domingo, 20 de noviembre de 2011

La vuelta a las mugas (y VI)









Hoy vamos a terminar la vuelta a las mugas. Las cinco jornadas anteriores han sido inolvidables y la de hoy esperamos que no va a ser menos.

La mañana está fría. Magán marca 12º y la farmacia 11º. El cielo está muy nublado. Llevamos paraguas, aunque el agua la anuncian para la tarde.

A las 08,00 nos recogen Rosa y Juanjo con su coche y nos vamos hasta la muga en la carretera de San Martín. Traen también una enorme chapata que casi no cabe en el maletero. Hoy toca almorzar sardinas.
Son las 08,20 horas. Después de aparcar el coche junto al olivar de negrales o arbequinas, cruzamos la carretera y nos encaminamos hacia el canal.







Hay un túnel que lo atraviesa, que en realidad es un desagüe de las barrancadas que puedan bajar del monte. Nos adentramos en él y Juanjo bromea sobre la capacidad que tenemos de estar debajo del agua. Salimos al otro lado y tenemos enfrente el inmenso pinar de la Carravieja.





La muga forma una línea recta, que asciende casi verticalmente. Quedan restos de un viejo cercado con alambres de espino que se habría puesto para proteger la repoblación. Algunos mojones están en pie todavía. Tienen bien labradas las letras T y SMU, para que no queden dudas.
"Carravieja: Los ganados de lanas que las aprovechaban (las hierbas) se recogían en corrales del término. El concejo concedía igualmente la leña por arriendo (año 1681). En el carasol abundó el viñedo y hubo algunos abejares. Actualmente hay plantación de pino en la banda más alta. Por la parte baja y más llana lo corre longitudinalmente la carretera de San Martín de Unx. Lo cruzan perpendicularmente algunos barrancos, como el de la Garganta y el de Rentería, que descienden a Valmayor y forman este llano aluvial por arrastres de tierras" (J.M. Jimeno Jurío) (Toponimia Histórico-Etnográfica de Tafalla).
La subida es penosa. La cuesta se hace interminable y tenemos que pararnos cada poco rato.
El Templao, cuando el camino se ponía como hoy, se paraba y siempre decía lo mismo: "Voy a contemplar el paisaje".
Donde el pinar abre un claro, nos sentamos para recuperar el resuello. La vista que tenemos hacia el S. es una maravilla. Los viñedos, cobrizos, compiten en belleza con los verdes sembrados. El canal, como una cicatriz blanca en medio del paisaje, se aleja por detrás de la Cuesta de la Casilla, buscando nuevas tierras y cultivos.





En el rastrojo que da paso al pinar un inmenso setal se alimenta de los restos de la última cosecha. Juanjo, que es un buen aficionado, conoce estas setas. Son micro-lepiotas. A pesar de su aspecto humilde e ingenuo, son venenosas. Las miramos con respeto.
A las 09,15 horas estamos arriba de la Carravieja. El viento viene de sur. El paisaje obliga a parar. Casi de frente tenemos lo que queda del caserío de Pozuelo. A su dcha. los pinares de Santa Zita. Las ruinas del Caserío de Goyena vigilan Valgorra. El campo parece aletargado.
Junto a un molino, buscando abrigo del bochorno, paramos a almorzar. Son las 09,30 horas. Hay que reponer fuerzas, la subida hasta aquí ha sido antológica.







Mientras almorzamos, limpiándonos los dedos pringosos de aceite, consultamos el mapa desplegable que ha preparado Juanjo. Localizamos las tablillas que nos llevarán hasa "las cuatro mugas".
Comenzamos a descender. Un cazador nos dice que a nuestra dcha. tenemos el camino, pero le explicamos que vamos siguiendo la muga y que mientras podamos iremos campo a través. Nos desea suerte. Nosotros también a él y, por lo bajini, también a los conejos y perdices.
Pasamos por detrás de la caseta de los Marios. Las viñas que había a su alrededor han dado paso al cereal. Comenzamos a subir, suavemente, hasta llegar a la subestación del parque eólico. Al abrigo del cierzo, han plantado una gran cantidad de romero y está en flor. Nuestras mujeres no pueden resistir la tentación de llevarse algunas ramas.







A las 11,00 horas llegamos al mojón de las Cuatro Mugas. Estamos en otro punto clave del término: Tafalla, San Martín, Sansoain y Pueyo. Nos acordamos de las tres mugas bajando hacia la Sarda y también encima de la cañada, en el Saso.
Por el camino arreglado, vamos en dirección al Alto de la Guindilla. No subimos a él porque la muga continúa hacia la dcha. Cuando el camino empieza a descender, el altímetro marca 613 mts. Ya dije en otra ocasión que éste era el segundo "techo" de Tafalla.
Dos cazadores y un perrico nos adelantan. Con la escopeta en brazos caminan deprisa. Aunque vemos las tablillas, nos indican por donde sigue la muga. Ellos lo tienen claro; no pueden salirse de su coto.





Son las 11,30 horas. Estamos descendiendo por la orilla del barranco de Valdelobos.
"Una mañana madrugué, fui a misa, no vi lobo alguno, ni cosa que se le pareciese, pero encontré a Donato montado en su burro que si no iba a segar iría a escardar, si estábamos en la época de uno u otro de aquellos trabajos. No me consoló Donato de la ausencia del lobo, estimando que el uno no valía el otro, y furiosa me presenté en casa de Miguela para reprochárselo con la mayor insolencia que pude. -Embaucadora, bolera, me la has "dau" de puño con tu historia del lobo, y aquí me tienes molida a causa del madrugón. (...) ¿Y quién te ha dicho que los lobos se pasean por los pueblos así como así y en cualquier día del año? Lo que te conté pasó cuando yo era niña y en un invierno todo de nieve y hielo en que los animales no encontraban nada para comer. El lobo buscaba seguramente un cabritico, un pollo, una gallina , o una muetica como tú para hincarle el diente... (María del Villar)(La Carpia, su burro y yo).


Oímos ladrar al perrico y después un tiro. Los cazadores están lejos, así que no sabemos si habrá caído un conejo al morral o se habrá librado por los pelos. El paisaje ha cambiado mucho desde que estuvimos por aquí en julio de este año.
Tenemos un obstáculo enorme para continuar por la muga. La autopista. Por eso decidimos meternos un poco en término de Pueyo y cruzarla por el puente más próximo.




Tomamos otra vez la dirección S. para buscar la muga. La encontramos. Tenemos a nuestros pies un desmonte descomunal. Es el terreno de donde se extraía la arcilla para la tejería.





Continuando por la muga llegamos a la carretera de Pamplona. Bajamos a ella y nos paramos en el mojón que está en la orilla de la parte del Congosto. Son las 12,10 horas. Con dificultad se puede leer a un lado "término de Pueyo" y al otro "término de Tafalla". Hemos terminado la vuelta a las mugas. Nos quedaría cruzar el Cidacos y salir al camino de Macocha, pero en este tiempo el río ya ha movido y no merece la pena hacer el "pato".




Ahora hay que acordarse de los amigos que se fueron. Estas son las botas de Nicolás Ciérvide. Me pasó la foto su hija Esperanza. Hace más de veinticinco años, organizó esta vuelta en tres etapas. El Templao y yo tuvimos el privilegio de acompañarle.
También quiero agradecer a Tomás, consuegro de Nicolás, el haberme facilitado el croquis y los datos de la siguiente vez que recorrieron las mugas en cinco etapas. Gracias a los dos.



La vuelta a las mugas (y VI) at EveryTrail
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1 comentario:

  1. Feliz Navidad para todos.
    Muchas gracias de Ana nuestra madre, que lloró emocionada y de nosotras las tres hijicas de Nicolasín.Seguro que se acordará del Serpa

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