lunes, 18 de mayo de 2015

El Ecomuseo de Orisoain




Domingo, 17 de Mayo de 2015


Llevaban tiempo Juanjo y Rosa queriendo sorprendernos con una excursión por la Valdorba y hoy es el día que han elegido. El inicio es un poco complicado. Hay que dejar un coche en Orisoain y volver al caserío de Muski Iriberri para comenzar allí el recorrido. 
Son las 08,45 horas. Aparcamos junto al caserío. En Tafalla, Magán marcaba 15º y la farmacia 14º. Los auroros han cantado por las calles, celebrando la festividad de la Ascensión. 
El cielo está completamente despejado. El cierzo, que viene frío, obliga a salir abrigados. 



La ermita de San Millán nos observa desde su montículo mientras nos colocamos las mochilas junto al coche. 




En Muzki Iriberri no hay nadie. Los perros se asoman curiosos y, con pinta de aburridos, lanzan algún ladrido para hacernos notar su presencia. 


Subimos a la ermita y contemplamos su vacía espadaña. 


Damos un rodeo alrededor del edificio admirando su imponente planta. 
Bajamos hasta la balsa que está al lado del caserío y nos encaminamos hacia una fuente cercana.


Las cebadas y los trigos se dejan mecer por el viento que aquí sopla con fuerza. Las colzas han perdido ya la flor y aquellas extensiones amarillas que llenaban de color el paisaje, están ahora verdes y oscuras. 



09,20 horas. Llegamos a la fuente. Al caño le han unido una manguera que va hasta la balsa. En una pieza cercana, dos filas de colmenas nos avisan del peligro. Al pequeño cuadrilátero que forma el aska es imposible acercarse. Las abejas, excitadas por el viento y ante la cercanía del agua, desaconsejan que nos  quedemos. 
Entre campos de cereal, el camino es bueno para andar. Con calma. Saboreando el paisaje, llegamos a Bézquiz. 



10,00 horas. El pueblo está en silencio. 
Ascendemos hasta la iglesia de San Andrés. 


De estilo románico. Fue construida hacia el año 1200. Hoy la ruina es total. 
Tuvo sus años de esplendor con una talla de la Virgen del siglo XIV y un retablo del XVII, que ahora se encuentran en Pamplona. 


En el pueblo queda en pie una casa señorial, que sería el palacio de cabo armería, del siglo XIV.
A pocos metros de la población se encuentra el cementerio. Nos acercamos a echar un vistazo. Volvemos sobre nuestros pasos y nos detenemos un momento en la vieja fuente que hay en la carretera que entra al pueblo. 


Está seca. Una gruesa manguera explica dónde va a parar el agua. El pozo que se encuentra al lado es profundo. Donde terminan las escaleras, se aprecia la existencia de agua.


Salimos a la carretera que termina en Amatriain. Caminamos hacia el O. y a las 10,40 horas llegamos a Benegorri. 


Subimos hasta la antigua iglesia de San Bartolomé. Los continuos derrumbes aconsejaron desmocharla y se hizo una restauración que no dice nada. La fotografía muestra como era antes de 1997. Como la de Béquiz, era del siglo XII. La pila bautismal fue recuperada y se encuentra en el santuario de Ujué, debajo del coro. 


Tenía un pequeño retablo neoclásico del siglo XIX




Con una talla de San Bartolomé del XVI.

En un soleado banco, protegidos del cierzo por el muro, nos acomodamos para almorzar. Rosa y Juanjo han decidido hoy "tirar la casa por la ventana" y han traído una fiambrera con magras con tomate y, para postre, leche frita. Si a eso le añadimos un buen rosado navarro, no se nos hace hora de levantarnos. 
Benegorri no llega ni a pueblo, es lugar. Pero para un descendiente de aquí, tiene muchas cosas que ver y enseñar. 


El caserón de mis abuelos es del siglo XVI. Con el tejado a cuatro aguas, conserva una inscripción del año 1783 y un escudo con las armas de Iracheta y Leoz del siglo XVIII. 


Nos acercamos también hasta el pequeño cementerio, rehabilitado y coqueto. 
A la salida del pueblo, les enseño la casa donde se ubicaba la pequeña escuela a la que acudían los niños de Béquiz, Sansomain y Benegorri. 
Bajamos hacia Orisoain. 
El camino es amplio y cómodo para andar; cruzamos el barranco de Ugarkazar de donde subían el agua a la casa de mi madre.
A la dcha. de Alaiz se yergue la Higa y, un poco más a la dcha., tímidamente, la Peña de Izaga asoma su cima como si tratase de recordarnos que le debemos una visita. El mes que viene, prometemos solemnemente, subiremos allí. 


A los trigales y cebadas les suceden algunas piezas preparadas para la trufa. 
Esta parte de la Valdorba ha apostado por ese fruto y se está haciendo un magnífico trabajo de promoción y sostenibilidad del valle. 


12,45 horas. Entramos en Orisoain. En la primera casa se encuentra el Ecomuseo. Esta era la sorpresa que Juanjo y Rosa nos habían preparado para hoy. 
El lugar ha sido estupendamente acondicionado por sus dueños. Entramos en la nave donde se encuentran la maquinaria y aparatos que han ido recogiendo. 


Trilladoras, empacadoras, taladros y toda clase de utensilios relacionados con las labores agrícolas de antaño están expuestas con limpieza y orden. Las fotografías y carteles explicativos enriquecen la visita y la hacen más interesante si cabe. 
Todo lo que vamos descubriendo se encuentra en perfecto estado. Yugos de bueyes, hoces, balanzas, herramientas, reclamos y 


hasta un pellejo para el vino o el aceite. 
En una sala contigua tienen una colmena acristalada y podemos ver, sin ningún riesgo, como trabajan las abejas la cera y la miel. 
Visitar este museo es una maravilla y recomendable para todo aquel que no lo conozca. 
Cruzamos el pueblo y llegamos al coche. Hemos terminado la excursión de hoy, pero tenemos que volver a Muzki Iriberri a por el otro coche. 
Una visita, como dice Juanjo, por la "Navarra profunda" que hemos de repetir. 




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