miércoles, 1 de enero de 2014

La fuentes de Porputiain









Domingo, 29 de Diciembre de 2013

Como los niños esperando el domingo que viene a los Reyes Magos, así hemos pasado nosotros la semana, esperando a que llegara el domingo (y que hiciera bueno) para ir a buscar las fuentes de Porputiain. Juanjo se entusiasmó tanto con la idea de la búsqueda que se documentó concienzudamente sobre la etimología del paraje y me pasó unas notas para que las comentáramos durante el paseo. 






Son las 08,00 horas. Magán marca 2º y la farmacia 0º. El cielo está casi despejado. Vamos a tener una mañana estupenda para andar. Hace frío pero, caminando, se saca enseguida. 
Subimos a la Cooperativa del cereal. Algunos recolectores de olivas ya están esperando para entregar el fruto. Rosa no puede venir con nosotros porque también tiene que entregar la oliva. Este año ha sido tan abundante la cosecha que el trujal de Arróniz no da abasto para moler y las entregas en los pueblos asociados a él se hacen de forma intermitente. 
Dejando Margalla a la dcha. cruzamos la carretera de Miranda y nos adentramos en el Planillo.



 
Los campos están blancos de rosada. El sol se adivina detrás del Plano. Los molinos de Moncayuelo reciben sus primeros rayos y brillan en la lejanía como si mostraran la mejor de sus sonrisas. En las ramas de un pequeño almendro que hay junto al camino, un par de pinzones encogen el cuello formando unas bolas de plumas. Se protegen del frío esperando el calor del sol. 
Al llegar a la última bifurcación, antes de subir a los "santos lugares", tomamos el camino de la izda. que nos lleva al Prado de Rentería. 
Orillamos la pieza sembrada de alfalfa que nos señaló Félix Flamarique y llegamos a la pequeña balsa circular.






 
09,15 horas. Fuentes de Porputian. Hace un frío que mata. Los carrizos que rodean la balsa están blancos, helados. Es muy difícil acercarse a la orilla. Además, los ribazos del barranco de Rentería parecen inestables. 
La tierra, bajo nuestros pies, está hueca y la vegetación nos impide ver dónde pisamos.




Decidimos subir al cerro cercano que tenemos a la dcha. y desde allí echamos un vistazo a todo el lugar.  
Juanjo baja y se acerca tímidamente a la balsa, pero desiste enseguida. Esta primavera, cuando la hierba no esté muy crecida, volveremos e inspeccionaremos el sitio. 
El agua corre cantarina a la entrada del barranco. Se oculta debajo de la tierra y vuelve a salir hacia la mitad de la finca de abajo. 
Por una pieza con el cereal recién nacido, nos acercamos a los pinos que rodean Romerales.





 
10,00 horas. Buscamos un carasol y, aunque no nos podemos sentar, sacamos los almuerzos. Mientras les hincamos el diente comentamos lo extremo de este clima nuestro. Hace pocos meses, a estas horas, hubiéramos estado buscando la sombra porque el calor comenzaría a apretar y hoy buscamos el sol para calentarnos un poco. 
Seguimos por un camino que bordea el pinar. Cuando estamos en lo más alto echamos un vistazo al paisaje. En el N. los Altos del Planillo se hacen a un lado para que podamos ver el Corral del Vaquero y el de la Mariana. Al fondo la Peña de Unzué, la Higa y la Peña de Izaga se recortan en el cielo azul blanquecino. San Pelayo mira con respeto a su vecinas mayores, mientras que Ujué, altiva y señorial, observa a su sierra que se extiende hasta la vega del Aragón. 




11,00 horas. Estamos en la Balsa de Romerales. El camino nos ha traído por el lado contrario al que venimos otras veces desde Valditrés. Tiene mucha agua. Los cerros que la rodean están poblados de matas de romero. No hay nadie. Cruzamos la pieza en dirección N. y llegamos a los pinos que nos llevarán hasta el camino del vertedero.

"El grueso de los yacimientos arqueológicos tafalleses se data en el Calcolítico (Eneolítico), lo que significa en cifras absolutas una antigüedad aproximada de entre 4.500 y 3.700 años. Treinta y un enclaves de esta etapa de la prehistoria reciente se han detectado dispersos por todo el territorio aunque la envergadura de estos generalmente es de poca consideración ya que se trata básicamente de asentamientos humanos de carácter temporal asociados a un tipo de hábitat en cabañas cuya orientación económica está basada en la explotación de los recursos naturales inmediatos. Geográficamente, la mayoría de ellos se localizan en la zona de Candaraiz y Romerales, ocupando posiciones dominantes con respecto al entorno físico que les rodea, al abrigo de las ondulaciones del diapiro de Tafalla. A los pies de estos lugares se extienden las amplias llanuras, irrigadas por el arroyo Tamarices, de Candaraiz, Lazarauz y Piedracita. (Rosa Mª Armendáriz)(Revista Panorama nº 32)




 
En el Caserío de la Laguna no hay nadie. Paramos un poco más adelante y contemplamos la Laguna. Una multitud de aves nadan en sus orillas buscando algo para desayunar. Las piezas que rodean la balsa están nacidas y regalan a la vista una alfombra verde y uniforme, que se extiende hasta el picadero de la hípica. 
Cruzamos de nuevo la carretera de Miranda y, al comienzo de la Cuesta de la Calera, torcemos a la izda. por buen camino. 
El riego moderno ha propiciado el arreglo de estos caminos. Les ha quitado su encanto pero ha facilitado el tránsito de vehículos a las viñas y piezas. 
Bajamos por la Cuesta de la Celada y salimos al camino de Falces. 
Algunos paseantes, no tan madrugadores como nosotros, nos saludan abrigados hasta las cejas. 
A las 11,30 horas, por los "enredos", entramos en el pueblo. 
En la urbanización no vemos a nadie. Junto al campo de fútbol, en las Eras, se oyen gritos de los que están jugando. En los tejados, las chimeneas expulsan el humo blanco para que el viento, que sopla suave, juguetee con él. Detrás de algunos ventanales las luces de los árboles de navidad brillan y se apagan sin cesar.

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