sábado, 9 de mayo de 2009

San Pelayo desde Amatriain













3 de Mayo de 2008
No podemos parar. El viernes, Juanjo y yo fuimos con Los Doce a Ujué y hoy no nos queremos quedar en casa, a pesar de que las piernas acusan los ¿40, 38, 36 kms.? de antes de ayer.
Como las predicciones metereológicas son buenas, decidimos hacer una salida suave. Para ello el Templao, José Luis, Juanjo y yo, cogemos el coche y nos vamos a Amatriain. Desde el camino que va por detrás de la iglesia, subiremos a San Pelayo.
Este monte, de 963,2 mts. de altitud, podríamos decir que está a "tres aguas": Orisoain, Artariain y Amatriain. Cada año, el pueblo que ha custiodado la imagen del santo, la sube a la ermita el día de la romería y al finalizar, la baja otro pueblo, quien la guardará todo el año, hasta que, al año siguiente la suba al monte y la vuelva a bajar el siguiente pueblo, y así sucesivamente.
Nosotros salimos de Amatriain a las 8,25 por el camino que he indicado. En 10 minutos se llega a una bifurcación. Se toma el camino de la derecha, en el que incluso hay un cartel que indica a San Pelayo y se comienza a ascender suavemente. A los 15 minutos se llega a un camino nuevo, se camina por él un poco y se vuelve a coger el camino de la derecha que nos llevará por encima de una vaguada hasta unos robles, que anuncian un bosque precioso.
Allí nos encontraremos con un pequeño cartel clavado en un arbol que indica la dirección de San Pelayo. Tomamos la senda que asciende, pero si no lo hiciéramos y continuáramos por el camino más ancho, por un robledal fresco, llegaríamos también a la pista que asciende hasta la cima.
Nosotros vamos por la senda en plan "purista" y en menos de 10 minutos, en una ascensión suave, en medio del bosque, salimos a esa pista, giramos a la izquierda y divisamos la ermita. Estamos arriba. Nos ha costado llegar unos 55 minutos, a paso suave, disfrutando del paisaje.














Han restaurado la ermita hace algunos años. Antes, era blanca, encalada y por qué no decirlo, bastante fea. Sin embargo, ahora, con la piedra sacada, el tejado de teja vieja y el entorno adecentado, es otra cosica.
A su lado hay un vértice geodésido que sobrepasa la altura del edificio. Desde él se contempla muy bien el paisaje. Hay que subir por una escalerilla de varilla. Juanjo y José Luis, que es la primera vez que están en este monte, suben porque quieren ver el horizonte.
Y es que la cima de San Pelayo es muy amplia y arbolada, por eso lo que se puede divisar hay que hacerlo a través de los árboles.
El Trinkete Mendi Taldea de Tafalla ha puesto allí la figura de una casica, como buzón y en su interior no hemos encotrado ninguna tarjeta.










Almorzamos un poco y, al echar un trago de la cantimplora, vemos en el cielo 3 ó 4 buitres que planean majestuosos encima de nuestras cabezas; eso sí, a bastante altura. No podemos dejar de contemplar su vuelo circular y su quietud. Maravillas de la naturaleza.
A las 9,45 decidimos volver por el mismo camino. Bajamos por la pista y dejamos para otro día visitar unos robles que, según me ha dicho un vecino del valle, son imponentes.
A las 10,30 llegamos a Amatriain. Cogemos el coche y antes de irnos para casa paramos un rato en Benegorri. Me apetece enseñarles el pueblo de mi madre y ellos también quieren verlo.

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