Domingo, 13 de diciembre de 2020
Un lector de este blog me envió hace unos días la ubicación de una piedra que a un amigo suyo le tenía intrigado.
El pedrusco en cuestión se encuentra en el término del Monte.
Aprovechando la tregua que da hoy el temporal de aguas y que hay buenos caminos, vamos a ir hasta allí a echar un vistazo.
El amigo del lector está convencido de que tiene que ser un menhir.
Todo puede ser.
Son las 08:00 horas.
El cielo, aunque con nubes negruzcas, no amenaza lluvia.
Por Santa Eulalia (14 de diciembre) las castañas asadas y la manta enrollada.
El termómetro marca 6º y apenas anda aire.
Vamos a tener buena mañana para caminar.
Rebasada la subida a Las Torres, tomamos el primer camino que sube hacia el canal.
Los campos rebosan humedad.
A nuestra dcha., las instalaciones de la potabilizadora que se construyó para cuando hiciera falta echar mano de las aguas de Itoiz.
En el canal, las aguas tranquilas parecen inmóviles.
Por la orilla izda. avanzamos en dirección O.
En los fríos y desnudos campos, quedan todavía pequeñas cabañas de piedra que resisten el paso del tiempo sabiéndose inútiles con la moderna agricultura.
Cruzamos el puente y pasamos a la otra orilla.
Antes de adentrarnos en El Monte, observamos de lejos la vieja abejera del Salobral.
Donde los árboles lo permiten, contemplamos las cimas de la Higa y de Izaga, tan queridas por nosotros.
El camino se ha puesto bonito.
A las puertas del invierno, el paisaje se vuelve entrañable, íntimo.
En el aparcamiento, un cazador se está abrigando para empezar su "faena". Nos dice que va a la becada, pero que vamos a oír pocos tiros porque la cosa está escasa y las mañanas suelen ser más para sacar a "pasear los perros y la escopeta".
19 de junio de 1491. Cualquiera que fuera hallado cazando conejos en cualquiera de los dichos montes, que pague de pena dos florines cada cazador, aunque sean muchos de día y de noche el doble, y esto se entiende con hurón o sin el, y si acaso que no fuera hallado, se le perdone dentro de un año y un día, como dicho es, de la leña que pague la dicha pena, la media para el acusador y la otra media para el arrendador, y que pueda acusar cada vecino o habitante. (J.M. Jimeno Jurío)(Merindad de Olite III. Documentación del Archivo Municipal de Tafalla (2).
Un quejigo muerto extiende sus ramas como en un lamento infinito.
Orillamos una pieza y, como no podía ser de otra manera, nos hundimos en el terreno.
09:20 horas. Piedra rectangular.
Es una pieza bien formada.
La medimos: 2,50 m x 1m x 0,40 m
No es la primera vez que estamos ante ella.
Incluso alguna vez nos ha servido de asiento en el almuerzo.
No nos extraña que llame la atención porque sus formas son perfectas.
Seguimos.
El camino pasa justo al lado de la enigmática construcción que esta dentro del bosquete.
Me dijo un cazador, que frecuenta mucho la zona, que ellos le llaman "El castillón de los cazadores".
Nunca habíamos oído esa denominación pero... puede servir.
Descendemos por amplio camino.
09:30 horas. Corral de los Toros.
Enclavado también en el Carasol del Monte, es un lugar emblemático en Tafalla.
En este blog hemos contado alguna historia deliciosa acaecida en el siglo XIX y que, afortunadamente, D. Angel Morrás dejó escrita en sus Memorias Tafallesas.
El camino que conduce hasta el canal también se ha puesto sus galas invernales.
Las zarzas y los robles tienen el color apagado y sombrío. En nueve días cambiaremos de estación y tendremos por delante tres meses largos y fríos.
Cruzamos la carretera de Artajona y entramos por el camino que se dirige hacia el túnel de la Lobera.
Un poco más adelante, dos cómodas piedras nos invitan a hacer la parada obligatoria para recuperar fuerzas. Son las 10:00 horas.
Resguardados del suave viento en las faldas de los Altos de la Lobera, disfrutamos de esta mañana agradable contemplando los verdes sembrados y los cerros llenos de encinas y enebros.
Continuamos en dirección S.
Hacer un recorrido largo, como el de hoy, tiene la ventaja de que atravesamos unos cuantos términos y podemos saborear los viejos topónimos.
En un cruce de caminos pasamos, sin darnos cuenta, de La Lobera a la Aquitana.
11:00 horas. Pozo de Jurío.
La parada es obligatoria.
Las piedras amontonadas ocultan la existencia del pozo y, si no se conoce el lugar, es fácil pasar de largo.
La balsa de Valdiferrer tiene agua.
Siempre recordamos que es muy desagradable el olor que desprende en verano cuando está estancada.
El camino desciende y tomamos el primer desvío a la izda. para evitar salir a la carretera.
Entramos en el Vaquero. Caminaremos por él hasta entrar en Tafalla.
11:20 horas. Corral de la Mariana.
Siempre que pasamos por aquí, y cada vez lo hacemos más esporádicamente, observamos su ruina galopante.
Una verdadera pena que una construcción de esa envergadura termine siendo un montón de piedras comidas por las zarzas.
Un poco más adelante abandonamos el camino y nos asomamos al otro corral importante de Tafalla.
El corral del Vaquero. Como todavía se usa, está en buen estado.
Dejamos la visita del pozo para otro día que vayamos con más tiempo.
Cuando llegamos a la serrería de Martínez, estamos ya en la entrada del pueblo.
Una oveja solitaria nos recibe con unos estruendosos balidos.
Son las 12:00 horas.
Ha merecido la pena el paseo.
Es un placer caminar por nuestros términos y descubrir en cada rincón un pedazo de nuestra historia.
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