Domingo, 21 de febrero de 2016
Las dos últimas excursiones nos han llevado fuera de Tafalla, así que hoy toca dar una vuelta por el término.
Salir de casa, no coger el coche y transitar caminos conocidos tiene también su encanto.
Ayer le propuse a Juanjo visitar un par de fuentes en Pueyo y luego volver por Los Ricos y Patuca. Aceptó encantado.
Son las 08,00 horas. Magán marca 4º y la farmacia 2º. El cielo, de un azul gélido, está totalmente limpio.
Mal año espero, si en febrero anda en mangas de camisa el jornalero.
Por la Placeta de los Auroros llegamos a la Plaza.
La vieja fuente mira de reojo al tiovivo que, con motivo de la Ferias, le ha vuelto a visitar.
Los Jardines están desiertos.
En Recarte, el agua baja veloz buscando la presa de la Estación o de San Agustín.
El camino viejo de Pueyo está bueno para andar. En los pocos charcos que vemos, una fina capa de hielo se quiebra al contacto con la punta de nuestros bastones.
08,40 horas. Nos desviamos del camino y bajamos a la Presa de Pericueta. El agua, limpia y abundante, salta hacia la poza cercana buscando el remanso de Macocha.
20 de Agosto de 1537. Se firma el contrato con Martín de Bertol para construir la presa del "Molino de Macocha". Se organizan auzalanes para construirla. Es la presa que luego se llamó Azpilikueta y que hoy se le conoce como Perikueta. (J.M. Esparza)(Historia de Tafalla - Tomo I)
20 de Agosto de 1537. Se firma el contrato con Martín de Bertol para construir la presa del "Molino de Macocha". Se organizan auzalanes para construirla. Es la presa que luego se llamó Azpilikueta y que hoy se le conoce como Perikueta. (J.M. Esparza)(Historia de Tafalla - Tomo I)
Volvemos al camino.
El que sube a Turrustaldia queda a la izda. Decidimos seguir hasta el puente sobre el Cidacos. Juanjo se detiene y busca la presencia de algún martín pescador.
- El agua está muy fría - me dice - y los peces no salen de sus agujeros.
En el mismo cruce, a la izda., un camino viejo, casi borrado, nos invita a subir para encontrarnos con el que debíamos haber tomado más abajo.
El agua corre formando charcos.
En el camino principal descubrimos la silueta conocida del plátano.
09,25 horas. Fuente de Turrustaldia.
De su caño un agua cristalina brota con fuerza.
Las dos askas y la mesa redonda forman un precioso conjunto en la falda de la cercana Solanoa.
En el siguiente cruce de caminos, un cartel indica los diferentes lugares a los que nos podemos dirigir. Torcemos a la izda.
Entre verdes campos, disfrutando del sol que comienza a caldear el ambiente, llegamos a la cruz de Eulogio Olcoz.
Cada vez que pasamos por aquí, no deja de sorprendernos la limpieza del pequeño túmulo.
La cruz es una talla sencilla y realizada con gusto.
Unos metros más adelante nos paramos con un vecino de Pueyo que tiene un olivar, muy bien cuidado, en las cercanías.
Le preguntamos por el hombre de la cruz y nos dice que hay familiares en el pueblo y que ellos nos podrán decir qué le sucedió.
Continuamos.
Casi sin darnos cuenta, descendemos hasta el barranco de Makotxa, en el cruce de caminos.
En dirección N. iniciamos el trayecto por el que luego volveremos.
10,20 horas. Fuente de Valdetina.
Estamos solos y aprovechamos para almorzar.
La fuente está limpia y de sus dos caños brota, alegre, el agua.
Sentados en la mesa de obra, bajo los árboles, la pequeña balsa, a la que van a parar las aguas de la fuente, devuelve los cálidos rayos del sol que se abren paso entre las aneas y carrizos.
Un motorista viene veloz desde Pueyo. Cuando está cerca, nos ve y da media vuelta. Es como si no quisiera romper la paz y el silencio que reinan en este rincón.
Volvemos por el camino que hemos traído.
Las viñas y el cereal se alternan en los campos cercanos.
Las aguas del barranco no cesan en su murmullo hasta que llegamos al desvío que nos introduce en el encinar.
Un poste que parece recién pintado indica la entrada. La revista Merindad, en su último número, ha tenido un merecido reconocimiento a Luis y la Mariaje, para los amigos, por su dedicación a la conservación de los senderos.
11,20 horas. Corral de la Gariposa. Antes de entrar en su interior, contemplamos un momento el bocage que se extiende hacia Tafalla.
En su interior todo está como siempre. En noviembre pasado organizamos una excursión con el grupo Scout Ibaialde y les enseñamos toda esta zona.
Volvemos por el Sendero Local.
A partir de aquí nos encontramos con paseantes que, aprovechando la estupenda mañana que se ha quedado, están dando una vuelta por el campo.
Un forastero nos pregunta si va bien por este senda hacia el río. Sin problemas.
Bajamos al cruce de caminos y nos detenemos un momento en la Balsa de Los Ricos.
Volvemos para casa.
11,50 horas. Balsa de Patuca.
Entramos a verla. Tiene mucha agua. La rodeamos y tratamos de descubrir el pozo que dicen algunos que existe. Las zarzas son tan altas y tupidas que impiden ver lo que hay detrás.
A pocos metros, a la izda., un bardal nos hace detenernos. Lo rodeamos y nos situamos en su parte más alta. Estamos en lo que queda del antiguo Caserío de Osés.
La vegetación se ha apoderado del lugar. Aún se puede ver el montón de piedras que quedó tras su ruina.
Hace años permanecían en pie parte de sus paredes. Ahora es todo un montón de piedras cubierto por la hierba y las zarzas.
Con el canal a nuestra dcha., nos vamos acercando al pueblo.
Al bajar la última cuesta nos encontramos con la pareja que nos ha preguntado en la Gariposa por el río.
- Vaya. Ya vemos que no os habéis perdido.
- No. Qué va. Hemos encontrado bien el río. - nos dicen - Oye ¡qué bonito es todo esto! ¿eh?.
En la calle Mayor, la calleja de los judíos es como un gran embudo. En la Plaza del Mercado, Juanjo me menciona el antiguo cadalso.
La historia de Tafalla se deja ver detrás de cualquier esquina.
A pocos metros, a la izda., un bardal nos hace detenernos. Lo rodeamos y nos situamos en su parte más alta. Estamos en lo que queda del antiguo Caserío de Osés.
La vegetación se ha apoderado del lugar. Aún se puede ver el montón de piedras que quedó tras su ruina.
Hace años permanecían en pie parte de sus paredes. Ahora es todo un montón de piedras cubierto por la hierba y las zarzas.
Con el canal a nuestra dcha., nos vamos acercando al pueblo.
Al bajar la última cuesta nos encontramos con la pareja que nos ha preguntado en la Gariposa por el río.
- Vaya. Ya vemos que no os habéis perdido.
- No. Qué va. Hemos encontrado bien el río. - nos dicen - Oye ¡qué bonito es todo esto! ¿eh?.
En la calle Mayor, la calleja de los judíos es como un gran embudo. En la Plaza del Mercado, Juanjo me menciona el antiguo cadalso.
La historia de Tafalla se deja ver detrás de cualquier esquina.
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