lunes, 11 de febrero de 2019

Ferías de febrero en El Saso



domingo, 10 de febrero de 2019


El Saso en febrero está verde. La suavidad de sus lomas y su silencio hace que volvamos a recorrer sus caminos, sobre todo en tiempo frío, para disfrutar del campo en toda su crudeza. 
Echábamos de menos este rincón tafallés y es que, como solemos comentar, nos hemos "comarcalizado" tanto que no tenemos fechas para volver a lugares tan entrañables y que hemos recorrido a lo largo de los años con buenos compañeros de viaje. 
Son las 08:30 horas. Aparcamos en el Caserío de la Chiquitina. 
Comienzan a caer cuatro gotas. La mañana está incierta. 
El termómetro marca 7º, pero el frío viento nos obliga a abrigarnos como si estuviéramos a bajo cero.

Febrero llovidero, llena manantiales y crea tempero. 

El Saso está solitario.
El Caserío de la Chiquitina está abandonado y bastante destartalado.


Una de sus paredes exteriores ha empezado a sufrir derrumbamientos. 
Como siempre nos tememos, al final no van a quedar más que las fotografías que hagamos. 
Bajamos al camino principal. 
El piso está bueno para andar. 
La nevada del domingo pasado no ha dejado barrizales porque los trabajos que se hicieron de adecentamiento, han conseguido que esté todo transitable. 
Ha parado de llover. 
08:45 horas. Balsa de Justo. 
Nos desviamos en el cruce para verla. 


Está limpia y rebosante de agua. 
Los molinos del parque de Moncayuelo, monótonamente, giran sus aspas obligadas por el fuerte viento. 
Hacia el SE, en los cercanos montículos, sabemos que se encuentra el Pozo Zacanatero. 
Hoy no vamos a ir allí. 
Queremos dar una vuelta por Gregorio el Grande, pero en nuestra próxima visita al Saso, "patearemos" esta zona que también tiene lugares interesantes que recorrer. 
Abandonamos el camino que termina en la Cañada y subimos al edificio que nos observa desde su cima. 
09:00 horas. Caserío de Gregorico. 


En el cobertizo donde están las placas de Valeriano Iriso y de los Gregoricos hacemos la parada obligatoria. 
Recordamos las viejas historias familiares. 
Las vidas y afanes de los que apacentaron rebaños y sueños.


Y la celebración que tuvimos aquella tarde de Fiestas del año 1994.
Seguimos por el camino que desciende por detrás del cobertizo.
Los campos de maíz están cosechados. 
Los restos de hojas y tallos que no hace mucho inundaban de verde las amplias piezas, se han teñido de un color ceniza esperando que pase la máquina y los funda en la tierra para fecundarla y recibir las nuevas semillas. 

Otra vez en el Saso tafallés, en el Caserío "gregorico" vieron un cerdo del Caserío Manuel, en una balsa bebiendo agua, pues hacía mucho calor y al verlos escapó CINCO kms. hasta el monte de Olite. Lo siguieron unos caballos y no le pudieron pillar, con tanto calor que el CERDO no puede ni moverse y los mayores sacaron en consecuencia que había algo de "BRUJERÍA". (P.M. Flamarique)(Cajón de Sastre Tafallés)

09:35 horas. Corral del Zorrico. 
Hacía tanto tiempo que no pasábamos por aquí que nos he entristecido su estado. 

Algunas paredes de sus tapias están sufriendo un daño irreparable.
¿Irreparable?¿Por qué?
Es necesario, pensamos, mantener lo que tenemos. Poner paneles. Crear recorridos. 
Como se dice ahora "poner en valor" nuestro patrimonio rústico y pasárselo intacto (o mejorado) a la siguiente generación. 
Continuamos por el camino. 
Cinco minutos más tarde llegamos al Caserío de Gregorio el Grande. 


La construcción impone. No sólo era grande su habitante, sino que también el edificio. 
Nos acercamos a la balsa y al pozo. 
Uno de los lugares mágicos y bellos de nuestro término. 


Mis acompañantes me recuerdan que la foto del perfil de este blog es el pozo. 
Es verdad. 
Cuando lo creé me pareció que debía de hacerle una especie de homenaje. 
Ahora la gente se acerca en coche o en bici, pero años atrás, era una perla escondida. 
Su estado de conservación es bueno. Esperemos que dure. 
Aprovechamos el lugar para reponer fuerzas. 
Al O, Montejurra asoma su "sombrero de tres picos" azules. 


El agua del pozo llega hasta el tercer escalón. 
El viento ha enfriado el ambiente y decidimos movernos porque la mañana, aunque no llueve, está desagradable. 
Volvemos por el mismo camino y, antes de llegar al Corral del Zorrico, orillamos una pieza para visitar un cerro junto a una balsa.


Nuestra idea era llegar hasta el Pozo de la Beneficencia que nos enseñó hace años Gabriel Margain. 
El pozo está más hacia el S. Lo dejamos pendiente para otra visita. 
El terreno, como un pequeño islote entre los sembrados, es una maraña de esparto. La tierra dura admite pocas plantas tan fuertes y austeras como ésta. 
Salimos de nuevo al camino.
Al llegar al cruce que lleva a Gregorico y a Lazarau, seguimos de frente para volver a la Chiquitina. 


En una pieza el camino termina y nos vemos obligados a caminar entre grandes e incómodos tormos de tierra.


Cuando salimos a terreno mejor, el barranco que baja de Las Zorreras nos obliga a vadearlo. 
El profundo tajo que ha formado la erosión apenas si lleva agua. 
Los abundantes y espigados carrizos nos hacen parecer pequeños.
Llegamos al camino principal.
11:00 horas. De nuevo en la Chiquitina. 
La mañana sigue fría y desapacible, pero El Saso nos conmueve. En toda la mañana no hemos visto a nadie. 
Echamos un último y rápido vistazo. 


El Caserío de Manuel y la Navascuesa también reclaman nuestra visita. 
Volvemos a casa. 
Hay que ir a la Feria de Febrero. Un hito en nuestro calendario. 





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