lunes, 2 de noviembre de 2015

Ferias de octubre en Valgorra






Domingo, 25 de octubre de 2015


Ferias de octubre. Siempre se ha dicho que las fiestas las hacen los forasteros. Las ferias también. El día viene bueno. Despejado y sin viento, la ciudad se llenará con los visitantes de los pueblos vecinos. 
D. Casimiro Armendáriz, cuando fue alcalde, tuvo la feliz idea de organizar estas ferias para dar algo de actividad a la Tafalla de la posguerra y que sirvieran de puente entre las Fiestas de Agosto y las Navidades y las Ferias de Febrero. 
Son las 08,00 horas. Magán marca 15º y la farmacia 14º. 

No ha de faltar en octubre, un puchero de legumbre.


Hoy salgo solo al campo. Me voy a Valgorra. Tengo ganas de salirme de los caminos y caminar por laderas y barbechos. No hay barro, aunque la tierra está mullida y cómoda.



En la presa de Ereta o de la Estación, el agua salta junto a la caseta del riego. Los plátanos que rodean el Pozo Redondo han comenzado a amarillear y sobre el agua hay una continua lluvia de hojas. 
Por la, casi perdida, senda que va paralela a la vía férrea llego a la Fuente del Rey.



Del caño brota con fuerza el agua que busca, ávidamente, el abrevadero para saltar cantarina hasta el barranco del Juncal. 
Por debajo de la autopista entro en el Juncal. El campo está callado, como dormido. Los molinos que llegan hasta el Alto de la Guindilla miran inmóviles el cielo azul. 
Cruzo el canal, que en este tramo va enterrado y me dirijo hacia el N. 



Casi paralela a la abejera, al otro lado del camino, sobrevive una vieja caseta. 





Junto a ella, haciéndose sitio a codazos entre los chaparros, una mata de arañones ofrece, por última vez, sus frutos maduros antes de que los estropeen las cercanas heladas.



Me acerco a la cabaña redonda. 




09,00 horas. Un lozano olivo y una placa en la pared me reciben cuando termina la senda. 



Doy una vuelta por los alrededores. El lugar está limpio y cuidado. Los visitantes que, me consta, son muchos, disfrutan de este lugar y lo respetan como estoy seguro de que lo harían en tantos lugares del término si se llegaran a recuperar todo lo que se está hundiendo. 
La pieza que se encuentra al S. de la cabaña, está en rastrojo. La atravieso y llego a la Abejera de Valgorra. 


La construcción es fantástica y su conservación más que aceptable. Permanezco un rato observándola. Es una de las muchas maravillas que esconden nuestros campos. Doy una vuelta a su alrededor. 




Me subo encima. Le hago un montón de fotografías y no dejo de pensar en que no podemos permitir que estas cosas desaparezcan por la ignorancia y la dejadez. 
Continuando por el rastrojo, salgo a un camino que muere en una finca particular. 
Orillando una pieza alargada, llego al camino principal. Unos metros adelante me salgo de él para rebuscar en la ladera cualquier cosa que pueda estar oculta.

29 de Mayo de 1818. Joaquín Espinal, guarda jurado, declara que el día 27, entre 6 y 7 de la tarde halló a Juan Pedro Pascual que venía con una caballería menor de hacia el cubierto de Balgorra de V.S. y traía una talega de alchirria. (Fernando Maiora)(Tafalla del Reino de Navarra)




10,00 horas. Finca de Elena y José Mari. Es hora de echar un bocado. En el porche de la caseta, unas vigas de madera hacen de bancos. 
La espesura de la ladera cercana que se extiende hasta el Mocellaz, contrasta con la limpieza de esta finca. 




El agua del pozo nuevo, devuelve como un espejo la cara del curioso que se asoma. 
Salgo de la finca y busco la fuente de la teja. 






Está seca. Una manguera negra está preparada para aprovechar las esperadas aguas y llenar una poza cercana. 
Continúo camino arriba en busca de la otra fuente. 
Fuente de Valgorra. Me quedo atónito. 



La han limpiado y, después de muchos años, se puede ver completamente.
Siempre que pasamos por aquí, nos deviamos para verla. 



Es una fuente débil. Mes arriba, mes abajo, si el año es húmedo suele echar agua desde noviembre hasta febrero. Raro es el año que llega a la primavera.
Vuelvo por el mismo camino y, antes de llegar a la fuente de la teja, tomo el camino que entra a mano izda. 
Rebasado un olivar, se vislumbra una vieja caseta. 
En el cabezal de la puerta, ya lo hemos contado en alguna ocasión, el músico de Olite, Tintán, grabó su nombre y un texto. 



Tintán era albañil, guarda de campo, músico. Vamos, que le pegaba a todo y, al parecer, estuvo en la construcción de esta caseta. 
"Tintán. 5 de mayo de 1954. Viva la lealtad al oficio".
El camino se convierte en senda. 
Llego hasta las ruinas de otra caseta y, por la orilla de una pieza, me acerco hasta la de los Marios, a la orilla del barranco de Valgorra. 




Está abierta y abandonada. 
Regreso al camino y desciendo en dirección Tafalla. 
Todavía me detengo en un par de ocasiones a observar dos casetas en ruinas. 



Acurrucadas en la ezpuenda, servían de cobijo en los días malos de lluvia y frío. 
En el cruce de caminos tomo el de la dcha. para llegar al lugar del almuerzo. 




Un mojón avisa de que transitamos por la antigua cañada de Balgorra que venía desde los altos de Lerga. 
El camino es amplio y bueno. Desciende suavemente entre piezas y fincas de recreo. Algún vehículo sube despacio. Nos saludamos con la mano. 
En la Fuente del Rey, como hace casi tres horas, no hay nadie. Sin embargo, el aparcamiento que está junto a la gasolinera, se ha llenado. 
La afluencia de visitantes a Tafalla está siendo grande. 



11,50 horas. Por la orilla del Cidacos, junto a los antiguos huertos de Cortina, hoy engullidos por los edificios, llego de nuevo a la presa de la Estación. 
El bullicio de las calles contrasta con la soledad y el silencio de Valgorra. 







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