Domingo, 28 de julio de 2019
Julio no suele ser buena época para subir al Plano. Las moscas, cuando se entra en la espesura, te comen.
Pero hoy va a ser diferente. El suave, aunque frío cierzo, las ahuyenta y el paseo por un bosque cercano al pueblo no tiene precio.
Son las 08:00 horas. El termómetro marca 14º.
Salgo con chaqueta porque el viento rebaja la temperatura.
En el cielo hay más claros que nubes, pero creo que el sol no va a molestar.
Julio triguero, septiembre uvero.
Por los "enredos", que decía el Templao, me acerco al camino que saca del pueblo.
Mientras recorro la urbanización, rememoro los términos y lugares que se van "tragando" los nuevos tiempos: La Pesquera, la Somatilla, el árbol del gitano, huertos, nogales e higueras, el pequeño transformador de electricidad en la intersección del camino del Curtido y el de Falces.
En el cruce con el camino de la Celada, se esconde tras la maleza la lápida con una cruz labrada que se trasladó allí no hace muchos años. No le vendría mal una limpieza a todo el entorno.
Unos metros más adelante, el chaflán de la finca de Txirolas luce espléndido y parte el camino en dos: A la dcha. la Cuesta del Melón y a la izda. el camino de Falces.
Continúo por la izda.
08:30 horas. Fuente de los Falces.
Desde hace varios años no conoce la sequía.
Los riegos de las piezas próximas alimentan su veta y el caudal no disminuye aunque vaya el tiempo seco.
Los campos amarillean en rastrojo y los olivos muestran sus verdes frutos.
La cuesta hacia la gravera va cogiendo pendiente. El cascajo del suelo también dificulta la subida.
Veinte minutos después, desde las cercanías del corral, la vista de Tafalla enamora.
Dejando a la dcha. la corraliza, continúo por el camino ancho que va en dirección O.
A mi izda., tras la alambrada, los quejigos y encinas del Oinez Basoa se pelean con la abundante hierba que amenaza con engullirlos.
Al final del trayecto giro a la izda.
En los espacios habilitados para aparcar, proliferan los vehículos con pequeños remolques para llevar a los perros.
Tras pasar varios cruces, comienzo a descender por un suelo deslavazado hasta llegar a la explanada de la balsa.
09:20 horas. Balsa de Cabriteras.
El lugar está desierto y el agua llega hasta la orilla.
Doy una vuelta a las casetas donde se apostaban los cazadores a la espera de las palomas.
Una de ellas tiene un pequeño derrumbe en su entrada y la otra se conserva mejor.
Cerca de la balsa, siguiendo una pequeña senda marcada, me dirijo al pozo.
Se encuentra medio escondido entre la vegetación y apartado de la ruta habitual.
Levanto la tapa. Se aprecia en su interior una gran cantidad de agua.
Regreso a la balsa y me siento en la hierba de su orilla para echar un bocado.
La superficie del agua en calma, el silencio absoluto y el sol jugando al escondite con las nubes, relajan cuerpo y espíritu.
La temperatura es estupenda, apenas anda aire y los insectos no molestan. Es un lujo poder disfrutar de todo esto a una hora andando desde Tafalla.
Pero hay que seguir.
Por el camino que baja hacia El Saso, llego hasta el que sube al Plano.
El fondo, Moncayuelo, escoltado por dos molinos, vigila las suaves lomas ocres y verdes, mientras los caseríos de Gregorico y la Chiquitina se asoman en sus lomas.
Otra vez hay que subir una pendiente.
10:00 horas. La Cruceta.
La encina solitaria se asienta en la intersección y mira altiva hacia el raso de Olite.
Continúo por la izda.
El bosque rebosa vida.
Los encinos, enebros y coscojos inundan el monte de una variedad de colores verdes. Las ilagas, pequeñas y pardas, parece querer hacerse sitio entre tanta vegetación a base de pinchazos.
26 de diciembre de 1491. Concesión de coscojos. En dicho concejo fue suplicado por Sancho de Cemborain que se le diese al ballestero de Olite ocho cargas de coscojos de nuestro Plano, y luego, oida su dicha suplicación le fue otorgada por todos los suso dichos unánimes y conformes. (J.M. Jimeno Jurio)(Merindad de Olite III. Documentación del archivo municipal de Tafalla (2).
Cruzo el canal que va enterrado y me acerco hasta un pinar próximo.
En la curva del camino, medio escondida, comienza la "senda oculta del Plano".
Me adentro en ella.
Es estrecha y bonita.
Una bicicleta de montaña sale de una curva y mi presencia le obliga a frenar.
Poco a poco me voy aproximando a la alambrada y salgo al camino principal.
10:30 horas. Corral del Plano.
Estoy volviendo para casa y lo rodeo por su izda.
Dos amigos y su perro vienen hacia mí. La parada y la conversación son obligatorias.
La senda estrecha del "paseo de los enamorados" es una invitación irresistible.
Entro por ella.
Dos ciclistas han tenido la misma idea y me avisan de que llegan.
Poco a poco, golpeando las ramas de algunas zarzas que pretenden apoderarse del paso, llego hasta la Cuesta del Melón.
Comienzo a bajar.
La balsa está completamente tapada por los carrizos.
Si alguien dejara un melón a refrescar, difícilmente se lo quitarían los que pasasen ahora.
En la finca de Txirolas no hay nadie, así que hoy no hay visita.
El camino me acerca al pueblo.
A las 11:10 horas entro en la urbanización.
La mañana está buena para andar. El cierzo sigue refrescando el ambiente.
Las nubes y los claros se suceden monótonamente.
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