martes, 9 de diciembre de 2014

A las puertas del invierno en Valgorra







Domingo 7 de Diciembre de 2014


Hoy le damos fiesta a Sergismundo. Pasear por Valgorra cuando el tiempo se pone invernal tiene un encanto que es difícil de expresar. La predicciones meteorológicas dicen que estamos entre dos frentes. El domingo va a ser soleado, aunque frío. Hay que aprovechar. 
Son las 08,00 horas. Magán marca 4º y la farmacia 3º. El cielo está limpio. El cierzo sopla con fuerza, lo que hace que la sensación de frío sea mayor. Nos abrigamos y, por los Jardines, llegamos a la Fuente del Rey.

        Invierno frío o templado, pásalo abrigado. 




08,25 horas. Fuente del Rey. Debajo de los plátanos la hierba está verde y limpia. La fuente echa un buen chorro. Miramos por los alrededores, sorprendidos. Todo está limpio, sin basuras. Hace tiempo que no encontramos este espacio así. 
Da gusto empezar de esta manera el día. 
Cruzamos por debajo de la autopista y llegamos al Juncal. Hoy vamos a dar una vuelta clásica: Subiremos a la Guindilla, bajaremos a Pozuelo y, de allí, a Santa Zita. 
Tomamos el primer camino a la izda. La pendiente es suave. 
Al llegar a la última pieza, debajo de la caseta, cruzamos el sembrado y visitamos la abejara.



Abejera de Valgorra. Acurrucada en el carasol, muestra en sus ruinas los vestigios de una abejera de importancia. 
Volvemos al camino.
A pocos metros, entramos por el orillo de una pieza hasta el pequeño cerro. 



09,00 horas. Caseta Redonda. Está limpia y cuidada. 



Desde esta altura se domina todo el valle y, a la dcha., Tafalla. Cerrando el paisaje, la Sierra de Codés tiene nieve en sus cumbres. En el N.O., un poco más cerca, el Buskil culmina la altura del monte dando paso a las tierras llanas de Artajona. 

17 de Agosto de 1764. Compareció Francisco Romeo, guarda, y manifiesta que hoy, a las siete y media de la mañana ha visto a un hijo de Martín de la Bizcaína, cazando con dos perros dentro de una viña de Antonio Medrano, en el término de Balgorra, frente a la Fuente del Rey y que un hermano de la "Sanpala" estaba también con él, por haber subido de otra viña de Bernardo Sagües. (Fernando Maiora)(Tafalla del Reino de Navarra)

Por el mismo camino que traíamos, subimos hasta dar vista a Valdelobos. 
El cierzo azota con fuerza a los molinos. Hace frío. Los escasos charcos que nos encontramos están helados. Con los bastones rompemos la capa para comprobar el espesor. No es muy gruesa. 



Un poste colocado entre dos molinos, los desafía con su altitud.
Seguimos por este camino y llegamos a la cota más alta. 
09,30 horas. Altos de la Guindilla. Estamos a 629 m de altitud. 
Comenzamos a descender siguiendo la pista.


10,05 horas. Caserío de Pozuelo. Paramos un momento a contemplar sus ruinas, pero nuestro objetivo es la fuente. 


Seguimos bajando y en diez minutos estamos en ella. El caudal es débil. Del fondo del aska salen burbujas. Juanjo me dice que se forman por la descomposición de la materia orgánica. Saca una cantimplora y medimos el caudal: 3 litros por minuto. 
Volvemos al caserío y torcemos en dirección E. buscando la última pieza, que está en barbecho, para llegar a la cruz. 




10,40 horas. Cruz de los Mugas. Al fondo, el santuario de Ujué se recorta en el horizonte. Al pinar que rodea a la ermita le han hecho un aclareo necesario. 
Bajamos hacia la ermita. 
La pendiente es fuerte. El Templao llamaba a esta cuesta el Tourmalet. Cuando la subíamos, siempre había un par de paradas para "contemplar el paisaje". El piso está un poco blando y hay que andar con cuidado. Juanjo nos regala unos versos: 

Si bajas el Turmalet
y el suelo está con lapaña (*).
Afianza bien los pies,
o te pegarás la castaña. 

(*) Nos dice Juanjo que la lapaña es el barrillo que se forma cuando se ha ido el hielo en los caminos. 





11,00 horas. Ermita de Santa Zita. No hay nadie. Junto a la puerta de entrada, aprovechando los escalones a los que el sol calienta tibiamente, sacamos los bocadillos y almorzamos.
Echamos de menos a Jesús Viela, el ermitaño. Después de más de cinco años de su muerte, todavía lo recordamos trajinando por la ermita. Si hoy siguiera aquí, estaríamos dentro de la casa junto a la chimenea, escuchándole sus historias de siempre pero disfrutando de su hospitalidad. 
Tenemos que volver. 
Un grupo de ciclistas llega en el momento de irnos. Nos saludamos y nos adentramos en el pinar que nos llevará a la Carravieja. 
La ladera norte nos resguarda del frío cierzo. El camino es ancho y llano. Muy cómodo para andar. 





Entre los pinos, divisamos el canal que hace una curva buscando el alto de la Casilla. 
Nos paramos con unos conocidos que van a la ermita y subimos para adentrarnos de nuevo en Valgorra. 




Las canteras de la Carravieja lucen descarnadas a la orilla del camino. Un doce de Octubre de hace cuatro años  dimos una vuelta descubriendo los yacimientos de piedra de esta zona. Fue una bonita excursión en la que aprendimos cómo era el trabajo de los canteros. 
Al subir junto a los molinos ya no estamos protegidos del viento. 




12,00 horas. Bajamos junto al Corral de Valgorra. Abandonado y en ruinas, los pilares sobreviven a las inclemencias del tiempo. 
En un olivar cercano, dos hombres están recogiendo la oliva. 
En la pieza que hay junto al camino que viene del Portillo del Aire, hay un abejera orientada al S. 




Llegamos a ella para echarle un vistazo. Es similar a la que está debajo de la Caseta Redonda. Un poco más pequeña, pero de igual construcción. 
El camino nos lleva hasta el canal. El enorme tajo que destruyó el Portillo del Aire, sigue descarnado y amenazante. 





En el agua, el viento provoca pequeña olas. La mañana sigue fría, aunque caminando se hace llevadera. 
Salimos a la carretera enfrente de la granja de Calonge y volvemos para casa. 




12,50 horas. En la ermita de San José no hay nadie. El día, aunque sano, no está para muchas alegrías. Cruzamos la vía por el pequeño túnel y llegamos a la Plaza de Toros. En el Cidacos, los carrizos se han adueñado del cauce. 

En este enlace se puede ver el recorrido de hoy.

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