miércoles, 22 de julio de 2020

Un domingo en Etxaleku




Domingo, 19 de julio de 2020


En coche, a una hora escasa de Tafalla, existe un pequeño paraíso. 
En el valle de Imotz, entre bosques y verdes prados, está Etxaleku. 
Hoy vamos a pasar el día allí. 
Como el lugar se sale del ámbito de los "recorridos por el término de Tafalla y alrededores" que subtitula este blog, me limito a recoger las colaboraciones de dos buenos amigos. 

El recorrido en Wikiloc es de Damián y, por qué no decirlo, de su fiel galga Vera.


Y la magnífica aportación histórico-etnográfica de Juanjo Costa. 

Gracias a los dos. 



Harina de otro Costapor Juanjo Costa

ETXALEKU. VALLE DE IMOTZ 

1. La Navarra donde se ha parado el tiempo (Ingurutxo de Iribas). Un pueblo.
“ETXALEKU (Valle de Imotz)


            Aquí no se cruzan los caminos. Incluso el principal queda relegado a la servidumbre de los pueblos, de las casas, de las vacas y, cómo no, de las personas. A seis kilómetros justos de este lugar, discurre una perfecta autovía que comunica Pamplona con san Sebastián ¡y más allá! Esta vía sí que costó, en su día, “sangre, sudor, esfuerzo y lágrimas”. Pero eso fue antaño (aunque pasó, aún hay heridas sin cicatrizar). Hogaño, salimos de Tafalla, enfilamos en Pueyo el corredor al norte y, cómodamente, tras apearnos en Latasa de Imoz (gemela de la cercana Latasa de Odieta, a la que los textos antiguos llamaban “Latasa cabe Ripa”, para distinguirla de la primera), llegamos a nuestro destino.
            Según nos dice el Diccionario de Madoz, 1845-1850. Facsímil de Ámbito ediciones, Valladolid 1986: “Es lugar con ayuntamiento en el valle de Imoz (…) situado a la izquierda del río Larraun, en una pequeña llanura, rodeada por N y S de los montes de Basaburua Mayor. Clima sano y los vientos reinantes N y NE. Tiene 60 casas, escuela asistida por 20 niños y 10 niñas, cuyo maestro hace de secretario del Ayuntamiento y percibe de dotación por ambos conceptos 1. 180 reales. Iglesia parroquial de san Esteban, servida por un cura y cementerio próximo a la misma y dos fuentes no muy distantes (…) Los montes están poblados de robles, arbustos y pastos. El terreno es bastante estéril (…) Produce trigo, maíz, patatas y legumbres. Cría ganado vacuno, lanar y de cerda. La industria la componen un molino harinero, además de la arriería. Población 60 vecinos, 250 almas.”
         Veamos, ahora, qué actualiza el tomo IV de la Gran Enciclopedia Navarra (CAN Pamplona 1990). Dice que: “Se encuentra situado hacia el norte del término de Imotz (…) y limita al N con Yaben, Garzaron  y Erviti. Al S con Oscoz y Eraso, al E con Beunza y al O con Udabe. Tiene Cooperativa agrícola- Caja rural de Imoz fundada el tres de junio de 1906. Se realizó la concentración parcelaria en 1977.
         Es una villa de señorío realengo y su pecha actualizada por el rey Sancho VI el Sabio (1193) con los demás lugares del valle, suponía en 1280 la cantidad de 38 sueldos más 10 cahíces, 3 robos y 2 cuartales de avena. En 1705 pagaba Imoz de pecha al real patrimonio tres robos de avena y un real y medio por los montes de los lugares despoblados de Aizároz y Equizaburúa (…) En 1847 tenía escuela (…) El retablo de la parroquia de San esteban se atribuye a Juan de Beruete, que vivió a comienzos del siglo XVII (…) En el caserío distribuido en distintos niveles abundan viviendas de grandes dimensiones cubiertas a dos aguas.
El tomo VI de la misma obra apunta que: “El estrecho diapiro de Echalecu (sic), de rumbo N-S, formado por arcillas abigarradas de Keuper (Triásico), entre las que asoman pequeños apuntamientos del Cretácico Superior, de facies flysch, con bancos de calizas intercalados, plegados en forma de dos sinclinales de eje NNO-SSE, separado por un diapiro. Todo el término está drenado hacia el sistema fluvial Larráun-Basaburúa (pido perdón, pero reconozco que me gusta la geología). El clima es húmedo, las temperaturas bajas de tipo subatlántico, sin sequía estival en invierno y moderadas en verano. Algunos de sus valores medios son : 8º-11ºC de temperatura y 1.200-1.500 mm de precipitaciones, caídas en 120-140 días (…) Desde el punto de vista geobotánico el valle pertenece a la provincia botánica de hayedos  y robledales (…)  El escudo del valle es cuartelado. 1º y 4º de azur y una cruz trebolada de oro, que recuerda la antigua insignia del palacio de Echalecu; 2º y 3º de oro y un roble de sinople, simbolizando la producción principal del valle, cuyos robles eran muy apreciados para la construcción de la armada real (…) A comienzos del siglo XIX el principal recurso económico era plantar y trasplantar robles que se vendían para realizar barcos para la armada española. 

Los castaños plantados anteriormente habían comenzado a dar frutos.”


2. El Valle de Imotz. Esku dantza de Imotz
No me resisto a consultar y transmitiros, a su vez, lo que escribe el maestro Don Julio Caro Baroja en el Tomo IV de la Casa en Navarra (CAN Pamplona 1982) sobre el valle de Imoz y que puede completar esta breve visita al mismo.
“Pasando de Ulzama y de Anue al Sur y limitados al Oeste por Larráun hay, ya poco antes de la cuenca de Pamplona, unos cuantos valles pequeños, que no dejan de tener individualidad propia, en alguno de los cuales la ganta mayor habla el vasco en forma dialectal no suficientemente conocida, y que encierran algunas sorpresas. Uno de los que tienen pueblos más interesantes es el de Imoz, donde el vasco está más vivo que en otros. El valle como tal aparece ya con un fuero concedido por Sancho el sabio en agosto del año 1193 (…) En el tributo la avena desempeña el papel principal. El nombre es difícil determinar qué significa, como ocurre con otros muchos de los que terminan en “oz” (“otze”) (…) “Val de Ymoz” aparece en 1280 y la lista de sus pueblos va sufriendo ligeras variaciones hasta llegar a los apeos más modernos: Echalecu, Urriza, Latasa, Goldaraz, Eraso, Oscoz, Zarranz y Múzquiz (…) El valle tiene 4.279,573 hectáreas y el año 1802 contaba con 1036 habitantes. Sus ejes fluviales son muy pequeños, excepto el río Larráun que corre en un trayecto no muy largo por la parte occidental del valle, los varios “barrancos” que hay en el mismo condicionan la posición de los pueblos. La industria principal consistía en plantar y trasplantar robles los cuales luego se vendían a la Armada; es decir, que la arquitectura naval en madera tenía un papel importante en el desenvolvimiento económico de la zona. Parece que la hoja del roble y el estiercol de los ganados vacuno, lanar y de cerda, producían un abono excelente, de suerte que se daban también buenas cosechas de trigo y maíz. Por último, se indica que “de poco tiempo acá se cultivan los castaños con muy conocida ventaja”.
Desde el punto de vista de las comunicaciones antiguas hay que advertir que por el valle, de Sur a Norte, entrando por Múzquiz y saliendo por encima de Echalecu, pasaba el camino que iba de Pamplona a Goizueta y de allí a Guipúzcoa, un camino de bastante importancia que es el número 17 de los que da el brigadier Ramírez Arcas en su “Itinerario descriptivo, geográfico, estadístico y mapa de Navarra. Pamplona 1848” (…) Todos los pueblos del valle, núcleos pequeños, tienen casas parecidas: Grandes edificios del siglo XVIII, con extensas cubiertas a dos aguas, algunos de a cuatro con aire más señorial. En algún caso (el palacio antiguo de Eraso), alguno de los linajes es conocido desde antiguo y fue acumulando mercedes y en el siglo XVI es de los que tiene la confianza de Carlos V y Felipe II. Garibay se refiere a él y al palacio, como relacionado con San Miguel de Aralar.
Para tratarse de un lugar un tanto recóndito (y más en aquellos tiempos lejanos) las amistades no son menores. Posiblemente, tendría que ver con lo mencionado anteriormente del aporte del valle a la construcción de los barcos que contribuyeron a la gran hazaña española del descubrimiento de América.



                                   
3.Pero no solo de hayas, robles, casonas, campos y vacas vive el hombre. Desde el fondo de los tiempos: El viejo Euskera.”Kontrapas”, de Xabier Lete.
            No entraremos ahora a averiguar por qué al norte de Pamplona no se produce el fenómeno de sinecismo (agrupamiento de poblamientos cercanos en uno mayor) que tanto se da al sur de la capital. Este hecho tiene que ver con la romanización y la zona que nos ocupa hoy no tuvo que ver mucho con la misma, si exceptuamos el asunto de las vías de comunicación.
            Este proverbial aislamiento ha propiciado que en este valle se haya conservado la lengua (curiosamente más cuanto más se alejaban las poblaciones de los caminos principales). De las variedades fundamentales que se hablaron en Navarra aquí ha pervivido el “Altonavarro septentrional” (aún vivo) y este valle es muga, precisamente con el “Altonavarro meridional” que era el que se hablaba en la zona central del reino y que llegaba por el sur hasta el contiguo valle de Juslapeña. Tomo los datos del magnífico mapa “Carte des sept provinces Basques montrant la délimitation actuelle de l’euscara. Par le Prince Louis-Lucien Bonaparte. Londres 1863”, una herramienta fundamental y milagrosa que nos ha permitido conocer la evolución de una de nuestras lenguas, a partir del siglo XIX.
            Traigo a colación el asunto porque en este valle de Imotz nació y vivió una de las figuras más señeras del bertsolarismo navarro a caballo de los siglos XIX y XX: Andrés Astiz Odériz (1863-1924), “el bertsolari de Goldaraz”, cuya producción literaria, oral, fue recogida por Príncipe de Viana en el libro “Goldarazko bertsolariaren kontu eta bertsoak. Iruña 1960). Era un hombre de imaginación y verbo fecundo (amén de padre prolífico de 18 hijos en varios matrimonios) que colaboró con el padre Resurrección María de Azkue primer director de Euskaltzaindia) en la gran recopilación en cuatro volúmenes este tituló “Euskalerriaren Yakintza”.  
            Hasta tal punto era persona “shelebre” en el valle que, como dice su hijo Franzisko Astiz Arregui (Aita Andrés, Pasionista) en el libro de Príncipe de Viana antes citado:
-       Erriko jaietan, Andrés astiz ez bazan, dena alperrik…etza festarik (Si en las fiestas del pueblo no estaba Andrés Astiz, todo era en vano… no había fiestas).
Era también, como se estilaba por nuestra Navarra un gran pelotazale. Para finalizar, transcribiré una de las cancioncillas que nuestro hombre enseñó a don Resurrección y que este transcribe en el Tomo IV de su obra. El euskera es absolutamente dialectal y, claro está le falta la melodía:
1.   Txolin txolin barbero, Bilabonako semea txintxintxin.
Andratxo batek txintxintxintxin antxe zeduzkan rau rau rau
Iru alaba politak txin txin txin.
2.   Eskatu nion txintxintxin bat bear nuela neronek rau raurau.
Errespuesta txintxintxin eman ziraden raurauraurau txaketa zarra
Neukala txintxintxin.
(Chilín cholín barbero, hijo de Villabona chinchinchín.
Una mujercita chinchinchinchín allí tenía tres lindas hijas chinchinchín.
Le pedí yo chinchinchinchín que una necesitaba yo rauraurau,
la respuesta chinchinchín me la dio rauraurau, que tenía yo chaqueta vieja chinchinchín.)
Para la próxima vez que los Caminantes visitemos este valle, un refrán:
“ Behi ta ardiak gorputzan inarrostu geroz, nekhaitza”  (Si las vacas y las ovejas sacuden el cuerpo, tempestad).
Buen camino. Vale.



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