia los pinos de Ereta. 
El pinar está sucio, abandonado. Los árboles caídos dificultan el paso por la senda y todo es un amasijo de ramas. 



Con todos los restos de la vegetación y algunas "aportaciones" de residuos, alguien ha construido un chabisque que era lo que le faltaba al lugar para empeorar aún más. 



Entre ramaje y maleza sigo la estrecha senda que me lleva hasta la que fue la finca de Justo Vera. Está cuidada y bien seguida. 
Sorteando mil obstáculos, consigo bajar hasta el camino y enfilo la estrecha senda que termina en la Fuente del Rey. 



Son las 08,40 horas. No hay nadie. Del caño sigue manando el agua, sin duda alimentando por las filtraciones del canal. 
Una vez cruzada la autopista, por debajo, decido tomar el camino de la izda. 
La silueta de los Altos de Valgorra se recorta en la luminosidad del sol que poco a poco va elevándose. 
Un camino a la dcha. llama mi atención. Es amplio y parece que va a tener continuidad hasta Valgorra. Me adentro entre piezas y alguna finca cercada. 
El camino termina en una finca cerrada. 
El griterío de perros hace que me pare en seco. Dos de ellos por un hueco del cercado vienen veloces a mi encuentro. Uno es pequeño pero el otro, de mayor tamaño, me rodea y me enseña sus colmillos amarillentos. 
El dueño me grita desde dentro: 

- ¡Tranquilo, que es "cachurro"!

Yo no las tengo todas conmigo y, siguiendo el consejo que dió una vez un adiestrador, permanezco inmóvil y con el bastón pegado a mi cuerpo. Lo peor que puedes hacer es levantar un palo a un perro que te acosa. 
El "cachurro" me lanza unos "bocaos" amistosos que no me hacen mucha gracia. 
Por fin el dueño lo agarra del collar y se lo lleva. 

- Es que como es tan grande, no parece "cachurro", pero no hace nada. 

Me dice que al otro lado de la finca sigue el camino, y que de allí puedo seguir hacia Valgorra. 


En la primera esquina, encuentro una antigua cabaña de piedra muy bien conservada. Como no oigo ladridos me meto a echar un vistazo. 
El camino sigue hacia el E. El sol ha superado el horizonte y me da de lleno en la cara. Está tan bajo que tengo que poner la mano de visera para poder ver. 
Camino despacio saboreando el abrigo que ofrece el valle. La tierra esté seca. Las labores para preperar la siembra la han dejado suelta, cenizosa. Hace falta la lluvia con urgencia. 
En el cruce tomo el camino de la izda. que asciende suavemente. Entro en una pieza con el rastrojo quemado y hago la visita obligatoria.


Abejera de Valgorra. Una de nuestras humildes joyas de la arquitectura rural de Tafalla. Contemplándola, pienso que se habla mucho de una ley de mecenazgo para el deporte. ¿Y una ley de mecenazgo para el patrimonio rural? Lo que se hunda y desaparezca se perderá para siempre. 
Salgo de nuevo al camino. 


Las quitameriendas también disfrutan del sol de Valgorra. 


09,30 horas. Cabaña Redonda de Valgorra. El lugar permanece limpio y respetado. Me siento en el banco de piedra al abrigo del cierzo y observo el valle y sus tierras. Los olivos y las viñas ponen una pincelada de verdor entre los rastrojos de los irregulares campos. A mi espalda, los molinos agitan sus aspas empujadas por el fuerte viento. 
Distraído, caigo en la cuenta de que los insectos no molestan como en los días de bochorno. 


En la pieza que está al otro lado del camino, una vieja cabaña de piedra llama mi atención y me acerco hasta ella. 
Esta mañana me voy a dedicar a buscar por los cantillos lo que quede de estas viejas construcciones. 

29 de agosto de 1763. Compareció Phelipe del Boiro, guarda juramentado y declara y manifiesta que ayer, entre una y dos de la tarde, prendió a dos muchachas que estaban dentro de una viña de Bizente Artola, en el término de Balgorra, y aunque ignora como se llaman, le consta que la una es criada de la hija del Pelotero y la otra de la Lusara. (Fernando Maiora)(Tafalla del Reino de Navarra).



Vuelvo a la pieza de la abejera y, cruzando otras dos, descubro otra cabaña. 
Me detengo junto a ella y aprovecho el abrigo de la ladera para echar un bocado. Una piedra lisa, con respaldo y todo, me sirve de banco. Los chaparros y las ilagas son mi única compañía. El silencio sólo lo interrumpe el zumbido de los molinos próximos. 
Continúo hasta llegar a la zona de monte bajo y, por un pequeño regacho, me dispongo a bajar hasta el camino cercano. 
Algo llama mi atención entre las piedras. 



Un lazo para la caza de conejos está estratégicamente colocado en este paso estrecho. Hace unos años, bajando a Santa Zita, metí el pie en uno similar y a punto estuve de pegarme un buen morrazo. 


Por la orilla de una finca con olivos, llego a las ruinas de otra cabaña. 


Salgo al camino que pasa cerca del Caserío de Goyena y vuelvo a entrar en otra pieza, continuando con mi búsqueda de cabañas. 


Enseguida encuentro las ruinas de otras dos, muy cerca una de la otra. 
Como el campo está en barbecho o maquinado, se puede andar por cualquier lado. Decido sequir por las piezas próximas mirando piedras, mojones o cualquier cosa que me pueda parecer interesante. 
Llego al camino que sube de Valgorra a Pozuelo, donde se encuentra la caseta del Fraile. 
Me adentro en el camino para visitar la fuente.


10,20 horas. Fuente de Valgorra. Está seca, como siempre. A pesar de la limpieza que le hicieron el año pasado, se está volviendo a cerrar con la maleza. Es lo que tiene la naturaleza, si la dejas se desarrolla con fuerza. 
Bajo por el camino en dirección S. admirando los enormes zarzales que invaden la orilla dcha. Donde acaba la vegetación hay una pequeña entrada y allí se encuentra, también seca, la Fuente de la Teja. 
Continúo bajando por el camino y me asomo un instante a la finca de los Cañas. No hay nadie, así que decido seguir mi paseo. 
Tomo la primera entrada que veo a la izda. para seguir orillando piezas y olivares. 


Medio agachado, buscando pasos fáciles en los cantillos, salgo al barranco de Valgorra. En este tramo, es amplio y está muy limpio. 
Un grupo de ciclistas suben hacia Pozuelo. Se hablan a gritos mientras pedalean con poco esfuerzo. 
Orillo la pieza y salgo al camino . 


11,00 horas. Cuando llego al Juncal me detengo ante el enorme zarzal que esconde la pequeña fuente. El difunto Alfonso Muro se empeñó, hace muchos años, en que allí había agua. Limpió todo aquello, encontró la veta y hasta le puso un pequeño caño. Cuando pasaba por allí, si estaba, me gustaba pararme con él y que me contase su empeño en poner aquella fuente. 
Vuelvo a la Fuente del Rey y entro en el pueblo. 
La mañana, a la sombra, está fresca. Le digo a Julio Cañas que he estado en su finca. Hoy, me dice, van a comer allí. Al abrigo, todavía se está bien en el campo. 

En este enlace se puede ver el recorrido de hoy





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