lunes, 19 de enero de 2015

Gaudí en San Lorenzo




Domingo 18 de Enero de 2015


Anuncian mal tiempo. Otra vez hablan de la "ciclogénesis explosiva", o sea, que puede llover, incluso nevar, con viento y mucho frío. 
Antes de que la Banda comenzase el magnífico concierto de la semana Pre-San Sabastián, le sugerí a Juanjo que podíamos ir al Caserío de San Lorenzo. Está relativamente cerca y, si el día se revuelve, nos podemos volver para casa cuando nos parezca. 

Por San Antón, media hora más de sol. 

Son las 08,00 horas. Magán marca 3º y la farmacia 2º. El cielo está completamente nublado. Hace frío. 


08,25 horas. Fuente del Rey. En los charcos, debajo de los plátanos, hay hielo. El abrevadero tiene el agua cristalina. El lugar sigue limpio. 
Pasamos por debajo de la autopista.
Al llegar al Juncal, nos sorprende el sonido de un cencerro. A la orilla de la balsa, cubierta de zarzas, una caballería está pastando. 
Tomamos el primer camino a la izda. y comenzamos a subir. 
Si quisiéramos visitar la abejera, tendríamos que atravesar un sembrado. El suelo está blando y desechamos la idea. 


En una pieza cercana unas yeguas aprovechan el barbecho para desayunar. El camión del ganadero está aparcado un poco más arriba, aunque no vemos al conductor. 


Nuestro objetivo es llegar a la caseta redonda.


08,45 horas. Caseta redonda de Valgorra. Nos detenemos un momento y recordamos la excursión de la semana pasada a la cabaña de Saturnino Iriarte. La construcción es similar y el uso que se le daba en otro tiempo era el mismo. 
Después de disfrutar de la vista del valle, salimos al viejo camino y continuamos ascendiendo hasta llegar a la pista blanca que atraviesa el parque eólico. 
El camino es largo y monótono. Las cumbres de Alaiz y la Higa están nevadas. 
Tomamos el primer camino que desciende hacia San Lorenzo, pensando que nos llevará al caserío, pero nos aleja a la izda. 


09,55 horas. Fuente de Orrocegui. De su caño sale un buen chorro de agua. 


El agua, limpia como siempre, salta del aska hacia el barranco, buscando el cercano Cidacos. 
Como estamos más abajo del Caserío de San Lorenzo y no queremos llegar hasta allí, nos replanteamos la excursión y nos acercamos a ver unas casetas cercanas. 


Orillamos una pieza y salimos a un colmenar. 
Las abejas, si es que las hay, con este frío no son ningún peligro. 
Salimos a un camino viejo y llegamos a la primera caseta.
10,10 horas. Caseta de los Urquía. Es una lástima que las zarzas y los arbustos se hayan apoderado del sitio. 


Es la primera vez que estamos aquí y la impresión no puede ser más gratificante. Los tres coincidimos es nuestra apreciación: Es estilo Gaudí en versión rústica.


La puerta está abierta y el deterioro en el arco es evidente. 
En su interior cada rincón tiene un detalle. 


A pesar del abandono, la originalidad de la construcción nos maravilla. 


La chimenea todavía tiene algo de leña sin arder. 


En el exterior, a pesar de la maleza, descubrimos una ventana a tono con el resto.



A unos pocos metros está la otra caseta. Es mayor y sería usada para cobijarse y, ésta que abandonamos, para los aperos.
Está casi limpia de maleza, aunque el interior ha sufrido con más intensidad el abandono. 
Todo está hecho con muchísimo gusto. 


La cocina económica, 


el tiro para la chimenea y alguna alacena. 




En el exterior hay una piedra de gran tamaño, junto a una original chimenea que nos sirve para sentarnos y reponer fuerzas. 
La mañana se está revolviendo. 



Por el viejo camino, que se ha convertido en senda, salimos a la carretera en la curva de El Maño. 

8 de Junio de 1892. En este momento llega el juez de levantar el cadáver de un joven de 14 años que se ha encontrado en la muga entre ésta y el Pueyo, muerto a pedradas. Su cabeza estaba materialmente destrozada por una piedra de 20 kgs. que tenía encima. Es hijo del Caserío de San Lorenzo, propiedad del Conde de Guendulain. 
Gracias a las activas pesquisas practicadas por la Guardia Civil de Tafalla, se ha conseguido descubrir a los autores del horroroso crimen cometido en las inmediaciones de aquella ciudad.

2 de Julio de 1892 . No son unos hombres los que han dado muerte a pedradas al niño Martín Elorz Garayoa, sino dos muchachos llamados Agustín Artiega y Pedro Berruezo, de 17 y 16 años respectivamente, natural el primero de Tafalla y del Pueyo el segundo.
Los precoces criminales tenían varias manchas de sangre en las ropas que vestían y esto infundió  a la Guardia Civil sospechas de que ellos fueran los autores del crimen que nos ocupa y poco después de su detención confesaron ser los autores del desgraciado Martín Elorz.
Los detenidos que tenían en su poder una pistola y varias monedas de plata y cobre, han sido puesto a disposición del juzgado de instrucción.
(El Liberal Navarro. Diario de la tarde)

10,55 horas. Cruzamos el Cidacos. El agua está limpia y fría. Juanjo nos dice que ahora es imposible pescar. Los peces se meten en las cuevas y no hay quien les haga salir, por muy buen cebo que lleve. Les pasa un poco como a las personas. Estos días apetece más un buen almuerzo al lado del radiador que andar por el campo descubriendo casetas. 
Por el camino viejo de Pueyo volvemos para casa. 
El campo esta precioso. Una viña emparrada que llega hasta el río ya está podada. 




Un olivar centenario nos ve pasar cuando comienzan a caer los primeros copos. Es una especie de aguanieve. En los altos de Valgorra, la cortina blanquecina que baja con fuerza desde la Valdorba, estará dejando nieve.


11,50 horas. Presa de Rekarte. El agua baja rápida. No es un gran caudal porque llevamos un enero seco, pero alegra la vista. 
Al entrar en el pueblo, Juanjo quiere echar un vistazo al río desde el viejo puente. 



El humilde Cidacos muestra sus galas de invierno en un rincón lleno de melancolía y quietud. 









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