martes, 17 de julio de 2018

Regreso a Valgorra



Domingo, 15 de julio de 2018


Teníamos ganas de dar una vuelta por Valgorra. Mis acompañantes no conocen el recorrido nuevo y hemos decidido no sacar el coche y pasear por el término. 
Son las 08:00 horas. La temperatura es agradable: 20º. Anticipo de otro día caluroso. El cielo está prácticamente despejado. Algunas nubes pequeñas, empedradas, avisan de que puede haber lluvias los próximos días.

Calma que se prolonga muchos días, se resuelve en tormentas muy bravías



En la Fuente del Rey, debajo del puente por el que circula el tren, se pueden ver los restos de la tromba que lo anegó todo el pasado viernes. 
Cruzamos por debajo de la autopista y entramos en el Juncal. 
El campo está solitario y silencioso. Una pieza sembrada de trigo está todavía sin cosechar. Las espigas no parecen haber sufrido muchos daños. 


La fuente del Juncal sigue oculta tras los grandes matorrales. Sería bueno darle una limpieza al lugar y descubrir el caño en la roca, en el que con tanto ahínco trabajó Alfonso Muro.


En una bifurcación, un poste nos señala el sentido de nuestra marcha. 
Ascendemos con tranquilidad entre campos sin cosechar. 
Al llegar a la altura de la Abejera de Valgorra, nos detenemos. No podemos verla porque la máquina todavía no ha cortado el cereal. 
08:50 horas. Caseta Redonda. 


Siempre es un placer llegar a este sitio. Es un pequeño balcón sobre el valle. Al O. se asoma Montejurra, recortando sus tres picos azules en el fondo blanquecino. El lugar está bien conservado, aunque sobran algunas latas vacías de cerveza que lo afean un poco. 
Subimos hacia la zona de molinos. 


Una hilera de hormigas cruza el camino. Cada una de ellas acarrea un grano de trigo hacia el nido. 
Tres sudorosos corredores nos adelantan y nos saludan jadeantes. 

14 de Noviembre de 1867. Reunido el Ayuntamiento en su mayor parte, se dio cuenta de una posición de Don Francisco Vidaurre, relativa a que se le abone el doble del importe de la tasación del terreno en una viña de Balgorra, que se le tomó para establecer el depósito de las aguas de dicho término y conducción de ellas por la misma finca (...) (Fernando Maiora. Tafalla del reino de Navarra)

Nos detenemos a contemplar, hacia el N., el paisaje. 
Los campos de Valdelobos descienden hasta la orilla del Cidacos. 
Al fondo, la Peña y la Higa cierran el paso al Lantxurda, la cima de la sierra de Izco. 
San Pelayo domina la Valdorba. 
Pasamos al lado del los Altos de la Guindilla y descendemos hacia Valgorra. 


El bosque verde de encinas se incrusta entre los campos dorados de las mieses cosechadas. 
09:40 horas. Caserío de Pozuelo. 
Sin darnos cuenta hemos cruzado la muga y estamos en Sansoain. 


Los vestigios del antiguo caserío están siendo engullidos por la maleza. Hace años todavía podíamos observar la pared de la antigua capilla. 
Cinco minutos más tarde estamos en la Fuente de Pozuelo. 


La abundante vegetación casi esconde el caño y el abrevadero. 
Aprovechamos la sombra de los árboles para echar un bocado.


Juanjo, jarra en ristre, decide hacer una medición del caudal de la fuente:
18 litros/minuto.
Salimos de nuevo al camino y después de una curva entramos en la senda.
Es una de las partes más bonitas del recorrido. 


Oculta entre la vegetación, desciende suavemente buscando el campo abierto. Varias matas de romero llaman nuestra atención. No es habitual encontrar esta planta en estos parajes. 
10:40 horas. Caseta de los Maríos. 


Después de rodear un pieza, salimos a un camino y cruzamos el barranco de Valgorrra. Junto a él todavía se conserva en pie la caseta. Está abierta y puede venir bien un día de lluvia. 
Por ancho camino descendemos hasta el canal. Miramos con nostalgia las paredes de lo que fue el Portillo del Aire. 


En los quitamiedos han pintado las señales indicadoras del recorrido. 


Por la orilla del canal llegamos hasta el siguiente puente, que cruzamos, y entramos en terreno pedregoso. 


Un cartel indicador nos invita a bajar unas rústicas escaleras y, orillando una pieza, llegar hasta el nacedero. 
11:20 horas. Nacedero de la Fuente del Rey. 


En la caseta pueden verse una placa explicativa del lugar y una verja que cierra la puerta para evitar accidentes. 
Buscando una sombra, aprovechamos la parada para echar un trago de agua. 
Desandamos el trayecto y volvemos al camino. 
Aunque no está señalizado, como conocemos el entorno, nos adentramos por un sendero desdibujado y llegamos a una caseta oculta. 
En su frontal hay una inscripción: Año 1845. 
El año de la traída de aguas a la ciudad. 


Su interior, abovedado, siempre nos ha fascinado.  
En el Juncal nos encontramos con algunos caminantes. Ellos van y nosotros volvemos. 


A las 12:00 horas llegamos al cartel que explica el itinerario. 
Una bonita vuelta por uno de los rincones más interesantes de Tafalla. 



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