EL MONTE
PLANO Y LA ERMITA DE SANTA BRÍGIDA.
1.
EL Monte
Plano de Tafalla (474 m)
“Que guardas la Tierra Llana,
Virgencica bardenera,
que guardas la Tierra Llana.
Guarda también a mi amor,
que soldado voy mañana.”
(Jota
popular)
Del
paseo de hoy, no por tantas veces repetido, desde hace años, en buena compañía,
siempre queda el convencimiento de haber penetrado “en otro mundo”. Cuando nos
adentramos por los caminos, las sendas y las veredas de este enclave mágico, pienso
en cómo debía ser el Laberinto de Cnosos. Y es que todo El Monte Plano es un
laberinto. Si no lo conoces bien, puedes acabar dando unas cuantas vueltas de
más antes de dar vista, de nuevo, a alguno de los lugares de referencia que
indican los puntos cardinales, y poder orientarte adecuadamente. A saber: La
sierra de Alaiz y la Peña de Unzué, al norte; Montejurra, al oeste; Guerinda y
Ujué al este; y al sur… al sur… La Tierra Llana: Olite, Beire, Pitillas,
Murillo el Cuende, Traibuenas y El Monte Rada, misterioso y desolado monte, que
vigila y cierra el valle del Cidacos y donde convergen varios enigmas que solo
aquel, el río Aragón y el cierzo conocen. Veamos, en primer lugar, cómo se describía
el enclave natural del Monte Plano en una guía naturalística de hace unos años:
“Monte
equivale a bosque. Monte Plano fue-en alguna medida, es- un bosque asentado
sobre terreno de configuración llana. Se trata de una antigua terraza colgada
que formó parte de una vasta llanura aluvial, nivelada por sucesivas avenidas.
Erosionada en los bordes por las aguas que buscaban un nivel aluvial más bajo,
quedó como una meseta. Esta meseta y sus flancos estaban vestidos hasta hace
pocos años por uno de los más extensos carrascales navarros, en una zona en la
que la mayor parte de las superficies de la zona se dedicaban a cultivos. La
pluviometría- cerca de la Zona Media, pero asomada a la Ribera -no alcanza los
500 l/m², con fuertes sequías estivales (…)
Como
en los alrededores de muchos pueblos, en Monte Plano había un muladar o
cementerio de animales domésticos. Los buitres y otras aves carroñeras daban
cuenta de los cadáveres. A sugerencia de ANAN, el Ayuntamiento de Tafalla,
propietario de los comunales de Monte Plano, decidió revivir el muladar. Lo
cercó de alambre y lo cerró. El estado actual del comedero es deplorable. La
localización, deficiente, y la falta de cuidado, más la presencia frecuente de
cazadores, ahuyentan a las carroñeras. La puerta está abierta y los cuerpos de
los animales son abandonados con frecuencia fuera del recinto.
En la década de los sesenta el bosque
-dominado por la carrasca (Quercus
ilex rotundifolia), también llamada encina o encino-
sufrió la tala de muchos árboles, con un miserable aprovechamiento de leña, y
se roturaron grandes superficies. El bosque se convirtió en matorral, que hoy
es maquia, con algunos buenos ejemplares de carrasca (…)
En el descenso hacia Olite y al S. de
Cabriteras hay plantaciones de pinos. Se ha recurrido al pino carrasco (Pinus
halepensis), especie mediterránea autóctona,
pero no espontánea en esta zona.
Entre las especies que abundan destacan la
coscoja, el enebro de la miera, la sabina, la lavanda, el tomillo y el orégano
(…) Aún pueden verse conejos, zorros, perdices, tajudos y palomas torcaces (…)
El paseo cruza áreas roturadas, antes ocupadas por el bosque. Dada la formación
geológica del Monte Plano, los campos están cuajados de cantos rodados, y
costras calizas. Los aprovechamientos agrícolas no deben ser muy sustanciosos.
Estos suelos detríticos no favorecen los cultivos de cereal. La banda roturada
resulta desoladora en medio de las manchas de árboles y arbustos. Si se añaden
las escombreras industriales y domésticas del NE del Monte Plano, es fácil
concluir que las vejaciones sufridas por este carrascal, antaño admirable, han
sido muchas.”
(Navarra.
Paseos naturalísticos I. Caja de Ahorros de Navarra. 1981. Pamplona)
No
era muy alentadora la imagen que se daba en esta popular publicación de la CAN.
Hoy en día han cambiado las cosas. En sí, el bosque parece, a simple vista, que
mantiene cierta fortaleza. Andando por sus caminos y veredas, que son bastante
tupidos, su estado de conservación no es malo. Otra cosa es la letra menuda.
Hace unos años se lo dotó con un aeródromo para ayudar a apagar los incendios
que pudiera haber en la Zona Media. A su vez, cerraron los vertederos donde
descargaba sus desechos una fundición sita en Tafalla (aunque todavía se puede
pisar abundante arena negra y múltiples escorias por los caminos del NE.). El
comedero de aves carroñeras se cerró, por motivos sanitarios y por el gran
descenso de la cabaña pecuaria tafallesa.
Como
colofón, cuatro hitos.
1.El más
céntrico, la gran cicatriz que recorre el bosque, de norte a sur, después de la
“autopsia” que se le practicó al mismo al realizar la magna obra del Canal de
Navarra.
2.Al lado
del llamado Corral del Plano (restaurado no hace mucho y que aún está en uso)
se hizo una plantación de árboles, por parte de la Ikastola de Tafalla, que
parece evolucionan bien. Esperamos que siga todo así y no derive en un “parche”
más de los que se han prodigado estos últimos años por nuestra comarca: Padres,
hijos, concejales, ecologistas, almuerzo, unas cuantas fotos y alguna rueda de
prensa que otra, para que se vea lo que se dice que se hace. Luego: Incuria,
olvido, árboles secos y, al año siguiente, ¡otro “Día del árbol”!
3 y 4. Para
terminar, como complemento al ingenio humano, se ha llevado a cabo la
construcción de una variante que afecta también al Monte Plano, pues se está
colmatando, con sus desechos, en su parte norte, el gran socavón que produjo en
su día la extracción de gravas. Lo están dejando todo tan liso que parece el
patio de un colegio; igual ponen ahí una pista de patinaje, ¡quién sabe!
(Aunque era un lugar un tanto desolado, ya se había formado una pequeña balsa,
crecido algunos chopos y juncos y, sobre todo, en el flanco oeste, en una pared
lisa de unos cuatro metros, anidaban en sus hondos nidos los abejarucos).
Vuelvo
al principio. He comentado que el adentrarnos por los vericuetos de este Monte
Plano me recordaba al “Laberinto de Cnosos”. El pasado domingo me afirmé aún
más en mi idea, pues fueron apareciendo, a lo largo de toda la mañana, y por
diferentes enclaves, unos a modo de “Minotauros”, vestidos de colores chillones
(¡…carnaval…carnaval…!), con casco y gafas de ojos de insecto, caballeros en
artefactos de cuernos vueltos. Ya estoy enterado de que han adecuado no sé
cuántos kilómetros de caminos para bicicletas en toda la comarca (loable
iniciativa, ¡cómo no!), pero habrá que afinar un poco más para hacer compatible
esta actividad con la del caminar, especialmente cuando se va por sendas estrechas
y de poca visibilidad. El día que nos ocupa, hubo algunos momentos en que si no
ibas atento y mirando para atrás y para adelante, te podías llevar un buen
empentón, eso sí, de una manera educada y cortés. ¡Qué queremos, es el signo de
los tiempos! Me parece que, a partir de ahora, Los Caminantes podemos añadir a
nuestros útiles del oficio, una capa de torear. Por lo menos, así tendremos una
oportunidad. Si no, los nuevos “Minotauros” de este y otros parajes no muy
lejanos, se cobrarán sus “sacrificios”, al modo como aquel de la isla de Creta.
Eso sí, que sepan que nosotros no somos gráciles doncellas ofrecidas al
monstruo, pues nuestra carne es bastante más correosa que la de aquellas. Buen
camino y prudencia (para todos). Vale.
2.
La Ermita
de Santa Brígida (Gwendal-“Irish Jig”)
“La
ermita de santa Brígida es la única que se conserva de todas las existentes en
Olite. Se encuentra emplazada en el Monte Encinar, que ha atraído a lo largo de
los siglos una gran devoción popular, e incluso la favorecieron de forma
especial la reina Blanca y su hijo el príncipe Carlos de Viana. En 1435, la
reina manda levantar casa de monjes ermitaños aledaña, que todavía subsiste.
Tuvo ermitaño hasta mediado el XIX. En 1885, se utilizó como lazareto durante la
epidemia del cólera. Se conserva actualmente con otras construcciones, dentro
de un cercado de planta trapezoidal. La iglesia responde a modelos protogóticos
datables hacia 1200, con nave de tres tramos desiguales, uno de ellos con
bóveda de medio cañón apuntado; su amplio crucero sirve de capilla mayor. En el
tramo abovedado se descubrieron en 1985 pinturas murales de estilo
franco-gótico fechadas en el siglo XV. Las gentes de Olite peregrinaban al
lugar el 1 de febrero, festividad de la santa; la víspera de San Marcos; el
martes después de la Ascensión y el 22 de mayo, día de Santa Quiteria; solo
subsiste la romería de esta última festividad.
(Tomo
XL de Toponimia y Cartografía de Navarra. Gobierno de Navarra. Pamplona 1997)
Según
consta en la página de Internet del Ayuntamiento de Olite:
“Santa
Brígida (C.452-c.525) es copatrona de Irlanda junto a San Patricio y fue,
probablemente, la reformadora del monasterio de Kildare, centro de cultura y
evangelización de Irlanda. El cristianismo entró en el alma irlandesa con la
misma naturalidad y sencillez con que los mitos celtas se fundieron con los de
la nueva fe, así Bride o Brigit, que proveía la fertilidad de la tierra, se
convirtió en Santa Brígida de Kildare, madre adoptiva de Jesús y comadrona de
María (…) La devoción a la santa irlandesa puede asociarse a la influencia de
peregrinos a Santiago. Desde sus orígenes el culto en la ermita a Santa
Brígida está muy unido al de santa Quiteria (…)”
Pero
no solo los de Olite acudían en romería a Santa Brígida. También los de Tafalla
lo hacían y, a lo que parece, por “obligación”. Veamos un acta del Concejo de
Tafalla:
“1500,
abril,30.
Anno
Mil e quinientos, XXXº, dia del mes de abril, en la cambra concejal de la villa
de Taffalla, plegados a conçejo a sono de campana en la manera Hussada e
acostumbrada, donde eran presentes Gracian de Hualde, lugartenient de alcalde
por Luys de Sant Johan, alcalde de la dicha villa, Andres de Yssaba, Martin de
Annorbe, Martin Polo, Johan Pardo, jurados; Charles d’Erbity, justicia, Rodrigo
de Ouiedo, Johan Milia, Pedro de Ay, Martin de Mencos, Pedro de Pueyo, Sancho
de Cenborayn, Pedro de Vera, Martin Juardan, Miguel Resano, Johan de Lyçasoayn,
Ximon Gazco, Miguel Jurdan, Johan de Ay, Martin del Alcalde, Gil de Redin y
otros muchos vecinos y habitantes celebrantes y fizientes conçejo de la dicha
villa.
Que
se baya a Santa Brigida
En el dicho
conçejo todos hunanimes y conformes fue ordenado que mañana viernes baya la
proçession a Santa Brigida, y que vayan toda manera de gent, e si de alguna
casa faltaban que no yban, aya de pena .X. sueldos sin merced ninguna.”
(Fuentes
documentales medievales del País Vasco. José María Jimeno Jurío. Archivo
municipal de Tafalla. Libro de actos y ordenanzas de la villa de Tafalla
(1480-1509). Eusko Ikaskuntza. Donostia 2001)
Como puede leerse, también los de Tafalla (y suponemos que los de las localidades aledañas) iban de romería a Santa Brígida y, además, con obligación de ello y bajo multa, si faltaban. ¡Por algo sería! (Habría que averiguar por qué. Otro “Mac Guffin” para la alforja).
Ya
sé que me hago muy pesado y que me “enrollo” mucho, pero, cuando cojo el
“hilo”, me es difícil dejarlo. Por eso, si tenéis tiempo (solo si tenéis tiempo,
en este periodo vacacional tan “raro”) os recomiendo que leáis un sucedido que
ocurrió en Santa Brígida hace ya unos cuantos años y que nos aporta Don
Florencio Idoate (Archivero que fue de Navarra), en su Volumen II de los
“Rincones de la Historia de Navarra”, con su buen escribir, su gracejo y su
facundia:
“Sucedió en aquella ermita:
En 1584, fue nombrado ermitaño de Santa
Brígida de Olite, un tal Pedro Marzán, hijo del escribano. No era tan mala la
plaza, lo mismo si se mira desde el punto de vista económico como de las
obligaciones. Al nombrarlo se le daba en arriendo para quince años, las
tierras, viña y olivar de la ermita. El concejo le daba dos cargas de trigo
anuales y podía redondear decorosamente sus ingresos con las limosnas que recogiese
en los pueblos de tres leguas a la redonda.
Con tan buen pasar y tan escaso trabajo,
no es de extrañar que hubiese más de un candidato para morar en Santa Brígida,
y Marzán se puso la mar de a gusto el hábito de ermitaño, previa licencia del
Obispo Lafuente y del vicario de la parroquia de San Pedro; pero pronto le
salió un contrincante de más edad y más méritos.
No es que el muchacho fuese mala
persona, pero sí un poco descuidadillo y aún con algunas aficiones tan propias
de sus años como incompatibles con el cargo. Se le echaba en cara que dejaba la
ermita con demasiada frecuencia y de tener un tanto descuidadas las fincas.
Esto para empezar, que no era poco.
Luego venían otras faltillas; andaba muchas veces sin hábito, “acompañaba a
mujeres a una parte y a otra” y para colmo, apenas si sabía rezar, según sus
acusadores.
Desde luego, se puede afirmar que el
mozo era bastante comodón, pues tenía a su servicio criado y criada. En el
registro practicado en la ermita, por orden superior, no se halló por ninguna
parte el breviario ni el consabido libro de horas, pero en cambio apareció una
baraja de naipes, con los que entretenía sus ocios.
Fuesen más o menos ciertas estas
acusaciones, el caso es que el Ayuntamiento de 1585, presidido por Juan
Vergara, decidió sustituir al joven ermitaño por un clérigo de misa, un tal
Esteban, del que se aseguraba “que por su mucha virtud había escogido la vida
contemplativa”. A Marzán se le comunicó el acuerdo municipal con la coletilla
de que así “convenía al servicio de Dios”.
Tal vez fuese esto verdad, pero de ninguna
manera convencía a Marzán, que creía haber asegurado el condumio y una quincena
de años fácil. Su bolsillo y su dignidad quedaban un tanto maltrechos, y
decidió apelar a todos los recursos para quedarse en Santa Brígida. Por de
pronto, se quedó allí a esperar los acontecimientos.
Un día de junio, aparecieron el alguacil
y el nuncio del regimiento con algunos esbirros y el nuevo ermitaño, que debía
tomar posesión de su destino, tras expulsar a Marzán. En cuanto los divisó
este, que ya se esperaba la escenita, cerró la puerta y echó los fuertes
cerrojos, dispuesto a aguantar el bloqueo de todo Olite si fuera preciso.
Apenas llegaron los enviados del regimiento, le conminaron a abandonar el
santuario, pero él les respondió una y otra vez que no saldría, si no se le
daban “razones de peso”; aquello del “mejor servicio de Dios”, no lo digería
Marzán.
Toda la tarde estuvieron dando porrazos
en la puerta y armando la gran escandalera, pero que si quieres; Marzán no
abría y tuvieron que llamar a un cerrajero. Una vez franqueada la entrada, el
exermitaño fue expulsado, tomando posesión el nuevo. De momento se puso un
candado en la puerta, pues en la ermita había “mucha plata y hacienda”.
No se daba tan fácilmente Marzán. Al día
siguiente apareció por allí y echó de mala manera a Esteban, que no opuso mayor
resistencia; era, por lo visto un hombre pacífico, y según manifestó después
“no quería reñir con nadie y quería solo servir a Dios”; su mansedumbre evangélica
quedaba bien probada. Otra vez hubo de movilizar el alcalde a su gente y echar
nuevamente a Marzán, que se agarraba con todas sus fuerzas al altar. No le
valió, sin embargo; su hábito quedó hecho una pena, y tras su persona salieron
a la calle sus cosas. Lo propio hicieron con un pobre enfermo medio muerto, a
quien luego volvieron a colocar en su cama junto al altar de Santa Quiteria.
No dándose por vencido aún, volvió por
tercera vez a los dos días, con ánimo de colarse como fuese. No encontrando la
puerta abierta, se subió al tejado y se metió dentro, después de quitar una
porción de tablas y tejas. Esto ya era demasiado, y por tercera y última vez
hubo que expulsarlo con cajas destempladas. Como castigo, comenzaron por
embargarle su gallinero -quince gallinas y el gallo-, así que le dejaron
desplumado del todo (!).
No tenía nada que hacer y, lleno de
coraje, Marzán se ausentó de Olite a los pocos días, dejando la llave de la
ermita y el libro de cuentas, lo último que le quedaba de sus antiguos dominios.
Desde luego, a él le salieron bastante mal las suyas.
(Archivo de
Navarra, sección de Procesos)”
Pues eso,
lo dicho, buen camino y mucha prudencia. Vale.
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