domingo, 10 de julio de 2011

Descubriendo Valdelobos






Mañana sanferminera. Hace mucho que no hablo con El Templao. No lo pillo en casa. Me he propuesto hacer alguna salida con él antes de Fiestas, a pesar de sus "ya veremos". El día viene de calor. La noche en Pamplona ha sido larga, en cambio, aquí, la tranquilidad es absoluta. Magán marca 22º y la farmacia 20º. Salimos de pantalón corto.

Son las 08,10 horas. Hoy hay que salir un poco más tarde. El encierro es "sagrado". Con Juanjo daremos una vuelta inédita por Valdelobos. Caminaremos solos. Nuestras mujeres cantan en Pueyo con su grupo de gregoriano y tienen que ir pronto.

Bajamos por las escaleras del Conde y nos acercamos a la Plaza de Toros. Por el túnel que cruza la vía tomamos el camino que nos conduce a los pinos de Ereta.

La vista desde aquí invita a pararse. Las casas se apiñan alrededor del alto de Santa Lucía. Aunque sea a estas horas, recordamos el comienzo de La Regenta: "La heroica ciudad dormía la siesta..." La calma es absoluta. A las 08,40 horas llegamos a la Fuente del Rey y nos adentramos en el túnel de la autopista. Los molinos que rodean Valgorra están inmóviles; estiran sus brazos y se desperezan. Nosotros seguimos por el camino de la izda., paralelo a la autopista. Estamos en La Navilla.










Seguimos andando hasta que tomamos el segundo camino a la izda. que nos introducirá en el Valdelobos profundo. "La parte tafallesa corresponde a la margen meridional de "la val", constituida por laderas y altozanos, dedicados antaño preferentemente a pastos. La divisoria entre Tafalla y El Pueyo por Valdelobos iba desde "el sitio donde fue oficina para fabricar aguardiente que llaman Zoco, y al presente de su subcesor Fermín de Landívar, en jurisdicción de Pueyo, pegante al camino real"; continuaba por el camino de Valdelobos , el corral de Ramón de Sagües, corrales derruídos y la cordillera de Peñas, hasta la muga Tafalla-El Pueyo-Pozuelo (Año 1818)" (J.M. Jimeno Jurío)(Toponimia histórico-etnográfica de Tafalla) Para pasear, ahora el campo no está en su mejor momento. Sin embargo, también tiene su atractivo caminar entre rastrojos y algún campo de veza. El morado de los arañones contrasta con el verde de sus matas. A las moras les hacen falta un "par de aguas" para que se pongan en sazón. Encontramos alguna caseta de piedra, mudas y en ruinas, que nos traen recuerdos de historias de D. Angel Morrás y "Amaigas".










Al doblar la esquina de una pieza poblada de tupidas zarzas, nos encontramos con la sorpresa de la mañana. Una hembra de corzo y sus tres crías esperan, con curiosidad, para ver quiénes son esos dos que hablan e invaden su territorio.

Se nos quedan mirando y cometo la torpeza de hacer un gesto brusco para sacar mi cámara. Echan a correr, pero cuando se sienten seguros, se paran y nos vuelven a mirar de arriba abajo. Nos paramos como estatuas y consigo suavemente activar el zoom. Conseguida la foto intentamos acercarnos, pero se apresuran a buscar la espesura y ya no los veremos en toda la mañana. "1 de Marzo de 1822. El alcalde Joaquín de Mediondo publica el bando de caza y pesca, regulando la caza de conejos, perdices, liebres y codornices y la pesca de barbos y madrillas. En todo Navarra se permitía la caza libre de osos, zorros y lobos. En estos años aún solían aparecer lobos en nuestros términos." (J.M. Esparza Zabalegui)(Historia de Tafalla. Tomo I)







A las 09,50 horas buscamos una sombra y paramos a almorzar. Hace calor. El día, poco a poco, se ha ido espabilando y está de cierzo. Algún molino, con lentitud, empieza a mover sus aspas. Como se suele decir: "se le pasea el alma por el cuerpo". Tenemos enfrente el caserío de San Lorenzo.





Nos ponemos en marcha. Atravesamos un rastrojo. Contemplamos la parte norte de los Altos de Guindilla y decidimos bajar, entre campos y encinos hasta la fuente de Orrocegui. Por amplio camino arreglado, a las 10,10 horas llegamos a ella.








Si no es la mejor, es una de las mejores del contorno. Sea invierno o verano, con sequía o con mucha humedad, siempre echa el mismo chorro. El agua está fresca y el abrevadero limpio. Es un privilegio contar con una fuente así en este paraje.








Bajamos hacia el Maño. Cruzamos la carretera y por el puente viejo atravesamos el Cidacos. Son las 10,25 horas. El río tiene un manto verde que impide ver el agua. Juanjo me dice que a eso se le llama las "lentejas de agua". Observamos detenidamente desde nuestra altura y, es verdad, parece un manto de lentejas o guisantes. Tiramos una pequeña piedra y se abre un hueco de agua que, lentamente, se va cerrando.

Siguiendo el mismo tramo que el domingo pasado llegamos a los invernaderos de Guillén pero, en lugar de cruzar el otro puente y salir al camino viejo de Pueyo, seguimos en la misma dirección hasta llegar debajo del puente de la Tejería. Cruzamos la vía férrea, subimos a la carretera y descendemos por el puente hasta llegar a la chopera.






11,00 horas. Ahí cruzamos y por una senda estrecha visitamos la presa de Pozilún. Salta un poco de agua. La construcción es magnífica. Fue una obra importante que abastecía, por la acequia de su izda., el molino antiguo de Macocha.

Salimos a la carretera y por su arcén nos vamos acercando al pueblo. Algunos sanfermineros "de día" suben a la capital; nos reconocen y nos pitan desde sus coches.

Diez minutos más tarde cruzamos la muga de Pueyo-Tafalla. Hay un mojón, bien labrado, junto a la tapia de unos huertos. Merece la pena pararse a mirarlo.

A las 11,30 horas entramos en Tafalla. Dejamos a nuestra dcha. el puente viejo, que en realidad es el Pontnuevo, y cruzamos el Cidacos por el otro puente, todavía mas nuevo.



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