domingo, 4 de septiembre de 2011

De Valdelobos a la Solanoa




Aprovechando la gran sequía que padecemos, hemos pensado ir a hacer un recorrido por las fuentes del N. de Tafalla. Nos interesa conocer su estado. No visitaremos Valdetina porque nos alargaría la excursión y nos han dicho que ya está seca.

El viernes cayó una buena borrasca. 20 lts. recogió Juanjo. No va solucionar nada, pero sirve de alivio a la oliva y a los árboles del campo.

Son las 08,00 horas. El día está despejado. Magán marca 18º y la farmacia 16º. Cuando llegan Rosa y Juanjo, salimos y nos adentramos en el Hortanco para ver la evolución de las obras del Espacio Escénico.






La mole de hormigón sigue adelante. Por la estrecha callejuela de las Adoberías, salimos al Cidacos y por el "paseo marítimo" llegamos hasta la placeta de D. José Menéndez. Antes nos detenemos un momento encima del Pozo Redondo.




La presa está seca y el pozo languidece a la espera de fuertes borrascas. Les cuento a mis acompañantes que existía una pequeña fuente en la orilla del pozo. Tenía caño de hierro y cuando en los veranos de los años 60 cortaban el agua cada dos por tres, las madres nos mandaban a la chavalería del barrio con pozales y botellas hasta allí. "No te entretengas, que me hace falta para poner la comida"-era la cantinela que oíamos siempre. Lo que no sabían en casa era que muchas veces había cola porque todos estábamos igual.

"En realidad fueron dos los años que se padeció sequía: el 1944 y el 49. Dicen que los males nunca llegan solos... En ambas ocasiones se agotaron las reservas de agua y se arruinaron las cosechas. El suministro de agua potable se vio mermado y se cortaba el agua por la noche y durante varias horas en el día. Por aquellos años solamente se disponía de los manantiales del Carrascal. Los hortelanos tenían que ingeniárselas para regar las verduras y acudían con los carros y comportas al Pozo Redondo; con la ayuda de una motobomba se sacaba el agua, en las comportas la trasladaban a los huertos y con el rugiador se podía echar un poco de agua a la verdura. Se secó completamente la Fuente del Rey". (J.C. Lorente Martinena)(Tafalla, siglo XX. Primera mitad).








Con todas estas paradas a las 08,30 horas llegamos a la Fuente del Rey. Baja agua. No es el caudal de costumbre, pero "mantiene el tipo". Cruzamos por debajo de la autopista y torcemos dirección N. Por La Navilla nos dirigimos a Valdelobos. Un poco antes de llegar al puente que cruza la autopista, escondida entre unos avellanos, alguien ha puesto varios tubos que recogen el agua que baja por el pequeño barranco. Hay que meterse entre los árboles para poder ver esto. No hay ni gota de agua. El barranco no ha movido. Seguimos nuestro camino. Miramos a nuestra dcha. y recordamos la vuelta que nos dimos Juanjo y yo hace unos meses por la falda N. de los Altos de Guindilla. Por el camino se ven restos de charcos y algunas escorrentías. El agua cayó con fuerza. No anda aire, pero la mañana está, todavía, agradable para andar.

El camino desciende un poco para torcer a la dcha. e iniciar una suave pendiente. Nuevamente descendemos hasta llegar al cruce que sube hasta el Caserío de San Lorenzo.








09,20 horas. Llegamos a Orrocegui. Esta fuente, si lo hubiera, ganaría el premio a la regularidad. Siempre echa el mismo caudal de agua. Como se suele decir, es la más "fina" del contorno. Echamos un par de tragos con ganas. El agua es limpia y fresca.

Descendemos por el camino que va en dirección a Pueyo. Poco a poco, por debajo de la autopista, cruzamos la carretera junto a El Maño.








En la carretera hacemos una breve parada junto a un antiguo mojón de piedra que marca la distancia desde ahí a Pamplona: 5 leguas.






09,40 horas. Estamos en Siete Fuentes. Un hilillo de agua cae como un sollozo en añoranza de tiempos de esplendor. Nos dicen que, al otro lado de la carretera, el tubo se llena de zaborras y si no se limpia, no puede llegar todo el agua que llegaba. Es el momento de reponer fuerzas. Hoy tenemos sardinas con tomate. Entran bien a estas horas. El pan recién comprado, se abre tierno y esponjoso empapándose con el aceite y el tomate. Algún vecino, desde su coche, mira curioso los bocadillos tratando de adivinar qué produce nuestra cara de satisfacción.

Terminada la faena nos encaminamos hacia Arambero.






A las 10,10 horas llegamos allí. Da pena ver la fuente. Está casi seca. Un débil chorro sale del caño, resistiéndose a morir en este despiadado verano. Jamás la habíamos visto así.






Con tristeza seguimos nuestro camino. Continuamos en dirección O. pero no queremos llegar a Valdetina. En el cruce de caminos de Sanikozula torcemos a la izda. Vamos a subir a La Solanoa, donde han plantado tres enormes molinos, y desde allí bajaremos a la fuente de Turrustaldia.




Hace calor. La cuesta se hace pesada. El piso es bueno, arreglado para los vehículos de mantenimiento. Llegamos al último molino. El casco urbano de Tafalla se extiende desde la falda de Santa Lucía. A nuestros pies, los campos de labor dan paso a los huertos de Congosto y Galindarte. El Cidacos juega con ellos haciendo requiebros, mientras se esconde en las frondosas olmeras de sus orillas. Dos plátanos de buen porte nos engañan haciéndonos creer que aquello es Turrustaldia. Comenzamos a bajar. No hay camino y hay que aprovechar un pequeño barranco que se abre paso en la maraña de enebros, ilagas, zarzas y chaparros. Tiene "mal andar" que se dice en el campo; le echamos ganas y con cuidado salimos a un barbecho. Los tormos menudos y secos nos parecen una autopista.

Por un par de piezas en rastrojo llegamos a los árboles y, como había asegurado Juanjo, aquello no es Turrustaldia. Estamos en Landerri. Su padre tiene un pequeño huerto en una ladera próxima y no tenía ninguna duda.






Un vecino de Pueyo baja de su campo a hablar con nosotros. Le decimos que venimos de La Solanoa. Tiene una altitud de 595 mts. Hablamos de la sequía. Hemos visto muchos robles con las hojas secas, como en invierno. Los árboles se defienden así de la sequía y, aunque son fuertes, sufren mucho y la primavera que viene veremos cuántos estragos ha hecho la falta de agua de este año. Nos despedimos.






Por el camino que desciende llegamos al de Macocha. Al llegar a la finca de Benigno Berrio decidimos enseñarles a Inma y Rosa la presa de Pericueta. Llegamos al cañaveral y por las escalericas bajamos.




La presa no salta. Hacia el N. hay un remanso de agua magnífico, pero hacia el S. el cauce está prácticamente seco.






Un hortelano que está allí nos dice que los 20 litros del viernes han venido bien. No han solucionado nada, pero han aumentado algo el nivel del río. Y para las plantas ha sido un pequeño alivio.

Son las 12,10 horas. Cruzamos la pequeña presa y subimos a la otra orilla. Vamos a volver por Congosto. Es un término que apenas andamos porque se sale de nuestras rutas. Casi se puede decir que lo descubrimos.

"Desde las presas y bocales iba el agua por canales y acequias a "casetas", "torretas" y partideros, distribuyéndose por los campos a través de una tupida red de "cequias" y vasos capilares, convirtiendo en feraz regadío las tierras del Congosto, la Panueva, la Cortina, el Hortanco, la Torreta, la Recueja, el Quiñón, la Nava, Barranquiel y Valmayor. La feracidad del regadío local llamó la atención de los viajeros que seguían la ruta de Olite a Pamplona, o viceversa, y supuso desde muy antiguo uno de los pilares fundamentales de subsistencia para la población". (J.M. Jimeno Jurío)(Toponimia Histórico-Etnográfica de Tafalla).

Saltando acequias y alguna valla; atravesando algún huerto lleco, salimos al camino. Cuando llegamos al "tajo" que ha hecho el canal, bajamos a Rekarte.






Queremos visitar la fuente. Es distinta. No tiene gracia alguna. Pensamos que tampoco costaba tanto haber guardado las piedras de la vieja y haberla reconstruído lo más fielmente posible. Los presupuestos de estas obras son de millones y millones de euros y cuando hay algo para conservar, se hace una chapuza para salir del paso y todos tan contentos.

Cruzamos el río para subir hasta el instituto. En los pivotes que sirven de paso han puesto unos mástiles con un agujero arriba como para pasar una sierga a modo de barandado. Cuando haya una riada y bajen los troncos, veloces desde la presa, veremos hierros retorcidos y la sierga arrancada. Lo que no veremos es al que ha tenido la infeliz idea. Nadie habrá tomado la decisión de hacer eso.

12,45 horas. Entramos en el pueblo. Estamos cansados, hemos caminado casi 18 kms. Nuestro objetivo era visitar las fuentes y casi lo hemos cumplido. También ha merecido la pena cruzar Pericueta y entrar en Congosto.

De Valdelobos a la Solanoa at EveryTrail
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