lunes, 3 de junio de 2013

Los huertos del Quiñón




Domingo, 2 de Junio de 2013

Ayer le estuve dando vueltas a la excursión de hoy. Tengo prisa por volver porque quiero ir a la procesión del Corpus y, además, no dispongo de coche porque se lo lleva un hijo. 
Toca andar por el término de Tafalla, pero... ¿por dónde? 
Desde siempre he tenido curiosidad por meterme en el Quiñón pero, como está tan cerca del pueblo, nunca me ha venido bien entrar por sus caminos. Hoy lo haré. 
Son las 08,00 horas. Magán y la farmacia ¡empatan a 12º! No me lo puedo creer. 
El cielo, desde casa, se ve azul, limpio. Va a estar buena mañana para andar. 
Salgo por el polideportivo hasta la trasera del Cuartel de la Guardia Civil. 
Siempre se conocía este lugar como el Huerto del Florista.



Antes de cruzar la carretera me detengo en la acequia de Barranquiel. El agua, abundante, baja veloz. 
Enfrente, a la dcha. de la finca de los viveros, nace un camino que me lleva hasta la orilla del río. 
A dcha. e izda. proliferan los huertos. 
El cierzo viene frío. A la sierra de Alaiz la tapan las nubes. En casa parecía que iba a hacer mejor temperatura. 




Me asomo al Cidacos. Está precioso. El agua se remansa en la curva y la vegetación, como si fuera una selva tropical, le da al cauce un aspecto sombrío y exuberante. 
Un hortelano madrugador se pega un susto cuando le saludo sin que me haya visto. Hablamos un rato. 
Me cuenta que este año no va a haber problema de agua, pero que las plantas están sufriendo mucho ahora por este tiempo tan húmedo y desapacible. Me dice que el año pasado por estas fechas la poza del río, que ahora rebosa agua, ya se había secado. 
Está haciendo hora para ir a almorzar a casa porque no apetece mucho quedarse en el campo.





Al pasar una pieza de espárragos, el camino muere en un campo de cebada. En la esparraguera los plásticos negros devuelven en mil reflejos los rayos del sol. 
"La voz Quiñón (quiñones), de origen partitivo, denuncia en buena parte de Navarra reparto de parcelas o suertes (quinio), en terreno comunal, entre los vecinos. Tal pudo ser el origen de los antiguos "quiñones", por los que a mediados del siglo XIV, sus cultivadores tafalleses tributaban al rey una renta.
Desde el siglo XVIII fue imponiéndose el singular: El Quiñón" (José María Jimeno Jurio)(Toponimia Histórico-Etnográfica de Tafalla).

Vuelvo hasta un cruce de caminos y tomo el de la izda. 
Las cercas desvencijadas alternan con pequeña casetas de recreo. 
Cuando termina el camino, un viejo conocido me dice que, llegando a unos olivos cercanos, salgo al camino bueno y que no deje de visitar una finca que un vecino tiene hecha un primor. 
Así lo hago.




09,10 horas. A la sombra de unos chopos blancos y bien cuidados, ha preparado un espacio verde, limpio y ordenado que es un regalo para los ojos.
En cada rincón de la finca hay un sillón de plástico con su correspondiente reposa pies, en los que el dueño, gran lector, consume las horas en compañía de sus libros. 
Los árboles, abundantes, no son frutales y apenas si hay flores, pero el lugar transmite paz y tranquilidad. 
Continúo camino adelante. 
Las tapias y casetas se suceden.




En la puerta de una finca me detengo a leer un cartel: "Qué pronto vas a caer, ladrón". 
A mí me produce una sonrisa, aunque supongo que el dueño debe estar harto de robos y destrozos. 
Salgo a la rotonda grande que lleva a la autopista.
Ante la atenta mirada de un coche de la policía de tráfico, la rodeo por el exterior y subo a San Gregorio. Son las 09,10 horas
El Cabezo de San Gregorio azotado por el cierzo está desierto. 



En el interior de la ermita, el santo, con la puerta cerrada, se conmueve acordándose de la visita que le hicieron hace un mes los niños y los mayores. Si no fuera por este aire tan cruel, aún quedarían los aromas de los almuerzos y del arroz con leche. 







En el carasol de la ermita busco el abrigo del cierzo. 
Mientras almuerzo me acuerdo de una anécdota con mi primo José Mari.

Se pasaba la vida trabajando por el mundo y, cuando se establecieron en Tafalla dos locales de "alterne", coincidió que vino de vacaciones. 
Le comenté que, con la democracia, había llegado la modernidad al pueblo y que incluso habían puesto dos "putis". 
Me preguntó dónde los habían abierto y cuando le dije que uno estaba en San Gregorio y el otro en la Avda. de la Virgen de Ujué, llevándose una mano a la barbilla y con la mirada perdida exclamó: "Verdaderamente ésta es otra Tafalla".

Bajo de nuevo a la carretera y caminando unos metros por lo que fue la Cuesta de San Gregorio, tomo el primer camino a la izda. que me introduce en Gerón. 




09,40 horas. Presa de Almoravit. Las zarzas de la orilla tapan la vista. El río, en las piedras de la presa, se pone bravo y ruidoso. 
En el cielo, los nubarrones que coronaban Alaiz ya están encima de Tafalla. Se va a quedar un día como todos los anteriores.





09,50 horas. Orillando una pieza lieca llego hasta la pasarela que cruza el río. 
En el otro lado han sembrado el maíz. 
Al fondo, en la ladera de Valmediano, los aspersores están regando. El viento se lleva el agua lanzando una veloz cortina de agua.
Salgo al camino de la Recueja. En el campo no hay nadie. 
Paso por debajo de la autopista y cruzo la vía. 
Me decido a volver por el camino de la izda. que me introduce en los huertos de Torreta y, un poco más adelante, en Larrain.
Algún coche viene hacia mí traqueteando en los innumerables baches que tiene el camino. 
Por debajo de la ví,a salgo a la Plaza de Toros y me dirijo a la Presa de la Estación.





10,30 horas. El río ha perdido parte de su fuerza pero todavía salta altivo hasta el Pozo Redondo. Los plátanos de las orillas se han llenado de hojas. En Santa María un bullicioso repique de campanas anuncia la festividad de hoy. 
La mañana ha empeorado. Algún día llegará el calor. 

Este es el enlace para ver el recorrido de hoy




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