domingo, 29 de mayo de 2011

Una abejera (y media) en Valmediano









Para la tarde dan agua. Nadie lo diría viendo como ha amanecido el día. El cielo está azul y limpio como pocas veces. Atravesaremos Valmayor y nos adentraremos en lo más recóndito de Valmediano, en donde me dijeron que queda un abejera antigua, que como todas, se va desmoronando poco a poco. Hoy se presenta un día bueno. Un paseo por el extremo oriental del término; por la tarde, Olaizola y Bengoetxea se juegan el pase a la final del manomanista y después, en el Centro Cívico, la Banda nos ofrecerá otro de sus magníficos conciertos. Poco más se le puede pedir a un domingo.

Ayer no pude hablar con el Templao, pero sé que se encuentra bien. Sigue con sus entrenamientos semanales.

Son las 08,00 horas. Magán marca 15º y la farmacia 14º. El sol va a brillar con fuerza. No anda aire. Acompañado de Juanjo e Inma bajamos las escaleras del Conde y nos vamos hacia la Plaza de Toros. Pasamos por debajo de la vía y salimos a la carretera de San Martín. La cruzamos y entramos en el Escal para tomar el primer camino a la izda. y adentrarnos en Las Pozas para salir al Pontarrón.

"En 14 de de Abril de 1764 compareció Joseph Villanueva, guarda y manifiesta que ayer a las siete y media de la mañana cogió un jumento de Luna, "el espartero", en pieza de trigo en las Pozas de Juan Miguel Monreal" (Fernando Maiora Mendía)(Tafalla, del reino de Navarra).








Tomamos un momento dirección S. y torcemos en el primer camino de la izda. En suave descenso llegamos hasta el caserío de Valmayor o de Fernández. Son las 08,30 horas.

Continuamos por el camino en dirección E. Pasamos entre piezas de cebada y trigo. Las viñas verdean, luciendo sus débiles racimos. Llegamos a una pajera y seguimos adelante. En la bifurcación de caminos, tomamos el de la dcha. Por el de la izda. iríamos a la Falconera y saldríamos a la carretera de San Martín.










09,00 horas. En la orilla de una pieza de cebada nos encontramos con la primera abejera. Son los restos de una mayor. Se mantiene en pie de milagro.








Continuamos un poco más adelante y, de frente, nos encontramos con la otra abejera. Es una sólida construcción de piedra. La parte posterior se ha derrumbado pero la frontal está, dentro de lo que cabe, en bastante buen estado. Está orientada al S. y la protege un pequeño cerro que servía de abrigo a la importante población apícola.








En la Gran Enciclopedia Navarra podemos documentarnos sobre esta actividad tan arraigada.

Ahora nos vamos hacia los pinos de Valmediano. El camino termina en un barranco y por el orillo de dos piezas llegamos a un lugar increíble.








Son las 09,25 horas. Subimos por una pequeña senda y nos paramos a tomar un bocado en un pequeño almendrolar que conforma un valle de reducidas dimensiones. Nos deja atónitos. El silencio es total. Nos sentamos y, mientras saboreamos el bocadillo, contemplamos con asombro lo que nos rodea. Es la primera vez que estamos ahí y... hemos de volver más veces.

Juanjo que, ya lo he dicho en alguna ocasión, es el bertsolari del grupo, improvisa unos versos:

"Si me quieres encontrar, ya sabes mi paradero,

en el monte Valmediano, donde se pierde el sendero".






Terminamos y subimos hasta el final de la hilera de almendros. Entre los pinos se asoma el vértice geodésico de Valmediano. Nos vamos allí.

Por una pieza lieca, llenándonos de pinchos hasta la rodilla, salimos hasta la campa donde se encuentran las cuatro, para nosotros, enigmáticas grandes rocas.






Son las 10,00 horas. Por la marcada senda llegamos a la "cima" de Valmediano. Mi gps marca 475 mts. de altitud. La placa del Gobierno Foral dice que 473,1 mts.

La vista desde aquí, y más en un día como hoy, es magnífica. La arqueóloga Rosa Armendáriz dice que hubo aquí asentamientos prehistóricos. Es una atalaya única. La visibilidad defensiva es total. Valmayor, con el prado y el caserío es fantástico, pero Valmediano tiene un encanto especial.








"Año 1943. En la Plaza de Toros, las tafallesas Nicomedes Mendía, Juliana Orzanco, Anita Izuriaga y Paz Flamarique, con todas las sobrecamas de la ciudad, vistieron de color y fantasía a tres honorables tafalleses que inauguraron una dinastía que aún dura; y Zudaire, con juegos de lápices, pinceles y cremas puso años en sus caras asustadas, Virto, Berango y de negro un moreno natural y fornido Florencio Aoiz, "el Templau", que en la mañana de su fulgurante reinado estuvo cogiendo olivas en Balmediano. Este negro, como había estado de soldado en Africa, no tuvo problemas a la hora de representar su papel en gestos de saludos, y aún monosilabeó palabras en árabe de Paz y Felicidad, ataviado con un hermoso turbante verde y una gran esmeralda, comprada aquella tarde en el Bazar de Aramayo" (P.M. Flamarique)(Cajón de sastre tafallés).

Bajamos de Valmediano. Por buen camino arreglado para los riegos, atravesamos el prado de Solcanto y salimos al camino del Escal, junto al Vivero. Son las 10,35 horas. Nos planteamos cruzar la pasarela sobre el Cidacos y volver por Gerón pero, dada la hora, decidimos volver por el Escal.








Al pasar por la Recueja nos acordamos del malvado Chanforrín. Llegamos a Los Cascajos y tomamos el camino de la izda. Son las 10,35 horas. Nos adentramos por el camino de La Rana. Los huertos , viñas y piezas de cereal se suceden. Hay tramos con unos nogales frondosos que dan una apetecible sombra al camino. Los ciruelos y avellanos "se aprovechan" de la cercanía de la acequia para crecer y dar sus frutos. En un huerto, cerca ya del pueblo, una ruidosa cuadrilla de hombres está preparando un calderete que "huele que alimenta". Llegamos al paso subterráneo que hemos pasado a la ida. Cruzamos la carretera y a las 11,05 horas estamos nuevamente en las inmediaciones de la Plaza de Toros.

Con el regusto del rincón que hemos descubierto en Valmediano, nos despedimos hasta el domingo que viene.

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