Hay mañanas que invitan a darse la vuelta en la cama y seguir un rato más en el calor de las sábanas. Hoy es uno de esos días. El fin de semana ha sido lluvioso. La noche del viernes Juanjo recogió 10 litros. Cuando suena el despertador todavía es de noche y llueve, pero salto de la cama y me preparo las cosas para ir al campo.
Ayer le llamé al Templao y me dijo que no había pensado nada. Le propuse ir a Valdiferrer, por el Vaquero y en eso quedamos. Con Juanjo no pude hablar porque había subido a la Valdorba, a la seta.
Son las 08,00 horas. Hemos quedado en la plaza. Salgo a la calle y llueve ¿qué haremos?. Magán marca 8º y la farmacia 6º. Dicen que Miguel Indurain, cuando llovía, también se quedaba atrás. Será eso. En la plaza está el Templao y llega enseguida Juanjo. Planteamos hacer una "urbanita" pero Juanjo, tiene la feliz idea de que vayamos por los caminos del Escal, que están en buen estado y caminemos un poco por el campo.
La lluvia, al ver que que no nos rendimos, parece que se da por vencida y remite un poco.
Nos dirigimos al camino del Escal. Cruzamos el puente del ferrocarril, pasamos la carretera de San Martín y dejando a la izda. el camino de las Pozas nos adentramos en el Escal. "El cultivo del lino y cáñamo tuvo importancia en todo el regadío, singularmente en Cogosto y Torreta. Su tratamiento creó problemas. La prohibición de remojarlo en el Cidacos, por considerarlo perjudicial para la salud pública, motivó litigios y tensiones. Los de Tafalla pleitearon en 1608 contra los valdorbeses "sobre aguar linos en el Çidacos". Los franciscanos pidieron al Concejo local que prohibiera a los vecinos remojar sus linos aguas arriba del convento, por constituir peligro de muerte para lo religiosos, pudiéndolo permitir del convento hacia abajo. Los de Olite se querellaron contra los de Tafalla por la misma causa. El problema fue solucionado creando un espacio, alimentado con el agua de una acequia de riego, que dió nombre al paraje: LAS POZAS" (J.M. Jimeno Jurío)(Toponimia histórico-etnográfica de Tafalla).
La lluvia aparece intermitentemente. Llegamos al antiguo vivero forestal. En el cruce de caminos, tomamos el de la izda.
Son las 08,50 horas. Estamos en el Prado de Solcanto. Por ese camino que ahora está muy arreglado, pasando por los salitrales que antes lo hacían impracticable, subimos al portillo que separa Valmediano del pinar de la Choza del Modesto. 09,00 horas. Ante nosotros se abre Valmayor en todo su esplendor. Enfrente la Carravieja y el canal. Debajo, como una minúscula mota blanca en este lienzo otoñal, el refugio de Los Doce. A nuestra dcha. Ujué se recorta en el horizonte. Comenzamos a descender. El camino serpentea en el ligero ascenso que nos llevará hasta la carretera de San Martín, coqueteando con Valmayor y la Falconera. Sacamos los paraguas. La lluvia se ha hartado de nosotros y quiere pelea. Además el viento se ha aliado con ella y nos obliga a abrigarnos.
09,30 horas. Refugio de Los Doce. Estamos a cubierto. La edificación está reluciente. La Virgen en su pedestal emociona cuando entras. Sacamos el tentempié. Vamos a volver sobre nuestros pasos hasta el fondo de la depresión que tiene Valamayor. Salimos y sigue lloviendo. No nos importa. Hoy ya hemos hecho el "quiahacer".
Cuando llegamos al centro de Valmayor torcemos a nuestra dcha. y nos encaminanos al Caserío Fernández o Valmayor. Llegamos y damos una vuelta por el exterior de los edificios. Visitamos el lugar en donde antiguamente se guardaban los toros para las Fiestas. "En tiempos más modernos (primeros años del siglo XX) los encerraban en el Caserío de Fernández, cuyas hierbas ofrecía el Ayuntamiento en la contrata de los toros. Desde ese recinto abierto, por los pinos de Ereta, pasando por la Fuente del Rey, llegaban hasta el corral antes citado, de los PP Escolapios, hasta la hora prevista y oficial del Encierro. Este recorrido campestre lo han presenciado todos los de más edad. Se solía ir a esperarlos a dicha fuente, y al mismo camino, subidos en algunos carros que antes tanto abundaban en las orillas de los caminos y afueras de la ciudad" (J.M. Urroz Cabodevilla y P.M. Flamarique Zaratiegui)(En el centenario de la plaza de toros de Tafalla). El Templao recuerda que de chaval solía bajar a ver el ganado bravo hasta aquí, lo que suponía toda una aventura de adolescentes. Nos acercamos un momento a la balsa. Tiene bastante agua, pero le caben unos cuantos litros más. El tiempo seco y los riegos de las viñas cercanas han hecho bajar el nivel. Este otoño-invierno la volveremos a ver llena.
Por el camino que va en dirección al pueblo nos encaminamos al Pontarrón. Ha parado de llover. Llegamos a la carretera, cruzamos la autopista, dejamos a nuestra dcha. la Ermita de San José y por el camino que está enfrente al del Escal, entramos en el pueblo. Son las 11,00 horas.
Hoy ha tocado mojarse. Menos de lo que pensábamos, pero nos ha caído agua encima. Aunque el balance es como el de todos los domingos. Ha merecido la pena.
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