lunes, 24 de julio de 2017

Una mañana en Guerinda






Domingo, 23 de julio de 2017

Desde el pasado diciembre tenía "aparcada" una subida a Guerinda por la cañada de San Martín de Unx. Sergismundo (no podía ser otro) me pasó entonces un recorrido alternativo al que siempre habíamos seguido, que es desde Valgorra. 
Son las 08,00 horas. El coche dice que estamos a 19º. La mañana está de cierzo, ideal para caminar. 

Viento que se acuesta al anochecer, se levanta al amanecer. 

Aparcamos los coches en la carretera vieja de la casilla de San Martín. 
La cruz devocional se alza en el pequeño montículo recordando viejos tiempos en que el peregrino pasaba junto a ella. 



Damián y la galga Vera nos acompañan también esta mañana. 
El primer cruce de caminos tiene un mojón de cañada. 



Nosotros tomamos el de la derecha.
El terreno es bueno para andar. 
En poco menos de veinte minutos llegamos a un corral. Tiene un nombre curioso: Solán de la Guardia.


Está completamente en ruinas. De grandes dimensiones, tuvo que tener su importancia corralicera en sus buenos tiempos. 
El itinerario nos lleva por monte bajo: ilagas y carrascas que se alternan con pequeñas piezas de cereal ya cosechado. 
08,50 horas. Corral del Alto. 


Como el anterior, también está en ruinas. Situado en un pequeño cerro, muestra las paredes descarnadas cuyas piedras, a duras penas, se mantienen en pie. 
El terreno duro y áspero, lentamente, va dejando paso al arbolado. 



Una extensa repoblación de pinos nos proporciona sombras agradables y un paisaje diferente. 
Poco a poco, disfrutando de la vegetación, vamos subiendo en suave pendiente hasta llegar al camino blanco de los molinos. Estamos cerca de la cima.

Sergismundo en Wikiloc: El camino es bonito, no muy transitado, y entre encinas y carrascos, pasamos por varios corrales abandonados hasta que llegamos a la franja de pinos de repoblación. De ahí accedemos en unos 15’ al camino de los molinos, y ya estamos en la cima de Guerinda. Las vistas son espectaculares. 

09,45 horas. Guerinda. 


Una vez pasado el panel, llegamos al vértice geodésico. 



Estamos solos en el monte. 
En el mirador, aprovechando el banco y las vistas; reponemos fuerzas. 


Hemos subido a 886 m de altura y, aunque la calima impide ver el Moncayo, Guerinda es un balcón que se asoma al S. 
La Laguna de Pitillas, la Plana de Olite, un trozo de Bardena, ...



De todo esto disfrutamos en esta mañana fresca de cierzo que nos obliga a buscar el sol y el abrigo. 
Regresamos por donde hemos venido hasta llegar a una curva en herradura de la que sale otro camino que sigue descendiendo entre pinos, encinos y chaparros. 
El recorrido es largo pero cómodo. 

Sergismundo en Wikiloc: Para la bajada desandamos el camino de subida durante unos 20’ y giramos a la derecha para, por camino entre pinos, ir al otro lado del Barranco de la Abejera. 
En cuanto empezamos a bajar aparece el primer mojón de la cañada. Miramos hacia arriba y vemos por dónde subiría hasta alcanzar las cimas de la sierra. Una vaguada de unos 200 m de subida, ancha y con una fuerte pendiente, que lamentablemente está completamente cerrada por el monte bajo. Ni una sola senda para subir hasta arriba. 
Una bonita subida si eres una cabra o un jabalí, porque aquí pincha todo. 
No obstante, se ve muy claro que antiguamente los rebaños subían por aquí poco a poco hasta la cima. 
Continuamos bajando, y nos encontramos con más mojones de la cañada, y más corrales abandonados. Hay menos arbolado, y el terreno es más despejado que a la subida, pero sigue siendo muy agradable de andar. 


Algún mojón de la cañada permanece, todavía, como testigo mudo. 


Al llegar al Corral de Santa Zita, tomamos el camino de la izda. y nos acercamos al final de nuestro trayecto. 


12,10 horas. Terminamos el paseo. Junto a los coches, descubrimos un montón de botellines de cerveza vacios tirados por todo el contorno. Somos conscientes de que, con las muecas de desagrado con que las miramos, no van a desaparecer de allí. Sacamos bolsas de la mochila y nos dedicamos a recoger lo que otros, incívicamente, han tirado. El resultado es deprimente: Cinco bolsas de vidrio y una de latas y plásticos. 
A pesar de esto, la excursión ha sido estupenda. Y la guardamos para repetirla algún domingo soleado y frío de invierno. 








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