Domingo, 30 de diciembre de 2018
Terminamos el año de la mejor forma posible. Nos vamos a adentrar en el bosque de Echagüe para conocer un sendero increíble.
Hace tiempo que Iñaki Arregui nos venía diciendo que nos quería enseñar un camino que había desbrozado, junto con otro compañero, a la salida de Echagüe.
Se llama el Camino del Fraile y lleva hasta unos robles enormes y escondidos que merece la pena conocer.
A las 08:30 horas aparcamos junto a la parroquia de Echagüe.
Allí nos está esperando Damián con su inseparable galga Vera.
La temperatura en el móvil es de 1º, aunque viniendo, a la altura de San Quirico de Pueyo, ha llegado a bajar hasta los -4º.
Diciembre, frío o templado, pásalo abrigado.
El cielo está despejado.
El día no puede haber salido mejor.
El guía, un lujo y de la compañía ¡qué decir!...
Una bendición poder descubrir con ellos este rincón oculto y hermoso de las laderas de Alaiz.
Con las mochilas a la espalda y las manos abrigadas, descendemos por la pista que tenemos enfrente.
Quince minutos más tarde, a la dcha., Iñaki nos señala un sendero que es invisible si no lo conoces. Nos adentramos.
El camino está limpio. Iñaki ha estado contratado por el Ayuntamiento de Echagüe, durante varios meses, para desbrozarlo y limpiarlo.
Cada pocos metros aparecen zonas empedradas, que nos dan idea de la importancia que tuvo el sendero hace años, pues comunicaba el pueblo con las bordas del monte.
Poco a poco vamos ganando altura.
A nuestra izda. la Peña de Unzué, con un aspecto diferente, se asoma por encima del bosque y recibe los rayos cálidos del sol.
El lugar ofrece tramos entrañables.
Los hojas de los robles alfombran el suelo y la marcha es cómoda y ligera.
Salimos a la pista y caminamos unos pocos metros.
En las inmediaciones de las ruinas de una borda tomamos de nuevo un sendero que nos adentra en el bosque.
09.25 horas. Primer roble.
Es un ejemplar magnífico y, por así decirlo, el que nos va a introducir a la zona donde se encuentran sus ocho hermanos.
Un poco más adelante encontramos el segundo ejemplar.
La vegetación es abundante.
El boj, la hilaga y el enebro pugnan por hacerse un sitio en la espesura.
Los sonidos de los cencerros cada vez son más cercanos.
Dos vacas limpias y hermosas nos miran con curiosidad y, cuando nos vamos acercando, dan media vuelta y se internan en el bosque.
El tercer roble también es un señor árbol.
Nos detenemos a contemplarlo.
Pasamos junto al cuarto roble y llegamos a una zona de rocas que la erosión ha dejado totalmente laminadas.
Hay varios tramos así.
El sexto roble también llama nuestra atención y hace obligatoria la parada.
Llegamos a una zona llana y herbosa.
Los robles séptimo y octavo están casi juntos.
Y a su lado, medio escondido, el último árbol, que para Iñaki es el mejor de los nueve, espera sombrío y austero la lejana primavera.
En sus trabajos, limpiaron la maleza de alrededor del roble para que se pudieran apreciar mejor sus dimensiones.
Desde este lugar, en un día como hoy, el Moncayo luce azul y blanquecino recortando el paisaje.
Bajamos a una pista que sube en dirección N.
Vamos a caminar un rato para comprobar hasta dónde llega.
Algún sendero que sale a la dcha. nos intriga; lo visitaremos en primavera.
El ganado pasta libremente y nos mira extrañado.
Volvemos sobre nuestros pasos y regresamos junto a los últimos robles.
10:35 horas. Es hora de almorzar.
Hoy es un día especial y lo vamos a hacer de plato.
Juanjo es un experto setero y ha preparado un revuelto de cantharellus de Alaiz y negrillas de Valditrés en lo que podríamos denominar "cocina fusión".
En la bota, como no podía ser de otra manera, el rosado de San Martín prepara un maridaje perfecto con el menú micológico.
Juanjo, entusiasmado con su "creación", se inventa uno de sus refranes:
"El paisaje y el paraje, mejor con buen companaje".
Y para rematar la faena, Damián ha traído unas pastas, verdaderas delicatessen. Más que un almuerzo, esto parece un "sarao".
La fecha, el lugar y la compañía justifican hoy todo.
Volvemos a pasar junto a los robles para salir a la pista que hemos dejado a la mañana.
En el mismo cruce hacemos la visita obligada.
11:25 horas. Roble de Echagüe.
No sé cuantas veces lo habremos visitado y, como la primera vez, nos impresiona y enamora.
En cualquier época del año que lo visites, el espectáculo está garantizado.
Sus dimensiones, la limpieza del lugar y sus enormes ramas hacen de él un ejemplar único.
Hasta la Peña de Unzué se asoma a diario a ver a su ilustre vecino.
¿Brujas en Echagüe? Andrea María se había quedado viuda de Joaquinico y desde entonces era más fea, más vieja y más bruja. A Joaquinico no lo quiso nunca. Él se cocía por la noche un plato de patatas sin aceite, porque su mujer nunca estaba en casa a esas horas.
Joaquinico iba a trabajar para todos y todos lo querían; con una boina grande... y siempre el mismo bombacho y la misma camisa sucia. Trabajaba y trabajaba a cambio de comida, un poco de vino y tabaco.
Una mañana amaneció con un dolor fuerte y su Andrea Manuela no le hizo caso y se lo dejó morir de dolor y mucho frío.
Lo llevaron a enterrar en una caja sucia que guardaba el enterrador para los pobres, usada y maldita, pues la última vez enterraron en ella a uno que se ahogó él solo... porque estaba solo.
A Joaquinico le acompañó todo el pueblo por pobre y desgraciado, menos su Andrea Manuela, que se quedó en casa, borracha de vino y medio loca. (...) (P.M. Flamarique)(Historias, sueños y leyendas de la Valdorba. Libro primero)
Descendemos por la pista un buen tramo hasta que, rebasada una curva cerrada, el guía nos propone que entremos en un senda, también limpiada por ellos, que llega hasta el pueblo por el bosque.
El pueblo refleja el sol, al abrigo de la Peña.
Hay que saltar tres o cuatro alambradas y vadear un pequeño arroyo.
El itinerario merece la pena.
12:30 horas. La última cuesta se hace pesada, pero ya estamos cerca.
Junto a los coches, nos despedimos y agradecemos a Iñaki la vuelta que nos ha dado en esta estupenda mañana de fin de año.
Hay mucho que andar en este lugar y estamos seguros de que volveremos unas cuantas veces.
Da gusto contar con está descripción del recorrido sobre la senda de los frailes...( se supone que había un convento en el barranco de Ajúriz ) y hacia alli llevaba el camino empedrado de la actual senda de los frailes. GRACIAS.
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