martes, 25 de octubre de 2022

Tres casetas coplanarias



Domingo, 23 de octubre de 2022

Hace 10 años hicimos una de nuestras excursiones al Plano, que titulé "Dos casetas coplanarias". 

Hoy, recordando aquel paseo y tirando de la misma ironía geométrica vamos a hacer esa misma ruta con la idea de preparar una salida para el Senderismo por Tafalla de la Asociación San Sebastián. La diferencia es que, esta vez, en lugar de visitar dos casetas, visitaremos tres. 

Son las 08:30 horas. Domingo de Ferias de octubre. 

San Severino y San Servando, el frío ya se va notando. 

El termómetro marca 16º y el cielo está bastante negruzco. La previsión es que no va a llover. El viento del S. no molesta, aunque invita a salir un poco abrigados. 

Salimos por "los enredos" que decía el Templao y llegamos a la salida que encara el camino de Falces. 

La variante de reciente construcción obliga a pasar por el tubo que –a modo de túnel– permite continuar la ruta. 

La finca de Txirolas está limpia y cuidada. 

La cepas "a vaso" –como le gustaba decir a Félix– mantienen un verdor impropio de esta época del año.

Seguimos por el camino de la izda. 

Hacemos la parada obligatoria en la Fuente de los Falces. 

Un hilo de agua brota del caño de hierro. Los riegos de las fincas próximas se filtran hasta su aljibe, lo que hace posible que tenga agua todo el año. 

El camino, poco a poco, va ascendiendo hasta llegar al Plano. 

El pequeño bosquete que ha prosperado en lo que fue primero la gravera y después el vertedero de basuras ofrece una frondosidad agradable. 

Miramos al N. y descubrimos Alaiz, la Peña, la Higa y San Pelayo.

 En el Corral del Plano se oye actividad. El ganado protesta queriendo salir a buscar los pastos del monte. 

Cruzamos por el Raso y, al llegar al final del camino, giramos en dirección S. 

El ruido de un vehículo rompe el silencio absoluto. Un conocido cazador saluda con la mano. Lleva enganchado un remolque con perros, que nos miran con curiosidad. 

Los dos monolitos construidos con piedras indican el camino hacia la primera de las casetas. 

Caminamos con calma, saboreando el entorno y mirando, de reojo, al cielo que por momentos parece más encapotado. 

Al llegar al pinar seguimos una senda estrecha que rompe la monotonía del ancho camino. 

09:45 horas. Caseta del Plano. 

Está abierta. No hay nadie. Un par de vehículos han sido aparcados junto al arbolado. 

Nos sentamos a echar un bocado. En la espesura del pinar suenan varios disparos. 

En el Alto del Predicadero están ubicados algunos balcones; serán tiros a la malviz. 

Seguimos. 

Tomamos el camino habitual por el que llegan los coches hasta la caseta y, en una bifurcación, tomamos el de la izda. para bajar a la caseta de los Gregoricos. 

Cuando nos vamos acercando, la música electrónica de un altavoz –mezclada con voces y risas– nos hace detenernos y variar nuestro rumbo. No tiene sentido presentarnos improvisadamente interrumpiendo la reunión. 

Salimos al camino de arriba. Varios vehículos está aparcados en su orilla. Seguimos una senda que desciende y llegamos. 

10:30 horas. Caseta de Morán. 

Aquí no encontramos ningún impedimento para acercarnos a verla. 

Damos una vuelta a su alrededor. Aunque podríamos entrar (Manolo siempre me dice que lo hagamos con toda confianza), no lo hacemos.

Seguimos en dirección S. 

Por una especie de suelo bardenero ascendemos hasta el final de una pieza y, por el camino de la izda., salimos al principal del Plano. 

En un claro que deja la vegetación, dos pilares de hormigón indican la entrada al antiguo comedero de buitres. 

Entramos. Los restos de huesos blanqueados por el sol son los únicos vestigios de aquella instalación. 

Al final del camino, descubrimos varias colmenas modernas. Las contemplamos a una distancia prudencial porque la temperatura es alta y acercarse puede resultar peligroso. 

Año 1493. En el dicho concejo fue condenado que desde aquí en adelante ningún ganadero, como son dulero, boyero, cabrero y semejantes, sean osados de llevar perros a la guarda de los dichos ganados, en especial a los montes, so pena de 5 groses por cada perro y si los tales ganaderos o sus familiares vendían conejos y había sospecha que eran del monte o del Plano, cazados con perro o hurón, que los tales sean constreñidos a hacer juramento dónde y cómo los han cazado, y si manifestaren que en los dichos montes los han cazado, como dicho es, que hayan la pena usada y acostumbrada hasta aquí, y aquella será ejecutada por los dichos alcalde y jurados, o aquella fecha ejecutar por ellos al nuncio o corretor de la villa. (J.M. Jimeno Jurío)(Merindad de Olite III. Documentación del Archivo Municipal de Tafalla (2).

Otra vez estamos en el camino del Plano. 

Un poco más adelante pasamos junto a las caleras. No queremos entrar porque la vegetación está cerrada. Lo haremos cuando vayamos con los senderistas. 

En la pieza donde la Asociación de Cazadores realizó una repoblación, se ha quedado la viña del rincón sin vendimiar. Es triste ver los racimos negruzcos y arrugados colgando de las cepas. 

Salimos a la Cuesta del Melón. La bajada es cómoda. La vegetación ha cubierto por completo la balsa. 

En la finca de Txirolas no hay nadie. Entramos y disfrutamos de la pequeña huerta, bien llevada, y de la vista de la caseta. 

11:30 horas. Volvemos al camino y cruzamos nuevamente el túnel/tubo.

Al entrar en el pueblo se empieza a notar la animación. Las ferias de octubre, aunque con menos entidad que las de febrero, fueron una feliz ocurrencia de D. Casimiro Armendáriz, alcalde en los años 50, para dar vida a Tafalla entre las Fiestas de agosto y las Ferias de febrero. 

En este enlace se puede ver el recorrido de hoy.





martes, 18 de octubre de 2022

Tras las huellas de Thurscando



 (Lápida de Thurscando expuesta en la Casa de Cultura de Tafalla)



Domingo, 16 de octubre de 2022

Hace tiempo me señaló Atxu Ayerra el sitio exacto donde encontró la lápida del personaje romano Thurscando, que se puede ver en la Casa de Cultura. 

Hoy, aprovechando este domingo de otoño tan agradable, vamos a visitar el lugar, entre otros rincones también interesantes. 

Son las 08:00 horas. El termómetro marca 15. 

En octubre, la hoja en el campo se pudre.

El viento del sur refresca el ambiente, pero no parece que vayamos a pasar frío. 

Subimos por el camino del Vaquero entre campos parduzcos y labrados. 

La tierra, preparada para la siembra, recibió con ganas la lluvia del pasado martes. 

Seguimos por el camino de la dcha. y nos encontramos con el Canal que, a modo de muralla, cierra el paso hacia el interior de la Aquitana. 


El Gurrutxo a nuestra dcha. nos observa en la soledad de su cerro. 

Al otro lado del canal, el corral de la Aquitana se acomoda en lo alto del cerro mientras envejece lamentándose de su ruina.

Continuamos por ese camino nuevo hasta llegar junto al túnel de La Lobera. 

Escondida en un rincón, la cabaña de Chispas está totalmente en ruinas. 

Una de las mejores casetas de piedra que tenemos en Tafalla. Digna de figurar en el libro "Tafalla, arquitectura rural de la zona", necesita una urgente rehabilitación para evitar que desaparezca convertida en un montón de piedras.

Cuando damos vista al túnel, tenemos que girar a la izda. para buscar el camino o senda que nos llevará a nuestro objetivo. 

Volvemos sobre nuestros pasos pero por el otro lado del canal. Por una senda mal dibujada, llegamos hasta la malla que cierra la infraestructura. 

Caminar entre la vegetación y el cercado no es difícil, aunque tampoco fácil.

Por fin salimos a una pieza labrada, la cruzamos y llegamos a nuestro destino. 

09:50 horas. Isleta de Thurscando. 

Aprovechamos el lugar para echar un bocado. 

El hallazgo, en palabras de Atxu, tuvo su cosa y algún día lo contaremos. 

El viento que entra del S. hace necesario abrigarse cuando nos paramos. 

El silencio y la tranquilidad se rompen, muy de vez en cuando, con los disparos provenientes de una palomera cercana. 

Volvemos a cruzar la pieza y salimos al camino de La Lobera. 

Pasamos junto a la pieza cuadrada que alberga una abejera muy estropeada y nos metemos en el interior del bosquete para visitarla. 


Un par de ventureros, junto a la balsa seca, nos anuncian la proximidad de la construcción. 

La parte trasera de la abejera engaña. Aparece como una pared sólida que hace pensar que está en buen estado de conservación. Incluso la pared donde se halla la pequeña puerta se mantiene bien. 

Pero cuando la ves de frente, compruebas la ruina absoluta en que se encuentra. 

Javier Del Castillo en su informe sobre la abejeras de Tafalla dice: "Es muy complicado el modo de conservar esta abejera ya que hay que empezar de cero porque está todo muy inestable". 

En los alrededores de la construcción encontramos varios ventureros; por cierto, mejor conservados que la abejera. 

Salimos de nuevo al camino y comenzamos el descenso. 

La frondosidad del terreno hace que nos maravillemos del lugar tan privilegiado por el que caminamos. 

A nuestra izda. la abejera de Iriso, en el abrigo de los pinos, parece querer saludar a los paseantes. 

Y un poco más abajo, la "joya de la corona". 

La abejera de Froilán, desde la distancia, convierte el rincón donde se encuentra en un lugar, casi me atrevería a decirlo, de obligada visita.

Tapada desde hacía tiempo por la vegetación, el Voluntariado Mediambiental la desbrozó y sacó a la luz. 

En uno de sus agujeros todavía sobrevivía una colmena de abeja autóctona. 

Tuvimos el privilegio de llevar a Javier Del Castillo hasta allí para que la estudiara. Trató a las abejas contra la varroa y ha conseguido sacar varios enjambres para hacer del lugar un espacio de conocimiento y divulgación de la antigua apicultura. 

Casi en el cruce con el Prau Redondo se halla el Pozo de Jurío. 

Con su inseparable ciprés ciprés de arizona de centinela. Meto el bastón por el hueco de las piedras y, como era de prever, está completamente seco. 

Llegamos hasta la balsa. El agua corrompida, como siempre que es temporada seca, despide un hedor poco agradable. 

Por el primer camino de la izda. volvemos para casa. 

El Corral de la Mariana cada vez está, o a mí me lo parece, más en ruinas. 

Un poco más adelante, en el cruce de caminos, nos asomamos al Corral del Vaquero. 

Al llegar a la granja del Churrero, la cosa se complica un poco. Las obras del Tav han cortado el camino y tenemos que dar un pequeño rodeo para pasar al otro lado. 

Afortunadamente el terreno está seco. No queremos imaginarnos lo que tiene que ser eso cuando sea un barrizal. 

11:40 horas. Cruz devocional. 

Entramos en el pueblo por la zona de Losillas. 

Los cánticos y la megafonía de la celebración del Nafarroa Oinez llegan lejanos hasta donde nos encontramos. La presencia de autocaravanas, policía foral y voluntarios indicando las zonas de aparcamiento dan idea de la aglomeración que vivirá hoy Tafalla. 


En este enlace se puede ver el recorrido de hoy





lunes, 10 de octubre de 2022

Un abrigo en los Altos de La Sarda




Domingo, 2 de octubre de 2022

Una conversación con un octogenario cazador de Tafalla me puso sobre la pista de una gran roca con una oquedad que le servía de refugio en las jornadas frías y húmedas cuando salía a "pegar cuatro tiros"-

Son las 08:30 horas. El cielo está despejado. La temperatura, 10º. 

Octubre es el mes de historias y de buenas memorias. 

Como apenas anda viento y aparcamos al abrigo del escaso cierzo, no sacamos mucha ropa. 

El camino de la dcha. de la carretera Estella, donde hay una estación de transformación eléctrica antes de llegar al Caserío de La Sarda, es nuestro punto de partida. 

El camino asciende suavemente. Los molinos permanecen inmóviles. 

A nuestra dcha., más allá del barranco, una pared de piedra sirve de resguardo a una cantidad importante de colmenas modernas. 

Seguimos ascendiendo. 

Un cañaveral esconde un camino viejo, casi perdido, que lleva hasta una bonita cabaña que, metida en el pinar, sirvió de cobijo hace unos cuantos años a los mansos de una ganadería que escaparon al arder el camión que los transportaba. 

Continuamos subiendo. 

El cerro de la izda. está repoblado con diferentes coníferas y ofrece un rico muestrario de pinos, cipreses y otras variedades de vegetación. 

A esta zona, igual que a la que está en las inmediaciones de la Lagunilla de Cascarruejos, la llamamos nosotros "la Toscana tafallesa".

Al final del invierno, y sobre todo en primavera, es un regalo para la vista contemplar estos campos y cerros en todo su verdor. 

Cuando llegamos a la parte más alta del camino, el paisaje cambia. 

Desde este pequeño collado al que nuestros vecinos llaman el Portillo de Eleuterio, Artajona parece navegar en medio de un mar de aguas pardas rodeado por los ‘acantilados’ de las sierras de Alaiz, Andía y Lókiz. 

Si siguiéramos de frente, descenderíamos a la Cabaña de Saturnino Iriarte, una bonita construcción que rehabilitaron los de Artajona y que nosotros visitamos hace unos cuantos años. 

La senda estrecha que se introduce en el pinar nos invita a seguirla. 

Un paseo agradable, llano. 

Hay que andar con atención porque en cualquier recodo te puede venir un grupo de ciclistas de montaña que, creyendo que no se van a encontrar con nadie, disfrutan del recorrido a toda velocidad. 

09:50 horas. Por las indicaciones que me dio mi informante pensamos que hemos llegado al antiguo refugio del cazador: una roca grande a la izda. del camino desde la que se divisan Cascarruejos, los cerros de Candaraiz y –un poco más a la dcha.– la sierra de Codés coronada por la cima de Yoar. 

Bajamos como podemos. El terreno está difícil.

En la base de la roca descubrimos una oquedad, bastante invadida por la vegetación, que pensamos tiene que ser el abrigo que buscamos. Lo tengo que confirmar. 

De malas maneras conseguimos hacer alguna foto y, agarrándonos aquí y allá, volvemos al camino.

Aprovechamos el sol y la panorámica para hacer una parada y echar un bocado. 

Seguimos camino adelante. 

La venta de las Corralizas. En las actuaciones concretas hemos de referirnos a las dos tandas de enajenamiento. La primera, 1841 /1842 afectó a la mayoría de las corralizas sitas en los términos comunales de Saso, Candaraiz y La Sarda. El permiso de la autoridad provincial consentía la enajenación a perpetuo, y así se subastaron; pero se reservaban importantes facultades a los vecinos. Al parecer éstos no usaban, a juicio de los corraliceros, de esas facultades razonablemente por cuyo motivo se incoó un expediente de aclaración con la firma de una escritura de concordias entre Ayuntamiento y compradores de las hierbas. Ahí quedaron puntualizados los derechos del vecindario bajo estas cláusulas (...) (Felipe Esquíroz Armendáriz)(Tres hitos en la trayectoria comunal de Tafalla).

Un hito en un cruce nos pone en una disyuntiva. 

Si seguimos de frente, bajaremos a las Tres Mugas y al Camino de la Vera Cruz.

Preferimos seguir la senda de la izda., bajar al fondo del valle y tratar de descubrir con los catalejos si el hueco que hemos encontrado era el que buscábamos. 

La bajada es agradable. Se han colocado bastantes montoncitos de piedras (cahíres) que señalan, sobre todo a los bicicleteros, por donde discurre el camino. 

A media ladera, como la dureza del terreno lo permite, aparecen varias madrigueras oscuras y profundas.

Uno de los ramales del camino termina en una pieza, la orillamos y, cuando tenemos perspectiva, miramos hacia arriba. La tupida vegetación sólo permite ver una extensa zona de pinos. 

Poco antes de salir al camino del comienzo, nos acercamos a un saliente de roca. 

Es un pequeño hueco que permite sentarse a los caminantes, pero que, en caso de lluvia, no proporciona cobijo. 

Aprovechando que una extensa pieza está labrada, la cruzamos y –por su orilla– salimos al camino. 

Descendemos hasta el coche. Tres ciclistas, uno de ellos conocido, nos saludan ruidosamente mientras suben veloces hasta el alto. 

11:15 horas. Volvemos para casa. Ha sido un bonito paseo por los pinares de La Sarda. Sin duda lo volveremos a repetir para corroborar que ése es el refugio que nos indicaron o para seguirlo buscando por la ladera. 


En este enlace se puede ver el recorrido de hoy. 



 

lunes, 3 de octubre de 2022

El Cabecico Pelao




Domingo, 25 de septiembre de 2022


Resulta que lo que yo conocía como el Cabecico Pelao es el Cabecico Redondo. 

Gregorico, después de que estallara el cohete de Fiestas, me dijo que me veía por la tele; que le gustaba el programa, pero que tenía que hacerme una corrección. 

Como llevo muchos años caminando y conociendo los recovecos del término, siempre agradezco las puntualizaciones que me sacan de mis errores. 

Pasadas unas semanas, me encontré con él y me dio toda clase de explicaciones sobre el paradero del Cabecico Pelao, el auténtico. 

Son las 08:30 horas. Aparcamos en el Caserío de la Chiquitina y salimos. 

La mañana está buena para andar. 

El termómetro marca 9º y el cielo está azul, limpio. 

Septiembre soleado, buen vino asegurado.

El Saso está solitario. El silencio es absoluto. 

Salimos al camino principal y tomamos el primer desvío a la izda. 

Después de subir una breve pendiente, llegamos a otro cruce y aquí tomamos el de la dcha.

Moncayuelo, al fondo, no nos quita ojo.

Mientras caminamos vamos haciendo planes: Después del cabezo, subiremos a la Navascuesa y de allí, por la cañada, llegaremos al Cabezo Redondo para volver por el Caserío de Manuel. 

Oímos un ruido de motor y vemos un coche que viene a toda velocidad a nuestras espaldas. 

El conductor detiene el vehículo y baja la ventanilla: 

- < Buen día... es que... estamos cazando jabalíes y os rogaría que no pasarais de aquella raya verde. Hay peligro al disparar y... >

Le tranquilizamos porque, del Cabecico Pelao, tiraremos hacia Manuel sin adentrarnos en la zona de caza. Cabecea agradecido y aliviado.

09:00 horas. Cabecico Pelao. 

En la misma orilla del barranco del Saso, se encuentra medio escondido este cogote de tierra. 

Hemos pasado junto a él en infinidad de ocasiones y nunca hubiésemos pensado que ese era el Pelao. 

Nos acercamos, lo rodeamos y entendemos el porqué de ese nombre; no tiene ni una brizna de hierba. 

A sus pies, la escasa vegetación está compuesta principalmente por esparto. 

La caza del jabalí ha trastocado totalmente nuestros planes. 

12 de junio de 1932. Pasa a informe de la Comisión instancia de D. Alfonso Espronceda pidiendo se le reintegre lo satisfecho indebidamente por canon de parcelas, correspondiente a la nº 641 de Saso, en el año 1930. (El Cidacos. nº 1)


Cruzamos una pieza en barbecho y, en la siguiente, orillamos el Alto de Ventura recordando lo que me decía Cholas: 'En el Alto Ventura, liebre segura'. 

Algún día, con tiempo y ganas, nos adentraremos en este cerro y echaremos un vistazo por su interior. 

Salimos al camino y llegamos a la Balsa de Justo.

A pesar de la sequía, tiene bastante agua.

En el cruce, giramos a la izda.

09:30 horas. Caserío de Manuel 



La higuera que está al N., en la fachada, tiene los higos tan pequeños que casi no se ven. 

El corral está vacío, aunque se aprecia actividad. 

Mientras echamos un bocado miramos hacia el S. y observamos la silueta del Cabezo Redondo. 

Volvemos por el mismo camino y, al llegar de nuevo a la Balsa de Justo, subimos hasta el Caserío de Gregorico. 



El rebaño de ovejas nos mira inquieto. Me acerco a la cerca y se amontonan en el otro extremo.

Nos quedamos un rato disfrutando del lugar. 

El cobertizo de Valeriano Iriso y de los Gregoricos nos trae gratos recuerdos. 

Es hora de volver. 

La excursión se ha quedado corta pero las circunstancias son las que mandan. 

10:20 horas. En la Chiquitina nos montamos en el coche y volvemos atravesando el Plano.

Algunos ciclistas se alejan por los caminos interiores. 

En la carretera de Miranda de Arga, el hormigón y el hierro contrastan con la limpieza y la serenidad de El Saso.

En este enlace se puede ver el recorrido de hoy.