lunes, 6 de junio de 2016

Catalain 2016



Domingo, 5 de junio de 2016


Un año más acudimos a la romería al Cristo de Catalain que celebramos los tafalleses descendientes de la Valdorba. Ya va por la edición nº 26. Parece que fue ayer cuando Pedro Mari Flamarique tuvo la feliz idea de juntarnos y proponernos esta celebración. Nosotros, desde la primera edición, subimos andando. Se puede decir que nos hemos hecho viejos en el camino. 
Son las 07,30 horas. Magán marca 15º y la farmacia 12º. El cielo está limpio y no anda aire. La mañana está fresca para andar, luego vendrá el calor. 

Por junio el mucho calor, no asusta al labrador. 

En la Plaza me está esperando Goyo y, en la Panueva, Pedro. Nos dirigimos al camino viejo de Pueyo. 



La presa de Recarte, en esta primavera de aguas, baja alegre y silenciosa. 
Pasamos junto al cruce de Valdetina y rebasamos la presa de Pericueta. El camino está limpio, a pesar de que el viernes por la noche en esta zona cayó una buena tormenta. 


Conforme nos alejamos del río, los campos se extienden a nuestra dcha. La viña y el cereal comparten el espacio extendiéndose hasta el Cidacos. Las cebadas se están poniendo tostadas. Los trigos conservan su verdor formando una tupida alfombra salpicada por algunas amapolas. 



08,35 horas. Pueyo. Caminamos por la carretera de abajo. Un perrico, atado a su caseta, ladra y ladra, intentando zafarse de la cadena. 
Abandonamos el pueblo y seguimos por el camino de la dcha.


En diez minutos estamos en la fuente de Arambero. De su caño sale un chorro de agua fresca. En la finca de al lado se oyen los ruidos de gente trabajando. 



La pequeña cuesta tiene al final una curva a la dcha. que nos conduce hasta las proximidades de las ruinas del Corral de Arambero.
Entre campos verdes y amarillos, el camino blanco nos lleva cómodamente hasta encontrar la vía férrea. San Pelayo y la Peña de Unzué son nuestros acompañantes. 
Junto a la estación de Garinoain está el puente y lo cruzamos.


El río, estrecho y sombrío, recibe las aguas de la depuradora de aguas de las poblaciones cercanas. 
Cruzamos la NA-121 y subimos a "los pueblos". La carretera que va a Catalain es también la frontera entre Barasoain y Garinoain. 
09,35 horas. En las últimas casas, aprovechando un banco que está a la sombra, hacemos la parada de todos los años y  tomamos algo de fruta y agua, mientras charlamos con un vecino que siempre baja a darnos conversación. 
El autobús de Tafalla tenía prevista la llegada a las diez, pero no llega. Un pequeño grupo está esperando con la cruz que encabezará la procesión y se extraña de la tardanza. Con los móviles, se aclaran las dudas. Ha habido algún mal entendido y han salido más tarde. 



Cruzamos el puente de la autopista mientras observamos a Pueyo en su cerro. 
Las campanas de la ermita nos reciben alborozadas.
Entramos. 

"(...) Son hombres dedicados al robo, al pillaje, incluso a la muerte -calla y deja que esas palabras calen en la audiencia- Dos de ellos, y un tercero ya muerto, asaltaron una patrulla que, honrosamente, traía la paga para cinco mil hombres. El cuarto, aquí presente y de la misma banda, fue capturado gracias a la información dada por uno de los otros. Sometidos a interrogatorio y en confesión a nuestros hombres han reconocido los siguientes delitos: penetración en la ermita del Cristo de Catalain, en Garinoain; robo y apaleamiento del párroco de Iracheta; quema tras asalto y rapiña del palacio de Uzquita; robo de ganado en Gardalain; destrozos en la iglesia de Guetadar; y múltiples asaltos en los caminos de Valdorba y Valdezprogui, así como robos en varias casas (...)" (Ignacio Alli Turrillas)(Lobos del Norte).



Pedro Mari prepara la misa mientras el recinto se llena. 
Concluida la celebración, se da lectura a las cuentas de la romería. Hay un superávit de casi 200 €. Ya podemos salir tranquilos a almorzar. 
En el exterior, aprovechando la sombra que proyecta la ermita, se colocan bancos y nos vamos acomodando. 




De las manos de las garbosas mujeres valdorbesas, los bocadillos de magras con pimientos parecen multiplicarse. También hay vino, refrescos y pastas. 



En la ermita, el silencio y la paz contrastan con el bullicio exterior. 




Las magras y el vino alegran los espíritus y el acordeón comienza a acompañar los cantos e incluso los bailes. 
Poco a poco, nos vamos despidiendo unos de otros y regresamos a Tafalla. 
Ha sido una mañana estupenda en la que hemos disfrutando, como siempre, de nuestra particular romería al Cristo de Catalain, en el corazón de la Valdorba. 



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