Domingo 21 de Diciembre de 2014
Desde hace dos años tenemos la buena costumbre de hacer el paseo por los Altos del Planillo el domingo anterior a la Nochebuena. Allí, entre romeros y tomillos, colocamos una piedra que mira al S. en recuerdo de Manolo Iriso.
Son las 08,00 horas. Magán y la farmacia empatan a 8º. Un fino cierzo da sensación de más frío. El cielo luce un azul intenso que anuncia que en dieciséis horas entrará el invierno.
En diciembre, se hielan las cañas y se asan las castañas.
En la bajera de Juanjo hay un remolque lleno de olivas. Ayer terminaron la recolección y por eso hoy puede venir a caminar.
Subimos por el camino del Vaquero. Vamos a hacer un recorrido similar al que planteamos el 20 de Octubre con los scouts.
08,45 horas. Llegamos a la cruz de Corpus Alegría y repetimos nuestro ritual. Juanjo busca algún romero en flor y lo coloca en la cabecera.
Los sembrados están nacidos y, desde este punto, el paisaje es espectacular. Los campos verdes se extienden desde Don Galindo hasta el Saso y desde el Vaquero al Almendrolar.
En cinco minutos llegamos a la Abejera de Garbayo. Nos detenemos un momento y subimos a las ruinas.
Caserío del Almendrolar o de los Capitanes. El cierzo viene frío. El corral de la Quitana se acurruca al lado de los pinos. Al otro lado del canal, el Gurrutxo aguanta el tipo como puede. San Pelayo e Izaga están lejanos y azules, en cambio la Higa se oculta tras una espesa niebla.
Orillando una larga pieza salimos al camino principal.
09,15 horas. La cuesta nos acerca al Caserío de Valdiferrer. No hay nadie.
El deterioro del edificio es continuo. Las paredes han iniciado un descarnamiento que terminará con el derrumbe del edificio. Visitamos el pozo y subimos hasta el cruce de caminos.
20 de Agosto de 1946. Angel Recalde espera sentado junto a la vía, en el término de San Quirico de Pueyo. Fuma y bebe una botella de vino. Tiene veinticuatro años y trabaja con su familia en el caserío de Valdiferrer, pero se lleva mal con alguno de ellos y vive en la Peña, en lo que hoy es el número veintiséis de la calle Santa Lucía. En su libreta militar ha escrito un mensaje enigmático: "Madre, por usted no es que muero ni por el abuelo tampoco. Es por los dos que ya sabe". Pasa el tren y en un largo trecho quedan desparramados los restos del joven. "El hecho fue casual, sin culpa de nadie" determinó el juez, pese a todos los indicios. El régimen franquista es tan severo que oculta hasta el suicidio. (J.M. Esparza)(Historia de Tafalla. Tomo II)
La cuesta abajo se hace cómoda. Buscamos unas piedras y echamos un bocado.
Los cazadores están en la hondonada. Los perros, inquietos, rebuscan entre las matas. De vez en cuando se oye algún tiro seguido de gritos y ladridos.
Entre tanto el Moncayo, gélido e impertérrito, domina el paisaje.
Salimos a la carretera de Estella y caminamos un rato hasta llegar al cambio de rasante donde se encuentra la entrada hacia la torre.
La subida es cómoda.
10,40 horas. Torre de Beratxa. Buscamos el abrigo porque aquí también el viento es frío. Juanjo se despacha con uno de sus versos:
A la torre de Beratxa
súbete bien abrigado,
porque el cierzo te despacha
y coges un constipado.
Todo hay que decirlo. Me promete que de ahora en adelante se esmerará más en sus composiciones. Es de agradecer.
Entre ilagas y romeros bajamos hacia Valditrés. En los pinos nos encontramos a un cazador. Al preguntarle qué tal va el día nos responde que fatal. No ha visto ni una perdiz: "Parece que, en cuanto oyen el coche, se escapan todas a la reserva de caza que hay aquí al lado".
En el pinar de enfrente hay un camino ancho que sube a donde queremos llegar.
Un inmenso setal aparece ante nosotros.
Juanjo no puede resistir la tentación y llena una bolsa. Son todas de pino.
Continuamos cuesta arriba.
Paramos a contemplar las fuentes de Porputiain y recordamos que hace justo un año Félix Flamarique nos las enseñó desde este mismo punto.
11,30 horas. Las Rocas. Con este nombre nos dijo Gabriel Margain que se conoce a este lugar. Todo continúa intacto. El pino, el mojón de la cañada y la pequeña base de hormigón.
Escondida entre las matas, la piedra que recuerda a Manolo está acompañada de unas flores artificiales. Nosotros hacemos nuestra pequeña aportación colocando una rama florida de romero.
Tenemos enfrente Romerales y al O., desde esta distancia, se divisa una diminuta cantera de Ros.
Volvemos para casa.
Un poco más adelante de la hípica cruzamos de nuevo el canal y llegamos a la carretera de Miranda.
En el Caracierzo de la Celada, enfrente del cementerio, se ve algún cazador. Dicen que es buena zona para la perdiz.
A las 12,15 horas estamos en lo más alto del camino que entra en el pueblo, en el cruce del que va a Margalla.
Pasamos al lado de la Cooperativa y entramos en el pueblo. En tres días estaremos en navidades.
Los sembrados están nacidos y, desde este punto, el paisaje es espectacular. Los campos verdes se extienden desde Don Galindo hasta el Saso y desde el Vaquero al Almendrolar.
En cinco minutos llegamos a la Abejera de Garbayo. Nos detenemos un momento y subimos a las ruinas.
Caserío del Almendrolar o de los Capitanes. El cierzo viene frío. El corral de la Quitana se acurruca al lado de los pinos. Al otro lado del canal, el Gurrutxo aguanta el tipo como puede. San Pelayo e Izaga están lejanos y azules, en cambio la Higa se oculta tras una espesa niebla.
Orillando una larga pieza salimos al camino principal.
09,15 horas. La cuesta nos acerca al Caserío de Valdiferrer. No hay nadie.
El deterioro del edificio es continuo. Las paredes han iniciado un descarnamiento que terminará con el derrumbe del edificio. Visitamos el pozo y subimos hasta el cruce de caminos.
20 de Agosto de 1946. Angel Recalde espera sentado junto a la vía, en el término de San Quirico de Pueyo. Fuma y bebe una botella de vino. Tiene veinticuatro años y trabaja con su familia en el caserío de Valdiferrer, pero se lleva mal con alguno de ellos y vive en la Peña, en lo que hoy es el número veintiséis de la calle Santa Lucía. En su libreta militar ha escrito un mensaje enigmático: "Madre, por usted no es que muero ni por el abuelo tampoco. Es por los dos que ya sabe". Pasa el tren y en un largo trecho quedan desparramados los restos del joven. "El hecho fue casual, sin culpa de nadie" determinó el juez, pese a todos los indicios. El régimen franquista es tan severo que oculta hasta el suicidio. (J.M. Esparza)(Historia de Tafalla. Tomo II)
La cuesta abajo se hace cómoda. Buscamos unas piedras y echamos un bocado.
Los cazadores están en la hondonada. Los perros, inquietos, rebuscan entre las matas. De vez en cuando se oye algún tiro seguido de gritos y ladridos.
Entre tanto el Moncayo, gélido e impertérrito, domina el paisaje.
Salimos a la carretera de Estella y caminamos un rato hasta llegar al cambio de rasante donde se encuentra la entrada hacia la torre.
La subida es cómoda.
10,40 horas. Torre de Beratxa. Buscamos el abrigo porque aquí también el viento es frío. Juanjo se despacha con uno de sus versos:
A la torre de Beratxa
súbete bien abrigado,
porque el cierzo te despacha
y coges un constipado.
Todo hay que decirlo. Me promete que de ahora en adelante se esmerará más en sus composiciones. Es de agradecer.
Entre ilagas y romeros bajamos hacia Valditrés. En los pinos nos encontramos a un cazador. Al preguntarle qué tal va el día nos responde que fatal. No ha visto ni una perdiz: "Parece que, en cuanto oyen el coche, se escapan todas a la reserva de caza que hay aquí al lado".
En el pinar de enfrente hay un camino ancho que sube a donde queremos llegar.
Un inmenso setal aparece ante nosotros.
Juanjo no puede resistir la tentación y llena una bolsa. Son todas de pino.
Continuamos cuesta arriba.
Paramos a contemplar las fuentes de Porputiain y recordamos que hace justo un año Félix Flamarique nos las enseñó desde este mismo punto.
11,30 horas. Las Rocas. Con este nombre nos dijo Gabriel Margain que se conoce a este lugar. Todo continúa intacto. El pino, el mojón de la cañada y la pequeña base de hormigón.
Escondida entre las matas, la piedra que recuerda a Manolo está acompañada de unas flores artificiales. Nosotros hacemos nuestra pequeña aportación colocando una rama florida de romero.
Tenemos enfrente Romerales y al O., desde esta distancia, se divisa una diminuta cantera de Ros.
Volvemos para casa.
Un poco más adelante de la hípica cruzamos de nuevo el canal y llegamos a la carretera de Miranda.
En el Caracierzo de la Celada, enfrente del cementerio, se ve algún cazador. Dicen que es buena zona para la perdiz.
A las 12,15 horas estamos en lo más alto del camino que entra en el pueblo, en el cruce del que va a Margalla.
Pasamos al lado de la Cooperativa y entramos en el pueblo. En tres días estaremos en navidades.
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