martes, 11 de marzo de 2014

Final del invierno en Cascarruejos





Domingo, 9 de Marzo de 2014


Para nosotros, hoy es el último domingo de invierno que andamos por el campo. El sábado que viene haremos la Javierada y, al día siguiente, toca descansar. 
El día viene bueno para andar. Los de la Ribera que han peregrinado a Javier este fin de semana han tenido suerte. Quizá un poco de calor pero, para andar, es mejor este tiempo que la lluvia. 
Son las 08,00 horas. Magán marca 7º y la farmacia 5º. El cielo, a estas horas, está limpio, azul. 
Con el coche nos acercamos a Valditrés, donde aparcamos y salimos a caminar entre pinos y romeros. 


08,30 horas. Cantera de Ros o de Malamadera. 
El agua que viene de la balsa cruza el camino y nos obliga a dar un salto para pasar a la otra orilla. 
A la descarnada cantera le da el sol de lleno. 
Continuamos por el camino que orilla el pinar. 
El 1 de Julio del año pasado hicimos esta excursión y, hoy, vamos a seguir aquel itinerario lo más fielmente posible. 




Entre campos sembrados, por terreno seco, el camino nos lleva a una pequeña cuesta donde el paisaje cambia. 





Damos vista a Candaraiz y parte del Saso. Enfrente tenemos Larraga y debajo, los caseríos y corrales de Eulalio y Sánchez. 
El camino gira bruscamente a la derecha y, por buen piso, divisamos La Sarda. 
El regadío ha transformado el paisaje. 


Bajamos una suave pendiente. A nuestra izda. una extensa pieza está sembrada de habas. Las plantas tienen un palmo de altura. 
Un día nos contaba Marcos que su suegro y otros labradores consiguieron traer agua de las balsas cercanas para regar estas piezas de secano y asegurar las cosechas. 
Cuanto más regaban, peor eran las cosechas. Decidieron analizar el agua y vieron que era salitrosa. Ahí encontraron la explicación a semejante desastre. Hoy, las aguas limpias del canal garantizan un par de cosechas al año y permiten la rotación de cultivos: Habas, guisantes, alfalfa, …
Torcemos a la izda. Nos acercamos a la lagunilla. 




09,30 horas. Lagunilla de Cascarruejos. Está junto a la cañada que hace muga con Larraga.  
Al llegar a la balsa guardamos silencio porque, en su superficie, una manada de patos se desliza graciosamente mientras hunden la cabeza continuamente buscando el alimento. 
Alguna garza se deja caer entre los carrizos mientras agita torpemente sus alas. 
Buscamos el sol para almorzar. A la sombra hace frío si nos paramos. 
Un ruido lejano de motores nos hace levantar la vista. 
Dos aviones surcan el cielo dejando un fina línea blanca mientras se alejan  hacia el S. 
Es hora de volver. Hoy hemos salido a hacer un paseo suave; la paliza nos la daremos el sábado. 
Por piezas en barbecho, orillando pinares, llegamos al camino por el que hemos bajado hacia La Sarda. 
Lo cruzamos y continuamos en dirección a Valditrés.




El montículo que está junto a los pinos nos ve pasar de nuevo. 
En esta época el campo merece una visita. Los sembrados están bajos, recién nacidos, y son inmensas praderas de un verde claro y limpio. 




Cuando salimos al camino que hemos llevado a la ida, la trasera del Corral de la Escolara, a modo de baluarte, se yergue sobre Candaraiz. 
Paramos un momento a contemplar este hermoso rincón.

"3 de Noviembre de 1646. Son prendadas setenta vacas de Miranda, pastando tan ricamente por los trigales de las mugas tafallesas. Daño grave a la villa, a los vecinos "que en aquellos campos tienen sembrados sus panes" y a los diezmos y primicias que dejará de percibir el Cabildo parroquial. De acuerdo a las leyes del Reyno, el alcalde y regidores juzgan a las setenta vacas y las condenan "a razón de cuatro reales por cada cabeza, demás de satisfacer y pagar el daño que han hecho". Y para cobrar la multa, ordenan matar dos de las reses "que se piquen en la tabla de la carnicería de esta ciudad y que se vendan". (J.M. Esparza)(Historia de Tafalla. Tomo I).

Pasamos por delante de la cantera y caminamos deleitándonos mirando el Prado de Rentería. 
10,50 horas. En los pinos de Valditrés-Porputiain, como si fuera un animal abandonado, el coche nos espera pacientemente para el regreso. 
La ladera de Beratxa nos tienta para subir a la torre, pero no lo hacemos. 
En primavera bajaremos algún domingo desde Valdiferrer y le haremos una visita. 



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