martes, 15 de octubre de 2013

El Alto del Predicadero






Domingo 13 de Octubre de 2013

Hoy salgo solo al campo. Mis acompañantes por una y otra razón no pueden venir. Como digo en la presentación de este blog, andar sin compañía ha sido lo habitual durante muchos años, así que meto lo imprescindible en la mochila, el bocata, la cantimplora y el móvil, y me voy al Plano. 
En Mayo di una vuelta por Las Zorreras y hoy quiero visitar el Alto del Predicadero. Prefiero hacer estas excursiones solo porque, si me meto por algunos andurriales, no tengo que dar explicaciones a nadie.
Son las 08,00 horas. Magán marca 9º y la farmacia 7º. El cielo está limpio. No anda aire y empieza a hacer frío. Me pongo ropa de abrigo.
En los "enredos" no hay nadie. Las chimeneas del polideportivo echan un humo blanquecino que todavía da más sensación de otoño. 





En el chaflán que hace la finca de Chirolas, me desvío por el camino de la izda. 
El agua corre cantarina en la fuente de los Falces. Las aceitunas, verdes y hermosas, pueblan los olivos cercanos. 
En un alto a la izda. hay una pequeña plantación de encinas, a las que sus dueños miman con la idea de obtener algún día trufas. 
El camino poco a poco se pone cuesta arriba. 
Al llegar a lo más alto giro a la izda. porque tengo ganas de ver, desde el Canto, la Plana de Olite. 
El día está frío. En los sombríos se agradece el abrigo. Hurgo en los bolsillos y encuentro los guantes. Apetecen. 
Abajo en las viñas, se oyen gritos de cazadores azuzando a los perros.
Dando un par de curvas pronunciadas, salgo al camino principal. 
Entre encinas y coscojos llego al Raso. Un camino nuevo lo corta en toda su longitud. 
Lo cruzo y me introduzco de nuevo en el bosque; llego a la Cruceta. 



09,15 horas. El sol empieza a calentar. Se escucha un tiro lejano. 
Bajo por el camino de la izda. en dirección al Saso. 
Cuando estoy abajo, junto a unos grandes maizales, decido no subir hasta la balsa de Cabriteras. Tomaré un camino nuevo que bordea las Zorreras y saldré al camino del Saso. 





Desde ahí diviso el lugar al que me dirijo. El Alto del Predicadero. 







09,35 horas. Estoy en el borde de ese camino. Las plantas del maíz me dejan ver a duras penas el Caserío de la Chiquitina y el de Gregorico. Al S. la punta de Moncayuelo mira con admiración a su hermano mayor el Moncayo. Me siento junto al camino y almuerzo. 
Comienzo a subir por el camino que va al Plano y, cuando me parece oportuno,  me introduzco en el pinar. 
Tiene mal andar. El invierno pasado hicieron limpieza del arbolado y han dejado las ramas sin triturar ni recoger. Camino en dirección O. 
Al fondo a la dcha. se vislumbra claridad, pero a la izda. el paraje es sombrío y frío. 
Me paro un momento y aprovecho para llamar por el móvil a un buen amigo  por su cumpleaños. A pesar del cambio de "prefijo", está hecho un chaval.






10,15 horas. Sorteando mil obstáculos subo y subo hasta llegar a donde el terreno se pone llano. 
En el interior del pinar, el suelo está alfombrado de musgo. Los chaparros pugnan por hacerse un hueco donde entra el sol para poder vivir. El lugar es sombrío, oscuro e inquietante. Hacia el S. no se ve ninguna luz. 
Jimeno Jurío dice que este alto tiene 465 m. 
Tiro de altímetro y empiezo a dar vueltas. 458 m.: sigo para adelante. 452 m.: vuelta para atrás. 
Llego a un punto en que marca 463 m. y, si me muevo en cualquier dirección, la altitud baja; así que me digo a mí mismo que estoy en lo más alto.

"Alto del Predicadero. En el borde SO del Plano (465 ms. de altitud), cerca de la casa-refugio municipal, dominando los términos de Lazarau y el Saso. El nombre parece muy reciente y resulta desconocido para muchos tafalleses que siguen llamando a la zona "las Zorreras" y al citado alto, la "punta de las Zorreras". (J.M. Jimeno Jurío)(Toponimia histórico-etnográfica de Tafalla)


Desde aquí puedo salir a la Caseta del Plano, pero prefiero buscar el camino que lleva a ella y tomarlo de vuelta a casa. 






10,35 horas. Con buen firme y rodeado de encinas, salgo a la entrada del camino principal.
En el raso, junto a la plantación de aromáticas, tomo la senda que me saca a la Cuesta del Melón. 




La tormenta de hace diez días ha hecho estragos en el camino. En la cuneta izda. el agua ha levantado el firme y ha arrastrado grava y tierra a la finca de Chirolas.  

11,00 horas. Veo la bicicleta apoyada en el nogal y entro a echar un trago de agua. No veo a Félix, pero en la puerta de la caseta tiene colgado el pantalón y la camisa. No puede andar lejos. Me ve y aparece entre los árboles. 
Hablamos del destrozo del Melón. Está quejoso por cómo se han hecho las obras. Me dice que toda el agua que bajaba por la cuesta entró en lo suyo y que ha tenido que sacar más de sesenta carretillas de grava y lodo. 
A pesar de su buen carácter, Chirolas se cabrea porque dice que no se hicieron las debidas cunetas en el camino y que cada vez que caiga una tromba va a volver a pasar lo mismo. 






Me enseña unas flores de color rosa fuerte. Se llaman Cosmos del Japón. Dice que se cortan las flores sin tallo y se ponen para adorno en un recipiente ancho con agua como si fueran pequeños nenúfares. Me regala media docena. 





Después me lleva a la fuente de los Falces. 
La tormenta en ese camino también ha hecho destrozos. Se ha pasado toda la mañana sacando la jasa de las askas y haciendo con ella un pequeño parapeto, para que proteja la fuente ante posibles nuevas avenidas.  
Vuelvo para casa. 
Entro de nuevo en los "enredos". Son las 11,50 horas
La urbanización se ha animado. Mujeres que pasean al perro, parejas que salen al campo y algún que otro ciclista transitan por las amplias aceras que rodean la nada. 
En el Plano, el Alto del Predicadero seguirá solitario y sombrío.  


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