domingo, 19 de julio de 2009

Laguna de Romerales


Los termómetros de Magán y de la farmacia coinciden: 17º. Son las 8 de la mañana.

Ayer le propuse al Templao que fuéramos a la balsa de Romerales. El invierno fue húmedo y todavía tendrá agua.

Hoy nos juntamos Juanjo, el Templao, José Luis Ruiz (que ya ha vuelto de sus largos veraneos) y yo.

Tomamos un camino que ya es habitual en este blog cuando vamos al O.

Por la Cooperativa Agrícola salimos a Margalla y en 25 minutos llegamos a la carretera de Miranda de Arga. Tenemos dos opciones. Seguimos a la izda. por Resano y más adelante, cuando la carretera comienza su primer descenso, tomamos un camino a la izda. o seguimos de frente y por la orilla de la Laguna.

Vamos por la Laguna. Primera sorpresa. Antes, al cruzar la carretera, había un camino, a la izda. del camino del Planillo, que te acercaba a la orilla de la Laguna y que continuaba por un pequeño prado de hierba alta hasta subir al vertedero. A día de hoy, todo eso ha desaparecido. Han llegado la concentración y el canal de Navarra y ha desaparecido casi todo. Por un camino de los trabajos del riego nos vamos acercado al final de la hondonada. A nuestra derecha, los altos del Planillo


y a nuestra izda. la Laguna, con su caserío y, más adelante, la "montaña" que se ha formado en el vertedero, sobre la que planean media docena de buitres que, al oirnos llegar, han levantado el vuelo de los arbustos vecinos.




A las 9,00 horas llegamos a la balsa de Romerales. Como hay que descender hasta ella, la vista desde lo alto merece la pena. A estas alturas del año tiene mucha agua. La hemos conocido completamente seca y... ¡blanca! del salitre que contiene. Por esto y, a primera vista, se ve que no hay existencia de vida y, sin embargo, los cerros de alrededor rebosan de matas de romero, chaparros y pinos.



Las orillas de la balsa, blancas de salitre, están llenas de huellas de animales. José Luis y Juanjo reconocen las de los jabalíes. Dicen que de varios. Yo, como siempre, hago lo que puedo con mi cámara.



Aquí, buscando una sombra, echamos nuestro tentempié.


Jimeno Jurío dice: Configurado por una sucesión de cerros yermos, de apariencia intrincada, aunque siguen dirección SE-NO. Cultivos de cereal en hondonadas. Debe el nombre a la abundancia de romero. Fue una zona de pastoreo y abejares, pobre en agua, recogida en "la Lagunilla" y, para servicio del ganado, en una balsa al N. de la carretera de Miranda (Km. 4). Corral de Goyena y ruinas de otros. Abejera tradicional frente al caserío de Pérez. Lo cruza el camino viejo de Miranda, que continuaba por Piedrafita y Lazarau. En 1986 fue habilitado en Romerales el "Vertedero controlado de basuras" de la Ciudad.


Hasta aquí lo dice el erudito. Nosotros, mientras almorzamos, no podemos dejar de contemplar tanta belleza.


Hay que visitar Romerales con su balsa. Si lo tienes, con el libro "Tafalla siete paisajes". Perderse entre sus cerros. Tumbarse en la hierba. Impregnarse del aroma de romero y admirar su floración a comienzos de la primavera.


Planea sobre toda la zona un macropolígono, muy ecológico él, pero que va a destrozar todo aquello. Dice Miguel Delibes en Un mundo que agoniza: La máquina ha calentado el estómago del hombre, pero ha enfriado su corazón.


Nos vamos. Cruzamos una pieza en rastrojo y, por el camino viejo de Miranda, salimos a la carretera. Son las 9,25 horas. Y el calor ya aprieta. Por la carretera volvemos hacia Tafalla y antes de llegar a la fuente de Resano tomamos, a la dcha., el camino de la Celada. 9,55 horas: Camino de la Celada. Término rico en viñas y olivos. Cuántas veces habremos subido al Plano por el camino de Falces y bajado por la Cuesta del Melón o por el camino de la Celada.


Salimos al camino de Falces y para las 10.30 horas llegamos a Tafalla.

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