Domingo, 10 de Noviembre de 2013
El jueves pasé por la carretera de Estella y se me ocurrió para hoy dar una vuelta por el Vaquero. Un término tan cercano a Tafalla y que, sin embargo, lo andamos poco. No tiene fuentes ni caseríos pero, quizá por su humildad, hay que ir en otoño a disfrutar de su solitaria calma.
Son las 08,00 horas. Magán marca 12º y la farmacia 11º. El cielo está encapotado, plomizo. El viento sopla húmedo. Si hay suerte, puede que no nos mojemos.
Salimos por la crta. de Estella y al llegar a la serrería de Martínez, tomamos el camino que se adentra en el campo.
Subimos un momento por una bifurcación a la izda. hasta la verja de una finca. En la casa no hay nadie. Nos quedamos sin saber si es la de Sebastián Guillén.
El camino continúa rodeando el cercado.
Entre campos nacidos y barbechos llegamos al Vaquero.
El paseo es suave, por buen camino. Los campos se suceden monótonamente.
Lo que predomina es el cereal de secano.
Hemos dejado abajo el Corral del Vaquero, junto a la carretera, y cruzamos el canal por su parte enterrada.
Las viejas casetas, que servían de cobijo a hombres y caballerías en los días de lluvia, soportan, a duras penas, el paso del tiempo. A casi todas les falla la techumbre y la ruina es inminente.
Salimos un momento del camino para dar una vuelta por una pequeña propiedad.
Tiene varios olivos y uno de ellos, de la variedad negral, muestra sus frutos negros y brillantes.
Rosa, que es de casa de olivos, apunta: - Esta variedad siempre se ha cogido para la Inmaculada.
Continuamos nuestro recorrido. Nos acercamos a un corral.
A nuestra izda., tres cazadores con sus perros no nos prestan ninguna atención. Un tiro lejano hace ladrar a los chuchos. No nos preocupa que sea domingo de caza porque el terreno es llano y despejado.
09,05 horas. Corral de la Mariana. Se está cayendo.
Hará un par de años se conservaba bastante mejor. Las lluvias y la intemperie hacen estragos.
Lo miramos desde fuera con precaución.
En el interior la ruina es total. En cuatro días no quedarán mas que las paredes y, desgraciadamente, las fotos de este blog.
Salimos de nuevo al camino. Tenemos enfrente, cercano, el Caserío de Valdiferrer y allí que nos dirijimos.
El ruido de un coche nos hace detenernos. El conductor es Pedro Moso. Charlamos un rato. Nos cuenta que se ha quedado un olivar un poco más adelante y va a dar una vuelta para ver cómo están las olivas. "El ojo del amo engorda al caballo" le decimos. Se ríe.
El día está "contencioso". Antes de la Mariana ha caído una borrasquilla que nos ha obligado a sacar los gorros, paraguas y demás prendas. Ha parado enseguida, pero los nubarrones no nos quitan ojo.
Subimos al caserío. Aquí tampoco hay nadie.
En el cruce de caminos que está un poco más arriba de los edificios, nos sentamos a almorzar. Son las 10,00 horas.
Al N. del caserío hay unas ruinas. Siempre que pasamos por aquí decimos que tenemos que ir a verlas.
Hoy lo vamos a hacer. En el rato del almuerzo el día ha mejorado. Se han abierto algunos claros y el sol quiere dejarse ver.
Pero a lo lejos, en Montejurra, se ve una cortina de agua. En San Pelayo y en Ujué también se están mojando. ¿Cuánto tardará en llegar la lluvia?
Nos vamos a las ruinas.
10,10 horas. Campo a través, atravesando barbechos e isletas, llegamos a las ruinas de un corral de considerables dimensiones. Está completamente hundido. Lamentablemente, el Sitna no aporta ningún nombre del lugar, así que nos quedamos, como en las ruinas que están enfrente del Corral de la Quitana, sin saber dónde estamos.
Bajamos a buscar el camino principal y nos adentramos en uno bastante estropeado que asciende entre pinos.
Estamos en el Almendrolar.
"De Perico qué diremos sobre cuestión de cazar, pues éste elimina a Poli, en el arte de exagerar.
Un día, según nos dijo, salió decidido a cazar por lo menos diez conejos en termino de Mendrolar (Almendrolar), también alguna perdiz salió dispuesto a matar. Lo menos se trajo treinta según le oímos relatar.
De la primera descarga fue a la mochila a parar siete perdices, cuatro liebres, un zorro, cuatro conejos que les pegó al pasar.
Con esta y otras mentiras, así me las fue contando, llené toda la mochila y casi medio canasto.
Al no creérmelo yo, aquello que me contaba, me contestó muy serio que aquello no era nada, que había muerto de un tiro treinta y ocho perdiganas" (Arantxa Marco Hernando)(Vicente Zaratiegui Barado: Los Gregoricos. Raíces tafallesas y genealogía de los Zaratiegui)
Un día, según nos dijo, salió decidido a cazar por lo menos diez conejos en termino de Mendrolar (Almendrolar), también alguna perdiz salió dispuesto a matar. Lo menos se trajo treinta según le oímos relatar.
De la primera descarga fue a la mochila a parar siete perdices, cuatro liebres, un zorro, cuatro conejos que les pegó al pasar.
Con esta y otras mentiras, así me las fue contando, llené toda la mochila y casi medio canasto.
Al no creérmelo yo, aquello que me contaba, me contestó muy serio que aquello no era nada, que había muerto de un tiro treinta y ocho perdiganas" (Arantxa Marco Hernando)(Vicente Zaratiegui Barado: Los Gregoricos. Raíces tafallesas y genealogía de los Zaratiegui)
Junto a los pinos de la orilla, una seta blanca de buen tamaño llama nuestra atención.
Juanjo, con manos expertas, la coge y la estudia.
Nos dice que es una amanita de las tóxicas. No es la Phalloides pero que es "prima hermana". La miramos con respeto.
Para evitar males mayores la arroja al interior del pinar, lejos de la vista.
Este camino muere en una pieza. Continuamos por los sembrados y barbechos.
En Ujué y en la Valdorba sigue lloviznado. Por la parte de Estella el cielo se ha cerrado. ¡Nos vamos a mojar!.
Pero de pronto se levanta un viento fuerte y, cuando nos tememos el chaparrón, en el cielo comienzan a abrirse unos grandes claros y, sorprendentemente, se queda el mejor rato de toda la mañana.
10,50 horas. Llegamos al canal. Tenemos que orillar un tramo para poder cruzarlo. Lleva agua, pero no mucha.
Al otro lado el paisaje cambia. Los coscojos y el cereal dan paso a las viñas. Entre las hojas rojizas y amarillentas, los pequeños racimos que se han salvado de la máquina tienen los granos a punto de estallar.
Más adelante, un par de sembrados nos hace detenernos. El verdor de sus cortos tallos nos deja admirados.
El Gurrutxo, solitario y cercano, parece sonreir en medio de tanto colorido.
11,25 horas. En suave pendiente descendemos hacia la carretera de Artajona. Los pinos de Santa Lucía quieren unirse a esta mañana otoñal.
El viento hace rato que ha cesado y los nubarrones han cerrado los claros. Sin darnos cuenta comienza a caer una fina lluvia, pero… ya estamos en las Casas Baratas.
Bonito paseo. Una pequeña observación: la seta que aparece en el reportaje es la Amanita ovoidea, a veces frecuente por nuestra zona. No es tóxica, se puede comer y se come, aunque tiene poca calidad. La podemos encontrar por encinares, sobre todo; y pinares. Hay una seta parecida, pero rara en Navarra que es la Amanita próxima con una volva de color roña y otras pequeñas diferencias. Más diferentes, pero más peligrosas son otras amanitas blancas como A. phalloides var. alba, A. verna y A. virosa. Ante la duda, siempre hacer lo que hizo Juanjo, dejarla para que eche esporas. Saludos. Zaki
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