Domingo, 28 de agosto de 2016
El alto del Cascajo se encuentra en Berbinzana. El Consorcio de la Zona Media lo marcó como el Sendero Local NA-175. A día de hoy el balizado está prácticamente desapecido. El panel informativo en el inicio de recorrido está complentamente destrozado y se deja ver en medio de unos cuantos contenedores de basura, rodeado de inmundicias.
Esta mañana nos hemos decidido a hacer este paseo porque es corto; son sólo 3,6 kms. y es la distancia que me deja hacer el fisio porque estoy saliendo de una fascitis plantar que me ha hecho parar casi mes y medio de andar.
Son las 09,00 horas. Magán marca 23º y la farmacia 22º. Viene un día de calor como los que estamos sufriendo ultimamente.
No estés al sol sin sombrero, ni en agosto ni en enero.
El N.O. de Tafalla se ha calcinado. El origen del fuego parece ser una imprudencia, pero... ¿cuántas veces hemos escrito aquí sobre la suciedad del campo y del monte? Si se aclarea el arbolado, se dejan las ramas esparcidas. La basura abandonada en cualquier rincón del término es el mejor combustible para avivar los incendios, ... Pero hay soluciones: Limpieza, podas y aclareos responsables, protección de entornos frágiles, impedir el tráfico rodado en algunos parajes, etc.
Aparcamos el coche a la salida de Berbinzana, junto a los restos del panel informativo. Sergismundo subió a Wikiloc este recorrido y nosotros lo vamos a seguir.
La mañana viene caliente. Varios vecinos del pueblo ya vuelven del paseo y nos sorprende que todos vayan acompañados de perros.
En la bifurcación tomamos el camino de la dcha. El suelo tiene la piedra suelta pero no resulta incómodo. El itinenario rodea el pequeñe cerro repoblado de pinos y asciende poco a poco hasta llegar a su máxima altura, que no sobrepasa los 400 mts.
Un par de balsas, secas, se adivinan a nuestra dcha.
Desde la zona más alta, donde los pinos no impiden la vista, Sergio ha marcado un punto con el nombre de mirador.
09,30 horas. La panorámica es excelente. Merece la pena. Berbinzana y la vega del Arga se extienden en una amplia llanura poblada de campos de labor.
Llaneamos un pequeño tramo y comenzamos el descenso.
Aprovechamos un sombrío bajo los pinos para echar un bocado y contemplar el paisaje.
Bajamos hacia el pueblo. Un intenso olor nos sorprende antes de una amplia curva. Enseguida descubrimos su origen. Es una granja de vacas, estabuladas, de la que están limpiando el estiércol.
Llegamos al límite de la población.
10,15 horas. Una humilde señal del Sendero nos observa desde la orilla del camino. Forcejeando con los arbustos, señala la dirección de un paseo, que como tantos en la Zona Media, han sufrido el abandono.
Cruzamos el barranco que atraviesa el Quiñón y llegamos al coche.
El calor empieza a apretar. El paseo, aunque corto, ha merecido la pena. Poco a poco volveremos a nuestros paseos dominicales.
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