Son las 08,00 horas. Magán marca 13º y la farmacia 11º. El día está de cierzo. No hace frío, pero la mañana está fresca.
Cruzamos de N. a S la zona de la UR-2 (los enredos, como la bautizó el Templao).
El campo se abre ante nuestros ojos. En el Plano, montando guardia, divisamos La Corraliza. A nuestra izda., las huertas de Barranquiel resisten la cada vez más amenazadora cercanía de los edificios. Gallos Cantan se despereza en el Canto del Plano y ofrece la tierra labrada a las aguas que han tardado en llegar.
El camino está limpio, sin charcos. Sin darnos cuenta atravesamos Las Badinas y pasamos junto a Las Hoyas.
Un par de piezas están preparadas para que las siembren de maíz. Las aguas y el frío han retrasado los trabajos.
En el Curtido las cebadas se mecen empujadas por el suave cierzo. Están altas y verdes. Agradecidas por las aguas "a tiempo", sus cabezas repletas de puntiagudos pelos ofrecen una sonrisa ininterrumpida en la inmensidad de los campos. Nos paramos a contemplar esta maravilla.
08,45 horas. Cruzamos el puente por encima de la autopista. Al fondo divisamos Ujué. Hoy suben en romería Carcastillo, Figarol, Mélida y Olite.
Hasta hace unos años, los de la parroquia de Santa María de Olite subían a Ujué el mismo día que los de Tafalla. A la vuelta, como había mucha rivalidad, los de la parroquia de San Pedro contaban cuántos entunicados entraban en Olite y, si el domingo siguiente preveían que ellos iban a ser menos, salía gente a entunicarse en la fuente del Chorrón para entrar "más" que los de Santa María.
Al menos eso contaban sus rivales parroquianos. Y de este pique salió esta coplilla:
"Los romeros de San Pedro,
lo parecen y no son.
Parece que son muchos
y se visten en el Chorrón".
Pasamos junto al campo de fútbol y el frontón. El pueblo comienza a despertarse. Algún vecino, con el pan y el periódico debajo del brazo, nos mira con curiosidad.
Junto a la pared lateral del convento de los Franciscanos llegamos a la vía del tren y la pasamos por el paso subterráneo. En sus escalinatas hay alguna botella vacía, vasos y bolsas. Restos de un botellón.
Con el rumor del río a nuestra izda., avanzamos por un camino jalonado de viejas tapias que protegen los huertos.
09,25 horas. Estamos en las Fuenticas. La chopera, frondosa y fresca, oculta montones de basura. Aquí también hay restos de botellón. Los incivilizados no dudan en utilizar espacios públicos estupendos, con mesas y bancos, algún asador y la fuente con sus tres caños, para "disfrutar" a su manera, dejando constancia de su presencia en forma de basura y algún que otro destrozo si se tercia.
Sacamos los bocadillos y echamos un bocado. Una vieja pintada en la pared de la vetusta caseta del transformador dice: "Algún día terminaréis ahogándoos en vuestra propia basura".
La pintada lleva muchos años, pero los cafres se reproducen como setas.
El viento viene frío y salimos al camino, al sol, a terminar de almorzar.
Seguimos por el camino en dirección N. A la izda., en unas interminables líneas negras de plástico, han plantado tomate. Será un espectáculo ver en ese campo, cuando el fruto esté maduro, los contrastes verdes y rojos.
A la derecha, sobre Valmediano, el vértice geodésico se esconde entre las encinas y chaparros. Su blancura le delata. Como somos viejos conocidos, nos parece que nos hace un guiño. No tardaremos en visitarlo.
10,05 horas. Caserío de Solrío o de Aldaz. El paso del tiempo no perdona. Olvidado y vacío, mantiene a duras penas el tipo. Sus mudas paredes seguro que retienen viejas historias del esquile de ovejas, las parvas veraniegas y las migas en invierno.
Continuamos nuestro camino hasta llegar al antiguo Vivero Forestal. Un castaño de indias nos saluda desde la orilla. Está florido y hermoso. Tenemos enfrente los pinos de la Cantera. Juanjo me dice que tenemos que hacer alguna incursión por allí porque Jimeno Jurío habla de una antigua ermita, hoy desaparecida, dedicada a San Martín de las Viñas.
"Pieza en el término llamado Solcanto cabe San Martín de las viñas (año 1545) La basílica figura con este título a lo largo del siglo XVI. (...) El pequeño templo se hallaba totalmente abandonado, indecente y semiderruido a finales del siglo XVII. Por estar en paraje muy transitado, acudían continuamente a refugiarse en él toda clase de personas, de día y de noche, sobre todo los pastores que custodiaban los ganados en los prados. Si encontraban la puerta cerrada, la derribaban o entraban por el tejado quitando los cuartizos y tablas. Hacia 1696 se produjo una reyerta en su interior, con homicidio y efusión de sangre, quedando violada y sin que se pudiera decir misa. Los cofrades solicitaron del obispado la reconciliación para seguir celebrando los actos de hermandad; transcurrieron tres años sin lograrlo, con la consiguiente degradación física del inmueble. Una vez rehabilitada, continuaron los cultos. En el cerrete se adivinan vestigios de una construcción rectangular y fragmentos de teja" (J.M. Jimeno Jurío)(Toponimia Histórico-Etnográfica de Tafalla).
Pasamos junto a la vía férrea, por debajo de la autopista, y entramos en la Recueja. Con el amigo Juan Mari tenemos un almuerzo pendiente en su huerto (que disfrutaremos antes de Fiestas) para hablar de historias de Tafalla de los años 50 y 60.
En el cruce de caminos, junto a la finca de Los Cascajos, tomamos el de la izda.
El camino por Torreta, después de las primeras viñas y piezas, se convierte en un desfiladero de tapias. Los viejos huertos que alimentaban a la ciudad se han convertido con el paso de los años en fincas de recreo e incluso en viviendas permanentes. El camino, lleno de baches y charcos, no desanima a los que se acercan hasta allí en coche. Aún falta un poco para llegar al pueblo y parece que ya estamos en él.
A las 10,45 horas estamos junto a la plaza de Toros. Nos acercamos hasta la presa para ver el río. El agua, durante tantos meses estancada, salta sobre las piedras y corre alegre buscando otros lugares.
Este pasado Abril he recogido 123 litros y al río se le nota.
Al otro lado de la presa un pescador, pacientemente, observa el sedal de su caña con la ilusión de que el más leve tirón suponga un barbo o una carpa. Juanjo lo mira con simpatía y me dice que hoy el Cidacos parece el Sena con sus pescadores sentados en la orilla.
Para la semana que viene predicen calor. Daremos una vuelta por la Balsa de Lucas y les haremos una visita a los quejigos de Buskil.
Este es el enlace para ver el recorrido.
Hasta hace unos años, los de la parroquia de Santa María de Olite subían a Ujué el mismo día que los de Tafalla. A la vuelta, como había mucha rivalidad, los de la parroquia de San Pedro contaban cuántos entunicados entraban en Olite y, si el domingo siguiente preveían que ellos iban a ser menos, salía gente a entunicarse en la fuente del Chorrón para entrar "más" que los de Santa María.
Al menos eso contaban sus rivales parroquianos. Y de este pique salió esta coplilla:
"Los romeros de San Pedro,
lo parecen y no son.
Parece que son muchos
y se visten en el Chorrón".
Pasamos junto al campo de fútbol y el frontón. El pueblo comienza a despertarse. Algún vecino, con el pan y el periódico debajo del brazo, nos mira con curiosidad.
Junto a la pared lateral del convento de los Franciscanos llegamos a la vía del tren y la pasamos por el paso subterráneo. En sus escalinatas hay alguna botella vacía, vasos y bolsas. Restos de un botellón.
Con el rumor del río a nuestra izda., avanzamos por un camino jalonado de viejas tapias que protegen los huertos.
09,25 horas. Estamos en las Fuenticas. La chopera, frondosa y fresca, oculta montones de basura. Aquí también hay restos de botellón. Los incivilizados no dudan en utilizar espacios públicos estupendos, con mesas y bancos, algún asador y la fuente con sus tres caños, para "disfrutar" a su manera, dejando constancia de su presencia en forma de basura y algún que otro destrozo si se tercia.
Sacamos los bocadillos y echamos un bocado. Una vieja pintada en la pared de la vetusta caseta del transformador dice: "Algún día terminaréis ahogándoos en vuestra propia basura".
La pintada lleva muchos años, pero los cafres se reproducen como setas.
El viento viene frío y salimos al camino, al sol, a terminar de almorzar.
Seguimos por el camino en dirección N. A la izda., en unas interminables líneas negras de plástico, han plantado tomate. Será un espectáculo ver en ese campo, cuando el fruto esté maduro, los contrastes verdes y rojos.
A la derecha, sobre Valmediano, el vértice geodésico se esconde entre las encinas y chaparros. Su blancura le delata. Como somos viejos conocidos, nos parece que nos hace un guiño. No tardaremos en visitarlo.
10,05 horas. Caserío de Solrío o de Aldaz. El paso del tiempo no perdona. Olvidado y vacío, mantiene a duras penas el tipo. Sus mudas paredes seguro que retienen viejas historias del esquile de ovejas, las parvas veraniegas y las migas en invierno.
Continuamos nuestro camino hasta llegar al antiguo Vivero Forestal. Un castaño de indias nos saluda desde la orilla. Está florido y hermoso. Tenemos enfrente los pinos de la Cantera. Juanjo me dice que tenemos que hacer alguna incursión por allí porque Jimeno Jurío habla de una antigua ermita, hoy desaparecida, dedicada a San Martín de las Viñas.
"Pieza en el término llamado Solcanto cabe San Martín de las viñas (año 1545) La basílica figura con este título a lo largo del siglo XVI. (...) El pequeño templo se hallaba totalmente abandonado, indecente y semiderruido a finales del siglo XVII. Por estar en paraje muy transitado, acudían continuamente a refugiarse en él toda clase de personas, de día y de noche, sobre todo los pastores que custodiaban los ganados en los prados. Si encontraban la puerta cerrada, la derribaban o entraban por el tejado quitando los cuartizos y tablas. Hacia 1696 se produjo una reyerta en su interior, con homicidio y efusión de sangre, quedando violada y sin que se pudiera decir misa. Los cofrades solicitaron del obispado la reconciliación para seguir celebrando los actos de hermandad; transcurrieron tres años sin lograrlo, con la consiguiente degradación física del inmueble. Una vez rehabilitada, continuaron los cultos. En el cerrete se adivinan vestigios de una construcción rectangular y fragmentos de teja" (J.M. Jimeno Jurío)(Toponimia Histórico-Etnográfica de Tafalla).
Pasamos junto a la vía férrea, por debajo de la autopista, y entramos en la Recueja. Con el amigo Juan Mari tenemos un almuerzo pendiente en su huerto (que disfrutaremos antes de Fiestas) para hablar de historias de Tafalla de los años 50 y 60.
En el cruce de caminos, junto a la finca de Los Cascajos, tomamos el de la izda.
El camino por Torreta, después de las primeras viñas y piezas, se convierte en un desfiladero de tapias. Los viejos huertos que alimentaban a la ciudad se han convertido con el paso de los años en fincas de recreo e incluso en viviendas permanentes. El camino, lleno de baches y charcos, no desanima a los que se acercan hasta allí en coche. Aún falta un poco para llegar al pueblo y parece que ya estamos en él.
A las 10,45 horas estamos junto a la plaza de Toros. Nos acercamos hasta la presa para ver el río. El agua, durante tantos meses estancada, salta sobre las piedras y corre alegre buscando otros lugares.
Este pasado Abril he recogido 123 litros y al río se le nota.
Al otro lado de la presa un pescador, pacientemente, observa el sedal de su caña con la ilusión de que el más leve tirón suponga un barbo o una carpa. Juanjo lo mira con simpatía y me dice que hoy el Cidacos parece el Sena con sus pescadores sentados en la orilla.
Para la semana que viene predicen calor. Daremos una vuelta por la Balsa de Lucas y les haremos una visita a los quejigos de Buskil.
Este es el enlace para ver el recorrido.
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