miércoles, 25 de enero de 2023

Una fría mañana en Almoravit



Domingo, 22 de enero de 2023

¡Qué frío!

Desafiando las bajas temperaturas vamos a dar una vuelta por el campo. 

La mañana está para quedarse en casa, pero ha pasado más de medio mes de enero y todavía no hemos estrenado el año. 

Son las 08:30 horas. Rosa nos está esperando en la puerta de casa.

Lleva más forros que una cebolla y no me extraña. 

Entre San Sebastián y los Mártires, de casa no salgas aunque de pan no te hartes. 

El termómetro marca - 2º, pero la sensación térmica nos deja todavía más helados: -7º.

Caminamos por la UR2 (los enredos que decía el Templao). 

Pisamos asfalto y aceras donde, hasta no hace mucho, estaban las huertas de Barranquiel. 

El camino que va paralelo al barranco del Abaco nos saca hasta la rotonda donde se encuentran los talleres. 

Cruzamos la carretera y subimos al Cabezo de San Gregorio.

La sólida lápida detrás del quitamiedos evoca la batalla de Barranquiel, tan decisiva para la ciudad de Tafalla. 

Un poco más adelante, la austera ermita de San Gregorio aguanta imperturbable los embates del frío cierzo.

Nos asomamos al Cidacos. La tupida vegetación impide ver el cauce, aunque el rumor del agua lleva la nieve fundida de estos días pasados. 

Bajamos a la carretera. No hay quien pare en el cerro. 

Cruzado el puente de la autopista, el primer desvío a la izda. nos invita a entrar en Gerón. 

La parada en las antiguas cuadras de Garro es obligatoria. 

En la cercana fundición se oyen algunas voces de trabajadores que, buscando el tibio sol, han salido a almorzar. 

Continuamos nuestro camino en dirección S. 

En una curva, junto a la orilla del río, abandonamos el camino y bajamos hasta el cauce. 

09:30 horas. Presa de Almoravit. 

Es un espectáculo verla hoy. 

Las aguas abundantes forman una alfombra de espuma blanca. El ruido del agua nos transporta a paisajes idílicos. 

Permanecemos un rato en este rincón agreste y hermoso. 

Subimos al camino y, orillando una pieza, llegamos a la parte superior de la presa. 

No podemos dejar de admirar la vista que tenemos desde aquí. 

Buscamos una senda y accedemos a la pasarela metálica. 

Cruzar por ella permite, además de cruzar a la otra orilla, contemplar el Cidacos –inmóvil– protegido por dos murallas vegetales. 

Los caminos sirven de muga entre Solrío y el Escal. 

Por la orilla de un olivar, nos acercamos hasta los pozos. 

El recinto está cerrado. Nos quedamos en la verja mirando las instalaciones y evocando aquellos veranos, antes de la construcción del embalse de Mairaga, en que desde aquí se bombeaba el agua hasta Santa Lucía, evitando frecuentemente restricciones de agua. 

Aprovechamos un abrigo para echar un bocado. 

Seguimos por la orilla del olivar y cruzamos la vía férrea.

Un viejo camino discurre paralelo al antiguo Vivero Forestal. 

Al llegar al cruce de caminos, nos detenemos un momento ante el cerro donde se ubicó la ermita de San Martín de las Viñas, un lugar que está pidiendo a gritos una excavación. 

Caminar por el Prado de Solcanto es ahora un placer. 

Hasta que se arregló el camino, había que darse la vuelta en días de grandes humedades porque, en lo más hondo, el agua se embalsaba haciendo imposible continuar. 

En el portillo que desciende a Valmayor, hay aparcados un gran número de coches. 

Un cazador nos informa de que han soltado faisanes y están "a ver lo que cae". De momento no ha visto ni uno. << "Deben de haberse escondido por el frío" >>, nos dice. 

Tomamos el camino del pinar del Caracierzo de Santa Marina, entramos un momento a ver las viejas canteras de yeso y descendemos a Valmayor para tomar el camino antiguo.

Llegamos al túnel que atraviesa la autopista en el Pontarrón y echamos un vistazo a Valmayor. 

El campo está precioso. Los sembrados comienzan a verdear y el sol, tímido y débil, intenta poner calor a la extensión de los campos. 

Entramos en el Tomillar. 

Desde lejos vemos el altivo eucalipto vigilante sobre la carretera de San Martín.

Cruzamos por debajo de la vía y salimos a la Plaza de Toros. 

Para terminar el paseo, decidimos hacer una visita a la Presa de Ereta. 

El Cidacos, sin ponerse bravo, baja alegre y bullicioso.  

Las lluvias y nieves de este anhelado invierno han hecho que vuelva a lucir su aspecto invernal. 


En este enlace se puede ver el recorrido de hoy




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