Domingo, 24 de julio de 2016
La mañana está buena para andar. El cierzo sopla suave y refrescante. Hace tiempo que no vamos al Plano y hoy nos apetece dar una vuelta por su Sendero Local, antes de que comiencen "los tiros".
Son las 08,00 horas. El cielo está limpio, azul. Magán marca 18º y la farmacia 17º. La calle está desierta. Con la mochila a la espalda nos acercamos a las inmediaciones de la Ciudad Deportiva.
Venga julio fresco, el Carmen claro y Santiago abrasado.
En la urbanización, algún madrugador ha sacado de paseo al perro.
A la altura, más o menos, del Árbol del Gitano, enfilamos el camino que desciende entre viñas y campos de cereal.
En la finca de Txirolas no hay nadie.
Junto al cuidado huerto, una informe construcción de piedra aparece coronada por un tupido mechón de flores.
08,30 horas. Fuente de Los Falces.
Construida en el año 1960, no ha conocido una abundancia de agua como ahora. Los generosos riegos de la ladera del Plano contribuyen a llenar vetas y de su caño sale, como nunca en estos finales de julio, un chorro de agua continuo y potente.
El camino es bueno para andar.
En el último maizal de la parte izda. los aspersores están a pleno rendimiento. El aire empuja el agua hacia el camino y, sabiendo esperar, conseguimos pasar sin mojarnos.
En la zona más alta de la ladera, junto a la antigua gravera, contemplamos Tafalla, la sierra de Alaiz y la Valdorba.
Dejamos a la dcha. el panel indicador del SL y cruzamos el camino blanco.
Una senda ancha se introduce entre las primeras encinas y la seguimos.
A pocos metros un pequeño cahir marca la nueva dirección. Es un sendero estrecho que gira bruscamente a la izda.
Nos adentramos entre encinas, chaparros y enebros. El silencio es total. La marcha es agradable: A un pequeño claro, sucede una zona arbolada.
La senda termina en un cruce de caminos. Tomamos el de la dcha. y cruzamos por encima del canal, que en este tramo va subterráneo.
Las tapias de piedra que levantó Toñín Olcoz, rodeando algunas encinas, decoran el camino. Seguimos adelante.
09,20 horas. La Cruceta.
El cruce de caminos, que además es muga con Olite, está abandonado; sin alma. Dos tablillas oxidadas marcan los límites de los cotos de caza. Desde que desapareció la pequeña cruz de piedra, que daba nombre al lugar, este rincón parece mas mustio.
¿No sería conveniente poner un poste con un pequeño letrero que indicara dónde estamos?
En este punto tenemos dos opciones: Bajamos hacia el Saso y nos dirigimos a la Balsa de Cabriteras o continuamos por el camino de enfrente, que está balizado porque es el SL NA 170-A.
Hoy apetece más caminar por el bosque. Seguimos de frente.
Entre los árboles, las tierras del Saso vecinas de la Cañada palidecen después de la siega. Cerca de nosotros, al abrigo de Las Zorreras, los maíces verdean aliviados por los intensos riegos.
El paseo es agradable. La zona conserva la vegetación. El suave cierzo, como una brisa, se cuela entre los árboles y refresca nuestro andar.
29 de Diciembre de 1870. Arrecia el temporal de nieve y hielo. El Ayuntamiento reparte una libra de pan y un octavo de almud de alubias por cada individuo de familia "con el fin de remediar la necesidad y evitar un conflicto". Días más tarde repartieron habas y jornales para limpiar de matorrales del Monte Plano, pero la necesidad se alargó y se pidió ayuda a la Diputación. Mientras duraban estas ayudas, no se permitió la limosna por las calles. (J.M. Esparza)(Historia de Tafalla - Tomo I).
09,45 horas. Cuando salimos al camino principal buscamos una sombra para echar un bocado.
Todavía tenemos que andar un trecho hasta encontrar otra construcción de Toñín y aprovechar el asiento.
Mientras almorzamos, El Plano se va animando: Algún caminante, dos o tres ciclistas, vehículos...
Camino adelante torcemos a la dcha. y pasamos junto a las repoblaciones del Oinez basoa.
El Corral del Plano aguanta estoicamente el solazo que le da de lleno.
Seguimos por su izda y después de pasar al lado de la escombrera, nos adentramos en la Senda de los Enamorados.
Aquí la sombra se agradece. Hacemos una breve parada para beber agua y seguimos. Este sendero en invierno es único. En la zona arbolada, la humedad no solamente se deja notar en los pies, sino que penetra por todos los sentidos.
Y en primavera este lugar es una explosión de colores y aromas.
Pero la dicha se acaba pronto y salimos a la irreconocible Cuesta del Melón. Es un camino ancho, blanco. Un vehículo sube velozmente sin importarle que dos personas bajen orillándose por lo que pueda pasar.
10,50 horas. En la finca de Txirolas la bicicleta está apoyada en un nogal.
No vemos a Félix. Estará enfrascado en las mil tareas que le ocupan sus días.
Seguimos en dirección al pueblo.
Pasadas las 11,00 horas entramos en la urbanización por donde hemos salido a la mañana.
El día viene de calor aunque el cierzo, tan añorado la semana pasada, va a hacer que sea más llevadero.
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