lunes, 9 de enero de 2012

Una "vueltica" por Santa Zita



Domingo 8 de Enero de 2012
Estrenamos año campero. El día de Año Nuevo fue domingo y no era posible salir a andar. Para colmo una especie de congestión-catarro-trancazo-malestar general me hizo pasarlas moradas en el tránsito del año pasado a éste. 
Sin embargo tengo la experiencia de que andando por el campo se me quitan todos los males, así que hay que salir a dar una vuelta. 
Ayer me dijo Juanjo que Rosa no conoce Santa Zita. Eso no puede ser. La ermita de nuestros vecinos sanmartinejos casi me atrevo a decir que es un lugar de obligada visita. 
Son las 08,00 horas. Magán marca 9º y la farmacia 8º. El amanecer tiene unos negros nubarrones que, según las predicciones, no sacarán agua. 
Atravesamos la Plaza de Navarra y por los jardines llegamos a la Fuente del Rey. Son las 08,20 horas. El chorro tiene poca fuerza, señal inequívoca de que los acuíferos están bajo mínimos. 
Cruzamos el túnel de la autopista y seguimos por el camino de enfrente. Estamos en el Juncal. Los sembrados, con su verdor, dan una imagen engañosa de la realidad del campo. Hay mucha sequía. En todo el cuarto trimestre pasado, recogí 85,50 litros. Después del verano tan seco hubiera hecho falta el doble.
La caseta redonda de Valgorra vigila desde su atalaya la entrada del valle. Otro día subiremos hasta allí. 
Seguimos por el camino principal. Nos detenemos un momento en la finca de los Cañas. Han roturado más de la mitad. 
La balsa de la finca de José Mari y Elena está completamente seca. Un poco más arriba, la fuente de la teja, que la alimenta, no echa ni gota. Malo será que a la preocupación del 2012 económico haya que sumar también el meteorológico. 




En la caseta de la Fuente del Cura han hecho limpieza. Han quitado las zarzas que taponaban la entrada y unas sillas coquetas invitan a entrar y sentarse. Es pronto para ello. Seguimos en dirección al caserío de Pozuelo. En la orilla del  camino nos paramos en la muga con Sansoain y recordamos la sexta etapa de la vuelta al término que concluimos el mes pasado. 
Son las 09,15 horas. Estamos en el Caserío de Pozuelo. No paramos. El día está frío. Al sol se aguanta mejor, pero en los sombríos, el viento frío del N. se mete por todas las costuras. 
El camino asciende entre encinos y enebros. El suelo está deslavazado y áspero. Llegamos a una pieza y la cruzamos. En la parte alta el cereal amarillea. Necesita agua. 




A las 09,30 horas llegamos a la Cruz de los Mugas. Estamos a 626 mts. de altitud. Hacemos una parada. El día es magnífico y ante nosotros se extiende el pinar; cientos de árboles protegen y dan vida a estas escarpadas laderas. 
Comenzamos a descender por ancho camino. Estamos, según El Templao, en el "tourmalet". Da gusto bajarlo, sobre todo cuando recuerdas las veces que toca subirlo. 



Son las 09,45 horas. Llegamos a Santa Zita. Solitaria y austera, todavía conserva el buen estado en que la tenía Jesús Viela

En la iglesia de abajo, dedicada a Santa María del Pópolo, además de
la virgen titular, se guardan dos imágenes especialmente
queridas por los catatos: santaCitica y el cristo Moreno. Hasta
hace pocos años, ambas figuras solían guardarse en la ermita
de Santa Cita, a unos cinco kilómetros del pueblo. Pero luego,
los trajeron a Santa María para evitar su posible robo. “El Crucificado
es del siglo XVI y tiene valor artístico. Dicen que antaño,
tenía todo completo, como los hombres”, dice la concejal y esposa
de Miguel, CharoRomero. Pero luego le quitaron sus atributos
y le pusieron el paño de pureza”. Antaño, este cristo causaba
gran temor entre los vecinos, debido a su imponente figura
– que aún parecía mayor, en la pequeña ermita–; y debido también
a una leyenda negra que todavía perdura: “siempre que lo
sacan en romería, para pedir agua, apedrea”, comentan los hermanos
Zubiaur en un libro sobre Etnografía de SanMartín. También
se dice que tres mozos de Olite se refugiaron un día en la ermita
de Santa Cita durante una tormenta, y se burlaron del Cristo.
Uno de ellos, le puso un cigarro en la boca. Otros solían decir
que le castraron. El caso es que uno de los mozos murió en el
acto; el otro, se ahogó en un barranco, y el tercero –que al parecer
había reprobado la conducta de sus compañeros– fue el
único que llegó vivo “para contarlo”. (José A. Perales) (Diario de Navarra)

Sacamos los bocadillos y reponemos fuerzas. La construcción es curiosa. La ermita conserva el tejado de lajas; en cambio, el de la casa es de tejas. 
Cuando terminamos Juanjo quiere que Rosa vea el Cristo tallado en la roca que está en el fondo del valle. Allí nos dirigimos.





Son las 10,10 horas. La talla es espectacular. 
El artista es José Urdin y terminó este trabajo el 27 de Abril de 1993. Le llevó bastante tiempo realizarla. 



En aquel tiempo hice varias visitas al ermitaño Jesús Viela y se le veía y oía, golpear con la maceta el cincel, dando forma a lo que tenía en su cabeza. 
Volvemos hacia la ermita. La vuelta la hacemos por la ladera de la Carravieja. Es un camino ancho, con buen firme. Rodeado de pinos, cipreses y enebros, es un regalo para la vista y una caricia para el espíritu. 

 



En una curva queda un charco con barro y un pino cercano ha tenido que soportar a los jabalíes rascarse en su corteza hasta dejarlo pelado.





Pasamos por la muga de San Martín y recordamos la penosa subida desde el túnel que va por debajo del canal hasta lo más alto de la Carravieja. 
Juanjo, al que se le ha despertado la vena poética, socarronamente me recita estos versos que no me resisto a copiar:

"Santa Zita está dormida,
en medio de los pinares, y
hemos venido los cuatro a 
acabar las navidades".

El camino vuelve a ascender y damos vista, de nuevo, al caserío de Pozuelo. A su izda., agazapado y discreto, lo que queda del Caserío de Goyena. En los Altos de la Guindilla los molinos agitan sus brazos como si se comunicaran en un lenguaje inextricable con sus hermanos de Alaiz y el Perdón.




Bajamos junto a las ruinas del Corral de Valgorra. Al llegar al camino vuelvo la vista hacia arriba a contemplar lo que queda de la construcción y recuerdo la historia de Potage en 1867 que relata D. Angel Morrás. 
El camino, suavemente, nos va llevando a lo que fue el Portillo del Aire. 




Bajamos al puente del canal y nuestra sorpresa es mayúscula. ¡Está seco! Suponemos que se estarán haciendo obras de reparaciones o limpiezas. 
A las 11,40 horas salimos a la carretera de San Martín, enfrente de la granja de Calonge. 
Andar por la carretera es incómodo, sobre todo habiendo estado toda la mañana sin ver a nadie. Solamente un par de cazadores nos han saludado a lo lejos. 
A las 12,30 horas entramos en el pueblo. El día se ha puesto más plomizo, pero esta mañana en Valgorra y Santa Zita no tiene precio. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario