domingo, 4 de julio de 2010

Al horno de tejas



Como el domingo pasado estuvimos en Candaraiz, que es como un desierto, Juanjo propone que vayamos al Monte del Conde. Nos quiere enseñar un antiguo horno de hacer tejas. La idea nos parece bien Caminaremos por un bosque, con la frescura que dan los árboles, y además descubriremos cómo era una tejería pequeña y artesana.
Ayer le llamé al Templao y me dijo que acababa de volver de darse una vuelta por San José. Que por la orilla de la autopista había llegado a la Fuente del Rey y que no había sudado tanto en la vida. Dice que está flojo y que la pierna le sigue tirando un poco, pero que cada día está más animado. Espero que vuelva al campo para finales de Julio.
Son las 8 de la mañana. Magán y la farmacia otra vez se han puesto de acuerdo. 20º. En el cielo no se ve una nube. Los molinos de Valgorra nos indicarán que está de cierzo, pero aquí abajo no anda un pelo de aire. En la plaza hay mucho jaleo. La juventud anda de celebraciones y no se les hace hora de ir a casa. Como decía uno: Ya pararán.... para hasta el tren. Juanjo que viene con bastón, pantalón corto y sombrero panamá ha tenido que aguantar las guasas de algún muchacho de mirada vidriosa. Goyo no baja. Salimos los dos por los jardines. Hacemos, hasta la fuente de Orrocegui, el mismo itinerario de hace quince días cuando fuimos a la presa del molino.09,00 horas. De esta fuente bajamos dirección El Maño y en cinco minutos llegamos al cruce con un camino que tuerce a la derecha y lo tomamos.


Nada más entrar por él nos encontramos con otro cruce, éste de cuatro caminos. Nosotros seguimos de frente. Estamos en el bosque. Esta parte es toda de pinos de repoblación. Son altos y limpios y el camino que llevamos está repleto de piñas. Le pregunto a Juanjo si hay ardillas y me dice que nunca las ha visto. Vemos la carretera de Olleta a nuestra izda. y divisamos también dos o tres chalets. Llegamos a la altura de una balsa artificial y un poco más adelante está la balsa natural, seca, que Juanjo dice que era la que servía para hacer las masadas de arcilla que cocían en el horno. Bajamos a esa balsa. Son las 09,15 horas. Desde esa balsa, en quince minutos, llegamos a lo que se conoce como la Poza de Pueyo.


Es un rincón privilegiado. Antes de las piscinas, los de Pueyo e incluso los de Tafalla iban a ese lugar. Hay unas rocas lisas que permiten tumbarse al sol y el agua es limpia y fresca. Aprovechamos el lugar para tomar nuestro pequeño almuerzo. El día viene fuerte. Llevamos una hora y media andando y las cantimploras están medio vacías. Salimos. Vamos al horno. Hay que abandonar el camino que hemos traído porque nos alejaría de nuestro objetivo. Nos adentramos monte a través. Hoy llevamos bastones. Van a hacer falta para escachar matas, bajar desniveles y saltar el barranco. Seguimos avanzando. Yo le sigo a Juanjo como un perrico faldero. No hay peligro de perderse porque la carretera está a nuestra izda. y además cerca. Pero encontrar el horno, si no vas con uno que sabe, es muy difícil.



10,00 horas. Hemos llegado. Las ruinas de una caseta de piedra y el vaso rojizo del horno nos hablan de su actividad. Juanjo desconoce cuándo se construyó y hasta qué año se mantuvo activo. Me dice que la construcción se deteriora demasiado deprisa. Sería interesante que alguien que conozca el tema, hiciera algún comentario a esta excursión, para que todos supiéramos más. Hacemos fotos y encontramos un trozo de teja vieja. Es tosca y rojiza. Además es pesada. Hoy no interesaría ponerla en un tejado. Bajamos hacia la carretera de Olleta. Hay que cruzar el río.

Clavamos los bastones y salvamos los obstáculos. Por fin salimos, cruzando una pequeña pasarela de madera, a la trasera de una finca cercada. Son las 10,20 horas.

Estamos en la carretera de Olleta. Giramos a la dcha. y seguimos, con el caserío de Muskiz Iriberri casi al frente, hasta llegar al camino que nos adentrará hacia el Monte del Conde. Además está señalizado. Son las 10,30 horas.

Antes de subir hacia el monte nos acercamos a ver las pozas de Olleta que antes estaban muy concurridas de bañistas pero que, las piscinas y huertos, en definitiva el nivel de vida, han hecho que caigan casi en el olvido. Es un paraje fantástico. Juanjo me da toda clase de explicaciones. Estoy convencido de que habrá pocas personas en Tafalla que conozcan tan bien el Cidacos como él. Pescador de retel y de sedal, se sabe cada poza, cada remanso donde se encuentran los barbos, las carpas, los cangrejos

Le entusiasma el río y cuando te lo enseña te contagia. Volvemos sobre nuestros pasos para tomar el camino que asciende al monte. La cuesta es suave pero muy larga. El calor aprieta y hay pocas sombras. Caminamos lentamente.

Por fin llegamos arriba y vemos desde una perspectiva distinta el Caserío de San Lorenzo. Descendemos hasta él. Son las 11,05 horas.
Hacemos una visita por sus construcciones. Está viejo y algunas partes en ruinas, pero conserva el porte de un enclave importante.

Nos llama la atención una vieja puerta, petacheada de cualquier manera. Descendemos por el camino que va a la autopista. Llegamos a Orrocegui. Son las 11,25 horas. Llenamos las cantimploras. Nos refrescamos la cabeza. Echamos un trago, y otro, y otro. ¡Qué calor! Volvemos un poco para arriba y tomamos el camino que está enfrente de una construcción. Subimos por ese camino hasta llegar a la orilla de la autopista. Comenzamos a descender por ese camino que hemos traído a la mañana. Como hace dos semanas, pasamos por Valdelobos y La Navilla. "La abundancia de lobos en Tafalla y su comarca está sobradamente atestiguada por documentación y por los topónimos, romances y vascuences que aluden a ellos" (Toponimia histórico-etnográfica de Tafalla)(J.M. Jimeno Jurio).
Continuamos camino adelante y por el túnel de debajo de la autopista llegamos a la Fuente del Rey. Son las 12,20 horas. Acalorados y cansados, comentamos que la excursión de hoy ha valido la pena. En otoño, me dice Juanjo, volveremos y además traeremos alguna seta negrilla.

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