miércoles, 5 de agosto de 2020

Redescubriendo El Plano





Domingo, 2 de agosto de 2020

Hoy nos quedamos en Tafalla.
Como los siguientes programas que grabaré con Zona Media Televisión serán por los alrededores de Santa Brígida, vamos a hacer un recorrido por el Plano para tener el trazado bien aprendido y facilitar el trabajo de la grabación.
Son las 08:00 horas.
La mañana está fresca y agradable para andar. 
El suave cierzo ventila las calles y anuncia una cómoda excursión.

En agosto se hincha la uva de mosto. 

Nuestro termómetro marca 18º.
Las obras de la variante han transformado los accesos a la Celada y al Plano.





Cruzamos la nueva carretera por el interior de un alto tubo (1,70 m de altura).
Llegamos a la bifurcación de caminos donde, medio escondida, hay una lápida con una gran cruz tallada. 



La recordamos puesta en otro lugar de este camino pero, con buen criterio, se decidió colocarla ahí. 
En la siguiente bifurcación se encuentra la finca de Txirolas. 
Al pasar no podemos dejar de contemplarla con nostalgia y cariño. 
Al regresar de nuestros paseos, tanto por el Camino de Falces como por la Cuesta del Melón, la parada con Félix era obligada. 
Hablábamos con él de todo. 





Nos encantaba escucharle por el entusiasmo que transmitía al describirnos los cultivos y el arbolado junto a la caseta. 
¡Cuánto aprendimos con él!
08:30 horas. La fuente de Los Falces está mutilada. 
Las obras del camino han destrozado una parte de su abrevadero.





 
El 6 de junio comuniqué al Ayuntamiento de Tafalla, por medio de la aplicación Línea Verde, el desaguisado. 
Lo único que he recibido, con fecha 8 de junio, dice textualmente: "Muchas gracias por su colaboración. Hemos registrado su incidencia y esperamos solucionarla en breve".






Y como decía aquel famoso: "Y hasta aquí puedo leer".
Ya no he vuelto a saber nada más. El destrozo continúa. 
Junto a olivos y maizales llegamos a la gravera. 
Giramos a la izda. y por el Canto del Plano divisamos la Plana de Olite.




 
Tenemos al fondo Ujué. A su izda. el Txutxo y, más cercano, Guerinda. 
El suelo está negro debido a las arenas de la fundición de Luzuriaga que se depositaron aquí durante muchos años. 




Salimos a un camino amplio donde encontramos uno de los mojones de piedras que hizo el recientemente fallecido Toñín Olcoz. 
Desde su jubilación se dedicó a construir cercas, hitos y alcorques con las piedras que encontraba en el Plano y que han quedado como su pequeño-gran legado.
La entrada de una senda nos invita a caminar por ella. 
La vegetación está alta y el recorrido es limpio.




 
Los enebros pugnan con las encinas y coscojas para imponerse en este espacio.




 

Es un placer poder caminar por estos lugares escondidos. 
09:25 horas. Santa Brígida. 
A la salida de la senda nos encontramos con el pinar que rodea la ermita.







El aviso en el árbol ha resultado innecesario este año. El confinamiento también ha obligado a suspender la célebre romería y ha privado a nuestros vecinos de un día de fiesta grande, de calderetes y jolgorio. 
La ermita está cerrada. 




El edificio es hermoso. El tejado de lajas evoca su pasado medieval. 
Aprovechamos el lugar para almorzar. 
Nos acomodamos en el crucero, pero tenemos que levantarnos de prisa. 





Un grupo de avispas no está dispuesto a cedernos ni un palmo de terreno. 
Encontramos un lugar más "seguro" en una mesa próxima.




 
Cuando terminamos, tomamos otra senda para salir al camino.




La mañana sigue siendo fresca, agradable. 
El cierzo continúa acompañándonos y nosotros le agradecemos mucho sus caricias. 
En el camino al que llegamos, encontramos enseguida los mojones de la muga.






"O" - "T".





Aunque suene a programa de televisión, estamos en la divisoria de los dos términos municipales, que separa, además, dos denominaciones distintas de un mismo lugar: el monte plano para los de Tafalla es "El Plano", mientras que, para los de Olite, es "El Monte". De los aprox. 10 km. de longitud, cada pueblo tiene la mitad del terreno y, por lo que se ve, también la mitad del nombre. 

Seguimos por el camino paralelo al Canal, que por aquí va bajo tierra, hasta que llegamos a lo que denominamos "la senda oculta del Plano".






Por ella caminaremos un rato, que siempre se nos hace corto. 
En el encanto de este tramo nos imaginamos cómo sería el Plano hace muchos años, cuando no existían los anchos caminos que ahora lo atraviesan. 
Estrechos senderos para cazadores y leñadores por donde buscaban el alimento y la leña para los hogares. 

28 de noviembre de 1491. En dicho concejo fue mandado surtir el Plano y disputaron por surtidores Rodrigo d'Ouiedo, Johan Pardo, Miguel Resano y Sancho de Cemborain, etc. y juraron sobre los Santos Evangelios que viven lealmente y lo surtirán, etc. y fue ordenado que ninguno sea osado cortar leñas sino de sus tajazos, y de aquella limpiando, y si cortaba pie de encino o roble, que pague de pena 4 libras carlines y cada uno que pague por su suerte una blanca para los tajadores, etc. (Merindad de Olite III. Documentación del Archivo Municipal de Tafalla (2)(José María Jimeno Jurío)

El Corral de Plano aparece entre los árboles. 



El sendero que lo rodea por su izda. da paso al "paseo romántico o senda de los enamorados".
Caminamos por ella. 




En un claro entre los árboles, hacemos una breve parada y avistamos la Abejera de Abilio. 
Salimos al camino y entramos de nuevo en el último tramo del sendero. 
Está limpio. Lo han desbrozado y se camina con comodidad. 






Algunas matas de arañones están repletas de frutos.





Varios grupos de Btt vienen veloces y casi se disculpan por aparecer tan repentinamente. 
Nos saludamos. 
Bajamos por la Cuesta del Melón y nos reímos un rato recordando la anécdota que es posible que dé nombre a este lugar. 
En la finca de Txirolas tomamos el camino de la izda. y volvemos para casa. 
Todavía nos queda salvar la variante sur. 



Pero esta vez lo hacemos por arriba, saltando los quitamiedos. 
A las 11:40 horas entramos en la urbanización.
Los "enredos" que decía el Templao. 
En una de las aceras nos detenemos y tratamos de ubicar el lugar donde se hallaba "El árbol del Gitano". Es imposible determinar el sitio.




Harina de otro Costapor Juanjo Costa

EL MONTE PLANO Y LA ERMITA DE SANTA BRÍGIDA.

 

1.   EL Monte Plano de Tafalla (474 m)

                                   

“Que guardas la Tierra Llana,

                                     Virgencica bardenera,

                                     que guardas la Tierra Llana.

                                     Guarda también a mi amor,

                                     que soldado voy mañana.” 

                                                                      (Jota popular)

 

Del paseo de hoy, no por tantas veces repetido, desde hace años, en buena compañía, siempre queda el convencimiento de haber penetrado “en otro mundo”. Cuando nos adentramos por los caminos, las sendas y las veredas de este enclave mágico, pienso en cómo debía ser el Laberinto de Cnosos. Y es que todo El Monte Plano es un laberinto. Si no lo conoces bien, puedes acabar dando unas cuantas vueltas de más antes de dar vista, de nuevo, a alguno de los lugares de referencia que indican los puntos cardinales, y poder orientarte adecuadamente. A saber: La sierra de Alaiz y la Peña de Unzué, al norte; Montejurra, al oeste; Guerinda y Ujué al este; y al sur… al sur… La Tierra Llana: Olite, Beire, Pitillas, Murillo el Cuende, Traibuenas y El Monte Rada, misterioso y desolado monte, que vigila y cierra el valle del Cidacos y donde convergen varios enigmas que solo aquel, el río Aragón y el cierzo conocen. Veamos, en primer lugar, cómo se describía el enclave natural del Monte Plano en una guía naturalística de hace unos años:

“Monte equivale a bosque. Monte Plano fue-en alguna medida, es- un bosque asentado sobre terreno de configuración llana. Se trata de una antigua terraza colgada que formó parte de una vasta llanura aluvial, nivelada por sucesivas avenidas. Erosionada en los bordes por las aguas que buscaban un nivel aluvial más bajo, quedó como una meseta. Esta meseta y sus flancos estaban vestidos hasta hace pocos años por uno de los más extensos carrascales navarros, en una zona en la que la mayor parte de las superficies de la zona se dedicaban a cultivos. La pluviometría- cerca de la Zona Media, pero asomada a la Ribera -no alcanza los 500 l/m², con fuertes sequías estivales (…)

Como en los alrededores de muchos pueblos, en Monte Plano había un muladar o cementerio de animales domésticos. Los buitres y otras aves carroñeras daban cuenta de los cadáveres. A sugerencia de ANAN, el Ayuntamiento de Tafalla, propietario de los comunales de Monte Plano, decidió revivir el muladar. Lo cercó de alambre y lo cerró. El estado actual del comedero es deplorable. La localización, deficiente, y la falta de cuidado, más la presencia frecuente de cazadores, ahuyentan a las carroñeras. La puerta está abierta y los cuerpos de los animales son abandonados con frecuencia fuera del recinto.

 En la década de los sesenta el bosque -dominado por la carrasca (Quercus ilex rotundifolia), también llamada encina o encino- sufrió la tala de muchos árboles, con un miserable aprovechamiento de leña, y se roturaron grandes superficies. El bosque se convirtió en matorral, que hoy es maquia, con algunos buenos ejemplares de carrasca (…)

 En el descenso hacia Olite y al S. de Cabriteras hay plantaciones de pinos. Se ha recurrido al pino carrasco (Pinus halepensis), especie mediterránea autóctona, pero no espontánea en esta zona.

 Entre las especies que abundan destacan la coscoja, el enebro de la miera, la sabina, la lavanda, el tomillo y el orégano (…) Aún pueden verse conejos, zorros, perdices, tajudos y palomas torcaces (…) El paseo cruza áreas roturadas, antes ocupadas por el bosque. Dada la formación geológica del Monte Plano, los campos están cuajados de cantos rodados, y costras calizas. Los aprovechamientos agrícolas no deben ser muy sustanciosos. Estos suelos detríticos no favorecen los cultivos de cereal. La banda roturada resulta desoladora en medio de las manchas de árboles y arbustos. Si se añaden las escombreras industriales y domésticas del NE del Monte Plano, es fácil concluir que las vejaciones sufridas por este carrascal, antaño admirable, han sido muchas.”

(Navarra. Paseos naturalísticos I. Caja de Ahorros de Navarra. 1981. Pamplona)

 

No era muy alentadora la imagen que se daba en esta popular publicación de la CAN. Hoy en día han cambiado las cosas. En sí, el bosque parece, a simple vista, que mantiene cierta fortaleza. Andando por sus caminos y veredas, que son bastante tupidos, su estado de conservación no es malo. Otra cosa es la letra menuda. Hace unos años se lo dotó con un aeródromo para ayudar a apagar los incendios que pudiera haber en la Zona Media. A su vez, cerraron los vertederos donde descargaba sus desechos una fundición sita en Tafalla (aunque todavía se puede pisar abundante arena negra y múltiples escorias por los caminos del NE.). El comedero de aves carroñeras se cerró, por motivos sanitarios y por el gran descenso de la cabaña pecuaria tafallesa.

Como colofón, cuatro hitos.

1.El más céntrico, la gran cicatriz que recorre el bosque, de norte a sur, después de la “autopsia” que se le practicó al mismo al realizar la magna obra del Canal de Navarra.

2.Al lado del llamado Corral del Plano (restaurado no hace mucho y que aún está en uso) se hizo una plantación de árboles, por parte de la Ikastola de Tafalla, que parece evolucionan bien. Esperamos que siga todo así y no derive en un “parche” más de los que se han prodigado estos últimos años por nuestra comarca: Padres, hijos, concejales, ecologistas, almuerzo, unas cuantas fotos y alguna rueda de prensa que otra, para que se vea lo que se dice que se hace. Luego: Incuria, olvido, árboles secos y, al año siguiente, ¡otro “Día del árbol”!

3 y 4. Para terminar, como complemento al ingenio humano, se ha llevado a cabo la construcción de una variante que afecta también al Monte Plano, pues se está colmatando, con sus desechos, en su parte norte, el gran socavón que produjo en su día la extracción de gravas. Lo están dejando todo tan liso que parece el patio de un colegio; igual ponen ahí una pista de patinaje, ¡quién sabe! (Aunque era un lugar un tanto desolado, ya se había formado una pequeña balsa, crecido algunos chopos y juncos y, sobre todo, en el flanco oeste, en una pared lisa de unos cuatro metros, anidaban en sus hondos nidos los abejarucos).

Vuelvo al principio. He comentado que el adentrarnos por los vericuetos de este Monte Plano me recordaba al “Laberinto de Cnosos”. El pasado domingo me afirmé aún más en mi idea, pues fueron apareciendo, a lo largo de toda la mañana, y por diferentes enclaves, unos a modo de “Minotauros”, vestidos de colores chillones (¡…carnaval…carnaval…!), con casco y gafas de ojos de insecto, caballeros en artefactos de cuernos vueltos. Ya estoy enterado de que han adecuado no sé cuántos kilómetros de caminos para bicicletas en toda la comarca (loable iniciativa, ¡cómo no!), pero habrá que afinar un poco más para hacer compatible esta actividad con la del caminar, especialmente cuando se va por sendas estrechas y de poca visibilidad. El día que nos ocupa, hubo algunos momentos en que si no ibas atento y mirando para atrás y para adelante, te podías llevar un buen empentón, eso sí, de una manera educada y cortés. ¡Qué queremos, es el signo de los tiempos! Me parece que, a partir de ahora, Los Caminantes podemos añadir a nuestros útiles del oficio, una capa de torear. Por lo menos, así tendremos una oportunidad. Si no, los nuevos “Minotauros” de este y otros parajes no muy lejanos, se cobrarán sus “sacrificios”, al modo como aquel de la isla de Creta. Eso sí, que sepan que nosotros no somos gráciles doncellas ofrecidas al monstruo, pues nuestra carne es bastante más correosa que la de aquellas. Buen camino y prudencia (para todos). Vale.

 

2.   La Ermita de Santa Brígida (Gwendal-“Irish Jig”)

 

“La ermita de santa Brígida es la única que se conserva de todas las existentes en Olite. Se encuentra emplazada en el Monte Encinar, que ha atraído a lo largo de los siglos una gran devoción popular, e incluso la favorecieron de forma especial la reina Blanca y su hijo el príncipe Carlos de Viana. En 1435, la reina manda levantar casa de monjes ermitaños aledaña, que todavía subsiste. Tuvo ermitaño hasta mediado el XIX. En 1885, se utilizó como lazareto durante la epidemia del cólera. Se conserva actualmente con otras construcciones, dentro de un cercado de planta trapezoidal. La iglesia responde a modelos protogóticos datables hacia 1200, con nave de tres tramos desiguales, uno de ellos con bóveda de medio cañón apuntado; su amplio crucero sirve de capilla mayor. En el tramo abovedado se descubrieron en 1985 pinturas murales de estilo franco-gótico fechadas en el siglo XV. Las gentes de Olite peregrinaban al lugar el 1 de febrero, festividad de la santa; la víspera de San Marcos; el martes después de la Ascensión y el 22 de mayo, día de Santa Quiteria; solo subsiste la romería de esta última festividad.

(Tomo XL de Toponimia y Cartografía de Navarra. Gobierno de Navarra. Pamplona 1997)

 

Según consta en la página de Internet del Ayuntamiento de Olite:

“Santa Brígida (C.452-c.525) es copatrona de Irlanda junto a San Patricio y fue, probablemente, la reformadora del monasterio de Kildare, centro de cultura y evangelización de Irlanda. El cristianismo entró en el alma irlandesa con la misma naturalidad y sencillez con que los mitos celtas se fundieron con los de la nueva fe, así Bride o Brigit, que proveía la fertilidad de la tierra, se convirtió en Santa Brígida de Kildare, madre adoptiva de Jesús y comadrona de María (…) La devoción a la santa irlandesa puede asociarse a la influencia de peregrinos a Santiago. Desde sus orígenes el culto en la ermita a Santa Brígida está muy unido al de santa Quiteria (…)”

 

Pero no solo los de Olite acudían en romería a Santa Brígida. También los de Tafalla lo hacían y, a lo que parece, por “obligación”. Veamos un acta del Concejo de Tafalla:

1500, abril,30.

Anno Mil e quinientos, XXXº, dia del mes de abril, en la cambra concejal de la villa de Taffalla, plegados a conçejo a sono de campana en la manera Hussada e acostumbrada, donde eran presentes Gracian de Hualde, lugartenient de alcalde por Luys de Sant Johan, alcalde de la dicha villa, Andres de Yssaba, Martin de Annorbe, Martin Polo, Johan Pardo, jurados; Charles d’Erbity, justicia, Rodrigo de Ouiedo, Johan Milia, Pedro de Ay, Martin de Mencos, Pedro de Pueyo, Sancho de Cenborayn, Pedro de Vera, Martin Juardan, Miguel Resano, Johan de Lyçasoayn, Ximon Gazco, Miguel Jurdan, Johan de Ay, Martin del Alcalde, Gil de Redin y otros muchos vecinos y habitantes celebrantes y fizientes conçejo de la dicha villa.

Que se baya a Santa Brigida

En el dicho conçejo todos hunanimes y conformes fue ordenado que mañana viernes baya la proçession a Santa Brigida, y que vayan toda manera de gent, e si de alguna casa faltaban que no yban, aya de pena .X. sueldos sin merced ninguna.”

(Fuentes documentales medievales del País Vasco. José María Jimeno Jurío. Archivo municipal de Tafalla. Libro de actos y ordenanzas de la villa de Tafalla (1480-1509). Eusko Ikaskuntza. Donostia 2001)

       

Como puede leerse, también los de Tafalla (y suponemos que los de las localidades aledañas) iban de romería a Santa Brígida y, además, con obligación de ello y bajo multa, si faltaban. ¡Por algo sería! (Habría que averiguar por qué. Otro “Mac Guffin” para la alforja).  

Ya sé que me hago muy pesado y que me “enrollo” mucho, pero, cuando cojo el “hilo”, me es difícil dejarlo. Por eso, si tenéis tiempo (solo si tenéis tiempo, en este periodo vacacional tan “raro”) os recomiendo que leáis un sucedido que ocurrió en Santa Brígida hace ya unos cuantos años y que nos aporta Don Florencio Idoate (Archivero que fue de Navarra), en su Volumen II de los “Rincones de la Historia de Navarra”, con su buen escribir, su gracejo y su facundia:

            “Sucedió en aquella ermita:

        En 1584, fue nombrado ermitaño de Santa Brígida de Olite, un tal Pedro Marzán, hijo del escribano. No era tan mala la plaza, lo mismo si se mira desde el punto de vista económico como de las obligaciones. Al nombrarlo se le daba en arriendo para quince años, las tierras, viña y olivar de la ermita. El concejo le daba dos cargas de trigo anuales y podía redondear decorosamente sus ingresos con las limosnas que recogiese en los pueblos de tres leguas a la redonda.

        Con tan buen pasar y tan escaso trabajo, no es de extrañar que hubiese más de un candidato para morar en Santa Brígida, y Marzán se puso la mar de a gusto el hábito de ermitaño, previa licencia del Obispo Lafuente y del vicario de la parroquia de San Pedro; pero pronto le salió un contrincante de más edad y más méritos.

        No es que el muchacho fuese mala persona, pero sí un poco descuidadillo y aún con algunas aficiones tan propias de sus años como incompatibles con el cargo. Se le echaba en cara que dejaba la ermita con demasiada frecuencia y de tener un tanto descuidadas las fincas.

        Esto para empezar, que no era poco. Luego venían otras faltillas; andaba muchas veces sin hábito, “acompañaba a mujeres a una parte y a otra” y para colmo, apenas si sabía rezar, según sus acusadores.

        Desde luego, se puede afirmar que el mozo era bastante comodón, pues tenía a su servicio criado y criada. En el registro practicado en la ermita, por orden superior, no se halló por ninguna parte el breviario ni el consabido libro de horas, pero en cambio apareció una baraja de naipes, con los que entretenía sus ocios.

        Fuesen más o menos ciertas estas acusaciones, el caso es que el Ayuntamiento de 1585, presidido por Juan Vergara, decidió sustituir al joven ermitaño por un clérigo de misa, un tal Esteban, del que se aseguraba “que por su mucha virtud había escogido la vida contemplativa”. A Marzán se le comunicó el acuerdo municipal con la coletilla de que así “convenía al servicio de Dios”.

         Tal vez fuese esto verdad, pero de ninguna manera convencía a Marzán, que creía haber asegurado el condumio y una quincena de años fácil. Su bolsillo y su dignidad quedaban un tanto maltrechos, y decidió apelar a todos los recursos para quedarse en Santa Brígida. Por de pronto, se quedó allí a esperar los acontecimientos.

        Un día de junio, aparecieron el alguacil y el nuncio del regimiento con algunos esbirros y el nuevo ermitaño, que debía tomar posesión de su destino, tras expulsar a Marzán. En cuanto los divisó este, que ya se esperaba la escenita, cerró la puerta y echó los fuertes cerrojos, dispuesto a aguantar el bloqueo de todo Olite si fuera preciso. Apenas llegaron los enviados del regimiento, le conminaron a abandonar el santuario, pero él les respondió una y otra vez que no saldría, si no se le daban “razones de peso”; aquello del “mejor servicio de Dios”, no lo digería Marzán.

        Toda la tarde estuvieron dando porrazos en la puerta y armando la gran escandalera, pero que si quieres; Marzán no abría y tuvieron que llamar a un cerrajero. Una vez franqueada la entrada, el exermitaño fue expulsado, tomando posesión el nuevo. De momento se puso un candado en la puerta, pues en la ermita había “mucha plata y hacienda”.

        No se daba tan fácilmente Marzán. Al día siguiente apareció por allí y echó de mala manera a Esteban, que no opuso mayor resistencia; era, por lo visto un hombre pacífico, y según manifestó después “no quería reñir con nadie y quería solo servir a Dios”; su mansedumbre evangélica quedaba bien probada. Otra vez hubo de movilizar el alcalde a su gente y echar nuevamente a Marzán, que se agarraba con todas sus fuerzas al altar. No le valió, sin embargo; su hábito quedó hecho una pena, y tras su persona salieron a la calle sus cosas. Lo propio hicieron con un pobre enfermo medio muerto, a quien luego volvieron a colocar en su cama junto al altar de Santa Quiteria.

        No dándose por vencido aún, volvió por tercera vez a los dos días, con ánimo de colarse como fuese. No encontrando la puerta abierta, se subió al tejado y se metió dentro, después de quitar una porción de tablas y tejas. Esto ya era demasiado, y por tercera y última vez hubo que expulsarlo con cajas destempladas. Como castigo, comenzaron por embargarle su gallinero -quince gallinas y el gallo-, así que le dejaron desplumado del todo (!).

        No tenía nada que hacer y, lleno de coraje, Marzán se ausentó de Olite a los pocos días, dejando la llave de la ermita y el libro de cuentas, lo último que le quedaba de sus antiguos dominios. Desde luego, a él le salieron bastante mal las suyas.

(Archivo de Navarra, sección de Procesos)”  

        Pues eso, lo dicho, buen camino y mucha prudencia. Vale.  

            











 
   

 


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