Domingo, 24 de enero de 2021
La tregua que anunciaban para hoy las borrascas de estos días nos animó a preparar la excursión al Aurino y a la Peña de los Huevos, que ya habíamos pospuesto en un par de ocasiones.
Ambos montes se encuentran en el extenso término de Ujué y, para llegar a ellos, contábamos con la compañía de Josemari Alcuaz, natural del pueblo y buen conocedor del término.
Son las 09:00 horas. Aparcamos en La Oliveta y salimos.
El cielo está prácticamente despejado y no anda viento. La temperatura, aunque baja, 4º, se soporta bien.
En las mañanas de Enero, ni se dan los buenos días ni se quitan los sombreros.
En el suelo hay barro. Las lluvias recientes también han sido pródigas por aquí.
Al llegar a una caseta de nueva construcción que está abandonada, tomamos el primer camino a la izda. y avanzamos paralelos al río Aragón.
Vamos orillando piezas labradas que han sido arañadas al monte. Son tierras llanas, cercanas al río, en las que el cereal es su único cultivo.
Echamos una mirada a nuestra izda. y descubrimos por primera vez la Peña de los Huevos.
La minúscula piedra que vemos desde aquí no tiene nada que ver, según nos dice Josemari, con lo que encontraremos arriba.
En la última pieza que vamos a atravesar descubrimos unas señales desconocidas para nosotros (posteriormente le hago una consulta a J.J. Tapia y me dice que se utilizan para marcar las lindes de las fincas y que incluso pueden llevar unos números que indican las coordenadas).
Nos adentramos por senda estrecha y comenzamos a subir.
Poco a poco, la senda se va desdibujando y nuestros guía va buscando los senderos que abren los animales que habitan en el monte.
El andar se hace dificultoso. Un terreno como este, tan poco frecuentado y sin presencia de ganado, era de esperar encontrarlo así.
10:45 horas. Corral de Serafín Ferrer. Estamos en término de Gallipienzo.
La construcción está en ruinas. Echamos un vistazo.
Como la mayoría de los corrales de la zona tiene un tamaño mediano.
Viendo los restos, se adivina su distribución: Una parte para guardar el ganado y otra más pequeña para que pernoctara el pastor.
Continuamos subiendo por terreno cerrado y "a salto mata" y llegamos.
11:20 horas. Peña de los Huevos.
El roquedo es un espectáculo.
Josemari nos cuenta que se conoce así este lugar porque, debido al pique entre los pueblos, los de Ujué se burlaban de los de Gallipienzo diciendo que éstos pretendían romper las rocas cascando huevos en ellas.
Un poco más arriba, junto a un puesto de palomera y al abrigo del cierzo, nos paramos a reponer fuerzas.
Las vistas desde este lugar son impresionantes.
Las rocas que hemos dejado más abajo no son la cima de la Peña.
Subimos hasta la cima y de allí nos dirigimos al Aurino.
Atravesar el pequeño collado parece tarea fácil, pero no lo es.
Las coscojas y las ilagas defienden su territorio con saña.
Vera, la galga, sufre en su fina piel los arañazos inmisericordes de las matas.
11:55 horas. Aurino (695 m)
La cima prácticamente no existe. La vegetación se ha apoderado de todo.
Una roca, valiente, sobresale entre la maraña.
Pero el paisaje, en cualquier dirección que miremos, es único.
El monte se ve verde y exuberante y Ujué, asomándose en un collado, amaga con unirse a nuestro grupo y disfrutar de todos estos rincones.
Descendemos peleándonos con las coscojas y llegamos a la cercana cima del Chinchón (685 m).
Desde este punto elevado trazamos la estrategia para bajar.
A nuestra izda., a mitad de ladera, vemos una cerca de alambre y, más abajo, campos de labor.
Comenzamos el descenso. Alcanzamos la alambrada y conseguimos atravesarla sin mayores problemas.
Enseguida aparece un sendero que desemboca en un camino ancho.
Caminamos aliviados y disfrutando de la abundancia de madroños que pueblan este lado del monte.
Al llegar a una era, Josemari nos avisa, con guasa, de que entramos en propiedad privada.
13:20 horas. Corral de Sabaiza.
Nos hace una especie de "visita guiada" ya que perteneció a su familia.
En el interior de lo que era la vivienda todavía sobrevive la cama de su abuelo.
Y cerca del edificio hay otro, la basandía, nos dice, que era el horno de pan. No era muy común hubiera horno en los corrales, lo que indica que éste era de los importantes.
También vendían o cambiaban por otros bienes en los pueblos mugantes con Ujué otra gran cantidad de productos: miel, caza, huevos, corderos y cabritos. El ganado mayor, como caballerías, vacas y burros, se llevaba a las ferias de Tafalla, Lumbier y Pamplona. Era muy habitual acudir a estas localidades para comprar o vender ganado de labranza, en especial mulas y machos. (Los corrales de Ujué y la vida de antaño. Santa María de la Oliveta)(Satur Napal Lecumberri y otros).
Salimos al camino que viene de Ujué y llega hasta Murillo.
A nuestra dcha. se queda el Corral de Verdaderico, que se aprecia en mejor estado que los que hemos visto durante la mañana.
La vuelta por un camino "decente" nos hace rememorar las penalidades que hemos sufrido.
Echamos una última mirada al Aurino. Desde aquí se ve majestuoso.
A pesar de los pesares tenemos ganas de volver otra vez por allí.
14:20 horas. La Oliveta.
Es hora de volver. Ha sido una excursión larga, en algunos tramos sufrida, pero hemos descubierto una parte de la Sierra de Ujué cuya visita hay que recomendar. Merece la pena.
En este enlace se puede ver el recorrido de hoy.
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