miércoles, 2 de diciembre de 2020

El dolmen de Navafría (San Martín de Unx)





 Domingo, 29 de noviembre de 2020

Hoy vamos a caminar por el término de San Martín de Unx. 
Sergismundo, que es un fenómeno, ha subido una ruta a Wikiloc que nos llevará al dólmen de Navafría. 
Aprovechamos que el día ha salido bueno para conocer el lugar. 
Son las 08:30 horas. 
En el azul del cielo hay unos corros empedrados que anuncian cambio de tiempo en pocos días. 
Nuestro termómetro marca 4º. 

En noviembre, haz la matanza y llena la panza

Es el final de noviembre y el invierno está a la vuelta de la esquina. 
Aparcamos al comienzo de la Cuesta de la Casilla, junto al canal. 


Por la oriila, nos acercamos al puente que lo cruza, cerca del Caserío de Femate, y tomamos el camino que sube a Santa Zita. 
La cuesta es larga y en algunos tramos pronunciada. 
A nuestra dcha. las viñas desnudas se cobijan al abrigo del pinar. 
08:50 horas. Ermita de Santa Zita. 





En la puerta del templo han puesto una barandilla metálica, además de un pasamanos en la vivienda del ermitaño. En estos tiempos en que todos nos preocupamos por la seguridad, se añaden elementos al antiguo edificio del siglo XIII.


Hacemos una breve parada y admiramos, una vez más, los dos restos de lo que parecen ser columnas romanas. 
Descendemos al final del valle y, por la senda, pasamos a la otra ladera. 
Los pinos y las ilagas son los señores del monte. 



Desde su atalaya, la ermita no nos quita ojo. 
09:05 horas. Cristo yacente. 



Aprovechando una gran roca, cerca del sendero por donde van los de Pueyo a Ujué, el artista local José Urdín talló una gran figura allá por 1993. 
En mis visitas al antiguo ermitaño, Jesús Viela, recuerdo que se oía el golpeteo constante de la maza en el cincel como fondo de nuestras conversaciones



Una flecha del viejo sendero SL 174-A nos informa del lugar. 



El camino viejo que viene de Santa Zita nos lleva a un sendero que sale a otro camino.


 
Un olivar bien cuidado llama nuestra atención. 
Mis acompañantes, buenos recolectores de olivas, me ilustran con sus conocimientos. 




La "negral" está en su punto. Lista para que la recojan. 




En cambio, a la "vidrial" todavía le falta un poco. 
Unos metros más adelante nos encontramos con la primera construcción. 
09:30 horas. Corral de la Viuda. 
En las fechas en que estamos, es inevitable acordarse del turrón del mismo nombre. 




El corral era amplio y estaba sólidamente construido. Ahora está totalmente en ruinas. 
Por terreno suave, vamos caminando disfrutando del paisaje. 
Cruzamos el barranco de Valdiérbitos. 


Curioso topónimo. Juanjo nos dice que en euskera "erbia" es liebre. 
Suponemos que el nombre responderá a la abundancia de estos animales en la zona. 
El monte bajo impera a ambos lados de nuestro recorrido. 
Algunas piezas sembrada, como pequeñas islas, aparecen y desparecen cuando pasamos. 
09:45 horas. Corral de Santa Zita. 




Un enorme paredón sobrevive en medio de la maleza. 
Damos una vuelta y vemos lo inaccesible que es entrar en sus ruinas. 



Un poco más adelante pasamos por el barranco de la Abejera. 
09:50 horas. Cruz de piedra.




En un cruce de caminos se encuentra lo que queda de una tosca cruz. 
Le falta la parte de arriba. 
Aprovechamos el lugar para echar un bocado. 
Tenemos enfrente San Martín y, al fondo, la torre de la iglesia de Ujué. 
Reconocemos, recortando el paisaje, los altos del Coronel y de los Paxaros. 




En el campo que está a nuestros pies, se ve un venturero sin actividad. 
Antes de salir a la carretera, hacemos otra breve parada. 




En el ribazo, apartada del camino, una cruz de piedra en buen estado se asoma rodeada de ilagas. 
Cerca de ella, en el lugar de donde nos llevamos varias bolsas de cascos vacíos de cervezas en un paseo anterior, hay un cartel que nos deja atónitos.




Por más que miramos, no encontramos ninguna videocámara. El que las haya colocado tiene que ser un artista del camuflaje. 

Cruzamos la carretera y descendemos por ancho camino al lado de olivos de nueva plantación. 

Una cabaña de piedra está tan camuflada en la orilla que, si no estamos atentos, nos quedamos sin verla. 



Al pasar junto a una caseta que está en obras, tres perros enormes, con pinta de mastines, nos ladran desde detrás de la valla. 



Volvemos a cruzar el canal. 
Al llegar a un cruce, tomamos el camino de la dcha. para adentrarnos enseguida por otro camino también a la dcha. 
11:05 horas. Corral de Navafría. 


Como los anteriores, también está abandonado y en ruinas. 
Volvemos sobre nuestros pasos y, en el cerro de al lado, encontramos el dolmen de Navafría. 


Está escondido en medio de la nada, pero la visita merece la pena. 
Esto dice Sergismundo en Wikiloc: 

Nos separamos unos metros del camino para encontrar el dolmen. De él se conservan dos piedras grandes y otras más pequeñas de su estructura.
Está bastante degradado, por estar en la cercanía de varios corrales y fincas agrícolas.
Está datado entre el Neolítico y el Eneolítico y es el único monumento funerario de la zona. (Aunque cerca se han encontrado restos de poblamientos de la época).
El dolmen más próximo es el de Candaraiz de Tafalla.
Todos los poblados de la época en esta zona son muy parecidos. El hombre vivía en alto, en las laderas de las primeras formaciones montañosas, dominando la llanura que era donde cazaba. Muy interesante.



Permanecemos un rato allí y disfrutamos del hallazgo. 
Salimos al camino principal hasta llegar a una bifurcación.

Seguimos por la dcha. hasta el camino del canal.
Lo orillamos y llegamos al coche. Son las 11:50 horas. 
La mañana sigue siendo agradable. 
El cielo se ha ido "empedrando" cada vez más. 
La semana que viene tendremos mudanza. 


Harina de otro Costa

por Juanjo Costa.



Un paseo por el tiempo. La intrahistoria de un rincón pequeño. Domingo 29 de noviembre de 2020

          

1.  Los primeros pasos de la mañana

Aún el sol no ha escalado las estribaciones del “Chucho alto” de Lerga, y ya estamos los caminantes acompasando nuestros pasos y nuestras conversaciones, al ritmo de la mañana que va pintando de otoño las viñas, los olivos, las piezas que ya verdean.

Hacia el norte, las amplias laderas de la sierra de Guerinda, sobre la cual los molinos hacen tales aspavientos saludando al incipiente sol, que habrían hecho las delicias de Don Quijote si hubiera tenido la suerte que tenemos nosotros de andar por aquí. Habría tenido “faena” por lo menos para una semana, arremetiendo, uno tras otro, contra los gigantes al que el sabio Frestón había transformado en grandes ingenios comedores de viento.

Acompañándonos en este primer trecho del camino, la gran sierpe de cuerpo transparente, encerrada en su armadura de hormigón blanco: El Canal de Navarra, que nos devuelve nuestros reflejos ondulantes y, suave y silencioso, se lleva, con el agua del Irati, nuestras cuitas sencillas y cotidianas. 

El cuadro lo completan, por el sur, primero la Plana de Olite y los pueblos del valle del Cidacos y, allá abajo, al fondo, inmutable y severo, detrás de la triste fortaleza del monte Rada, el Moncayo, guardián de las esencias ibéricas.

En lo que respecta a la riqueza interior de un paisaje, se puede decir, como el personaje de Agatha Christie, Miss Marple, cuando habla de lo que ocurre en el adorable y ficticio pueblecito de la campiña inglesa en el que vive: “La gente es igual en todas partes”. Ella la utiliza para argumentar que cualquier suceso que ocurra en una gran ciudad, puede tener lugar también en el pueblo más pequeño, pues la naturaleza humana está sujeta a las mismas pasiones y parecidas virtudes en todos los lugares.

Y lo mismo podría decirse de los paisajes. Al menos de los paisajes que han soportado la vida humana desde hace milenios (de los otros, de los que podríamos llamar “paisajes vírgenes” quedan cada vez menos). Así que, al norte o al sur; al este o al oeste, al menos en Navarra, junto a los elementos que forman los diferentes hábitats que determinan la orografía y el clima, siempre encontramos elementos parecidos: pueblos, tumbas, rocas, caminos, campos, ríos, barrancos, bosque, llanuras…

Aquí, en el término de San Martín de Unx, en este lienzo de tierra que hemos andado en tres o cuatro horas, hemos encontrado una serie de elementos de lo más abigarrado: amén del pueblo con su factura medieval y su riqueza urbanística, humana y gastronómica (me refiero especialmente a su vino, ¡cómo no!), hemos podido degustar varios elementos que la historia ha ido depositando.

Me voy a limitar hoy a hablar de ellos someramente, a modo de bosquejo realizado con pinceladas sueltas. Los mencionaré en el orden en que los hemos ido viendo. Queda para otra ocasión lo erudito, que lo hay. Al buscar documentación geográfica, histórica o etnográfica sobre los lugares que vamos conociendo por dentro, se da cuenta uno de que, muchas veces, hemos pasado cerca de ellos, pero no hemos degustado su esencia profunda, el alma que la pátina del tiempo ha ido depositando sobre ellos y, muchas veces, ocultándolos. Por eso, hay que andar (literalmente) despacio, observar, oler, oír, tocar y preguntarse, luego, por qué esa ermita, esa imagen, esas cruces, esas rocas están ahí. Más tarde, si se es curioso y amigo de profundizar más en los documentos, se va aprendiendo y descubriendo las razones, por qué está ahí o para qué lo hicieron. Y se siente uno más arraigado a la tierra, a la vida, a todo lo que ha sido y ha llegado hasta nosotros.

   

2.  La ermita de Santa Zita

La primera parada es en esta ermita, a la que los habitantes de San Martín de Unx vienen a festejar ( y a festejarse) el domingo más próximo al 27 de abril, fiesta de la Santa. Dicen las viejas historias que se edificó en el siglo XIII. Siglos más tarde, un capitán italiano que vino a combatir en las guerras entre los agramonteses y beaumonteses (a finales del siglo XV) cayó herido en las inmediaciones del lugar. Como era muy devoto de esta santa italiana, dejó todos sus bienes a fin de que se arreglara y ampliara el edificio (lo explica muy bien Julio Asunción en un vídeo que podéis ver con facilidad en la red). La historia de Santa Zita, santa nacida en la ciudad de Lucca, persona delicada y un dechado de virtudes, patrona de las trabajadoras domésticas y de los panaderos es, ciertamente, sencilla y entrañable.

Ahora bien, está documentada la existencia de infinidad de ermitas por toda Navarra. Algunas de ellas, como parece que es el caso de esta, fueron primero cenobios, eremitorios, sin advocación conocida. Si nos fijamos bien en el emplazamiento de Santa Zita (al fondo de un pequeño valle, a las orillas de un barranco, colgada de la ladera), no es difícil suponer que sus orígenes son anteriores y su función diferente de la que ha tenido en los últimos tiempos. Era una ermita con ermitaño fijo. Nosotros conocimos al último ermitaño “de fundamento” que, por tradición familiar, cuidó de este enclave. De eso Javier os puede hablar bastante, pues tenía mucha amistad con él. Por otra parte, podéis encontrar alguna referencia a esta persona en este mismo blog, en alguna de las entradas de los primeros años.

Por mi parte, como hoy se trata de escribir de manera “diletante” y no erudita, dejo, para otra ocasión, el poder ampliar la historia y el conocimiento de la ermita.

 

3.  Un Cristo yacente

Habéis podido ver el gran cristo yacente que se encuentra al otro lado del barranco, casi enfrente de Santa Zita. Creemos que el escultor es un vecino del pueblo (y que aún vive). Sería interesante conocer las razones por las que acometió esta obra que, al menos yo lo creo así, tiene mucho mérito. ¿Fue por devoción, promesa, impetrar la solución a algún problema? ¿Qué razón o razones llevaron a este hombre a realizar tamaño monumento? Ahí dejamos la incógnita, por si alguien quiere ayudarnos a resolverla.

 

4.  Están clavadas dos cruces

No en “El monte del Olvido” y tampoco “Por dos amores que han muerto” (aunque ahora, por desgracia, de eso hay abundante”), como canta José Feliciano. Estas son cruces devocionales. Pequeña, extraña, humilde hasta en su emplazamiento, una, a la que se le llama “La crucica”. Más grande, bien trazada, en alto, bien labrada, la otra. En esta quiere verse el año de su factura y una inscripción. Pero ambos están tan desgastados que no hemos podido hacer el negativo ni con lápiz y papel.

Las dos, cerca del pueblo. ¿Cuántas generaciones de gentes de San Martín habrán rezado a su vera Padrenuestros, Avemarías, Glorias? ¿Cuántos siglos de devoción y de oraciones llevarán oídos? Que si la cosecha, que si la uva, que si la mujer, que si el hijo o la hija, que si el burro…

Y nosotros, los que llevamos subiendo desde Tafalla a Ujué muchos años, ignorantes, hemos pasado veces y veces muy cerca de ellas, sin saberlo. Pero, seguro, que también nos han protegido siempre en esa circunstancia. A la ida, nocturna, silenciosa, y a la vuelta, camino de casa, ya amanecido.

 

5.  Por aquí también se iba a Roma

Y se venía. Estos últimos tiempos he ido encontrando abundante documentación del pasado vascón y romano de toda esta zona. Desde Jaca, hasta Andelos o Calahorra. Se han descubierto abundantes lápidas funerarias y miliarios de la época por todo el recorrido que une estos y otros lugares. Hay ya varios estudios exhaustivos que nos hablan de este tema y de esta zona. Yo, por ahora, me baso en dos. Por una parte, “Los campesinos vascones” (Editorial Txertoa, San Sebastián, 2011), que es la Tesis Doctoral de Alberto Pérez Laborda y abunda en datos, muy bien contados, de los siglos en que coinciden los vascones y los romanos por estas tierras y, por otra, en “Cuadernos de Arqueología Universidad de Navarra. 6, 1998, págs. 63-98 EPIGRAFÍA FUNERARIA INÉDITA DE UN ÁREA ROMANA INÉDITA: TAFALLA y EL VALLE DEL RÍO CIDACOS (NAVARRA)', de Alicia Mª Canto, Javier Iniesta Ayerra, Javier Ayerra Alfaro”.

Naturalmente, hay bastantes más estudios, pero en estos dos hay datos sobre lugares que nos son muy cercanos.

A falta de profundizar más en el tema, por mi parte, los traigo a colación porque hoy hemos pasado muy cerca del lugar donde se encontraron varias lápidas romanas, con nombres muy enigmáticos. Concretamente en el término de Santa Cruz, y no por casualidad, se hallaron restos constructivos en la superficie y varias estelas con una onomástica interesante. Una estaba dedicada a la divinidad “Neria” y, la otra, a “Hehelphis Magnis”. Ambas parece que no pueden explicarse, por ahora, ni por el protovasco ni por el aquitano. Hay otra que reza “Coemae” cuya filiación puede deberse al indoeuropeo. Todo está convenientemente documentado y a resguardo en el Museo de Navarra. Pero, claro está, esto no ha hecho más que empezar.

 

6.  Al final está el principio

Por último, gracias al buen ojo de nuestro amigo “Sergismundo”, hemos sabido de la existencia de un dolmen en el término de Navafría (topónimo sugerente, donde los haya) y nos hemos acercado hasta él. Y, la verdad, nos ha gustado.

El asunto ya se remonta a bastantes siglos atrás, respecto de lo anterior. Y arroja luz sobre la posible existencia de megalitismo prehistórico, también por esta zona. Ya apuntamos, en su día, algunos descubrimientos de menhires cerca de aquí y que conocimos gracias al citado anteriormente Julio Asunción. Concretamente él hablaba de los términos de Tafalla y de Sánsoain, pero hay constancia de algunos más. Este es otro tema para volver a andar.

Nosotros ya conocíamos la existencia de algunos castros cercanos que fueron estudiados por Javier Armendáriz Martija, concretamente y cerca de donde hemos pasado hoy, “Valmediano”, en Tafalla; “Falconera”, en Olite y “El Turbil”, Beire.

 

En conclusión, hay mucho y bueno por andar; mucho y bueno por descubrir y con lo que disfrutar. Nosotros, a estas alturas de la vida, no tenemos más interés que el disfrutar del campo, de la buena compañía y de los, casi siempre, frugales almuerzos con los que reponemos fuerzas. Pero, estamos convencidos que, a todo este patrimonio, bien tratado, se le podría sacar mucho partido, desde el punto de vista de un turismo de calidad y respetuoso con el medioambiente. Está muy bien visitar las poblaciones, disfrutar de la gastronomía e, incluso, correr con las BTTs por esos caminos y sendas de Dios. Pero conocer “in situ” nuestra rica historia… ¡Eso sí que es “Harina de otro Costal”! A quien corresponda.

Buen camino. Vale.





 






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