martes, 19 de abril de 2016

Amuña y San Pelayo



Domingo 17 de abril de 2016


El pasado viernes se inauguró en la Casa de Cultura la exposición de Joselu Zubiri: 1043, el voto de un pueblo. 
Acudimos al acontecimiento y nos quedamos maravillados. En las conversaciones con unos y otros, me dijo Damián Muruzábal:

- Cuando vayáis a la Valdorba, me avisáis. Tengo ganas de dar una vuelta y conocer más a fondo todo aquello. 

- El domingo - le dije - quiero subir a Amuña y San Pelayo y luego volver a Amatrain. 

Y así quedamos. 
Son las 08,00 horas. Magán marca 10º y la farmacia 9º. La mañana va a estar buena para andar. Ayer cayeron unos cuantos litros, así que habrá algo de barro. 

Abril que truena, anuncia cosecha buena. 



A las 08,20 horas estamos frente a la iglesia de Amatriain. Del coche de Damián, salta una galga blanca y alargada. 

- Se llama Vera. Es muy buena y no va a darnos ningún problema - me dice.

El camino blanco asciende suavemente entre campos de cereal. Los sembrados están empapados. Ayer por la tarde cayó una buena borrasca. 
Un vecino de Amatriain nos adelanta con el tractor y para unos metros más adelante. Le decimos a dónde vamos y charlamos un rato. 



09,00 horas. Pasamos junto a las ruinas del Corral Chiquito, que está casi desaparecido absorbido por la maleza. 





El cruce de caminos está completamente embarrado. Grandes pilas de madera de pino esperan en una orilla para ser cargadas en camiones. Las máquinas y las lluvias han convertido el terreno en un patatal. 

Caminamos hacia la dcha. hasta llegar a la base de un montículo. Un hito de piedras marca el sendero que asciende. En pocos minutos llegamos a la cima.




09,45 horas. Amuña. 974 m. de altura. En su cima, un pequeño buzón en forma de hórreo informa del lugar. 



Como el terreno está despejado, las vistas son fantasticas. La Sierra de Alaiz y la Peña Unzué son la antesala de la Higa y de la Peña de Izaga. 
La Valdorba está verde. Los bosques de robles, tímidamente, comienzan a brotar en esta rara primavera. 
Bajamos al camino principal, girando a la izda. para dirigirnos a San Pelayo. 
Para Damián, todos estos parajes son nuevos. 
Llegamos al letrero que indica la bajada a Artariain y lo llevo a conocer el roble singular que hay en este monte. 




Está un poco escondido y, si no se sabe el lugar exacto, no es fácil de encontrar. 
El ejemplar no es que sea espectacular, pero destaca en el conjunto del bosque. 
Regresamos al camino y subimos la última cuesta. 



10,40 horas. San Pelayo. La restaurada ermita está, como siempre, cerrada. En la bancada junto a la puerta principal aprovechamos para echar un bocado. 
La galga mira con ganas los bocadillos pero permanece silenciosa.

El ermitaño de San Pelay: 
A la semana siguiente el Hno. Florencio no bajó el lunes a Artariain y la abuela Basi se quedó esperándole. Y en Orisoain, la cuadra de Martín apareció más limpia y los niños de Amatriain no oyeron las historias del ermitaño, que no bajó porque estuvo lloviendo toda la semana. Llovió "de temporal", "como nunca", "a gusto de todos", "como Dios manda", "sin parar", "de viento negro", "y de Castilla", "P'a todo el año", "Cayó más agua que cuando se llevó el puente", "y como si nunca hubiera llovido", "más que cuando se ahogó la yegua del molinero". 
Así fue la conversación repetida y contenta en tantas cocinas familiares. (P. M. Flamarique)(Historias, sueños y leyendas de la Valdorba)




Echamos un vistazo al buzón que colocó el Trinkete y bajamos a Orisoain. 
El camino es ancho y bueno para andar. Esta ladera está poblada de pinos largos y limpios. 
Al llegar a las primeras casa del pueblo, torcemos a la izda y subimos buscando el cruce con Benegorri. 
Entre campos verdes, llegamos a una curva y continuamos de frente por el viejo camino. El piso está en algunos tramos un poco complicado 



Pasamos junto al desvío que sube de este lado a San Pelayo. La estela funeraria que se encuentra ahora en el atrio de la iglesia de Amatrain, hasta hace unos años estaba aquí colocada a modo de mojón. La prudencia hizo que la llevaran al pueblo porque, en estos tiempos, cualquier día hubiera desaperecido. 



12,45 horas. Amatriain. La trasera de la torre nos da la bienvenida. 
Cuando llegamos a la pequeña plaza vemos salir a una chica de la iglesia y nos acercamos a la puerta. La empujamos y entramos. 



El interior se halla en penumbra, pero podemos apreciar el retablo. La parroquia está dedicada a San Esteban y el santo, en el centro, luce en su mano la palma del martirio. 
Volvemos para casa. La mañana ha sido buena para andar. Los montes de la Valdorba, tan cercanos y desconocidos, nos han hecho disfrutar de un largo paseo. 


En este enlace se puede ver el recorrido de hoy. 







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