lunes, 3 de febrero de 2020

La caseta de Bordonaba







Domingo, 2 de febrero de 2020


De vez en cuando se producen encuentros enriquecedores. La semana pasada me paró por la calle Perico Margain y me preguntó si en alguno de los programas de la TV que se están emitiendo visitaremos la caseta de Bordonaba. 
Ahí saltaron todas las alertas. 
Le dije que no sabía de su existencia y que me dijera dónde estaba. 
Me dio una serie de indicaciones: Del Pozo de Jurío, hay que ir al Prado Redondo y, en una pieza sin salida, allí están los restos. 
Así que este domingo, ya tengo tarea: a caminar por Valdiferrer. 
Son las 08:00 horas. El termómetro marca 9º. Apenas si hace viento y el cielo está despejado. 

El día de la Candela, invierno fuera. Pero si no ha nevado y quiere nevar, invierno por comenzar. 

No me puedo quedar en casa. 
El campo de Tafalla es inagotable. Siempre hay algo nuevo que descubrir. 
Comienzo a subir por el camino del Vaquero. 
La mañana es agradable. El campo está solitario. 
Al pasar junto a las fincas cerradas, los perros me dan los buenos días con ladridos escandalosos y amedrantadores. 
Los sembrados están nacidos.
Tímidamente, van vistiendo de verde el paisaje invernal. 
Cruzo el canal que, como una gran cicatriz blanca, desciende por el Vaquero, bordea la Laguna y sube al Plano.
Alguna viña todavía está sin podar. No tardará mucho en entrar la tijera. 
08:45 horas. Cruz de la Corpus.


Escondida entre los chaparros, mira impasible hacia Candaraiz y el Saso. 
Me detengo un momento. Un alambre que hace de collar sostiene un ramillete, todavía fresco, que colocamos hace casi un mes cuando pasamos por aquí. 
Orillando una pieza, llego a la Abejera de Garbayo.




Cada vez que vengo, me sorprende su buen estado de conservación.
Los desnudos y nervudos almendros acompañan a la pequeña construcción en este rincón abandonado y desconocido. 
Atravieso una pieza en barbecho bajo la atenta mirada de las ruinas del Caserío del Almendrolar o de los Capitanes. 
Desciendo y llego al camino. 
09:05 horas. Balsa de Valdiferrer.


Está llena de agua. Es agradable detenerse y contemplar el reflejo de la vegetación en su superficie. 
Cuando llega el estío, sus aguas son escasas y el hedor que despiden hace que el paso se aligere. 
Continúo en dirección N. 
En el cruce de caminos, hay un montón de piedras. 
10:35 horas. Pozo de Jurío.





Aparentemente es un pequeño pedruguero, pero en su interior el agua remansada devuelve el reflejo de la luz entre los resquicios de las piedras. 
Introduzco el bastón hasta que toca fondo. Unos 80 cms. de agua. No está mal.
Antes de tomar el siguiente desvío, me acerco a visitar la vieja colmena que está en un ribazo. 
Por su tamaño tiene más pinta de ser un venturero.



Aguanta bastante bien el paso del tiempo. 

15 de enero de 1492: En el dicho Concejo fue mandado que si Charles de Nabaz no venía para la Santa Cruz de Mayo con su mujer y familia a residir y morar en esta villa, que desde hoy en adelante no le sean recogidas sus ovejas en los términos ni que puedan pacer las hierbas, ni beber las aguas, a tenor de la ordenanza, pues no quiere venir a vivir y morar como otros vecinos de la dicha villa. (J.M. Jimeno Jurio)(Merindad de Olite III. Documentación del Archivo Municipal de Tafalla (2). 

Vuelvo sobre mis pasos y me interno en el Prado Redondo. 
Los sembrados dibujan irregulares lunares en la hondonada que forma el pequeño valle. 
El camino termina en una pieza grande escondida en el encinar. 
Los brotes del cereal están empapados de agua. 
Hay que buscar las zonas más secas para caminar. 
En la parte N. de la pieza, en su orilla, unas piedras mezcladas con tierra llaman mi atención. 
Por las indicaciones que me dio Perico, esta tiene que ser la caseta de Bordonaba.



Son las 09:35 horas.



Me acerco. La rodeo. Camino por encima. 
Sí. Tiene pinta de ser una antigua construcción. Lo confirmaré con Perico. 
Inevitablemente, mientras almuerzo en un carasol cercano, me viene a la cabeza la jota que le sacaron al tal Bordonaba. 
Los labradores, cuando iban por allí a trabajar sus campos, se acordaban de él y le llevaban lo que podían.

Si vas a Valdiferrer
pregunta por Bordonaba. 
Pero llévate de todo
porque él no tiene de nada. 

Camino por una pieza hasta llegar a la muga de Artajona. 
Los molinos de La Sarda agitan suavemente sus aspas. 
El campo está en calma. 
Me meto por el bosquete. 
El tramo es corto y la vegetación, aunque tupida, me deja avanzar sin dificultad. Los pinos conviven con los enebros. Las ilagas enseñan amenazadoras sus puntiagudas hojas, mientras los escasos romeros ofrecen, con timidez, unas florecillas azules que brillan junto al intenso verdor del musgo. 


Salgo al camino y disfruto de las vistas. 
Beratxa, Moncayuelo y el Cabecico Redondo. 
Montejurra y Lókiz. 
10:35 horas. Caserío de Valdiferrer. 



Me acerco a él por la parte trasera. 
Su estampa es engañosa. 



Cuando doy la vuelta, en su fachada, se ven los estragos que están haciendo el tiempo y el abandono. 
Desciendo por el camino y tomo el primero que encuentro a la dcha. 
El Corral de la Mariana envejece lentamente. 





Se hunde sin remisión. 
Otra joya de nuestro patrimonio que necesita, urgentemente, una consolidación y un panel que nos cuente lo que estamos viendo. 
Sigo mi trayecto. 
11:00 horas. Corral del Vaquero.





No se oye actividad. El ganado que se guarda allí estará por los campos buscando el sustento. 
Vuelvo a cruzar el Canal y paso junto a la vaquería de los Churreros. 
En pocos minutos salgo a la carretera de Estella. 
Son las 11:45 horas. 
Ha sido un buen comienzo de Febrero. 
Valdiferrer y el Prado Redondo son lugares en los que se disfruta intensamente del campo tafallés. 




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