domingo, 4 de diciembre de 2011

En el rincón de Candaraiz


¡Por fin se ha ido la niebla! Hoy vamos a hacer una revisión de la 4ª etapa de la vuelta a las mugas. Ya nos dimos cuenta cuando pasamos desde La Sarda hasta la Cañada en el Saso de que no estábamos siguiendo las tablillas y mojones. En esa parte, la muga hace un pico de entrada hacia Larraga y, en su interior, se encuentra el Corral del Rincón.







El domingo pasado, huyendo de la niebla, tuvimos que irnos a Ujué. Hoy es otro cantar.

El lunes estuve con El Templao. Celebrábamos el cumpleaños de su biznieta Araia y merendamos un rato juntos. Se encuentra bien, pero me dijo que de salir los domingos, nada. Con engaños y mentiras traté de que cambiase de opinión, pero ni por ésas.

Son las 08,00 horas. Magán marca 5º y la farmacia 4º. En el cielo hay pocas nubes. Viene un día estupendo para andar. Recogemos a Rosa y Juanjo en su casa y con el coche nos vamos más allá de La Sarda, a la muga con Larraga.

A las 08,20 horas comenzamos a descender por la Cañada de Tauste. El día está limpio y claro.

En 15 minutos llegamos a la Lagunilla de Cascarruejos. Tiene poca agua. Va a hacer falta mucha lluvia para llenarla.






Siguiendo la Cañada, observamos enseguida cómo la muga va en dirección E. Caminamos siguiendo los mojones. Están muy separados unos de otros. Algunas tablillas han desaparecido y solamente quedan los postes que, oxidados y torcidos, nos obligan a usar los prismáticos para poder seguir la línea imaginaria que forma la muga.




A las 09,25 horas, en un pequeño cerro paramos a echar un bocado. La vista desde aquí es magnífica. Al fondo se distingue el Moncayo. Está completamente blanco. Me dice Juanjo que al portillo de su dcha. le llaman el Paso de Castilla. Era el collado que usaban los aragoneses para ir a Soria. Mucho más cerca de nosotros se encuentra Moncayuelo y, al O., entre dos cerros se alza majestuosa la torre de la iglesia de Lerín.




Seguimos nuestra ruta. La muga está bien trazada. Bajamos al llano. Estamos en medio de unas inmensas piezas sembradas de cebada. El campo es una enorme alfombra verde. Nos dirigimos hacia un cerro por el que continua la muga.

El barranco grande de Candaraiz nos pone muchas dificultades para cruzarlo. Es ancho y en algunos tramos comprobamos con los bastones que cubre hasta la rodilla. Buscamos y rebuscamos algún vado hasta que lo encontramos. No somos los únicos que lo utilizamos. Hay huellas de animales por todos los lados.

Cuando conseguimos pasar el barranco, en la ladera del cerro, nos paramos a contemplar lo que tenemos a nuestros pies.










Ahora, con las lluvias caídas en Noviembre, andar por Candaraiz no es andar por Candaraiz. Es adentrarte en un paisaje mágico donde el silencio es absoluto y el tiempo se ha parado. Todo es verde y suave. A lo lejos vemos a un cazador que debe de estar a la perdiz. Parece que no se atreve a disparar para no estropear el encanto.

"En 25 de Junio de 1788, Antonio Elorz, Salvador de Unzué y Joseph Flamarique , guardas juramentados, manifiestan que ayer tarde y a lo que serían entre cuatro y cinco de ella cogieron el ganado menudo de Don Juan José Cruzat, término de Candaraiz que lo custodiaba el padre del mayoral "Piti el Biejo", que no saben su nombre y apellido" (Fernando Maiora)(Tafalla, del reino de Navarra)

Las tablillas continúan por la orilla del barranco. Ahora nos explicamos porque no las vimos cuando pasamos por la cañada.

Atravesando un enorme sembrado llegamos a la carretera de Miranda. Son las 10,45 horas. Hemos completado la revisión de esta muga.








Por campos y pequeños barrancos nos vamos al Corral del Rincón. No lo conocemos y queremos visitarlo. Cuando nos vamos acercando, comentamos que tiene un aire al Corral de los Toros.








A las 11,15 horas llegamos al corral. En su interior hay un par de arcos de piedra imponentes. Una parte ha sido arreglada y, aunque no hay nadie, se ve que está en uso. A su dcha. apreciamos las ruinas del Corral de Moreno donde, también, disfrutamos de una mañana estupenda creyendo, erróneamente, que estábamos en el Rincón.








Salimos nuevamente a un camino y tomamos la cañada. Regresamos al coche. En un carasol, un aficionado a las setas va con botas poceras. Nos ve y viene a nuestro encuentro. Nos dice que está buscando setas de cardo, pero que no sale ninguna. No ha llovido a tiempo y ahora que se ha echado el frío será difícil que salgan. Juanjo le comenta que hemos visto algún boletus y alguna seta de pie azul, pero que están bastante pasadas.






Volvemos a pasar por Cascarruejos y nos acordamos de que tenemos pensada una visita en primavera.

Por el N. el cielo se está llenando de nubes. Anuncian agua para el lunes. A las 12,10 horas llegamos al coche.

Hemos pasado una mañana estupenda. Estamos cansados y con bastante barro, pero ha merecido la pena venir hasta aquí.


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