martes, 5 de noviembre de 2013

Otoño en Montejurra



Domingo, 3 de Noviembre de 2013

Hace algo más de un año subí con Juanjo a Montejurra. Era primavera y disfrutamos de una mañana magnífica.
A este monte he subido varias veces con gente de Tafalla, como Nicolás Ciérvide, el Templao y otros, que tenían ganas de conocerlo debido al significado histórico que ha tenido en Navarra. 
Rosa no vino aquella vez y también tenía curiosidad, así que, como el temporal anunciado daba una tregua, nos dimos el gustazo de subirlo otra vez. 
Son las 08,00 horas. Magán marca 13º y la farmacia 12º. En el cielo hay pocas nubes. 
A las 08,50 llegamos al aparcamiento del "repetidor" e iniciamos la ascensión.




En el primer cruce de caminos, en el poste desmochado, alguien ha tenido la gentileza de indicar con rotulador la dirección. Se agradece. 
El sendero es abrupto y descarnado. Las lluvias, muchas veces torrenciales, lo han dejado deshecho. 
La primera estación del vía crucis asoma imponente junto a los árboles. Es un recordatorio a los mozos navarros que militaron en las filas requetés. 







En la orilla del camino el otoño muestra sus frutos. Un madroño llama nuestra atención. De sus ramas cuelgan las bayas rosadas y verdes. En el suelo proliferan las que han caído tras madurar. 
Seguimos subiendo. El desnivel es fuerte. 
Tras un par de curvas, en la espesura de las encinas, se oyen voces de los que suben. 
De pronto aparecen junto a nosotros y… son de Tafalla. Julio Sota y Oscar Garro, con otro acompañante, han tenido nuestra misma idea. Charlamos un rato y, como son más jóvenes, los dejamos que sigan. 
Cuando se llega a un collado, el camino suaviza su pendiente.



La vegetación se transforma y permite ver, en el fondo del valle, Estella y algunos pueblos. 


Casi sin darnos cuenta llegamos a la ermita de San Cipriano. Blanca y limpia tiene un bancada en su exterior y un pequeño refugio abierto para los días malos. Son las 10,00 horas. Sacamos la barra de pan y unas latas y almorzamos. 
El día está estupendo. El sol luce tibio. En el valle los chopos y las viñas se han vestido de otoño. En dirección a Tafalla, el campo está pardo y desnudo. 



Salimos hacia la cima. Hacemos antes una parada en la capilla del Cristo negro que está cerca de la ermita. Es sobria y recogida. 
El camino se ha convertido en senda. Entre bojes y escaramujos asciende suavemente para bajar, pronunciadamente, buscando la cima del repetidor.



10,45 horas. Vértice geodésico. La cima está ocupada por edificios destinados a la televisión y la telefonía. En las paredes proliferan las pintadas en contra de la línea de alta tensión que va a afectar a varias poblaciones de la zona. 




Desde su borde oriental divisamos Larraga, las canteras de Alaiz y un poco más cerca, el montículo de Arnótegui, al que hicimos una visita este verano. 
Desde el otro extremo descubrimos Toloño, Yoar y la sierra de Lóquiz. 
Monjardín, que parece alcanzarse con la mano, nos espera para otra excursión.
Volvemos por la misma senda estrecha y subimos hasta casi divisar San Cipriano.
Torcemos a la izda. y llegamos a la cima de Montejurra.


11,25 horas. Una espada, a modo de cruz, señala el punto más alto. Estamos a 1.046 m de altitud. La cima es estrecha y pelada. El buzón está vacío. Paramos poco porque sube más gente y no hay sitio para todos.

"La jota navarra es
canto y danza de la tierra.
De Montejurra a Javier 
del Roncal a la Ribera. 
José Menéndez de Esteban.

Para dejar constancia, les mando la foto a unos amigos de Ayegui. 
Comenzamos a bajar. El descenso es malo. Las piedras están sueltas y hay humedad. La pendiente pronunciada cansa las piernas y el andar se hace pesado porque hay que caminar con mucha precaución. 


12,30 horas. Llegamos al aparcamiento. Se nos ha hecho tarde para visitar a los amigos. 
Emprendemos el camino de regreso. El día ha cambiado. Está más nublado, pero nosotros volvemos contentos porque hemos disfrutado de una mañana estupenda de monte. 
  




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