lunes, 8 de abril de 2013

En el pinar de Valmayor



Domingo, 7 de Abril de 2013


Después de estas mini vacaciones de la Pascua, volvemos al campo. Hace tiempo que no subo a la Piedralosa y tengo ganas de dar una vuelta por allí.
El día está bueno para andar. Ayer por la mañana los tejados estaban blancos. La nieve en Abril siempre sorprende. Incluso en un año como este. 
Son las 08,00 horas. Magán marca 5º y la farmacia 4º. Anda cierzo. Hace frío, pero el cielo está pintado de un azul blanquecino que invita a la caminata. Salimos Inma y yo.
Por las escaleras de la Casa del Conde llegamos a Plaza Cortés y nos vamos a ver la presa.




El río baja sereno. La presa salta sin ruido como si fuera algo que hace todos los días. En su borde, un grueso tronco se ha quedado varado. Algún golpe de agua que venga esta primavera lluviosa, lo arrastrará corriente abajo. En el primer trimestre del año pasado recogí 54 litros de lluvia. En el mismo trimestre de este año han sido 319 litros. 
Por debajo de la vía salimos a la Avda. de Nuestra Sra. de Ujué. Cruzamos la carretera e iniciamos el camino del Eskal. Estamos en el campo.
El piso, aunque es bueno, está plagado de charcos. En los campos y viñas el agua sigue estancada.



08,45 horas. Estamos junto al antiguo Vivero Forestal. Tomamos el camino de la izda. que nos introduce en el Prado de Solcanto. 
El camino, arreglado para el nuevo regadío, es magnífico. 





Mientras lo seguimos, llevando a nuestra izda. los pinos de la Choza del Modesto, comentamos que hace unos años nos hubiéramos tenido que dar la vuelta. Cuando llovía tanto como este invierno, el Prado se convertía en una especie de marisma que lo inundaba todo. En la parte más honda del terreno, el agua podía alcanzar los treinta centímetros. 

09,00 horas. Llegamos al Portillo de Valmayor. Los campos en el fondo del valle tienen un intenso color verde. En la ladera de la Carravieja, el Refugio de Los Doce destaca por su blancura. 
Seguimos por el camino que asciende. La corta pendiente nos permite ver enseguida Olite. El Castillo y la torre de San Pedro descuellan entre las casas bajas de su casco urbano.


A la izda. el vértice geodésico de Valmediano otea el horizonte alargando su vista hasta las nevadas laderas del Moncayo. 
El camino desciende rodeando Montmediano hasta que muere en una pieza.
Por la parte que vemos menos húmeda, salimos de nuevo al monte y comenzamos a descender por una senda estrecha. En el cerro que tenemos casi de frente distinguimos la Piedralosa.
Llegamos a la orilla del barranco. Cuando lo cruzamos en nuestra vuelta a las mugas, estábamos atravesando un periodo preocupante de sequía. Ahora nos resulta imposible pasar al otro lado. 
Por la orilla vamos buscando algún paso pero el caudal del agua es grande. 



En medio del sembrado el cadáver de un zorro nos hace detenernos. El animal lleva bastante tiempo muerto. 
Por fin salimos a un camino ancho. Ya hemos abandonado la idea de subir a Piedralosa. Lo dejaremos para cuando haya menos agua o nos acerquemos por otro lado. 
Son las 10,00. Hora de almorzar. Protegiéndonos del cierzo detrás de un hidrante, saboreamos el bocadillo mientras escuchamos el correr del agua. En el cresterío de la Carravieja los molinos mueven veloces sus aspas. 
Salimos en dirección O. siguiendo el camino bueno. 





También termina en una pieza. Conocemos el lugar. Orillando el sembrado se llega a un almendrolar que, rodeado de pinos, es un lugar idílico. 
En los Pinos de Valmayor están haciendo limpieza. Las huellas de los vehículos pesados han abierto una franja ancha por la que sacan los troncos y el ramaje. Seguimos este trazado. 
El paseo es agradable. La limpieza ha hecho su efecto y se puede avanzar sin dificultad. Ascendemos lentamente en este pequeño bosque de pinos. Al llegar a lo más alto consulto el altímetro: 458 mts. Estamos 37 mts. por encima del pueblo. 
El camino que han abierto las máquinas comienza a descender hasta que nos saca, de nuevo, un poco más arriba del Portillo de Valmayor. 
Bajamos a Valmayor buscando el camino que nos llevará al caserío.

"Poco a poco se fueron calmando las pasiones y ya el año 1870 se volvió a celebrar la romería a Ujué que no hay que decir que se suspendió en 1869 pues tocaba el 2 de Mayo.
Las fiestas de Agosto se celebraron normalmente con tres días de capeas y unos señoritos torearon un novillo que fue estoqueado por Manuel Zala, que era panadero.
Este año, cuando el Ayuntamiento acababa de subir a las vísperas de San Sebastián con bandera y música, cayó una gran pedregada.
A fines de Septiembre hubo en España levantamientos republicanos. En Tafalla se paralizaron las obras que se hacían en la calle de la Estación.
Los días festivos salían los voluntarios en formación y hacían el ejercicio en el prado de Valmayor y a las once volvían precedidos de la charanga y oían misa en la iglesia de Capuchinos, como se llamaba entonces a la de los Escolapios" (D. Angel Morrás)(Escenas de la vida tafallesa)  

En la acequia de la izda. un agua limpia y brillante corre juguetona buscando el barranco. Junto al cauce, las matas de arañones son pompones blancos.






10,55 horas. Llegamos al Caserío de Fernández o de Valmayor. Un perro blanco atado con una cadena nos recibe a ladridos.  La parra que se agarra a la galería comienza a abrir sus pámpanos. Los olmos, enormes y sabios, esperan que entre, de verdad, la primavera para sestear tranquilos mientras la naturaleza se despierta. 






En la balsa hay dos pescadores. El agua llega hasta el borde. El cierzo agita la superficie y las pequeñas olas golpean sin fuerza la pared de piedra sobre la que nos encontramos. 
Por el camino que sube, llegamos al Pontarrón y salimos a la carretera de San Martín. En su montículo, la ermita de San José resiste los empujes del viento.   En la ciudad el sol juega con los tejados escondiéndose a veces tras las escasas nubes. En la orilla de la carretera, el solitario eucalipto ve pasar un colorido grupo de cicloturistas. 
Por debajo de la vía llegamos a la Plaza de Toros. 

En este enlace se puede ver el recorrido de hoy

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